Los secretos de El Zorro, un éxito inoxidable que costó mucho llevar a la TV
Una novela de aventuras publicada por entregas y que se convirtió en un inesperado bestseller es el origen de una de las series de televisión más populares de la historia, que tardó una década en realizarse por el olfato para los negocios de Walt Disney y que a pesar de tener sólo tres temporadas es considerada un clásico de la pantalla chica. El Zorro no sólo fue un fenómeno inédito cuando se estrenó, sino que hizo millonario a varios gracias al merchandising y se consolidó con las repeticiones en varios países del mundo, incluyendo la Argentina.
La historia de un jinete enmascarado que lucha contra los gobernantes injustos del pueblo de Los Ángeles durante los días del dominio español nació hace un siglo, cuando la publicación All-Star Weekly editó en 1919 La maldición de Capistrano, una novela corta en cinco entregas firmada por Johnston McCulley. Si bien en un principio no tuvo demasiada repercusión, cuando fue llevada al cine al año siguiente con el título La marca del Zorro, el público estadounidense quiso saber más de este misterioso héroe.
En muchos sentidos, el Zorro fue un pionero en la narrativa de los héroes contemporáneos: un tranquilo millonario llamado Don Diego de la Vega quien de noche hace justicia por mano propia. Inspirado en Robin Hood, el personaje terminó apareciendo en más de 60 cuentos, historietas y libros, que se calculan que fueron leídos por 500 millones de lectores en todo el mundo siguiendo las hazañas del vengador enmascarado en 26 idiomas, antes de la muerte de McCulley el 22 de noviembre de 1958 a los 75 años.
En la versión original de McCulley, De la Vega es el hijo de un rico terrateniente que al regresar a su hogar, después de haber estudiado en España, se horroriza al comprobar los problemas que se viven en su pueblo en Los Ángeles, bajo el mando del malvado capitán español Enrique Sánchez Monasterio. Como nadie parece poder hacerle frente al tirano, decide tomar una identidad secreta y como jinete enmascarado se enfrenta a él y a sus tropas.
La marca del Zorro fue la primera adaptación para la gran pantalla y no sería la última. Se estrenó en 1920 y fue una película muda con Douglas Fairbanks en el papel principal, quien repetiría el papel en 1925 con Don Q, hijo de El Zorro, de 1925, y El Caballero Valiente, de 1936, esta vez con Robert Livingston como Don Diego de la Vega y su álter ego. En 1940 regresaría el enmascarado al cine de la mano de Tyrone Power, quien rompió la taquilla y volvió aún más popular al personaje.
Este éxito perenne hizo que varios estudios de Hollywood quisieran tener los derechos de más historias de McCulley, quien contrató al prestigioso agente Mitchell Gertz, pero las negociaciones jamás llegaban a buen puerto por los altos honorarios que pedía y porque exigía un nivel de producción inusual para contar esta historia de época. El único que aceptó sus condiciones fue nada menos que Walt Disney, quien llegó a un acuerdo inédito para ese entonces: armó un fondo privado de inversión, WED Enterprises, quien sublicenciaría los derechos de las historias para crear una serie de episodios y con ese dinero desarrollar un parque de diversiones cuyas ganancias pagarían los montos que pedían McCulley y Gertz.
Así, en 1953 se fundó Zorro Productions, una subdivisión de la empresa Walt Disney Incorporated y comenzaron los preparativos para la serie. El mismo creador del famoso ratón Mickey se puso al frente de las negociaciones para conseguir inversores e ir armando la escenografía colonial. Sin embargo, los costos comenzaron a elevarse más de lo previsto y todos los potenciales interesados querían ver un piloto antes de poner dinero, algo que Walt Disney se negaba a hacer, pues creía que su solo nombre debía bastar como garantía.
Pasó un año hasta que la cadena de televisión ABC se interesó por el proyecto, pero Disney ya estaba con su cabeza puesta en el parque temático Disneyland y parecía haberse olvidado del enmascarado. Hubo que esperar, entonces, hasta 1957, cuando el parque era un gran éxito pero el público que lo había visitado no regresaba ya que sentía que había visto todo. Era, entonces, hora de sumar nuevas atracciones pero eso implicaba inyecciones de dinero, lo que reflotó la idea de El Zorro.
ABC y Walt Disney firmaron un contrato para realizar una serie que financiaría parte de la extensión del parque con las ganancias televisivas y de licencias. Las negociaciones fueron duras y el dibujante cedió sus derechos personales a la compañía Walt Disney Productions, sin saber que con eso crearía muchos problemas legales que explotarían años después. Sin embargo, sí logró algo que él deseaba mucho: evitar hacer un piloto para convencer al canal de TV.
Con financiamiento, guiones listos y pantalla, lo único que necesitaba El Zorro era un protagonista. Para el público masivo, tras el suceso de la película de 1940, Tyrone Power era la personificación misma del personaje. Así que se buscaron actores similares. Se hicieron una veintena de pruebas, con nombres conocidos de la época como Hugh O'Brian, John Lupton, Jack Kelly, Dennis Weaver o David Janssen, pero nadie lograba convencer a Walt Disney. Hasta que el 18 de abril de 1957, hizo el casting un hombre de 30 años casi desconocido llamado Guy Williams, que de inmediato enamoró al productor.
Williams, cuyo verdadero nombre era Armand Joseph Catalano, había nacido en 1924 en Nueva York y se había hecho conocido como modelo publicitario. Su sueño era actuar, pero siempre había sido convocado para papeles menores. Siempre anheló un protagónico, pero tras trabajar en films como Bonzo Goes to College, Mississippi Gambler, Seven Angry Men, I Was A Teenage Werewolf y Man From the Alamo, entendió que no lo lograría. De hecho, años más tarde confesaría que cuando audicionó para El Zorro ya había pensado en retirarse de la actuación.
El elenco ideal
Fue una fortuna que aún no se hubiera rendido porque Williams demostró ser perfecto para el doble rol de Don Diego y El Zorro, ya que tenía experiencia en el esgrima y podía moverse en las aguas de la comedia, el drama y las escenas de acción requeridas con gran éxito. El resto del elenco fue más fácil de encontrar y resultó tan sólido como el protagonista. Para Bernardo -su fiel asistente, quien era mudo, pero fingía también ser sordo y solía doblar a El Zorro cuando era necesario disipar sospechas sobre Don Diego- se eligió a Gene Sheldon, quien tenía amplia experiencia en Broadway, el radioteatro y, lo más importante, fue mimo por años.
En cuanto al sargento García, el segundo al mando de Los Ángeles y una suerte de villano de buen corazón, se eligió al actor de teatro Wimberly Calvin Goodman, quien tenía el physic du rol deseado pero no le crecía la barba, por lo que debía ser maquillado a diario. Los roles del padre de Don Diego y del malvado Monasterio recayeron en el veterano George J. Lewis y en Britt Lomond, respectivamente.
El reparto principal se completaba con uno de los personajes más queridos por los televidentes y el único que no tenía cartel en la presentación, Diamond Decorator. Se trata del caballo que se ponía en la piel de Tornado, el mejor amigo del enmascarado. Con siete años, Diamond Decorator había competido en la década del 50 en el torneo Grand Nationals Medal Class y había logrado catorce victorias consecutivas antes de dedicarse a la televisión. Tenía tres dobles, entrenados para escenas particulares: uno es el que se para en dos patas, como se ve en la presentación; otro, entrenado para escenas de combate y un tercero que se usaba cuando era necesario correr a alta velocidad.
Una oportunidad única, en una gran producción
Para cumplir la idea que tenía Walt Disney en su cabeza, alguien conocido por ser obstinado, se construyeron los decorados más costosos que jamás había tenido un western hasta la fecha. Se levantaron varias cuadras de edificios del pueblo La Reina de Los Ángeles, incluyendo la comisaría, la taberna y la casa de los De la Vega con un presupuesto de más de 100 mil dólares. Para los interiores se utilizaron réplicas costosas y elementos originales de la época, que costaron cerca de 60 mil dólares, además de un extenso vestuario hecho a medida.
Williams entendió rápidamente que la oportunidad que tenía entre manos era única y aceptó de buena gana tomar un curso intensivo y personalizado de esgrima para mejorar sus habilidades. Walt Disney también quería que tocara la guitarra y cantara en escenas en donde daba serenatas, pero le resultó imposible y todas esas escenas debieron ser dobladas. Así que cada vez que Don Diego cantaba, era la voz del intérprete Bill Lee la que se escuchaba, el mismo que se escucha en la icónica canción de los títulos.
El tema de El Zorro es considerado uno de los más populares de la historia de la televisión. La compusieron Norman Foster y George Bruns y en su versión original era un pequeño resumen de la serie: "En la noche, cuando la luna llena es brillante, llega el jinete conocido como Zorro. Este audaz renegado marca una Z con su espada, una Z que significa Zorro". El resto de la música también era excelente: el compositor William Lava escribió un tema musical diferente para cada uno de los personajes principales del programa, lo que creaba un clima único.
Cuando comenzaron las grabaciones, con la supervisión del mismo Walt Disney, el elenco y equipo técnico se llevó de maravillas, pero los costos volaron por las nubes. Por el continuo uso de exteriores y de nuevos escenarios, durante la primera temporada de 39 capítulos de treinta minutos se gastaron más de tres millones de dólares, muy lejos de los 13 mil que costaba un episodio de una hora de un drama. Para intentar contener la sangría de dinero, los productores empezaron a grabar escenas de diferentes historias distantes a la vez. "Todo se ha vuelto muy confuso, grabo escenas en donde intento recordar el diálogo pero no sé qué hice antes ni después porque corresponden a diferentes capítulos"; confesó Williams.
La presentación en público de la serie se realizó el 11 de septiembre de 1957 en el especial Cuarto Aniversario con el que Disney celebró un nuevo año de su parque. Se mostraron la presentación y unos pocos minutos, en una suerte de trailer que dejó a todos con ganas de más y volvió muy popular la canción. El debut llegaría el 10 de octubre y sería, desde el comienzo, un suceso de audiencia.
Además de buenos números de rating, El Zorro demostró ser una fuente imparable de ingresos por merchandising. Niños de todas las edades querían usar capa y antifaz, además de jugar con espadas garabateando la "Z". Así que se vendían disfraces, medias, pijamas, relojes, libros para ilustrar y rompecabezas. La popularidad era tal que los diarios de la época publicaban notas sobre el creciente vandalismo que se vivía en las calles con "z" dibujadas por doquier y en los bancos de la escuela. De hecho, a Williams le dejaron la marca en la pintura de su automóvil.
El galán en ascenso no se quejó: a los 2500 dólares por semana de grabación que había pautado con Disney, su contrato especificaba un 2.5% de cualquier venta de productos licenciados de El Zorro. Pronto sus bolsillos comenzaron a llenarse de dinero, al igual que los compositores de la canción: se grabaron cuatro versiones en pocas semanas y la más popular, interpretada por Las Chordettes, vendió un millón de copias en los dos años que la serie estuvo al aire.
Exclusivos patrocinadores
Esto hizo que la financiación también fuera fácil de conseguir. Mientras otras series más económicas tenían varios patrocinadores, El Zorro firmó exclusividad con 7UP y con los aires acondicionados de General Motors, quienes cubrieron con sus contratos todos los gastos de una producción tan complicada. El vínculo con la gaseosa fue tan exitoso que la mascota de ese entonces -Freddie, un gallo- comenzó a usar antifaz y capa. También hubo una versión infantil, Little Zorro, que era una tira diaria que salió en más de cien diarios de todo los Estados Unidos, con interacciones nada menos que con el ratón Mickey, el Pato Donald y el resto de la pandilla de la factoría Disney.
El público amaba a los personajes y le costaba separar ficción de realidad. En el caso de Sheldon, por ejemplo, los televidentes creían que era realmente mudo como Bernardo, una circunstancia irónica si se tiene en cuenta que además de actor era locutor de radio. Pero el papel era tan pregnante que volvió a interpretar a un mudo en el film Disney Babes in Toyland.
El paso siguiente fueron las presentaciones en vivo, en desfiles y shows armados por la compañía, en los que Williams aparecía nada menos que con Diamond Decorator, que había demostrado ser dócil a pesar de las distracciones de los entusiastas fanáticos. En Disneyland se hicieron funciones regulares con el elenco principal, en un escenario especialmente montado en Magnolia Park y que concluía con una lucha final en los tejados en la que Monasterio caía al río.
La primera temporada de El Zorro fue muy exitosa, con 35 millones de espectadores en cada emisión, cubriendo en promedio 35.7% de la audiencia, lo que hizo que toda su competencia fuera cancelada o cambiada de horario, como Harbour Master, Richard Diamond y You Bet Your Life. Cuando concluyó el primer año, se lanzó una película con un resumen de los primeros episodios. Si bien en los Estados Unidos su éxito fue moderado, en varios países de Europa, en los que no se veía la serie, fue un suceso en taquilla.
En el segundo año de la serie no hubo cambios en el elenco, pero sí en su formato: la presentación ahora incluía las escenas más impactantes de cada episodio y se adoptó la moda de hacer historias que duraran más de un episodio para que la audiencia se sintiera aún más atraída por ver el ciclo cada semana. Y para atraer al único público que se mostraba esquivo, el femenino, incluyó una historia de amor con Anna Maria Verdugo, una señorita adinerada interpretada por Jolene Brand, pero a nadie le interesó y luego de una decena de episodios, desapareció.
Sin embargo, el público no se había cansado del héroe y en su segundo año su audiencia aumentó y acaparó el 40% del share. El éxito volvió codiciosos tanto a ABC como a Walt Disney, quienes querían aún mayores ganancias con la ficción. Así comenzó una batalla legal en donde quedó al descubierto que el acuerdo legal para la realización de la adaptación televisiva tenía varios problemas. El pleito duró cuatro años, dos de las cuales los actores siguieron recibiendo su salario para evitar que tomen otros proyectos.
En 1960 se anunció una nueva temporada con seis especiales de una hora de duración para tratar de revivir la fiebre por el personaje, pero cuando finalmente llegaron a un acuerdo, el público ya no parecía interesado en este tipo de ficciones así que sólo se hicieron cuatro y desistieron de resucitar al Zorro. De todos modos, Disney decidió retener los derechos de El Zorro pagando un canon hasta 1967.
Pero la vida de El Zorro no terminaría allí: las repeticiones en los Estados Unidos y el exterior lo volverían cada vez más popular, lo que obligó a editar los primeros dos episodios para que los televidentes no sintieran que había un principio de la historia, sino un continuado de aventuras sin fin. Así que las versiones originales de Presenting Señor Zorro y Zorro's Secret Passage, en los que se cuenta el origen del héroe son casi imposibles de conseguir. Con el tiempo, se coloreó para mantener el interés de nuevas generaciones.
Como suele suceder, un éxito masivo suele esconder una maldición para sus actores. "No hay dudas de que la serie ha sido la gran experiencia de mi vida, pero el Zorro es un papel que amo y odio. No fue para lo que me preparé como actor. No me asusta que me encasillen con él porque me ha traído muchísimo placer y muchas alegrías. Además no puedo negarlo, tener un papel tan icónico también paga las cuentas", aseguró el actor.
Guy Williams protagonizó otro programa para Disney, una adaptación de El príncipe y el mendigo, pero fue liberado de su contrato. También probó suerte en Bonanza y Perdidos en el Espacio, aunque jamás llegó a tener al impacto de Don Diego de la Vega. Desencantado con Hollywood, decidió mudarse a la ciudad que años antes lo había conquistado cuando viajó a promover El Zorro, Buenos Aires. Primero lo hizo transitoriamente con su mujer y su hijo y luego decidió quedarse cuando se enamoró de la actriz Araceli Lizaso en 1978. El galán tenía 54 años y la argentina sólo 24.
Hubo varios intentos de reflotar la serie con Williams como personaje secundario -El nieto de El Zorro, en 1975, y la comedia El Zorro y su hijo, de 1982- pero el primer proyecto jamás avanzó de las primeras negociaciones y el segundo se realizó sin él.
El galán moriría en Buenos Aires entre fines de abril y principios de mayo de 1989, a los 65 años. Separado de Lizaso desde hacía meses, nadie lo visitaba y los vecinos notaron que no lo habían visto en varios días y la policía lo encontró muerto por causas naturales en su departamento. Su cuerpo estuvo en el panteón de la Asociación Argentina de Actores en el cementerio de la Chacarita hasta que en 1984 su hijo mayor repatrió sus restos y cumplió su voluntad de que sus cenizas se esparcieran en las montañas de California y el Océano Pacífico.
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