En los casi seis años que pasaron desde que Netflix lanzó la primera temporada de House of Cards, las tres grandes redes de streaming (Netflix, Amazon, Hulu) produjeron y estrenaron alrededor de 150 series originales para adultos. Si agregás la programación para niños, compras extranjeras y la ocasional continuación de un programa cancelado por un canal americano más tradicional (The Mindy Project, The Killing), el total se dispara a un número francamente muy alto como para calcularlo sin romper en llanto.
Esa cantidad no siempre implicó calidad. En su mayoría, los espectadores parecen conformarse con programas cuya nota, como mucho, estaría entre una B- y una B+. Y el hecho de que tantas temporadas de series dramáticas se estructuraran como películas realmente largas significa que incluso las mejores tienden a sufrir de ritmos malos y repetitivos.
Pero cuando en Twitter hace poco preguntaron por los mejores programas producidos para servicios de streaming, no pude evitar morder el anzuelo. (Rankear programas de televisión es un hábito que tengo). Aquí sólo consideraré series desarrolladas por y para Netflix, Amazon y Hulu. De modo que Unbreakable Kimmy Schmidt no cuenta, puesto que toda su primera temporada fue hecha para emitirse en la NBC. Catastrophe y Fleabag habrían rankeado alto, pero ambos son programas internacionales de los que Amazon apenas tiene los derechos de streaming. (Lo mismo con Netflix y Babylon Berlin). Con esas advertencias en mente, empecemos la cuenta regresiva -y los debates-.
20 Jessica Jones (Netflix)
Lejos de la primera plaza hay muchas opciones, incluyendo la profana comedia de animación de Netflix, F Is For Family, y la muchas veces frustrante, pero cada tanto espectacular, épica de ciencia ficción global Sense8. Pero si bien la sociedad entre Netflix y Marvel en general fue desilusionante, nos ofreció una temporada bastante genial (si bien demasiado larga), en el debut de las aventuras de Jessica Jones, una detective privada borracha, súper fuerte y con mucho auto odio representada con ímpetu por Krysten Ritter.
19 El método Kominsky (Netflix)
Quizás esta sume puntos por ser reciente, pero Michael Douglas y (especialmente) Alan Arkin están excelentes en los papeles de viejos amigos de Hollywood en sus últimos años juntos. Como a los servicios de streaming les importa la cantidad de suscriptores, y no los demos para vender publicidades, son libres de tender redes amplias y hacer programas destinados especialmente a gente vieja. Este es un ejemplo gracioso y emotivo de lo efectivo que puede ser ese objetivo.
18 Casual (Hulu)
Hasta que salió The Handmaid's Tale, Casual -una pequeña e intencionalmente extraña historia de dos hermanos heridos (una tremenda Michaela Watkins junto a Tommy Dewey) que no logran ofrecerse apoyo entre ellos- fue la primera clase de producciones originales de Hulu, y un buen ejemplo de cómo podía enriquecerse la estética de cine independiente al desembarcar en la televisión. Hulu lanzó las primeras temporadas semanalmente, más allá de que el programa fuera perfecto para el binge-watching; ahora los cuatro años agridulces están disponibles para sumergirse en ellos de una.
17 Bosch (Amazon)
Seguro nunca escuchaste hablar de esa historia del policía malo de la gran ciudad al que no le gusta seguir las reglas. Sí, esta adaptación de la popular serie de novelas policiales es un cliché tras otro, pero ejecutados en un gran nivel tan alto que te ayuda a recordar por qué amamos tanto esas ideas como para que se hayan transformado en clásicas. En el papel del personaje del título, Titus Welliver no toca ninguna nota nueva, pero hace muy bien su papel. Y el guión -especialmente si te salteás la despareja primera temporada- hace que todo parezca bastante nuevo. También, es uno de los pocos programas actuales, de streaming o no, que sabe cómo usar la estructura de "es una película/novela de 10 horas" sin que las cosas se desmoronen después de un tiempo.
16 Mindhunter (Netflix)
Lo último que necesitaba la televisión era otro drama descarnado sobre cómo los agentes del FBI atrapan asesinos seriales aprendiendo a pensar como ellos. Pero Mindhunter, dirigida por David Fincher, reanima los lugares comunes mostrando cómo fueron inventados. Son los setenta, y un dúo de agentes del FBI (Jonathan Groff y Holt McCallany) y una analista (Anna Torv) están literalmente escribiendo el libro de qué es lo que estimula y define a los asesinos seriales y cómo atraparlos mejor. Al programa le interesa más la conversación que la sangre, porque entiende que escuchar a estos monstruos hablar sobre sus crímenes de manera casual es mucho más aterrador que cualquier versión nueva de El silencio de los inocentes.
15 The Crown (Netflix)
The Crown, que dramatiza el reinado de la Reina Isabel a lo largo de décadas (Claire Foy hizo de ella en las primeras dos temporadas; Olivia Colman toma el papel a partir de la Temporada Tres), esquiva el problema del naufragio de las series para streaming adoptando inteligentemente un modelo narrativo de Crisis Real de la Semana, en el que Su Majestad (o, en algunos casos, el primer ministro británico) confronta un problema específico en cada episodio. Mientras tanto, seguimos las idas y vueltas de su matrimonio con Felipe (Matt Smith), su relación con su hermana Margaret (Vanessa Kirby) y el modo en que su personalidad queda inexorablemente a un costado por su rol heredado. La serie puede ser demasiado elogiosa de la familia real, y en particular de Felipe, pero tiene actuaciones superiores y un estilo maravilloso durante todas las temporadas.
14 Lady Dynamite (Netflix)
Terminada pero no olvidada, esta serie autobiográfica le permitió a la comediante Maria Bamford dramatizar su batalla con un trastorno de bipolaridad rebotando entre el pasado, el presente y un futuro inquietante, y mezclando con habilidad lo triste y lo surreal. En el mejor de los sentidos, es el programa más raro de esta lista. (Acordate cuando leas las descripciones de los programas número 4 y número 1).
13 GLOW (Netflix)
En esta comedia dramática ambientada en los ochenta, un dúo de actrices amigas-enemigas (Alison Brie y Betty Gilpin) colaboran para iniciar una liga de lucha de mujeres. Es una cálida e inteligente historia de perdedoras, con empatía por todos los marginales del grupo (incluyendo a Marc Maron, en el papel del director de culto olvidado a cargo de todo) y la suficiente confianza como para probar desvíos, como dedicar todo un episodio a dejarnos ver el espectáculo dentro del espectáculo. El acento ruso caricaturesco de Brie en el papel de la luchadora Zoya the Destroya sería suficiente para hacer entrar a este programa en la lista de los mejores 20, pero el resto también está muy bien.
12 The Marvelous Mrs. Maisel (Amazon)
El primer programa para streaming de Amy Sherman-Palladino, la secuela para Netflix de Gilmore Girls: A Year in the Life, recordaba los peligros de volver a esos adorados materiales del pasado. Mrs. Maisel, por otro lado, ilustra lo estimulante que puede ser cuando una creadora talentosa intenta algo nuevo y lo hace bien. Volvemos a la Nueva York de los cincuenta, para el relato de un ama de casa judía y energética, Midge Maisel (la ganadora del Emmy Rachel Brosnahan), cuyo matrimonio se desmorona, y que descubre un talento insospechado para la comedia de stand up. Las recreaciones de época son elegantes, los diálogos de Palladino crujen como Gilmore en su mejor momento, y el programa evita el problema del Studio 60 (un personaje central cuyo producto para el negocio del entretenimiento no está a la altura de su supuesto talento) haciendo que Midge parezca una estrella de la comedia verosímil.
11 Stranger Things (Netflix)
Como Netflix se reserva con recelo la información de cuánta gente de hecho ve lo que ellos emiten, sólo podemos suponer qué programas fueron éxitos y cuáles no. Pero de los programas de streaming de los que seguro viste posters o escuchaste charlas el Día de Gracia o en la sala de espera del médico, Stranger Things es el mejor. Un mixtape nostálgico de tropos ciencia ficción y terror de los ochenta, tiene la ventaja de hacer temporadas más cortas que casi cualquier otro drama de Netflix, y así no se queda sin oxígeno como inevitablemente les pasa a los demás. Pero también es energético y autoconsciente en su pastiche desvergonzado; la diversión es muy importante en un territorio en el que gran parte de la competencia, incluso las cosas buenas, a veces se siente como una experiencia penosa de sobrevivir.
10 Homecoming (Amazon)
No es casualidad que la mayoría de los programas del top 10 sean de media hora. El modelo del streaming se presta a la brevedad, aunque la mayoría de la gente que hace programas para el streaming hasta ahora no parece haberse dado cuenta. Y los programas de media hora tienden a poner más énfasis en hacer que cada episodio constituya una experiencia absorbente en sí misma. Un buen ejemplo: este thriller deslumbrante y hitchcockiano, adaptado de un podcast, que jugó tanto con el encuadre literal de la cámara como con el tiempo de duración. El director Sam Esmail (Mr. Robot) ofreció ángulos estimulantes y provocó actuaciones convincentes de Julia Roberts, Stephan James y más. Allí donde tantos dramas se arrastran hasta llegar al final, la primera temporada de Homecoming llegó dando saltos alegres.
9 One Mississippi (Amazon)
Tig Notaro transformó su diagnóstico de cáncer de mamas en un set de stand up que definiría su carrera. Luego lo expandió para hacer esta comedia dramática maravillosa y desafortunadamente breve, en la que Tig se muda con su hermano y su padrastro (John Rothman, un tipo odiado en una actuación definitiva) para lidiar con la muerte de su madre y los efectos secundarios de su tratamiento para el cáncer. Un programa dulce que es modesto en su amplitud pero para nada tímido, lo cual se evidencia en un audaz arco narrativo en la Temporada Dos que incluye una versión levemente velada del ex mentor de Notaro -y uno de los lejanos productores ejecutivos del programa-, Louis C.K., que acá aparece como un jefe que se masturba desvergonzadamente en el medio de una reunión con una empleada.
8 One Day at a Time (Netflix)
Tradicional en el mejor de los sentidos, esta reversión de la antigua sitcom de Norman Lear está repensada como para enfocarse en una familia latina en la que la madre soltera (Justina Machado) es una veterana de guerra con estrés post-traumático, la abuela (Rita Moreno, tan fabulosa como siempre) es una emigrada cubana preocupada por su ciudadanía, y la hija mayor (Isabella Gomez) está preocupada por salir del clóset. La nueva One Day mezcla hábilmente un humor accesible que el público del estudio saluda con ruidosas risotadas, y sinceros momentos dramáticos en los que prácticamente podrías escuchar el ruido de un alfiler cayendo al suelo. Las sitcoms con muchas cámaras tradicionales tienen mala reputación porque muchas de ellas fueron pobremente realizadas durante demasiado tiempo. Este es un gran ejemplo de lo que el formato puede hacer y ser.
7 The Handmaid’s Tale (Hulu)
Handmaid’s habría sido recordada como un hito histórico si hubiera terminado después de que su primera temporada adapara el guión de la novela de ciencia ficción de Margaret Atwood del mismo nombre, acerca de una distopía religiosa en la que las mujeres fértiles, como la Offred de Elisabeth Moss, son transformadas en esclavas y sujetas a violaciones ritualizadas. En la Temporada Dos, el programa empezó a volverse más mecánico, forzando modos de mantener el riguroso status quo en su lugar de cualquier forma que fuera necesaria. Pero aún así, contó con actuaciones maravillosas de Alexis Bledel, Yvonne Strahovski y especialmente Moss, que hacen que perdonemos muchas cosas.
6 Orange Is the New Black (Netflix)
Con un elenco enorme y diverso, que representaba muchas etnicidades, sexualidades e identidades de género, y con un tono tan variado que fue enviada a los Emmy como comedia y como drama, Orange estableció un temprano estándar de las maneras en las que los programas de streaming podían derribar barreras que incluso los mejores programas de cable no se animaban a intentar. Pero duró tanto que sus fallas resultaron tan evidentes como sus virtudes, con tantos personajes y tonos que el carácter desparejo empezó a parecer integral. (No ayuda que gran parte de la narrativa se centre en Piper, de Taylor Schilling, un personaje de perspectiva privilegiada y que el programa entiende que es irritante, pero quizás no lo entiende del todo). Hay momentos, como en la oscura segunda temporada, en los que todos los elementos parecen estar totalmente en equilibrio, hasta que todo se desmorona vertiginosamente. Aunque ya pasó la hora en que debería haber terminado (la próxima temporada será la última), sus gloriosos momentos destacados hicieron que el viaje valiera la pena.
5 American Vandal (Netflix)
En una época en que las compañías de streaming empezaron a arrojar pequeñas fortunas a programas con grandes estrellas, ganadores de Oscar y lo que fuera, ¿quién hubiera imaginado que dos de los cinco mejores programas hechos para streaming serían comedias adolescentes sorprendentemente sucias obsesionadas con pijas y mierda? American Vandal (hace poco fue cancelada por Netflix, pero ojalá encuentre otra plataforma pronto) es una parodia perfecta de los documentales y los podcasts de crímenes reales, en donde dos nerds investigan actos profanos de vandalismo. Pero también es uno de los mejores dramas acerca de cómo es ser adolescente en la época de las redes sociales. ¿Quién dibujó las pijas? Quizás la mejor pregunta sea: ¿quién hubiera imaginado que las pijas llevarían a tanta genialidad?
4 Big Mouth (Netflix)
Big Mouth también borra la división entre escatología y simpatía, con sus relatos barrocos animados de estudiantes secundarios que combaten con los horrores de la pubertad, apenas contando con sus propios pésimos consejos (más ocasionales apariciones de los Monstruos de las Hormonas, el Mago de la Vergüenza y el salvaje fantasma de Duke Ellington, porque sí). Ojalá puedas sacarte de la cabeza las canciones originales (el himno a la menstruación estilo R.E.M. "Everybody Bleeds", por ejemplo), los penes desmembrados de peluche o la pronunciación de "bubble bath" de Maya Rudolph.
3 Master of None (Netflix)
Aziz Ansari y Alan Yang, colegas en Parks and Recreation, se reunieron para esta fantástica serie que es tanto una lenta comedia romántica como una antología inesperada. Alterna entre la vida amorosa de Ansari en el papel de Dev, y relatos independientes de la vida en Nueva York, viajes de inmigrantes al resto de Estados Unidos, la mejor amiga de Dev, Denise (Lena Waithe) gradualmente declarando su homosexualidad ante su familia, y cualquier otra cosa que Ansari y Yang encuentren que puede despertar interés y empatía. Un experimento grande y honesto (que, como muchos experimentos, ocasionalmente falla), y que ahora está en una pausa indefinida.
2 Transparent (Amazon)
Como Master of None, este programa (y el que le ganó en el ranking) ensanchan los límites de lo que puede ser un programa de televisión, y prejuicios sobre de qué y de quién se pueden tratar. Transparent fue presentado como una comedia acerca de una familia que se ajusta ante la transición de género de su ex patriarca, pero rápidamente evolucionó hacia un drama de media hora, una épica histórica y, por momentos, un musical. Puede ser dolorosamente hermoso, y las actuaciones -lideradas hasta hace poco por Jeffrey Tambor, quien fue despedido, en un giro tristemente irónico, por supuesto acoso a personas trans del elenco y el equipo- son lo más profundo que puedas encontrar en cualquier lado, incluso si los personajes parecen diseñados para testear la paciencia y la simpatía del público. La serie empezó a parecer menos enfocada en los últimos años, y la salida de Tambor es un gran lío que podría dar más vigor a la última temporada, o sugerir que las cosas deberían haber terminado uno o dos años antes. No importa en qué dirección se mueva, sigue siendo un importante y frecuentemente maravilloso pionero del territorio del streaming.
1 BoJack Horseman (Netflix)
Hasta ahora, los servicios de streaming produjeron un solo programa que merece entrar de lleno en el Salón de la Fama. La serie animada de Raphael Bob-Waksberg -acerca de un caballo deprimido, alcohólico y narcisista (con la voz de Will Arnett) que en los noventa era estrella de una sitcom- puede ser el programa más gracioso de la tele y el más triste, muchas veces en cuestión de segundos. Aprovecha la serialización que muchas veces buscan los abonados de los servicios de streaming, incluso si muchos episodios individuales se destacan como clásicos inmediatos. Se satiriza a sí mismo, y a la industria de la televisión en su totalidad, mientras se burla de todo lo que hizo esa industria en los últimos años. Todo lo demás en esta lista va de muy bueno a excelente, pero con defectos; este programa es, hasta ahora, el único original del streaming inequívocamente genial.
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