"Lo que veo es que está gobernando Cristina", dice Lanata antes de su vuelta a la TV
"Soy diabético. Me trasplantaron un riñón. Tuve dengue. Tengo cinco stents. Fumo. Y ahora, la amenaza del coronavirus. No soy inmortal. Pero vuelvo". Frente a la cámara y con un fondo negro, la voz de Jorge Lanata recita sus penurias de salud mientras el periodista se va despojando de un camisolín, una máscara de protección social y un barbijo. Así anticipa su regreso a la televisión con Periodismo para todos (Box). "Estoy con muchas ganas de volver a PPT porque este año el programa va a ser muy distinto. No tiene nada que ver con todo lo anterior. Vas a ver en pantalla rectángulos y cuadrados moviéndose en distintas proporciones mientras me muestran a mí y van anunciando las secciones del programa. Me divierte mucho", le cuenta Lanata a LA NACION.
La versión 2020 de su ya clásico programa periodístico varía desde el título. Se va a llamar PPT Box, arranca este domingo a las 22 por Eltrece y se extenderá hasta fines de noviembre. "¿Por qué PPT Box? Box, por caja. Pero también por boxeo. Yo me siento adentro de una caja desde hace 70 días. Y no puedo salir. Es algo que yo llamaría estrategia de la imposibilidad. Apelo a un recuerdo viejo, de hace 33 años. Cuando empezamos Página 12 no teníamos plata para el papel. Y eso nos llevó a hacer lo que llamo una edición ingeniosa. Contar las cinco o seis noticias más importantes. Lo que nació como un defecto se transformó en virtud, porque nos obligó a hacer un diario un poco más pensado. Yo creo que con PPT pasa lo mismo.
–Va a ser un programa condicionado este año por las reglas de la cuarentena. Sin la clásica tribuna con público, por ejemplo.
–Eso para mí es algo grave. Yo necesito hablarle a la gente cuando hago el monólogo. Adaptarme a la falta de público va a ser lo más complicado de todo.
–Pero vos hacés monólogos en la radio...
–Sí, pero no es lo mismo. En la radio tengo al equipo alrededor. En cambio en la tele estás solo. Tenés las cámaras, pero están lejos. Y la otra cosa es que no hay actores y no voy a tener humor, otra de las cosas importantes del programa. ¿Cómo hago un programa sin actores y sin público?
–¿Y no se te ocurrió hacer un Zoom con los imitadores de los políticos?
–No, olvídate…No me banco mucho esto de la comunicación virtual. Lo he hecho muy pocas veces. A mi gente la hago venir a casa para las reuniones de producción. Me pongo lejos, uso barbijo, respeto la distancia. Pero ni loco les hablo por Zoom, por WhatsApp o por dónde sea. Escribiendo, sí. Pero hablando, no. El otro día me leyeron una nota de El País que decía que en una reunión personal hay tres áreas del cerebro que se activan y en una reunión virtual sólo una. No son lo mismo: en una conversación personal hay silencios. Está el volumen de la voz del que está hablando. Hay gestos que no hacés en pantalla. Es muchísimo más real. Yo soy muy crítico de esas comunicaciones virtuales. Algunas se explican y otras no. Si los movileros de la radio salen a la calle, ¿por qué no podría ir yo a la casa de un invitado, respetando todo lo que hay que respetar? No tiene sentido.
–Hacés radio desde tu casa. ¿Va a pasar lo mismo con PPT?
–No. Es imposible hacer un programa de televisión como el mío en mi casa. Tengo tres cámaras, una grúa, la escenografía del programa son cuatro pantallas LED enormes. Y el programa tiene también mucha postproducción. Voy a meter lo que se llama técnicamente un upshoulder, un televisorcito como el que hay en Estados Unidos que me sirve para hacer remates con imágenes tipo memes. O producidas por nosotros. Todo eso es posproducción. Después, va a haber al comienzo en pantalla un reloj inmenso como resumen de la semana. Hay mucha posproducción también en el monólogo. Y por primera vez en estos ocho años vamos a salir grabados, pero en tiempo real: grabo el domingo a las seis de la tarde y después va a posproducción, a más tardar a las ocho. Y a las diez está en el aire. En este debut tenemos mucho material y pedí media hora más, por eso vamos de 22 a 23.30. Pero la idea es que dure una hora, de 22 a 23.
–¿Cómo estás de salud?
–Estoy bien. Eso se nota mucho, como me pasa ahora. Puedo caminar 200, 300 metros sin ayuda. El resto del tiempo me muevo en silla, sobre todo en lugares que no conozco. Tal vez empiece a usar de vuelta el bastón, porque me va a ayudar a cubrir más distancia. De lunes a viernes hago una hora diaria de kinesiología. Bajé muchísimo de peso.
–De todo lo que programaste para este regreso, ¿va a haber algo que hará especial ruido?
–Hay notas que son fuertes en sí mismas. Alguna va a tener mucha repercusión judicial. Pero más allá de los temas puntuales, veo que hay mucho periodismo hoy todavía encantado con Alberto, de la misma manera que estaba encantado con Néstor cuando arrancó su presidencia. Y toda la discusión sanitarista hace que tengamos un gran único discurso. Ahora eso se empezó a romper por errores del propio Gobierno, como aquél tuit del ministro de Salud bonaerense Gollán, que al final terminó escupiendo para el cielo. Le saltó Villa Azul a los diez minutos. Empezó a haber un resquebrajamiento. Y por primera vez hay alguna crítica política de la oposición, que venía bastante tibia. Es lo que se ve hoy en los medios. Frente a eso, PPT siempre es disruptivo.
–¿En qué sentido?
–Vamos a contar por ejemplo si hubo negocios con la salud. Bueno, hubo un montón. Y nadie lo está haciendo. Y no solo de Alberto, porque también están los negocios de Larreta. Y los vamos a contar ¿Está bien que se use la emergencia para justificar otras cosas? ¿Está bien que por la emergencia todo se convirtió en una gran compra directa a las empresas de los amigos?
Veo que hay mucho periodismo hoy todavía encantado con Alberto, de la misma manera que estaba encantado con Néstor cuando arrancó su presidencia. ""
–Si hubieras empezado hace un mes te habrías encontrado con la pandemia como tema excluyente e inevitable. Ahora empiezan a aparecer otras cuestiones…
–Alberto está encerrado entre dos líneas que no maneja: una es la pandemia y la otra es la economía. Y esas dos líneas pueden llegar a asfixiarlo tranquilamente. Ayer ya empezó a decir que el problema era la pandemia y no la cuarentena. ¿Qué está queriendo decir? Alberto está temiendo, y yo creo que con razón, perder esa gran popularidad que tuvo y que todavía mantiene, un poco menos. Es muy difícil apostar al desarrollo de una enfermedad para cimentar algún tipo de popularidad. Es algo inmanejable. En ese sentido, la apuesta del Presidente es muy arriesgada. Este es un "gobierno sorpresa", nunca cuentan lo que van a hacer. En febrero Alberto dijo: "Tengo un plan, pero no lo voy a contar". El otro día dijo: "Tengo el pacto de la unión nacional, pero todavía no lo voy a decir porque no está preparado. Ayer dijo: "Tengo la reforma judicial. Ya está escrita, pero nadie sabe cuál es". Está haciendo tiempo.
–Conecto estas ideas con la frase tuya de los últimos días que hizo más ruido: "El país de la clase media se terminó".
–Es un tema de estadística pura. Acá hubo un 38% de pobres en febrero. Hoy hay 50%. A lo mejor me equivoco, pero no recuerdo que en la historia argentina haya habido 50% de pobres. La Argentina siempre fue un país de tres tercios, algo que por supuesto también es injusto. Pero una cosa es tres tercios y otra es la mitad. Yo creo que nos vamos a enfrentar a otro país. Acá cambió todo. Lamento decirlo, pero lo que viene es muchísimo más horrible de lo que nosotros mismos nos imaginamos. Primero viene el pico, después vienen dos meses o tres de cuarentena fuerte, según reconocen en off la Nación y la Ciudad, y ahí estás casi en septiembre. ¿Cómo sigue este año? ¿Qué pasa el año que viene? Es un desastre. Ya lo estamos viendo. Lo más grave de todo es que nos espera un país con la mitad de pobres. Tenemos que usar la cabeza y pensar cómo vamos a seguir. Es un desafío, porque nunca nos pasó.
–¿Estamos frente a una nueva grieta, esta vez social? Vos fuiste el primero en usar esa palabra para aludir a las divisiones políticas de los últimos años.
–El albertismo nunca existió. Fue un invento de algunos amigos de Alberto Fernández y de nosotros, los periodistas. A cada momento que pasa lo que veo es que está gobernando Cristina y lo ves en el modo en que pone gente como hasta ahora no pudo hacer. Te doy un solo ejemplo que me consta que fue así. Cuando renunció el jefe del Servicio Penitenciario Federal, la ministra de Justicia se enteró por los diarios. Marcela Losardo trabaja con Alberto Fernández y fue puesta por él y su segundo en el Ministerio de Justicia, Juan Martín Mena, fue puesto por Cristina. Un tipo de La Cámpora que antes estaba en la SIDE es el que decidió que se fuera el del SPF. Eso habla a las claras de cómo se conformó el Gobierno. Hay gente del propio Gobierno que está dibujada. Yo creo que Losardo se sigue quedando en su cargo solo por cariño a Alberto. ¿Viste lo que dijo Dady Brieva? ¿Y las declaraciones de Mariotto? "Ganamos siendo moderados, pero ahora se terminó la moderación". No son grupos de presión. La grieta no se fue nunca.
–¿Le harías en tu programa un reportaje al Presidente?
–Yo soy periodista. Y hago entrevistas porque soy curioso. No para ver quién gana, sino para conocer al otro. Eso no quiere decir que no pueda ser crítico. La idea de una entrevista, en el mejor de los casos, es lograr que el tipo cuente lo que no quiere contar. Para eso hace falta que se sienta cómodo. Yo no entrevisté a Videla porque no pude. Pero yo entrevisto al diablo si me lo ponés ahí. ¿Sabés la nota que podría conseguir con el diablo? No hay malas notas, hay malos periodistas. Si el portero de mi casa tiene una historia para contar, yo tengo que saber cómo se la saco. A Alberto, como a Cristina o a Macri, por supuesto les haría una entrevista. No les haría prensa.
–Vas a convivir en la pantalla de eltrece con Marcelo Tinelli, que dijo cosas muy duras del gobierno anterior. También las comentaste.
–Sí. Y después de leer sus tuits contra el gobierno anterior leí otro tuit de Marcelo de 2015 en el que decía que Macri era la última maravilla del mundo. Mi relación con él siempre fue oscilante. Hubo momentos buenos y momentos malos. Tinelli me parece un conductor brillante, pero creo que la carrera política no le conviene. Hacer política es otra cosa. No alcanza con este tipo de declaraciones. Tenés que dedicarle tu vida entera a eso. Y Marcelo tiene ocupaciones muy diversificadas. Yo de fútbol no entiendo nada, pero sé que él ahora ocupa un cargo importante en la AFA y además es el presidente de San Lorenzo. Ya tiene como cuatro trabajos…
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