Leonor Benedetto, sobre sus exparejas: “Miro para atrás, los pongo a todos en fila y pienso: ‘¡De la que me salvé!’”
Invitada a Los Mammones, la actriz habló sobre el humor de Santo Biasatti, la supuesta bondad de Facundo Arana, su parecido con Nacha Guevara y recordó el día que cantó ante 80 mil personas en el Madison Square Garden
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Además de ser una de las actrices más exquisitas, lúcidas y espontáneas del mundo del espectáculo argentino, Leonor Benedetto no le teme a la verdad. Y en la noche del martes, volvió a demostrarlo en una desopilante y profunda entrevista, mano a mano con Jey Mammon, en Los Mammones, que la llevaron a ser tendencia en las redes.
Asalto a mano armada
La actriz comenzó recordando aquel momento en el que un ladrón, a punta de pistola, intentó robarle, pero ella pensó que se trataba de una broma. “Fue cuando estaba haciendo una tira, después de Hombres de honor. Cumplíamos rigurosamente con el protocolo: todas las mañanas venía un señor, te mostraba que el arma no estaba cargada, te enseñaba a usarla, el peso... Todo eso durante seis meses. Era tan habitual como que ahora te tomen la temperatura. Hacen un break en el estudio y me voy a tomar un café al bar de la esquina. Estaba con alguien en la mesa y le digo que me voy a adelantar, así me retocan el maquillaje. Tomo la puerta para abrirla, una puerta de vidrio enorme, y un pendejo con un arma me dice ‘entrá’”, comenzó relatando.
“Le contesto que se deje de joder, que tengo que ir a grabar. ‘Pero entrá, te digo’, me responde’. ‘No seas boludo, tengo que ir a retocarme el maquillaje’, contesto. ¡Fue un diálogo largo! Él se perturbó mucho porque me reconoció. Yo tardé en darme cuenta de que estaba pasando de verdad. Y su cómplice ya había entrado y estaba con el cajero. Lo dejé pasar y él, muy viril, me mandó para allá. Llegué a mi mesa y él empezó a pedir celulares, billeteras, todo, pero cuando tenía que venir para el lado en el que yo estaba, ¡no vino!”, continuó.
Una mujer con suerte
Después, recordó su infancia en Entre Ríos. “Debo haber sido insoportable para los demás: ¡mi mamá me obligaba a decir versitos y esas cosas! Yo quería ser cocinera, y mi madre insistía. Si tenía que elegir estudiar algo artístico, elegía bailar, pero mi madre me decía que lo mío era la palabra. Cuatro años tenía yo. Y ahí empieza un encadenamiento real de gente que veía mi destino mucho más claro que yo. Hasta que aparece mi primer novio, que después fue el padre de mis hijos, y prácticamente a empujones me hizo anotarme en el conservatorio”.
“Yo estudié primero medicina y después filosofía. Fui al Conservatorio de Arte Dramático para darle el gusto, como si fuera a aprender corte y confección. Lo hice a escondidas de mi padre, que quería una hija médica o farmacéutica. Seis meses estuve sin contarle, y cuando se enteró tuvo un disgusto serio. Hasta que dije: ‘Acá me quedo’, reveló.
Benedetto aseguró que esa historia de personas que veían con más claridad que ella su propio destino también involucró a uno de sus mayores éxitos: Rosa de lejos, la telenovela que acompañó los almuerzos de millones de argentinos en 1980. “A mí me ofrecen en ATC hacer la novela y me dicen que tengo que hacer el personaje desde que tiene 18 años hasta los 45. Yo no tenía ninguna de esas edades... Me dicen que es analfabeta, virgen... Le dije a quien me estaba diciendo eso: ‘¡vos tenés un pedo en la cabeza!”, rememoró, despertando las carcajadas de todos los presentes.
“¡Yo venía de hacer pelirrojas, come hombres! Les dije que iban a escuchar hasta en el Obelisco la risa de la gente, porque yo no era para el papel. Incluso, le di dos o tres nombres de actrices que consideraba que podían hacerlo muy bien. La negociación duró un mes: me ofrecían más dinero, comodidades para grabar, y yo seguía diciendo que no”, rememoró.
Benedetto aseguró que mientras la exitosa tira estuvo al aire, no pudo darse cuenta de la repercusión que tenía su personaje porque vivía grabando. Recién en su primera temporada teatral después de Rosa de lejos, pudo tomar dimensión de lo que había generado en el público. “Viví ese infierno y lo agradezco, porque me di cuenta de que no era para mí”, reconoció la actriz. “No era para mí ese ruido. Yo no podía salir del teatro y que la gente rodeara el auto y lo moviera... Estar en mi casa y que saltaran el tapial para verme”, explicó.
El día que cantó, ante 80 mil personas, en el Madison Square Garden
Mammon recordó, entonces, que Benedetto llegó cantar, en ese momento de pleno éxito, en el Madison Square Garden frente a 80 mil personas. “¡No empecemos con los papelones de mi vida! He hecho muchos éxitos, ¿por qué tenés que acordarte de eso?”, se quejó ella en broma, pero accedió a contar la anécdota.
“Un horror. Soy una persona de suerte. Yo sabía a dónde iba mi camino, ¡y no era ahí! Es como si te dicen que tenés que subir al Everest, lo lográs y decís: ‘¡Me cago de frío y no hay nada acá!’. [Alejandro] Romay me llevó, y le di un disgusto, pobre hombre. Viajé con una comitiva, con vestuaristas, peinadores, maquilladores y todo eso que se usa cuando uno es una estrella. ¡Pero tenía que disfrazarme de Rosa de lejos! Y el mismo día de mi debut tuve una epifanía caminando por las calles de Nueva York y decidí que no iba a disfrazarme de Rosa. Me puse un vestido mío, medio hippie pero fantástico, me solté el pelo, ante el temblor de los que me rodeaban. Cuando me vieron, hubo en el público un momento de extrañeza, pero inmediatamente supieron quién era. Pero cuando llegué a Buenos Aires, Romay me dijo que acababa de arruinar mi carrera”.
El humor de Santo Biasatti y la bondad de Facundo Arana
En el ya clásico segmento “las 24 de las 24”, Benedetto contó que tuvo al menos un romance con un famoso sin que nadie se enterara. También reveló que le aburre que le hablen de sus amores pasados. “Yo no creo que Santo Biasatti sea divertido, no lo veo un cago de risa”, comenzó a preguntarle Mammon y ella lo frenó: “¡Pobre hombre! Esa cosa así que hubo entre él y yo, lo que menos debe tener ganas en el mundo es de que se lo recuerden. Está felicísimo, con su mujer, con hijos... Y no es un cago de risa. Yo no he tenido casi nadie que haya sido un cago de risa. ¡Unos bodrios espantosos! Pero, en principio, no es lo que busco en un hombre que me haga reír, pero sí movimiento cerebral, alguna onda, ¿no?”.
Siguiendo con la temática de los hombres de su pasado, el conductor le preguntó si había hecho teatro en Buenos Aires con José Sacristán. “No, en ninguna parte del mundo. Fue peor. ¡Fue todo en la realidad!”, remató sin filtro. Y siguió: “No soy nada nostálgica. Miro para atrás, los pongo a todos en fila y pienso: ¡De la que me salvé!”.
También reveló que volvería a trabajar con Facundo Arana, su hijo en Padre Coraje. “¿Es tan bueno como parece?”, quiso saber el conductor. Y la respuesta fue tajante: “¡No! Pero por eso lo quiero. Por suerte no es perfecto”.
No soy Nacha Guevara
La actriz contó, también, que suelen confundirla con Nacha Guevara: “Es recurrente. Me pasó muchas veces. Sobre todo, los taxistas. Me llaman ‘Nacha’, y cuando escuchan la voz me preguntan si soy ella y les digo que no”.
Cuando le preguntaron si conocía a Romina Malaspina, se sorprendió. Y luego de mostrar la paleta con la respuesta negativa, preguntó: “¿Es alguien de verdad?”. Luego, definió al ambiente artístico como “vano y aburrido”. “Estamos en un ambiente de gente con mucha inseguridad personal, con necesidad de reconocimiento permanente. Y si ese reconocimiento no viene estalla por cualquier otro lado. Yo me fui a vivir a España 8 años. Dos o tres años después de Rosa de Lejos. Yo supe que no quería eso. Seguramente otra persona con una estructura de personalidad distinta a la mía hubiese podido salir de eso sin irse, pero yo no pude”, recordó.
Un palito para Gerardo Romano y su no rotundo a ser jurado televisivo
“De ninguna manera sería jurado de La Academia. No siento que yo pueda ser jurado. De lo único que he aceptado ser jurado es de un festival de cine, porque creo que entiendo y sé sobre el tema. Pero, además, ponerme a decir ‘este sí’ o ‘este no’, o ‘te digo que no porque le contestaste mal a fulano’... ¡Ay! ¡No es así!”.
Cuando Mammon le preguntó si le saldría de garante a Gerardo Romano, otra de sus exparejas, contestó sin dudarlo: “¡No! Saldría de garante de mis hijos”, y disparó, risueña: “Salvo que haya cambiado...”.
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