A diferencia de la Alicia de Lewis Carroll, las Trillizas de Oro no hurgaron en el espejo en busca de identidades que le ratificaran un mundo, su mundo. No sintieron jamás la necesidad de confirmarse en la mirada ajena ni atravesar esos cristales de obsidiana para descifrar un universo de individualidades. "Nosotras nunca nos sentimos trillizas, sólo lo somos para ustedes", arranca María Laura Fernández Rousse, casi a modo de declaración de principios y también en nombre de sus hermanas que asienten la moción estatutaria.
Las tres Marías se ven bien distintas entre sí. Pero, desde ya, no se trata de una apreciación estética sostenida en una imagen sino en lo que construyó cada una en sus 57 años de vida. María Laura, María Eugenia y María Emilia han cultivado una personalidad propia, un carácter diferente y hasta un círculo de amigos independiente. Laura parece llevar la voz cantante. Eugenia es reflexiva y Emilia ocupa el lugar de la más callada. Queda claro, entonces, por qué Laura habla de esa sensación errónea que tiene el imaginario colectivo de concebirlas siempre juntas e idénticas. Aunque, además, las tres han llevado vidas bastante similares: compartieron profesión, están casadas con polistas, fueron madres jóvenes, y ya son abuelas. Y, a pesar de que ellas ponen el foco en las desigualdades, en lo que a lo exterior refiere, el parecido es realmente asombroso. "Si estamos solas, no pasa nada. Pero cuando vamos las tres por la calle o entramos a un shopping, se arma un revuelo importante. Somos conscientes que es muy fuerte lo que proyectamos juntas", confiesa María Eugenia. "Nuestros amigos no nos confunden, pero la gente que nos conoce por primera vez, sí, y eso nos divierte mucho", explica María Emilia. Lo que para ellas es una "gracia" para el interlocutor es un martirio. ¿Quién es quién?
Ingresar al camarín que las Trillizas de Oro ocupan en el canal KZO es un shock visual. Acaban de terminar el vivo de Mañanas nuestras, programa que conducen junto a Pato Galván y que las devolvió al ruedo luego de 13 años de ausencia en los medios. En el pequeño vestidor que comparten, se las ve involucradas a cada una en lo suyo. Una chequea su WhatsApp, la otra hurga en su cartera en busca de gotas para los ojos y la tercera trata de aglutinar a la tropa para iniciar la charla con LA NACION.
Ante el primer impacto visual, este cronista tratará de organizar una regla de nemotecnia, intentará que hablen en orden (tarea que fracasará con solo enunciarla), y buceará en los ínfimos matices que difieren una voz de la otra para que la desgrabación de los testimonios sea fidedigna. Tarea titánica. Compleja. Y, por momentos, alterante. Cuando el pánico arremete, ellas tranquilizan al unísono: "No te preocupes, nos da igual". Lo primero que uno intenta es un pedido de disculpas. No es habitual sentarse ante tres entrevistados famosos y tener que pedirles el nombre: "¿Vos sos?". Ellas disfrutan y uno padece. Tal es la maraña que a lo único que se atina es al "perdón, no las reconozco". "¡Cómo nos vas a pedir disculpas, les pasa a todos, relájate!", dice una de las Marías. ¿Acaso Eugenia? No, ¡Emilia! ¿Y si es María Laura?
Marca registrada
A diferencia de lo que sucede con algunos hermanos mellizos, trillizos o más, las ex coristas de Julio Iglesias no cargan con el peso de la necesidad de diferenciarse. Tienen muy claro quién es quién, están bien plantadas e irradian la misma energía juvenil de siempre. Parecen atemporales.
María Laura: -El tema de la identidad es más sencillo con tres que con dos porque la comparación polarizada acá no corre. Hay una que divide, que armoniza. Por otra parte, como decía anteriormente, somos trillizas para ustedes y en eso tuvieron mucho que ver nuestros padres, ellos nos dieron la identidad individual.
María Eugenia: -Cuando los mellizos comienzan con su escolaridad, la mamá los cambia de escuela para que generen su identidad. Con nosotras fue al revés, siempre queríamos estar juntas.
María Emilia: -Sino, nos "cagaban" el truco de hacernos pasar unas por otras...
María Laura: -Recuerdo que, en un colegio, la directora dijo que nos iba a separar y mi mamá se lo negó, le explicó que nosotras compartíamos el cuarto, el baño, todo, y, además, no nos queríamos desunir.
María Eugenia: -Era al revés de lo que la gente pensaba.
María Emilia: -Nos potenciamos, no hay competencia.
María Laura: -Por otra parte, en la vida diaria, cada una tenía su grupo de amigos.
-Realmente, confundirlas es, para mí, una falta como entrevistador, pero tampoco les puedo pedir que se cuelguen un cartel con el nombre, eso sería peor...
María Laura: -Nunca nos importó que nos confundieran porque jamás estuvimos confundidas. Nosotras sí sabemos bien quién es quién. Somos tres individualidades.
María Eugenia: -En los partidos de polo viene gente a saludarnos y cuando el saludo es para la otra, le decimos suavemente: "Disculpá, yo no soy".
-Y el otro con sensación de papelón total...
María Eugenia: -Cuando alguien nos confunde, pone cara de culpa y eso nos divierte.
-Es decir que yo les estoy haciendo pasar un buen momento.
Hablan al unísono. Se sobreponen. Se corrigen. Son tres adolescentes que disfrutan estar juntas. Se las percibe bien unidas, amalgamadas en la ternura, en un amor como el que la gente les manifiesta desde hace medio siglo.
-¿Son conscientes del afecto del público?
María Emilia: -Cuando estamos en actividad, la devolución de la gente es una caricia al alma. Nosotras hace 13 años que no trabajábamos, pero seguimos con la vida de madres y abuelas que somos. Por eso, esta nueva experiencia nos hace recordar a otros tiempos. Nos hace volver.
María Eugenia: -Este año cumplimos 50 años con la profesión, entonces somos conscientes que fuimos parte de la familia de la gente.
María Laura: -¡Somos parte de la familia! Hablá en presente.
María Emilia: -Nuestras fans tuvieron hijos como nosotras, y hasta les pusieron a sus hijas nuestros nombres.
María Eugenia: -Involucramos a las fans familiarmente.
María Emilia: -Por otra parte, a la gente le gusta vernos como esposas, abuelas, o madres.
-¿No se convierte en una presión desmesurada tener que responder a una imagen similar?
María Laura: Jamás sentimos eso.
María Eugenia: -No existe tal presión porque lo que mostramos no es una pose. No salimos en la tapa de las revistas con nuestros hijos y luego, en la intimidad, los "cagamos" a palos.
Ante la ejemplificación extrema las otras dos explotan en una carcajada y hasta en un reto: "¡Cómo decís eso!". Así son, espontáneas...
María Eugenia: -Lo digo para que se entienda.
-Comprendimos la sutileza...
María Eugenia: -Las chicas nos llaman a las tres de la mañana para ver cómo le bajan la fiebre a sus hijos y nosotras les explicamos. Somos "familieras". Y eso es lo que compra la gente.
María Emilia: -El público sabe que no mentimos, que somos espontáneas y decimos lo que pensamos.
María Eugenia: -Por otra parte, no hay presión desde afuera, hacemos lo que queremos.
Las tres se casaron con polistas. Las tres tuvieron hijos y nietos. Las tres viajan permanentemente por el mundo debido al trabajo de sus maridos o por placer. Las tres aún extrañan la ausencia de su padre que falleció hace dos años. Las tres adoran a Paulina, la reina madre del clan que ya tiene 80 primaveras. La Navidad es el momento que los une a todos. Cada Nochebuena rotan de casa para que el esfuerzo de ser anfitrión de todo un batallón sea parejo. María Laura Fernández Rousse de Trotz; María Eugenia Fernández Rousse de Laprida; y María Emilia Fernández Rousse de Zavaleta, disfrutan tanto de estar frente a cámara como de cultivar la vida de entrecasa. No son de las que mueren por aparecer en los medios o se sumergen en la vorágine de una industria que fagocita. Aman su profesión, pero -se nota- mucho más la vida que construyeron en torno a sus afectos.
-Siempre se las ve espléndidas. ¿Qué las angustia? ¿Cuál es el "lado B" de Las Trillizas de Oro?
María Emilia: -El año pasado tuve un episodio muy feo cuando entraron a robar a mi casa. Gracias a Dios tuve a mis hermanas, hijos, sobrinas como soporte, pero fue un momento de mierda. Me tiré del balcón, pero estoy convencida que los brazos de la Virgen me ayudaron. Estaban todos encapuchados. Lloré mucho, me angustié.
María Laura: -Yo estoy muy bien o ¿querés que te cuente? Mis hijos viven afuera. Me angustia no poder estar cerca de ellos cuando necesitan algo. Cuando aparece algún tema de salud de la familia también me pongo mal, pero todavía no hemos usado el medio para llevarle nuestros problemas a la gente.
María Eugenia: -Nuestro objetivo es dar alegría. Así fue siempre, por eso no es común que nos vean mal o que mostremos nuestros dramas personales.
María Emilia: -De hecho, queremos que la gente, con nuestro programa, se aleje de la realidad, pero no de la actualidad.
Con los pies en la tierra
Siempre se las ve en una situación algo idílica. Como transitando un mundo de fantasía, como el de la Alicia de los espejos. Gozan de buen poder adquisitivo, de salud y alternan su vida en Buenos Aires con viajes por todo el mundo. A la vista desprevenida de quien no las conoce en la intimidad conformaron una verdadera familia Ingalls. Sin embargo, ellas se muestran conscientes de la realidad y del complejo entramado social de nuestro país.
-¿Cómo ven a la Argentina?
María Laura: -Un país sin educación, sin justicia, sin buena salud, no avanza. Por otra parte, a la Argentina la tenemos que sacar entre todos.
María Eugenia: -Afuera nos amamos, nos portamos mejor. Acá, eso no pasa. Es una tara. La responsabilidad de un país es del que vive. De todos.
María Laura: -El gobernante es empleado de uno y tiene que estar bien acompañado, bien rodeado.
María Eugenia: -La Argentina tendría que ser siempre la Argentina del Mundial, ahí nos unimos.
En 1978, las trillizas realizaron una gira internacional como coristas invitadas de Julio Iglesias. Hace pocos días, María Emilia se expresó con respecto al cantante español y sus dichos fueron canalizados en torno a la cuestión del acoso que deben soportar algunas mujeres, tema que hoy genera titulares y da cuenta de una cruda realidad que durante mucho tiempo fue silenciada. Tal es la importancia del tema que salieron a la luz algunos episodios que involucran a figuras conocidas del medio artístico. "Lo conté como una cosa divertida. Nos preguntaron si Julio era antipático con las fans y yo dije que al contrario, porque él las abrazaba, las saludaba. Y agregué: ´hoy estaría en cana con cadena perpetua´. Pero lo que quise decir es que el acoso era de las mujeres hacia él".
-Julio Iglesias, ¿siempre se comportó correctamente con ustedes?
María Eugenia: -Fue un caballero amoroso y respetuoso.
María Laura: -Además, nos parecía muy grande, y muy latino. Nosotras escuchábamos otra música. En esa época, a las chicas de nuestra edad se les daba por las bandas inglesas o norteamericanas. Por otra parte, durante la gira con Julio, viajábamos con mamá y papá. Para nosotros era un viejo de 37 años y él tenía a las minas que quería, mucho más lindas que nosotras.
-¿Qué opinión les merece que los temas vinculados a la violencia de género y el acoso ocupen buena parte de la agenda de los medios?
María Eugenia: -Como mujer, tengo miedo que se banalicen los verdaderos acosos que existen.
María Laura: -Y hay que remarcar que la mujer que denuncia debe ser escuchada en las comisarías, porque, de lo contrario, al otro día puede estar muerta.
Desde hace tiempo, y en sintonía con el compromiso sobre una realidad que no les es ajena, las trillizas son miembros de la Fundación Pro Salud, el brazo solidario del Hospital Austral que ayuda a solucionar situaciones quirúrgicas graves a pacientes de escasos recursos de la zona de Pilar. Por esta labor, la Unesco las declaró Embajadoras de Paz. Además, fueron distinguidas por la Fundación Rossi con el galardón Flor de Mujer por su tarea solidaria.
Cuestión de fe
-¿Es cierto que recurren frecuentemente a las ceremonias de invocación de la Virgen María?
María Laura: -Somos muy marianas. Vamos dos veces al año a Salta, para visitar a María Livia, la señora que intercede con la Virgen.
María Eugenia: -Tenemos fe. Nos pasan cosas y sabemos que la Virgen está.
-¿Qué querés expresar cuando decís que "nos pasan cosas"?
María Eugenia: -Nos han sucedido experiencias muy personales. Milagros. Algún día los contaremos.
María Laura: -El año pasado vivimos dos milagros.
María Emilia: -Respetamos al que no cree, pero nosotras tuvimos milagros concretos.
-¿Qué tipo de milagros?
María Laura: -No es momento de contarlo.
María Eugenia: -Algún día, quizás, digamos algo...
Tiempo al tiempo
El paso de los años no les hizo mella y si bien las caras lucen algunas marcas indelebles, hay una atmósfera adolescente que las rodea como un aura incandescente.
-¿Cuál es la clave para estar tan bien? ¿Cómo se cuidan?
María Emilia: -¿Quién te dijo que nos cuidamos?
María Eugenia: -Nuestro problema, de jóvenes, es que éramos chiquitas. Siempre las más chiquitas. Pero, ahora, ya abuelas, seguimos siendo chiquitas. Es la venganza, no nos ensanchamos.
María Emilia: -Es genético. Siempre fuimos flacas como mamá, pero tampoco es bueno. Las piernas no tienen forma y el pantalón se te cae.
María Laura: -El bracito que se te cae.
María Eugenia: -Aparece la osteoporosis.
María Emilia: -Yo me miro en el espejo y no me alcanza la lista para cambiarme cosas.
-Siempre lucieron el mismo peinado. ¿Esa fue una imposición del medio o una autoexigencia para no romper con una estética que era una fuente laboral?
María Laura: -Hasta ayer, yo tenía el pelo diferente. Pero cuando me vi junto a ellas, no me quedaba bien. Así que me lo corté sin que nadie me dijera nada.
María Eugenia: -Nuestro estilo es muy cómodo. Odiamos la peluquería, entonces con este corte nos arreglamos solas. Por otra parte, jamás nos teñimos porque este es nuestro color. Estamos iguales por comodidad.
María Emilia: -Con respecto a nuestro cuerpo, nos tocó esta genética, es una suerte.
María Laura: -Hace treinta años no era tan suerte, pero ahora si.
-¿Comen de todo?
Las tres: -¡Síiiii!
María Laura: -A veces, nos olvidamos de comer.
María Emilia: -Nosotras hacemos régimen para engordar.
-¡Qué suerte!
María Eugenia: -Si nos ponemos tristes, no comemos, no abrimos la heladera.
María Laura: -Nos obligan a terminar el plato. Es horrible, tenemos que comer más.
-¿Qué les pasó cuando se convirtieron en abuelas?
María Eugenia: ¡Nos encanta!
María Laura: -Funcionamos como las abuelas de hoy, malcriamos a nuestros nietos.
María Emilia: -Las abuelas ahora son bárbaras.
María Laura: -Pero no solo nosotras, nuestras amigas abuelas se arreglan, huelen rico.
María Eugenia: -Somos muy de tiramos al piso, jugar con los chicos, usamos las redes sociales, pero tenemos nuestros horarios. Vamos a cerámica, al cine con los maridos.
María Laura: -Sí, hay días que son sagrados. Tampoco somos las que criamos a los nietos. Ellos tienen sus padres.
-¿Por qué volvieron a trabajar en televisión?
María Laura: -Porque nos llamaron.
María Eugenia: -Así como Mirtha Legrand eligió su vida, nosotras también.
-A diferencia de Mirtha, la vida de ustedes mayormente se tejió fuera de los estudios de televisión.
María Emilia: -Vivimos mucho. Todo lo que pasó con nosotras en Europa, la gira con Julio, las películas, la tele, todo sucedió desde que éramos muy chicas. Por eso llegó un punto donde nos dimos cuenta que no queríamos que nos devore el medio.
María Laura: -Vida y trabajo a full no se puede. Hay que elegir.
-¿Y si una trilliza no quiere trabajar? ¿Qué sucede?
María Laura: -Elige la mayoría.
María Eugenia: -¡Nunca fue así! Si una no quiere, no se trabaja.
María Emilia: -Jamás hicimos algo que una de las tres no quiso.
María Laura: -En realidad, nos ponemos más de acuerdo en lo laboral, y menos en lo personal.
María Emilia: -Siempre priorizamos la familia.
María Laura: -Eso fue así desde que nos casamos.
María Eugenia: -Tuvimos suerte en el trabajo y todo sucedió cuando Dios quiso que sea, pero sentimos que la vida personal, los afectos, los maridos, la familia es nuestro objetivo principal.
Suenan los teléfonos. Hijos que reclaman de aquí y de allá. Una recuerda que tiene un compromiso. La otra se prepara para ir a ver a sus nietos. La producción les acerca algunos comentarios que se volcaron en las redes sobre el programa del día. "¿Cuándo sale esta entrevista"?, pregunta María Eugenia. ¿O acaso María Laura? Quizás María Emilia...
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