Cómo Turquía se convirtió en el país de las mil y una novelas
Con 400 millones de televidentes en todo el mundo, las historias turcas convirtieron a su país en el segundo exportado mundial, detrás de los Estados Unidos
Aunque parezca increíble, estamos dejando de asociar el clásico término "telenovela" con los países que tradicionalmente se identificaron con ella y encontraron un lugar para ponerla en movimiento dentro de nuestra televisión: México, Puerto Rico, Venezuela, más cerca Colombia. Ni siquiera Brasil, tan presente en los últimos años con éxitos resonantes en nuestra pantalla, es el país de conexión inmediata con el gran mundo actual del melodrama romántico televisivo.
Hoy, ese nuevo protagonista llega desde mucho más lejos. Es Turquía. Protagonista del horario central de la TV abierta de la Argentina hasta el extremo de que tres de los cinco programas más vistos de los canales de aire durante las últimas dos semanas son de ese origen. De no haber llegado con sus potentes elencos y el ánimo de triunfar, dos producciones locales tan ambiciosas como Los ricos no piden permiso y La leona, los excluyentes dueños del rating local de lunes a viernes serían otros: ¿Qué culpa tiene Fatmagül?, Sila, Esposa joven. Producciones llegadas del país que se ganó muy rápido un lugar expectante entre las mayores potencias televisivas del mundo.
Hoy, Turquía aparece como el segundo exportador global de formatos y producciones para la pantalla chica, sólo superado por Estados Unidos. A fines de 2015, The Hollywood Reporter definió la televisión turca como la nueva gran atracción del planeta en materia de programas originales y ciclos exportables, desplazando a Israel, todo un modelo y un ejemplo a seguir en la materia.
Hace diez años, las exportaciones de programas de TV le reportaron a Turquía ingresos de apenas 100.000 dólares. En 2015, esa cifra llegó a 250 millones de dólares, fruto de la emisión de programas de origen turco en más de 70 países, con unos 400 millones aproximados de televidentes. Desde su competitivo mercado interno, Turquía salió al mundo y empezó a hacerse fuerte con sus propuestas televisivas, primero en el mundo árabe, luego en los países balcánicos y de Europa del Este, y finalmente se instaló cada vez con más fuerza en América latina, sobre todo en Chile y en Perú. La Argentina llegó un poco después, con resultados que están a la vista en las mediciones de audiencia y los comentarios de la gente. Hay otros mercados a la vista (los países escandinavos, el subcontinente indio y hasta China) en una expansión que sueña llegar a los 2000 millones de dólares por exportaciones televisivas hacia 2023.
Entre nosotros todo comenzó con Las mil y una noches , verdadera campeona de la audiencia televisiva argentina entre 2014 y 2015. En septiembre de 2015, después de estirarse hasta lo intolerable en la pantalla de El Trece (a través de capítulos diarios de duración variable que no siguieron la estructura horaria original de una hora y media semanal), la historia de Onur y Sherezade concluyó en la Argentina para felicidad de los protagonistas y del público, que le dio un rating asombroso de 27,7 de promedio. Números extraordinarios para un programa originalmente producido y grabado entre 2006 y 2009 que resistió el paso del tiempo y simbolizó en su largo recorrido todo lo que puede identificar a la TV turca a partir de sus ficciones: conflictos tradicionales, una mirada conservadora de las relaciones humanas, un despliegue de producción esmerado y a veces hasta lujoso, un meticuloso trabajo de escritura que les presta especial atención a los diálogos y la deliberada atención al aprovechamiento visual de los paisajes y escenarios del país. El punto más fuerte y controvertido del modelo turco de ficción es el lugar que se le atribuye a la mujer: Las mil y una noches logró una identificación inmediata del público argentino con Sherezade, la joven viuda con un hijo seriamente enfermo a la que muchas televidentes recibieron como una auténtica heroína. Del otro lado, no fueron menos los que destacaron en esa exitosa novela el cuadro de sometimiento al que se vieron enfrentados la mayoría de los personajes femeninos.
Esposa joven, lanzada por El Trece en el mismo horario de Las mil y una noches, no logra la misma repercusión, pero su rating diario, cercano a los 10 puntos, le alcanza por lo general para ubicarse entre los cinco programas más vistos del día en competencia directa con Sila (Telefé). Las dos ocupan la franja horaria que va desde las 23 hasta la medianoche y trata de aprovechar el arrastre de rating que deja la pelea cotidiana entre La Leona y Los ricos no piden permiso. Más temprano, antes de que los dos tanques veraniegos locales ocupen el aire, Fatmagül (realizado entre 2010 y 2012) se hace dueño de la audiencia a través de Telefé. Gran éxito en Chile, al igual que Las mil y una noches, Fatmagül se va afirmando en la pantalla local con un rating sostenido y constante, que le permitió el miércoles 20, con sus 13,9 de promedio, convertirse en el programa más visto de ese día en la TV abierta.
Ya pasaron por Telefé Ezel, El precio del amor y Karadayi. Esta última es dueña de un curioso fenómeno. Protagonizada por Bergüzar Korel (la mismísima Sherezade) dejó de salir al aire el 22 de enero al juzgar Telefé que su rating era bajo. Pero sigue emitiéndose diariamente a través del sitio online del canal y su app para plataformas móviles. Ya se superaron los primeros 30 capítulos.
¿Cuál será el próximo paso? Para Turquía continuar la expansión a través de su desembarco en Estados Unidos con la adaptación del drama legal Game of Silence, que la cadena NBC estrenará esta temporada, y el éxito global de miniseries de época como Magnificent Century (la historia del sultán Suleimán el Magnífico), protagonizada por Halit Ergenc, más conocido entre nosotros como Onur. Para la Argentina, esperar la llegada de muchas más producciones televisivas turcas de la última década. Aquí son cada vez mejor recibidas.
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