La vida monacal, en un reality show
The Monastery fue un éxito en la BBC
SANTIAGO, Chile ( El Mercurio/ GDA).- Ya no se trata de eucaristías televisadas, del segmento de "las palabras al cierre", o de la serie de ficción con la vida de un santo. La religión católica busca maneras de aliarse con la TV, y el sacerdote inglés Christopher Jamison encontró un modelo: The Monastery, un programa que recoge los códigos del reality show, pero sin incomodar los fundamentos de su fe ni faltar el respeto a creyentes o ateos.
El asunto partió de una necesidad. Según relata Jamison -de paso en Chile para un encuentro de educadores benedictinos-, la BBC tiene una cuota establecida de programas religiosos, pero no la estaba cubriendo con una oferta atractiva: "Un programa que se conecte con la vida real de la gente: ése es el futuro de la TV religiosa, no solamente una liturgia o un sermón". Fue entonces cuando la productora Tiger Aspect buscó alternativas. "La primera idea era como un Gran hermano en el monasterio... Una idea mala, terrible, y les adelanté que tenía una mejor", dice el sacerdote, quien agrega que los abades ingleses habían acordado no apoyar esta propuesta en que la vida monacal aparecía como un campo militar con castigos.
La oferta que al final se ganó la pantalla de la BBC, en 2005, fue The Monastery , y él tuvo un papel fundamental. En el espacio televisivo, los participantes viven en una casa al lado de los monjes y aprenden con ellos a orar y a meditar, además de estudiar la Biblia.
Transformaciones
El casting final, en el que los monjes tenían derecho a veto, revela una enorme diversidad: estaban Tony Burke, un productor de cintas porno; Gary McCormick, un ex terrorista protestante; Peter Gruffydd, un profesor retirado que renegaba de la religión; Nick Buxton, un anglicano que buscaba respuestas en el budismo, y Anthoney Wright, un consumista.
El programa no tenía eliminados en sus 40 días y 40 noches, y se limitaba a mostrar la odisea espiritual de los participantes, con una cuidada producción. Sólo dos personas grababan y -dice Jamison- "jamás intervenían" en las situaciones. El sacerdote no es un desconocedor de los reality shows ("son totalmente irreales", dice), por eso prefiere comparar su programa con un documental que tiene una situación creada y que logró transformaciones: "El productor porno decía que algo pasaba en su vida y no podía describirlo hasta que tuvo una experiencia de conversión profunda".
Jamison reconoce que su interés en hacer el programa se basaba en el difícil momento mediático que atravesaba la Iglesia Católica: "Los medios estaban muy duros por los casos de pedofilia en Estados Unidos. Y cuando se contactaron para el programa la actitud era muy defensiva. Propuse que continuáramos, porque si tenemos un mensaje a comunicar tenemos que usar a los medios. Era una razón más para seguir".
The Monastery tuvo una secuela que mostró las vidas de sus protagonistas un año después. Algunos incluso daban charlas en colegios católicos sobre su experiencia.
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