Del doble discurso de los jurados a la falta de creatividad generalizada, una televisión abierta con más vicios que aciertos
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Esta semana, la tele profundizó unos pocos méritos como también en varios vicios. En La Voz Argentina insisten con el doble discurso de descartar participantes con ovaciones, frases elogiosas y muestras de apoyo que confunden, tanto de un lado como del otro de la pantalla. La actriz Mariana Genesio Peña aprovechó el escenario de “La Academia” para ofrecer un espectáculo en pos de la inclusión, y la grilla televisiva sigue sumando títulos que son todo, menos originales.
Te amo, te odio, dame más
Es comprensible que en La Voz Argentina no puedan ganar todos, también es entendible que haya interpretaciones que a Ricardo Montaner no le muevan el jopo, pero la pregunta es: ¿hace falta que le digan a todos que son geniales por más que los hayan ignorado olímpicamente? Menos buenos oficios y más sinceridad muchachos: si no gustó, no gustó y punto. Tanto “estuviste genial”, “la rompiste”, “lo hiciste perfecto”, “me llegó al corazón, la súper disfruté”, después de no haberse dado vuelta, lejos de servir de consuelo deja a los participantes (y a la audiencia) todavía más confundidos. Y es peor cuando, ya eliminados, les piden una segunda canción para confirmar que se “equivocaron”. Esta semana un muchacho mendocino los dejó pagando, con cara de pocos amigos y gesto de “para esto me quedaba en casa”. ¡Y tuvo toda la razón del mundo!
“La Academia” de la diversidad
En este nuevo formato de ShowMatch llamado “La Academia” (que es como el Bailando pero no es... pero sí es... pero no es... pero sí es...), a la hora del duelo los sentenciados deben que hacer una performance distinta a la que los dejó al borde del precipicio. Mariana Genesio Peña sumó a sus amigas de la época de Pequeña Victoria, Payuca del Pueblo y Romina Escobar, para ofrecer un cuadro que tuvo glamour, música, humor y un alegato en favor de la inclusión que terminó con todo el estudio emocionado. No más de tres minutos que ejemplificaron un cambio de paradigma, que algunos espacios televisivos han decidido incorporar progresivamente. Romina resumió entre lágrimas el sentir de sus compañeras: “Puede gustar o no lo que hacemos, pero es muy importante que nos conozcan”. De eso se trató.
Enfermos de literalidad
Una vieja publicidad aseguraba que “el nombre es lo más valioso que uno puede tener”. Sin embargo, los que diseñan programas y programaciones de la tele de hoy parece ser que nunca la vieron. La falta de creatividad ha invadido la oferta diaria de títulos. Karina Mazzocco arrancó esta semana con nuevo ciclo en las tardes de América, ¿y cómo se llama? A la tarde. Desde elnueve, Maju Lozano le disputa el horario con Todas las tardes.
Y siguen las firmas: El gran premio de la cocina donde, ¡oh sorpresa!, cocinan por un premio; Nosotros a la mañana, que son “ellos” y van “a la mañana”; Es domingo propuesta inevitablemente destinada al último día del fin de semana; Otra ronda por los bares... y así. Al final, Pare de sufrir era un alarde de originalidad y no nos habíamos dado cuenta.
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