La Tora, de Gran Hermano: la relación con su madre, las críticas hacia Romina y por qué la preocupa especialmente Nacho
Luego de entrar nuevamente a través del repechaje, Lucila fue eliminada en un mano a mano con Camila y no consiguió llegar a la final del reality
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Lucila tuvo dos estadías dentro de la casa de Gran Hermano. En su primera etapa, ella mostró tácticas agresivas que le valieron una rápida eliminación; luego, beneficiada en el repechaje, pudo reingresar al reality con un tipo de juego más conciliador, y de esa forma se ganó el corazón de un nutrido grupo de seguidores. Pero el pasado domingo fue nuevamente eliminada, y en una charla con LA NACIÓN, “La Tora” se refirió a cómo ve el presente del juego, cómo fue la relación con su madre durante la visita de los familiares y a quién quiere ver en la gran final del reality.
-¿Qué diferencias establecés entre la primera y la segunda vez que estuviste adentro de la casa?
-Creo que la primera vez fui al Gran Hermano que todos conocíamos, que fue un poco más de ir al frente, de jugar con caparazón a ver quién era el más fuerte. Pero en la segunda vez me permití sentir y expresar todas las emociones, que era lo que me había guardado en la primera vez.
-Y en tu segunda entrada, ¿hubo algún jugador al que sintieras que redescubriste?
-Eso me pasó con Marcos, y hasta se lo dije en persona. Yo creía que él era un personaje, no pensaba que existiera gente tan buena, tan tranquila. Pero me sorprendí, y entendí que sí existen ese tipo de personas así de buenas. Yo soy una persona creyente, y le agradecí a Dios conocer a alguien así porque es importante entender que también hay personas buenas.
-¿A quién ves fuerte para llegar a la final?
-Te voy a responder no a quién veo fuerte, sino a quien quiero ver en la final, que es algo distinto. Yo quiero que Nacho esté en la final, y después Marcos.
-Durante tus últimos días en la casa tuviste algunas fricciones con Romina, e incluso dijiste que le estaban dando el mismo poder que a Alfa. ¿Qué te pasó con ella?
-Yo veía que Romina tomaba decisiones por sí sola más que por la casa, y eso no le gusta a nadie y mucho menos a mí. Entonces empecé a ver que hablaba de más o se calentaba en juegos semanales, que ni siquiera eran por el presupuesto. También tuvo actitudes como que ni a Valen ni a Camila las dejaba cocinar o que solo ella podía usar el lavarropas. Y ante eso pensé ella estaba haciendo lo mismo que otros participantes de los que nos quejábamos.
-Durante los días en los que estuvo tu mamá en la casa, tuviste algunas actitudes hacia ella que no cayeron bien entre el público... ¿Pensás que eso impulsó tu salida de la casa?
-Creo que la edición fue mala y me mostraron a mí como enojada, con un tono tajante. Hay que ir al por qué yo estaba enojada, y eso tiene que ver con la información del afuera, con lo que ella me contaba. Yo estaba molesta porque podía ser expulsada o sancionada por Gran Hermano, y por eso le decía a mi mamá que no hablara de más, pero ella estaba todos los días diciendo algo distinto del afuera.
-Pero igualmente hubo momentos en los que vos la apuntalabas. Recuerdo que, por ejemplo, le insistías con que no hablara del cuerpo de los otros…
-Eso es algo que hago en la vida cotidiana, porque es mi vieja y quiero que se adapte a esta sociedad. No quiero que ella tenga ese pensamiento antiguo que por ahí tiene toda esa generación, o incluso también esta generación, porque Romina tiene 35 años y opina como una persona de otra época. Lo que yo busco con mi vieja es cambiarle ciertos pensamientos antiguos, y que entienda todo desde otro lado.
-¿Qué me podés contar de la historia con tu mamá y sobre el momento en el que decidiste mudarte sola?
-Yo entré a Gran Hermano sin querer exponer a nadie de mi familia, y me voy a mantener en esa. Lamentablemente ella se expuso porque entró en la casa, pero más allá de eso la nuestra es una relación normal de madre e hija. Simplemente, yo elegí vivir sola a los 23 años, pero eso no es porque la ame más o menos. Mi mamá es la mujer que más amo, y eso no cambia por el hecho de que viva en otro lado.
-Y cuanto entró en la casa, ¿te sorprendió verla, o esperabas a alguien más?
-Yo esperaba a mis amigas, pero por una cuestión que mi mamá es muy vergonzosa, no le gustan las cámaras.
-¿Cómo están llevando los participantes estas últimas semanas, luego de tantos meses de encierro?
-Por mi parte yo estaba bien, excepto la última semana que fue muy movilizante, pero teníamos ayuda psicológica. Creo que los veía a todos más intolerantes, más sensibles.
-¿Cómo pensás que sintieron los jugadores la entrada de Alfa?
-Los descolocó a todos, pero en la casa se necesitaba un poquito de quilombo. Me preocupaba cómo se lo podían tomar Nacho y Marcos, porque están hace mucho y podían pensar que se iba a estirar el programa. Pero estuvo buena la idea, era para que nos riéramos un poquito…
-¿Por qué te preocuparon Nacho y Marcos?
-El 17 de marzo se cumplen cinco meses del encierro. Ellos no estuvieron nunca afuera, y me acuerdo que cuando vio la valija de los perros, Nacho casi pide el abandono. Yo salí y volví a entrar porque fui una bendecida, pero él está hace rato, y eso lo entiendo.
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