La salud de los enfermos
El creador de la serie confiesa que su héroe es un Sherlock Holmes moderno
"Sólo hay un momento en el que verdaderamente se puede confiar en House: cuando uno se está muriendo", confiesa desde Los Angeles el guionista David Shore acerca de su más famosa creación, el taciturno pero infalible Gregory House, médico adicto a los calmantes, la sinceridad brutal y el humor negro.
"Es que nosotros pensamos al médico como detective y al programa como un what done it , en el que semana a semana, en lugar del asesino, buscamos descubrir la identidad de la enfermedad que está matando al paciente de House. Por eso hace las cosas que hace: porque sólo le importa la verdad." Y, precisamente, son las cosas que hace House las que han convertido a House en una de las series más populares de su país, cuya tercera temporada estrenará en nuestro país Universal desde esta noche, a las 21.
La segunda temporada del ciclo terminó con una auténtica demostración de los extremos a los que el galeno es capaz de llevar a quienes sufren la asepsia de su lógica puramente científica esperando un trato, como mínimo, humano. El doctor fue baleado a quemarropa por el esposo de una paciente en el último episodio de la segunda temporada y el telón se bajó hasta esta noche, cuando se descubrirá qué ocurrió después.
El "incidente" le valió al británico Hugh Laurie el Emmy al mejor actor dramático -y dos premios Globo de Oro consecutivos- y confirmó la impresión de Shore de que buena parte del éxito de la serie se debe a un golpe de suerte (o desesperación) en el casting. "Cuando nos llegó su tape, que por cierto grabó en el baño de un hotel en Africa, estábamos preocupados por que House fuera un personaje imposible de interpretar. Vimos muchísimos actores, varios de ellos muy famosos, pero él fue el primero en hacer que lo que estaba escrito en la página cobrara vida."
El otro Sherlock Holmes
No se requiere ni un poco de las afamadas virtudes predictivas de House para saber que el protagonista del ciclo sobrevivirá al atentado, ni tampoco para convencerse de que el otrora impasible médico se verá profundamente afectado por la experiencia. Aunque, claro, retendrá esa incapacidad cuasi congénita de tolerar las mentiras ajenas que lo han convertido en uno de los preferidos de la crítica y el público norteamericano. "Es que House dice todo lo que querríamos decir y no nos animamos. Y creo que hay algo heroico en una persona a la que no le importa lo que la gente piensa de ella. Es un héroe y una persona horrible a la vez, y Hugh Laurie sabe cómo asegurarse de que nunca olvidemos que es un ser humano", arriesga Shore.
Así, mientras los jóvenes que forman su reputado equipo médico -la sensible Cameron, el impasible Foreman y el aplomado Chase- lo observan con una entendible mezcla de admiración y exasperación, y su sufrida jefa, Cuddy (la formidable Lisa Edelstein) se ve obligada a ponerle límites cual niño pequeño, el especialista terminará descubriendo que los autoproclamados genios como él vienen al mundo dotados de un antagonista igual de poderoso.
Detalla Shore: "En la tercera temporada quisimos poner en práctica una idea latente desde el primer capítulo: a la larga o a la corta, House se meterá con quien no debe y entonces no habrá talento ni ingenio capaz de salvarlo. Después de todo, es un verdadero imbécil. Así que se nos ocurrió enfrentarlo con un policía, interpretado por David Morse, que es una especie de anti-House. Es tan obsesivo y competente como él en su trabajo y hará lo que sea para lograr su objetivo: meterlo preso".
Y, a la hora de revelar cuál fue el modelo en el momento de crear al irrepetible Gregory House, Shore -quien es canadiense, abogado y confiesa no saber "absolutamente nada" de medicina- sorprende citando no ya a los grandes médicos televisivos de su país, sino a otro solitario obsesionado con la capacidad de buena parte del mundo de engañar a los demás y a sí mismo: Sherlock Holmes. "No es coincidencia: se llama House en lugar de Holmes (juego de palabras, en inglés, entre «casa» y «hogar») y su mejor amigo se llama Wilson en vez de Watson -enumera-. Ambos son adictos a una droga y tocan un instrumento. Sé que a la gente le encanta coleccionar las alusiones que deslizamos a lo largo de los capítulos. Sherlock Holmes es una inspiración para mí y para todos aquellos que creen que hay ya demasiada emoción y poca razón en la TV."
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