La maldición de Blanco y Negro: abusos, excesos, intentos de suicidio y muerte
Corría 1978 y la pantalla chica ofrecía una propuesta distinta: Philip Drummond, un millonario hombre blanco (interpretado por Conrad Bain), adoptaba a los hijos de su fallecida ama de llaves cambiando su destino para siempre. Así Kevin Arnold y Willis Jackson (Gary Coleman y Todd Bridges), dos hermanos afroamericanos de Harlem, dejaban los suburbios de Nueva York y se mudaban a un lujoso apartamento en la exclusiva Park Avenue de Manhattan, para convivir con el señor Drummond y su hija adolescente, Kimberly (Dana Plato).
En un país (aún hoy) atravesado por el odio racial, Blanco y Negro era pionera en integración y un ejemplo de cómo el amor todo lo cura. Muy pronto, la sitcom se convirtió en éxito mundial. La ecuación era sencilla y explosiva: contenido familiar, gags infalibles, risas grabadas que marcaban el compás del humor a lo largo del guion y sobre todo, personajes entrañables.
Quién no recuerda al pequeño Kevin Arnold, un niño tan expresivo que con tan solo una mirada lograba risas y ternura por igual. Aún hoy, 40 años después, muchos seguimos repitiendo la frase que Arnold le decía a su hermano mayor, revoleando los ojos cada vez que algo no le cerraba del todo: "¿De qué estás hablando, Willis?". Y así podríamos estar un buen rato recordando escenas que quedaron en la memoria. Fueron 8 años ininterrumpidos (desde 1978 a 1986) y la sitcom pasó por varios temas controversiales: racismo, bullying, drogas, conflictos adolescentes, abuso infantil y alcoholismo, entre otros.
La serie, en realidad, se llamaba Diff'rent Strokes. Los creadores fueron Jeff Harris y Bernie Kukoff y la música estuvo a cargo de Alan Ticke. Emitida por las cadenas NBC y ABC (en Argentina se vio en infinitas repeticiones por el canal América), la serie contó con 189 episodios.
Pero si bien la audiencia siempre los acompañó, nada fue fácil afuera del set. De hecho, en sus últimas temporadas, la historia empezó a morder la banquina, como cualquier propuesta que pretende perpetuarse en el tiempo. Los últimos capítulos se filmaron por contrato, pero ya nadie los disfrutó: la última emisión fue el 7 de marzo de 1986, y ahí comenzó el principio del fin para los tres hermanos.
Pequeño gigante
Mientras Arnold conquistaba el corazón de todos y se convertía en la estrella indiscutida de la serie, para el actor ese personaje fue una jaula que lo asfixió hasta enfermarlo aún más. Coleman nació en 1968 en Illinois y como en la ficción, también fue adoptado. Producto de una enfermedad renal, su crecimiento se detuvo cuando llegó a 1,42 metros, dejándolo para siempre con la estatura de un niño.
Fue por esa enfermedad que, como su cuerpo no cambiaba, el personaje quedó estancado en sus ocho años, algo difícil de sostener porque si bien comenzaba a sentirse adulto tenía que fingir cada día ser un niño. Si bien fantaseaba con renunciar, era tanto el dinero que ganaba (100 mil dólares por capítulo) que sus padres no le permitían abandonar su rol en Blanco y Negro.
En paralelo, participó de algunas películas en papeles menores, hasta que a los 18 años pudo librarse de la actuación, contando con el ingreso que había generado a lo largo de su infancia. Pero como suele suceder con varias estrellas prematuras de Hollywood, cuando tuvo acceso a sus cuentas descubrió que sus padres habían dilapidado su fortuna. En su cuenta bancaria había solo 200 mil dólares. En 1989 demandó a sus progenitores y, aunque ganó el juicio, solo recuperó 500 mil dólares de su fortuna. En 1999, se declaró en bancarrota.
Lejos de las luces y con toda la industria dándole la espalda (los productores sostenían que era muy difícil que el público no viera en él al personaje de Blanco y Negro), pasó de millonario a desempleado. Hizo de todo para sobrevivir, fue guardia de seguridad en un shopping de Los Ángeles (recibiendo todo tipo de burlas); subastó los objetos personales que habían pertenecido a su personaje y hasta se postuló como gobernador de California en 2003, siendo derrotado por, vaya ironía, Arnold Schwarzenegger.
En cuanto a su salud, tuvo que ser intervenido en varias ocasiones por trasplantes e incluso, por sobredosis. Sus últimos años estuvieron plagados de escándalos: fue a juicio por golpear a una mujer que le había pedido un autógrafo; atropelló con su auto a una fanática y en 2010, en un confuso episodio con su esposa, la actriz Shannon Price, Gary sufrió una caída y quedó en coma por un derrame cerebral. Ya nunca pudo recuperarse y dos años después, murió. Tenía 42 años y un triste récord: nunca había sido feliz. Tiempo atrás había confesado públicamente: "No quisiera ni que mi peor enemigo viviera mis primeros 15 años".
El gran hermano
Todd Bridges, que encarnó a Willis, también cayó en el embrujo de la serie. Luego del programa, vivió en las calles, se hizo adicto al crack y al alcohol; llegó a pesar 50 kilos y fue acusado por el homicidio de un dealer de Los Ángeles. Estuvo nueve meses preso y fue absuelto luego de dos juicios y gracias a la defensa del abogado Johnnie Cochran, letrado de casos mediáticos como el de O.J. Simpson y el de Michael Jackson.
El actor confesó que comenzó a drogarse a muy temprana edad y que de hecho iba a trabajar bajos los efectos de las sustancias que consumía. "Tenía solo 12 años y mi representante abusaba de mí, pero mi padre se puso de su lado. Lo que más me dolió en la vida es que él me haya llamado mentiroso. Cuando cancelaron el show fue que toda mi vida se cayó", contó en una entrevista en la cadena Fox News.
En 2008, publicó una autobiografía, Matando a Willis: De Blanco y Negro a la vida real que siempre quise. En esas páginas, pudo descargar años de sufrimiento. Además de relatar el abuso que sufrió en la infancia, reveló que tuvo un romance con su hermana en la ficción: "Era tan divertido pasar tiempo con Dana. Salíamos, tomábamos algo, escuchábamos música y fumábamos marihuana". Además con ella perdió la virginidad. "Estaba tan feliz cuando finalmente me di cuenta que me gustaban las chicas. Siempre le agradeceré a Dana por eso", escribió.
Por otro lado, Bridges contó cómo fue que decidió encauzar su vida. Mientras conducía su auto por California la policía le encontró drogas y una 9 mm cargada. Si bien salió en libertad previo pago de una fianza, comprendió que o se rehabilitaba o terminaría nuevamente preso. Y se aferró a la religión. "Decidí ir a recuperarme. No estaba del todo listo aún en ese momento, por eso cuando me internaron me enfurecí mucho. Enloquecí en el hospital", afirmó y confesó que pasó tres días atado a una cama. Hoy tiene 54 años, dos hijos, y es el único sobreviviente de la familia Drummond.
Dana, una chica Playboy
Sus problemas ya habían empezado durante las grabaciones del programa. En 1983, a sus 20 años, Dana quedó embarazada y como Kimberly era una adolescente, los productores decidieron enviarla a estudiar a Paris. Al final, volvió para los dos últimos años. Pero este es un detalle menor: la vida de esta joven estuvo atravesada por la tragedia incluso después de su muerte.
Tras la serie, participó en películas eróticas sin éxito. Fue presa en varias oportunidades, por robo y falsificación de recetas médicas, y por su adicción a la cocaína, perdió la custodia de su hijo, Tyler Lambert. Sin poder hacer pie en su vida ni en lo personal ni en lo económico, la actriz también fue estafada por su representante, que huyó con sus ahorros. En 1989 fue convocada para ser tapa de Playboy y más allá del dinero que cobró no logró encontrar paz: luego de la producción de fotos, asaltó un videoclub con un aire comprimido y se llevó un botín de 164 dólares. La sorpresa se la llevó el empleado del local que cuando pidió auxilio al 911 no paraba de repetir: "Me acaba de robar la joven que hacía de Kimberley en Blanco y Negro". Tras el pago de una fianza, se fue a vivir a una casa rodante.
El 8 de mayo de 1999, a los 34 años, murió por una sobredosis de pastillas. La tragedia no terminó con su muerte: su hijo se suicidó en 2010, a los 25 años, pocos días antes del aniversario de la muerte de su madre. Mucho tiempo antes del trágico final, en una entrevista, le preguntaron por el fatídico destino de "los hermanos" y Plato salió con una broma: "Yo posé desnuda para Playboy, Gary está en juicio con su familia, Todd fue detenido. Ese Phillip Drummond sí que fue un pésimo padre".
¿Y qué pasó justamente con Conrad Bain? Como si se tratase de la trama de Destino Final, el sí pudo ganarle a la desgracia que rodeó la ficción: en 2013, a los 89 años, falleció por causas naturales. Aunque quienes estuvieron cerca suyo aseguran que jamás pudo superar ver tanto sufrimiento en sus chicos, a los que quería como sus verdaderos hijos.
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