La heroína del momento
La recordada villana de Por siempre mujercitas hoy protagoniza Dulce amor, la novela "de la tarde" que se convirtió en éxito del prime time
Lejos de la postura rígida, el pelo tirante y los aires aristócratas de Victoria Bandi (su personaje en la ficción), Carina Zampini es, a todas luces, una auténtica chica de barrio. Pese a que en su larga carrera televisiva cosechó éxitos en ciclos como Por siempre mujercitas, Ricos y famosos, Padre coraje y Malparida , nada parece haber alterado la esencia de esta chica de Haedo que, desde muy pequeña, abrazó el sueño de ser actriz. "Es un programa luminoso", dice, al referirse a Dulce amor , una de las grandes sorpresas televisivas de los últimos tiempos, en el que integra la dupla protagónica junto con Sebastián Estevanez. La novela, que emite Telefé, se afianzó en el prime time, hoy promedia los 17 puntos de raiting, se consolida como lo más visto de esa pantalla y llega a ser, en ocasiones, lo más visto del día.
En esta charla con LA NACION, Carina Zampini, la heroína del momento, esboza las razones detrás del éxito, cuenta cómo vive la fama y la popularidad y por qué opta por dejar de lado las ambiciones para vivir el presente.
–Tu pasión por la actuación nació cuando estabas en la escuela primaria, ¿cómo se convirtió, luego, en un medio de vida?
–Trabajaba en un supermercado en el momento en que empecé a trabajar en televisión, como trabajé en un montón de cosas antes porque vengo de una familia de clase media muy trabajadora. La verdad está muy lejos de la versión que dice que Romay pasó por ahí, y me dijo: "Sos actriz, vení a trabajar". Yo había participado de un casting en Canal 13 para Amigovios . Me fue muy bien, el director me dijo que le había gustado mucho y que, si bien no daba, por mi edad, para ninguno de los personajes, me quería contactar con una representante. Entonces, me empecé a relacionar con esa mujer y me acerqué al bar de la esquina del viejo Canal 9 para entregarle material. Ese día, entré al canal con ella. Allí me vieron y me preguntaron si era actriz y les dije que no, que estaba estudiando; eso es algo que nos pasa a los actores porque tenemos una profesión de la que no te recibís nunca. Justo le iban a hacer un casting a una chica que era conocida de alguien. Iban a preparar un estudio para verla a ella, y esta mujer me dijo: «¿Por qué no preparás algo?». Me puse a escribir un monólogo mientras trabajaba en el supermercado. A la semana o diez días de haber hecho el casting, me llaman del canal para decirme que querían firmar un contrato, que no sabían para qué, pero que Romay había visto el casting y quería que yo trabajara en el canal. Imaginate, en mi familia no entendíamos nada... Me llamaron para entrar en Mujercitas con un personaje que entraba y se iba. Pero se quedó y se transformó en la villana, que después terminó estando tres años al aire en dos novelas distintas [luego de Por siempre mujercitas , en Ricos y famosos ]. Por ese personaje [Carla Lucero] me dieron mi primer Martín Fierro.
–¿Cuáles fueron tus personajes bisagra?
–Me gustó mucho hacer Padre coraje, por el personaje, la historia y por cómo se realizó el programa en general. Personajes bisagras fueron el de Mujercitas y el que lo secunda es el que estoy haciendo ahora. Aquel personaje de Mujercitas me incorporó a un mundo televisivo y a un trabajo que siempre tuvo cierta continuidad. Me da la sensación de que éste también me va a deparar un cambio. La gente tiene un amor profundo por Victoria porque es un ser que tiene todos los valores a flor de piel. Me parece que va a ser una bisagra en mi carrera.
–¿Por qué creés que la gente conectó tanto con esta novela?
–Te voy a decir lo que me contestaron a mí. Yo hice un hang out [encuentro vía webcam], en Telefé.com, en el que algunos fans me hacían preguntas y yo contestaba. Y en un momento les pregunté por qué tienen ese apasionamiento por Dulce amor y por Victoria. Y ellos me dijeron cosas increíbles. Resaltaron el hecho de que es un programa para toda la familia, que siempre se mantuvo fiel a lo que quería transmitirle al público. También destacaron los valores sociales como la amistad, el amor verdadero, el trabajo honesto y la ayuda a los demás que este programa muestra y que la gente, evidentemente, está necesitada de ver y de reconocer que también existen. Me parece que llegó en un momento social en el que la gente también estaba un poco cansada, o ya no tan necesitada, de ver tanta oscuridad en los programas, o tanta violencia.
–¿Te imaginabas que iba a ser exitosa en el prime time ?
–No. Sabíamos que estábamos haciendo un programa que no tenía demasiadas grietas... Lo cambiaron de horario un montón de veces en función de las necesidades de la programación, y la gente se ha quedado hasta la una y media de la mañana viéndolo. Nos sigue sorprendiendo. El otro día Laura Ubfal publicó una encuesta que hicieron en Santiago del Estero para saber por qué tantos bebes se llamaban Marcos y Victoria, y la encuesta daba que era por Dulce amor ... Son fenómenos que suceden a veces.
–Leí una entrevista en la que decías que la química entre vos y Sebastián Estevanez "sucede", ¿a qué atribuís eso y qué lo distingue a él como galán?
–Cómo se da la química entre dos actores es algo inexplicable. Se dio entre nosotros, porque nos sentimos cómodos trabajando, porque nos queremos mucho. Somos dos personas que nacimos en familias de trabajo, que tenemos una mirada muy parecida del medio, el negocio y el laburo... Lo que hace diferente a Sebastián es su carisma. La gente en la calle me dice: «Se nota que es buen tipo...» En el trabajo nos complementamos mucho. Yo soy un tipo de actriz tal vez más estructurada, que se rige más por lo profesional, por lo concreto y Sebas es mucho más improvisador, generador de cosas.
–Tu personaje ahora perdió la memoria, ¿te daba miedo de que eso generara cierta bronca en el público?
–Sabíamos que a la gente le iba a generar algo. Yo también les dije muchas veces a los fans: «Así son las novelas. Cuanto más sufran ahora, más van a disfrutar después. Tengan paciencia». Son también recursos que se van implementando. Tenemos autores que son increíbles.
–Alguna vez dijiste que no tenías ambiciones profesionales, que no corrías una carrera, ¿creés que ésa es una de las claves para disfrutar del oficio actoral?
–Me parece que es una de las claves para disfrutar de la vida que nos toca vivir, cualquiera que sea. Aprendimos a estar todo el tiempo corriendo detrás de una zanahoria y cuando la tenemos, ponemos otra porque necesitamos tener una zanahoria para ir hacia adelante. Eso hace que el presente, que es para mí lo único que existe, deje de tener demasiado sentido... Entonces, la verdad es que no tengo ambiciones profesionales.
–¿Qué proyectos tenés?
–Me llamaron mucho para hacer teatro.Tengo, por supuesto, la idea de seguir en el canal. Me encantaría quedarme. Pero primero me gustaría terminar de grabar y descansar, no sólo físicamente, sino también parar un poco y después ver qué hacer, cuándo y cómo. Trato de no enloquecer, de tomar las decisiones correctas. Tengo la sensación constante de que todo está bien.
–Hablando de no enloquecer, ¿cómo vivís la fama y la popularidad?
–Como lo que es. Es parte de mi trabajo. Forma parte de mi vida, pero no es mi vida. Trato de entender fundamentalmente que yo soy la misma Carina con esta fama o sin esta fama. No me modifica a mí y eso es lo que hace que yo no me vaya ni muy arriba cuando están todos enloquecidos, ni muy abajo cuando nadie te da bola. Tengo la comprensión absoluta de que yo sigo siendo el mismo ser y que, en todo caso, lo que cambia es el panorama, como nos cambia a todos, todo el tiempo.
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