La final de MasterChef que no fue y el enojo de Juan José Campanella
La competencia de cocineros se resolverá la próxima semana
Telefé sirvió anoche uno de los platos de sabor más amargo del menú televisivo reciente. Tuvo gusto a picardía y también a deslealtad. No hubo gusto, sino disgusto a granel por una postergación de la que nadie había hablado hasta ese momento, pero que no hizo más que ratificar que el diccionario televisivo incluye definiciones que sólo la propia TV da por ciertas y el sentido común desmiente. La cocina de la TV está llena de palabras confusas y compromisos incumplidos.
La aguachenta preparación llegó de sorpresa a los televidentes que esperaban, pendientes de la definición de MasterChef Argentina 2015, otra clase de ingredientes, a la altura de un programa que se convirtió en favorito de la audiencia y del prestigio de los cocineros que forman parte del jurado oficial.
Hubo que tragar a la fuerza una comida que no estaba prevista en la carta. Todos imaginaban una sabrosa velada que culminaría con la consagración del segundo ganador local del popularísimo concurso de cocina con visos de reality show, que funciona en todo el mundo con notable repercusión y apertura a todo tipo de variantes. De hecho, el MasterChef Junior, con chicos de entre 8 y 13 años, ya es todo un éxito también en nuestro país. Pero la "gran final" ruidosamente prometida por el canal en todos los días previos a través de sus anuncios institucionales resultó lo más parecido a una salida al restaurante que culmina abruptamente antes del postre, la especialidad de la casa.
Anoche, las redes sociales estallaron de ira cuando Telefé decidió llevar a la próxima semana la definitiva entronación del ganador. La "gran final" de anoche, en verdad, fue el primer capítulo de la instancia definitoria entre los tres candidatos que superaron todas las instancias de eliminación: Martín Matroni, Alejo Lagouarde y Mercedes Elaskar.
A diferencia de 2014, en donde toda la "gran final" transcurrió en una sola emisión, esta vez la tan promocionada final resultó una virtual semifinal que culminó con la eliminación de Mercedes, después de una competencia que tuvo cinco jurados. Dolli Irigoyen y Narda Lepes se sumaron en esta ocasión a Donato de Santis, Christoph Krywonis y Germán Martitegui.
Atentos al desenlace en la cocina de MasterChef, que no estaba siendo emitido en vivo (los golpes de montaje de las secuencias grabadas quedaban a la vista para el ojo más o menos entrenado) pocos televidentes notaron que en la pantalla de Telefé comenzaba a repetirse una y otra vez una placa que anunciaba para las 22.30 de ayer la proyección de un largometraje.
Otra muestra de la falta de rigor del lenguaje televisivo. Telefé podría alegar que el uso de "gran final" no significa necesariamente poner al aire el desenlace de una competencia, como se desprende del uso cotidiano de esa expresión. En estos casos, la TV recurre a otro tipo de frases como "último programa". El manejo ambiguo de las consignas televisivas es recurrente en los canales líderes, que desde hace varios años desprecian olímpicamente el contrato implícito que se establece con el televidente a partir de un respeto elemental a los horarios de comienzo y final de un programa. Pero las necesidades inmediatas resultan tan azarosas que el reloj cambia todo el tiempo y quien ve el programa se transforma en virtual e inmediato rehén, forzado a consumir tiempo que no desea dedicar a la tele porque de otra manera se perdería un programa que nadie sabe a qué hora empieza y a qué hora termina.
El manejo caprichoso del lenguaje es otra variante de esta penosa costumbre televisiva de explotar por todos los medios al televidente cautivo. Y si bien no debería sorprendernos este manejo arbitrario del lenguaje, tampoco podemos dejar de indignarnos por la repetición constante de algunos de los hábitos más tristes del medio. El desprecio por el reloj se repite todos los días, así como las tandas interminables en el final de cada episodio de ficción sólo porque hace mucho que la TV abierta dejó de respetar lo que se aplica en todas partes: bloques y tandas funcionando en forma armónica y proporcionada.
No tengo idea por qué no va "Entre Caníbales" hoy.&— Juan José Campanella (@juancampanella) August 20, 2015
Campanella, enojado. Hablando de indignados, pocos mostraron ese estado de ánimo con más claridad que Juan José Campanella , el máximo responsable de Entre Caníbales, otra víctima de las maniobras de programación que dispuso anoche Telefé. "No tengo idea por qué no va Entre caníbales hoy", escribió Campanella en su cuenta de Twitter poco después de las 22.30. Y en un mensaje siguiente, pocos minutos después, agregó: "Es probable que se pensara que podía estirarse la final de MasterChef. Preferimos no salir, que salir a las 12. Pero no sé si fue eso". ¿Las autoridades de Telefé no le dieron explicaciones ni siquiera al responsable de uno de los programas de mayor nivel de producción del canal?¿Qué podría esperarse del televidente anónimo que salió anoche, enojadísimo, en busca de motivos que jamás se explicitaron para semejante cambio de programación?
La única verdad es que la final entre los "archienemigos" Martín y Alejo tendrá lugar el miércoles próximo. ¿Picardía? ¿Deslealtad? Hubo algo de ambas en uno de los platos más aguachentos servido por la TV en los últimos tiempos. Anoche hubo indigestión masiva entre los seguidores de MasterChef Argentina.
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