La final de Gran Hermano, por dentro: de los besos, las bromas de Alfa y el baile inesperado de Ariel a todo lo que no se vio en TV
LA NACION estuvo en los estudios de Martínez en la última gala del reality; los participantes se mostraron muy emocionados con todo lo que estaba pasando y el público presente también fue protagonista anoche
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Anoche, las 22:30, Santiago del Moro dio comienzo a la esperada final de Gran Hermano. En un emisión en la que primaron las lágrimas y la emoción, Marcos se coronó como el ganador de la edición 2022 del popular reality. Mientras la televisión ponía el acento en el trío de protagonistas, Julieta Poggio, Nacho Castañares y Marcos Ginocchio, también hubo momentos que no llegaron a la pantalla. Y LA NACIÓN tuvo la oportunidad de vivir esta gala desde adentro, a lo largo de una velada que atravesó no solo a los finalistas, sino también a los fans y a todos los hermanitos que formaron parte de este Gran Hermano.
¿Dónde está Santiago del Moro?
En el estudio se ultimaban todos los detalles para salir al aire y una voz a través de los parlantes exclamaba: “¡Vamos en diez minutos!”. El clima de expectativa y entusiasmo se palpaba a través de los cantos de las tribunas. Por un lado, la familia y los fans de Marcos, por otro los de Julieta, y un poco más allá los de Nacho. Con arengas de todo tipo, cada hinchada gritaba el nombre de su hermanito preferido. Eran cantos en tono de juego, que no buscaban agredir al contrincante sino celebrar el paso que cada uno de esos finalistas había tenido por la casa. El padre de Nacho, Rodo, saltaba y vitoreaba el nombre de su hijo mientras la madre de Julieta y los padres de Marcos hacían lo mismo por su elegido. Así el estudio iba calentando motores, de cara a una final que prometía todo tipo de sentimientos.
A escasos metros de las hinchadas, poco a poco iban tomando su lugar los hermanitos eliminados. Era su momento de lucirse frente al público presente y así se convirtieron en showmans impensados Alfa, que se puso a jugar a ser camarógrafo, o Ariel, que en el centro del estudio se ocupaba de distraer a la gente con un simpático baile mientras le gritaban: “¡Big Ari!”. Todos ocupaban sus sillas, menos una figura clave que brillaba por su ausencia. El comienzo de la emisión se acercaba, los panelistas se acomodaban, pero Santiago del Moro no aparecía. Como una estrella que a través de su ausencia preserva su mística, el conductor esperó a las 22:30 para saludar al público y hacer su gran entrada. Con la misma ductilidad que se aprecia en pantalla, Del Moro supo llevar al público desde el primer minuto proponiendo momentos de grandes ovaciones y otros de mayor intimidad, pero siempre muy atento al pulso de lo que se veía delante y detrás de la cámara.
El abrazo de Coti y Julieta
En una de las galas de la semana pasada, Coti se refería a la importancia de saber diferenciar entre el juego y la vida real y cómo “las traiciones” en el marco del reality no tenían por qué interferir en posibles amistades afuera de la casa. De una u otra manera, ese mensaje fue el que pareció predominar en el estudio de Telefe anoche. Porque si bien entre los hermanitos hay grupos y algunos mantienen lazos más estrechos, el sentimiento de compañerismo fue evidente en cada gesto que había entre ellos, en cada abrazo o en las palabras de contención que aparecían en las tandas publicitarias. Aunque durante el juego hubo varios enfrentamientos, a lo largo de la final se notaba que todo eso había quedado en el pasado.
Dejando de lado viejas peleas, Romina y Alfa charlaron animadamente y ella lo acompañó mientras él no podía contener las lágrimas frente a los clips que resumían los mejores momentos de la casa. En este mismo sentido, Coti recibía con un profundo abrazo a Julieta, luego de que ella se coronara como la dueña del tercer puesto. Incluso Romina y Camila, que protagonizaron momentos de gran tensión, charlaron entre risas durante los descansos de la transmisión. Claramente, para todos los hermanitos ayer no fue una noche más y todos se mostraron conciliadores y dispuestos a que las peleas quedaran dentro de la casa de Martínez y no fuera de ella.
Los romances sobreviven
Mientras los enfrentamientos quedaron dentro de la pantalla, los romances se mostraron perdurables. Las parejas que se formaron durante el juego estuvieron muy presentes en la emisión de la final. Antes de entrar al estudio, Daniela y Thiago se mostraban cómplices, se saludaban con piquitos y dejaban entrever que un posible noviazgo seguía más que vivo en el afuera. Bastaba estar cerca de ambos para comprobar que durante las dos horas de transmisión fueron pocas las veces que no estuvieron de la mano.
Mucho más expresivos en su amor fueron Maxi y Tini, quienes eligieron sentarse juntos y en todo momento era posible verlos compartiendo caricias que contenían la profunda emoción de la noche. Por último, Coti y el Cone también estuvieron muy pegados y mientras él la fotografiaba (probablemente para alguna campaña de Instagram), ella aprovechaba las tandas para emprolijar el look de su pareja.
El amor sobrevivió a la casa, pero quien más sufrió durante toda la noche fue sin lugar a dudas La Tora. El primero de los informes alcanzó para que ella comenzara a abanicarse con las manos intentando ocultar esas lágrimas que amenazaban con correrle el maquillaje. Pero todo intento fue inútil. Lucila no podía evitar emocionarse con cada aparición de Nacho en pantalla y cuando él llegó al estudio, ella esperó el momento oportuno para besarlo y festejar así su merecido segundo puesto. Otra pareja que celebró su reencuentro durante la final fue la de Julieta y Lucca, que pudieron acercarse y charlar con mucha emoción, en los pocos minutos que la hermanita tuvo de respiro en uno de los cortes publicitarios.
Fin de fiesta
En los minutos finales de la emisión, se percibían en el aire dos festejos en simultáneo. Por un lado, y atentos a celulares que mostraba el rating en tiempo real, algunas miradas festejaban con discreción los números que dejaba una final que había superado todas las expectativas. En una vereda paralela, aunque no tan atentos al rating, los hermanitos celebraban al salteño entre cantos y bailes. Agustín, uno de los que más arengaba al público para que gritara por Marcos, rompió en llanto ante la victoria de su gran amigo y aliado, y Ariel y Mora se acercaron para contener sus lágrimas. Nacho también se emocionaba y todos los jugadores se fundieron en un abrazo grupal con el que recibieron a Marcos cuando él entró al estudio.
Los últimos momentos televisados fueron concisos y mostraron la felicidad de Marcos. Pero la esencia de ese grupo dio paso cuando las cámaras se apagaron. A partir de ese momento se respiró el clima de un viaje de egresados que llegaba a su agridulce cierre. Los enfrentamientos quedaron en el pasado y anoche fue todo emoción y alegría.
Pasada la medianoche, Santiago del Moro cerró las puerta del reality y el estudio comenzó a ser despejado por los responsables de seguridad, quienes intentaban (con relativo éxito) frenar a los fans que querían una selfie con su participante preferido. Mientras el público se retiraba, los jugadores en el centro del escenario entonaban “quédate, que la casa sin ti duele”. Esta vez esa canción no era para despedir a un hermanito sino que servía para decirle adiós a una experiencia única, que seguramente marcó a fuego el futuro de todos y cada uno de ellos.
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