En Educando a Nina, Griselda Siciliani vive dos vidas distintas con un mismo propósito: enamorar al público
La actriz vuelve a la TV con esta comedia de enredos que Telefé estrena esta noche, y en la que compone a dos hermanas gemelas, separadas al nacer
"Nina", le gritan cuando pasa rápido por el patio de la pensión en el que hace un rato trató de evitar los abrazos de su novio y esquivó las miradas mezquinas de su suegra. Ella se frena. Los mira, toma aire y, sin acercarse demasiado, abre la boca. "Hola, chicos. Me tengo que ir. Les deseo lo mejor, aunque sean pobres". Con la mano en la cintura y la nariz sobrehumanamente respingada, para desilusión de los que esperaban encontrarse con la dulce y familiar Nina, apareció la insoportable y desagradable Mara. Que se aleja rápido. No sea cuestión de que se le pegue algo del cuarteto o de los brillos y las risas de la banda del barrio.
Así, con personalidad dividida y confusiones varias, transcurren los días de Griselda Siciliani desde que empezó a grabar Educando a Nina , la nueva tira que comienza mañana, a las 21.30, por Telefé. Allí, la actriz pasa de ser Nina, corista de la banda de música de su novio El Bicho (Nicolás Furtado), de soñar con una carrera como solista y compartir el cuarto y las ilusiones con su mejor amiga Susy (Jorgelina Aruzzi) a los desplantes y las maldades de Mara, la malcriada hija del empresario Manuel Brunetta (Juan Leyrado).
Los caminos de una y otra, gemelas idénticas separadas al nacer, se cruzarán cuando la irresponsable Mara quede detenida en España y para evitar el derrumbe de su imperio editorial, el millonario contrate a Nina para reemplazarla. Aunque primero, claro, tendrá que intentar domar su impulsividad -ardua tarea a cargo de Patricio (Diego Ramos)-, y ocultar su amabilidad, un rasgo del que Mara carece por completo. Es que no hay lugar en el mundo de la it girl para pensar más que en vestidos, chismes y el próximo viaje con su novio Antonio (Rafael Ferro) que tendrá misterio familiar propio. Su hermano, Renzo (Esteban Lamothe), estuvo varios años en coma y cuando despierte no sólo sufrirá de amnesia si no que se encontrará con Mara, la peor cuñada del mundo. Hasta que empiece a gustarle, sin saber que en realidad se trata de Nina, la gemela buena.
"Interpretar dos personajes me permite hacer algo que suele tocarle sólo a los actores de reparto. Al no tener la responsabilidad de contar la historia, de tener una coherencia interna en la línea dramática podés delirar mucho más. Y yo acá lo puedo hacer con Mara. Cuando sos la protagonista de un programa, y es hermoso ser la protagonista de un programa, hay muchas cosas que no podés hacer", dice Siciliani en el justo medio en que deja de ser Nina -salen la peluca, el maquillaje recargado, la pollera de jean al cuerpo-, para empezar a ser Mara -entran el vestido de diseñador, los colores perfectamente combinados, los tacos exactos para completar el conjunto-. De todos modos, ambas conviven en ella. Como se ocupan de informar los cartelitos de "Nina" y "Mara" pegados en la puerta del camarín que comparten.
"Siempre me acuerdo que en Sos mi vida o Sin código, como tenía personajes pequeños podía hacer lo que se me ocurriera porque nada de lo mío modificaba el desarrollo del programa. No le importaba a nadie lo que yo decía. El otro día veía en el canal Volver mis escenas con Pablo Cedrón de Sos mi vida. Eran disparates atómicos que nunca más pude intentar. Lo que me pasa ahora es que tengo todo. ¿Soy la heroína? Sí, soy la heroína. ¿Soy la villana? Sí, también soy la villana. Le donaría un órgano a Seba. Si un día necesita un riñón...", exagera la actriz al hablar de Sebastián Ortega, responsable de Underground y quien la convenció de volver a la TV después de un período en el que su prioridad fue pasar el mayor tiempo posible con su hija.
"Me dediqué completamente a ella, hice los espectáculos con Carlitos [Casella], pero eran una vez por semana. Para mi nivel de trabajo eso es muy poco. Durante un tiempo no hice tele ni teatro comercial. Nada que me alejara mucho de mi casa. Y ahora me rajé. Me hice la canchera y dije que lo iba a poder soportar y hasta el momento voy bien. Es duro de golpe salir a trabajar. Al mismo tiempo tengo que asumir que me encanta. Me encanta mi trabajo y estar acá haciéndolo. Trato de transmitírselo a mi hija. Que está bueno salir a hacer algo que me gusta tanto. Tiene casi cuatro años. Debe haber pensado: «Ya hablé con Ortega. Te conseguí un laburo»", se ríe Siciliani imaginando a su nena más que dispuesta a que mamá fuera a hacer lo suyo a un canal de TV. Aunque no fuera en el que dirige papá Adrián Suar ni en Pol-ka, su productora.
"La verdad es que ambas tenemos que acostumbrarnos a vernos menos. A mí me cuesta más que a ella, me parece. Pero también tengo que ser honesta conmigo misma: esto me encanta", insiste la actriz . Y es comprensible su pasión. Ortega y su socio, Pablo Culell, crearon el programa con ella en mente y los autores Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes y Alejandro Quesada parecen haber estudiado todos los personajes que hizo antes para construirle el mejor posible. Y por partida doble.
"Mara al principio no es tanto la villana, pero se va a ir convirtiendo en eso. La historia la llevará por ese lado. Siempre con esa personalidad desagradable, racista e inmunda. Porque es inmunda, pero es tan inmunda que es adorable. Es inimputable", arriesga Siciliani pero enseguida se acuerda de que en realidad la historia se pone en marcha justamente porque Mara no es tan inimputable ni poderosa como ella se cree y porque, más allá de sus ínfulas, terminará presa en España compartiendo celda con Milagros, una tatuadora mexicana que interpretará Mey Scapola.
Clásica y moderna
"Hay algo de telenovela clásica en la trama con las hermanas separadas al nacer y el padre que no es el padre. Lo lindo de esta tira es que el relato es de tremendo culebrón mexicano pero atravesado por la comedia, por el disparate. Todo el tiempo pasan cosas: las dos hermanas que no se conocen, que se cruzan, Nina que se enamora de uno que cree que es otra que odia y ella que no le puede decir la verdad. El que Nina cree que es su padre es su tío y Mara no sabe que quien cree que es su padre adoptivo es en realidad su padre biológico. Hay de todo para seguir la trama. Y en el centro, la historia de amor. Que es hermosa, bien de comedia romántica", detalla Siciliani que hasta hace un rato, como Nina, jugaba una escena en la que se empezaba a notar la distancia con el Bicho, su novio de siempre, y otra, como Nina haciendo de Mara, en la que se empezaba a notar su enganche con Renzo, el amor imposible.
"Ésta es una comedia disparatada, pero cuando Renzo y Nina se cruzan...estrellitas de colores. La comedia romántica es un género precioso y lo tenemos que tratar con respeto. Porque en el encuentro de la heroína y el galán tiene que pasar algo, esa química que si no está no hay forma de que se refleje en pantalla. También hay que cumplir con las convenciones de la comedia romántica. En el primer capítulo ellos se encuentran accidentalmente, se miran a los ojos y listo: se enamoraron. Y hay que creerse eso, porque si no te lo crees vos, no lo podés actuar. Creo que esta vez lo logramos", dice Siciliani y, porque todos los caminos empiezan y terminan en el mismo lugar, el certificado del trabajo bien hecho lo consiguió de quién realmente importa.
"Mi hijita tiene menos de cuatro años y cuando mira ese encuentro en las promociones del programa me dice: «Me gusta cuando se enamoran». Para ella la mirada y el «chau» que nos decimos es definitiva señal de que hay amor. Y no ve a la mamá y al papá de Luisito. Ve a Nina y a Renzo. Se lo creyó", explica Griselda con orgullo y ya se imagina mirando la ficción junto a su hija. Por placer y por trabajo, claro.
"Necesito ver el programa que hago. No puedo grabar un ciclo y no saber cómo quedó. Es importante porque vos podés saber lo que estás haciendo pero hay mucho trabajo de postproducción y una impronta que le da el canal y yo tengo que seguir en esa línea. No podés ir sola como un extraterrestre. Te cebás también al mirar a los compañeros cuando enganchás escenas que no viste cuando se grabaron. Para mí, como protagonista, el programa hay que verlo. No hay otra. Al protagonista que no ve su programa, no lo entiendo. Soy tajante. Es un desamor hacer un programa y no verlo. Que es todo lo contrario de lo que está pasando acá. Acá todo es puro amor", cierra Siciliani y como dice ella: estrellitas de colores.
Otras noticias de Griselda Siciliani
Más leídas de Espectáculos
En Nueva York. Mafalda, invitada especial en la gala de los Emmy Internacional, cumplirá uno de sus grandes sueños
“Eternamente agradecido”. Gastón Pauls reveló el rol que cumplió Marcela Kloosterboer en su recuperación de las adicciones
Elogios, abrazos y un “piquito”. El celebrado reencuentro de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, a 27 años del estreno de Titanic
“All in”. El primer posteo de Colapinto en medio de su affaire con la China Suárez