La despedida de E.R., el final de una época
Hace algo más de diez años, desde un libro que ejerció en su momento una gran influencia entre los estudiosos de los fenómenos televisivos y de la cultura popular en el mundo anglosajón, el docente e investigador norteamericano Robert J. Thompson hilvanó su caracterización de la "segunda era dorada" de la televisión como un camino desarrollado entre dos series. El punto de partida era El precio del deber ( Hill Street Blues ) y el de llegada, E. R .
Hoy son muchos los que siguen dándole la razón a Thompson mientras comienzan a añorar lo que ya es historia desde el 2 de abril último. Ese día, una excepcional audiencia de casi 16 millones y medio de personas siguió en los Estados Unidos y Canadá el capítulo doble con el que se cerró un ciclo de 15 temporadas, 331 episodios y la impresionante marca de 122 nominaciones al Emmy. E. R . se despidió superando el récord de espectadores para un final de serie dramática, que estaba en poder de Reportera del crimen y se remitía a 1996. Ir tan lejos fortalece la sensación de que estamos, televisivamente hablando, quizás ante un final de época. Seguramente menos comentado a primera vista en comparación con lo que ocurrió en el terreno de la comedia de situaciones con la despedida de Friends y Seinfeld , pero igualmente significativo.
Rebautizado entre nosotros E. R. Emergencias , la serie que pasó por la televisión abierta argentina a través de Telefé y hoy sigue emitiéndose a través de Warner está lejos de ser considerada como un contundente ejercicio innovador sólo en el ámbito de los siempre atractivos dramas ambientados en el mundo de la medicina. Hay aquí una longeva tradición representada en nombres ilustres como Robert Young ( Marcus Welby ), Richard Chamberlain (el doctor Kildare), Vince Edwards ( Ben Casey) y Chad Everett (el doctor Joe Gannon, protagonista de Centro médico ). Toda esa historia se cerró hace mucho tiempo y hablaba ante todo de situaciones ligadas al compromiso moral de los profesionales y las lecciones de vida que podía deparar la relación entre aquéllos y sus pacientes.
Ese vínculo, preferentemente elaborado en términos dramáticos con un propósito aleccionador, no corre más a partir de las nuevas reglas impuestas por E. R . Como señaló agudamente el crítico canadiense Alex Strachan, la serie que acaba de despedirse estaba definida por otra clase de atributos. Al verla, sostiene, estamos dentro de un mundo áspero, realista, urgente, caótico. Y sus protagonistas son personas por lo general valerosas, responsables, conscientes de su deber y del lugar que ocupan, pero también cargadas de vacilaciones y debilidades, potenciadas por el hecho de trabajar dentro de un espacio expuesto como ningún otro a las manifestaciones extremas: una unidad de emergencias.
La fortaleza de E. R. hizo que se perdiera en el olvido otro drama médico casi contemporáneo como Chicago Hope . Y sin una presencia tan magnética, difícilmente podríamos entender la aparición en este mismo terreno de programas como Grey´s Anatomy.
La línea que se extiende desde El precio del deber hasta E. R. marca la consolidación de dos tendencias. Por un lado, aquella que trabaja en términos dramáticos el desarrollo de varios personajes fijos dentro de un mismo escenario en combinación con tramas independientes que varían según cada capítulo. Y, por otro, el avance hacia una televisión menos artificiosa y con más puntos de conexión con la realidad.
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