La caída: un primer episodio que supo presentar una atrapante tragedia familiar
"Estamos siempre pegados", dice Horario Feinn. El hombre se refiere a su familia compuesta por su esposa Sara, sus hijos Andrea, Sebastián, Miranda y Pedro y también a su suegra Susana y a su yerno Jorge. Un combo tóxico que se vuelve explosivo cuando Feinn descubre que su suegra es también su madre biológica, la mujer que lo abandonó cuando era un recién nacido.
Con ese cimbronazo comenzó La caída, la nueva serie que emite la Televisión Pública, escrita por Viriginia Martinez y Mario Segade, quien también dirigió los nueve episodios que se verán todos los martes en el horario que hasta ayer ocupaba El marginal y que anoche consiguió un promedio de rating de 3,6 puntos.
Claro que aunque la tremenda revelación –resuelta en una incómoda y fascinante escena jugada con habilidad por Juan Leyrado como Feinn y Jorge Suárez en el papel del investigador que resolvió el misterio de su origen–, cambia todo para el protagonista y los suyos incluyendo no solo su dinámica familiar sino también la profesional, lo cierto es que también sirve para que salgan a la luz los vínculos enredados y dañinos que hay entre ellos.
A saber: mamá Sara, interpretada por una magnífica Claudia Lapacó, ama a su marido y a sus hijos pero la tarea de cuidar de todos ellos como si fuera una maestra de jardín de infantes la desgasta. Tal es su cansancio emocional que depende de las pastillas (en apenas una escena demuestra ser una experta en los más recientes psicofármacos), para su bienestar y ni siquiera esa tranquilidad química le dura cuando Miranda (María Abadi) regresa a la casa familiar junto a su pequeño hijo después de la última pelea–de muchas–, con su pareja. Esa vuelta provoca inquietud porque la presencia de Miranda parece desequilibrar la armonía que Sara logró con Sebi, el hijo con síndrome de down. Que su madre, interpretada por Nelly Prince con deliciosa malicia, aporte críticas y desprecios constantes a todo lo que hace tampoco ayuda mucho.
Por otro lado, están Andrea (Julieta Díaz) y Jorge (Gabriel Corrado), la hija mayor de la familia y su marido, ambos empleados del colegio fundado por Susana y del que Horacio ya había decidido jubilarse para dejarlo en manos de la pareja. Pero claro, ocurre el desastre, y lo primero que se cae es el pase de mando. Para desesperación de los supuestos herederos. "Hace dos años que Jorge está esperando la dirección de la escuela. Dejamos la vida acá con Jorge", estalla el personaje de Díaz, una mujer que en un llamado telefónico siente que la vida que planificó no sólo no se va a concretar sino que, tal vez, no tenga demasiado sentido. Jorge maneja la traición de Feinn que llama a uno de sus discípulos –interpretado por Nicolás Pauls–, para que lo reemplace, de manera mucho menos transparente.
Corrado consigue pintarlo como uno de esos hombres aparentemente grises, resignados a aceptar lo que les toque en suerte, pero que en realidad esconden una ambición galopante. Lo que Jorge será capaz de hacer para conseguir lo que quiere se perfila como una de las más entretenidas líneas narrativas de La caída. Que tiene varias. Especialmente porque a juzgar por el primer episodio Martínez y Segado lograron, con la ayuda de un elenco impecable, la compleja tarea de acercar a sus personajes al abismo y a partir de allí armaron una puesta en escena equilibrada entre la desesperación y el absurdo que genera toda la situación, entre el drama y el humor que provoca la revelación de un secreto que lo cambia todo.
Las entrevistas a los protagonistas
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