La apasionante virtud de poder transformarse en otra persona
El ascendente Lautaro Delgado encarna a una heroína trans en TV, a un ser conflictuado en la obra Tribus y al ex esposo de Gilda, en la película
Suele comparar la actuación con la electrónica. Le gustan tanto los motores como los LED y, en ese armado, encuentra la semejanza con la labor del actor: construir personajes y mundos que se interconectan, que fluyen, que se retroalimentan. En otras palabras, construir circuitos.
Repasar los últimos trabajos de Lautaro Delgado es hacer una lista de interpretaciones muy diversas: en Gilda, la película, interpreta a Raúl, esposo de la cantante. En Tribus, la obra de de Nina Raine que dirige Claudio Tolcachir en Timbre 4, su personaje sufre alucinaciones auditivas. En Kryptonita, la película dirigida por Nicanor Loreti y basada en la novela homónima de Leonardo Oyola, encarna a Lady Di, la mujer maravilla del conurbano. Y ahora, los miércoles, a las 22.30 (con repetición los domingos, a las 22), y por la señal Space, vuelve a encarnar a ese personaje que le valió un Cóndor de Plata en Nafta Súper, spin off de la película, que termina cuando la banda decide separarse por cuestiones de supervivencia. "La serie se sitúa diez meses después, cuando vuelven a encontrarse porque la vida de cada uno corre peligro", cuenta Delgado. Al igual que Kryptonita, los ochos capítulos de Nafta Súper transcurren en una sola noche.
-Se había pensado otro personaje para vos. ¿Por qué quisiste ser Lady Di?
-Era un mundo que nunca había tenido la suerte de atravesar y no sentí para nada idiota la mirada sobre la identidad transgénero. El guión como discurso no es para nada heteronormativo, y me parece muy valioso no colocar a la persona trans desde un lugar lleno de prejuicio y desconocimiento. En la banda ella es ella. No hay una diferenciación. Encarna al espíritu maternal y guerrero del grupo.
Delgado habla con el mismo amor de sus personajes y de su profesión. "Cada personaje que elijo, que me elige y que me eligen para interpretar es siempre muy querido. Creo que cada uno es una entidad, una singularidad. Me gusta imaginármelos como sueltos por la vida, porque creo que pueden andar por ahí sin mí". Cada creación lo obliga a aprender y entrar en mundos diferentes. Para Nafta Súper, por ejemplo, entrenó durante tres meses con un maestro de sipalki para poder dominar el látigo. En el perchero de su casa el látigo descansa, quizás esperando a una nueva aventura de Lady Di.
Dos cosas parecen importarle más que el resto: los equipos de trabajo y la historia a contar. "Cuando te llega un guión, es como si los personajes te llamaran. La historia te convoca. Hay algo distinto que vos tenés para aportar a ese mundo. Por eso me encantan el cine, el teatro y la televisión. Son procesos muy diferentes y todos me apasionan. No importa el formato, lo que importa es lo que estás contando y el grupo de trabajo. Importa la historia que estás narrando y lo que estás dejando para otros".
-En Gilda interpretás a una persona que existe en la realidad. ¿Qué cambia al construir el personaje?
-Tengo una referencia más para crear un personaje, pero no deja de ser eso, un personaje. Me junté con Fabricio, el hijo de Gilda, a hablar sobre él. De todos modos, yo no tenía el peso de la mímesis, de parecerme a alguien, como Natalia (Oreiro). Mi Raúl no se parece en nada con el Raúl de la vida real. Conocer a la persona en la que fue inspirado el guión te puede ayudar a entender por qué tomó ciertas decisiones y captar su energía.
Resulta difícil pensar que alguien tan apasionado por su carrera alguna vez haya dejado de actuar por un año, después de haber trabajado en tiras televisivas como Verano del 98 y Campeones. "Fue mi forma de descubrir otras cosas. Hay algo de salirte del camino que te hace conocer otros lados de lo mismo, de ese mismo objeto a examinar, que me parece muy interesante. Estudié cine, volví a la música. No fue una pelea con la profesión, fue una forma de reencontrarme con la actuación. También estudié dramaturgia en la carrera que dirige Mauricio Kartun. Él a veces me pregunta si escribí una obra, o si voy a hacerlo. Siempre le digo que soy mejor actor por haber estudiado dramaturgia". Delgado hace otra comparación: la actuación con el boxeo, deporte que practica. Dice que los boxeadores profesionales pelean sólo dos veces por año porque los golpes dejan marcas. "Los personajes dejan marcas, pero de las lindas", dice. En el espectador, también.
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