La 1-5/18: Bruno y un momento muy especial con su padre

Bruno (Gonzalo Heredia) cada vez afianza más su lugar en el barrio de “La 1-5/18″, aunque eso le signifique despedirse de algunos afectos. Tras una fuerte discusión familiar, recibe a Gina (Ángela Leiva), quien -en un sincero mano a mano- le reconoce: “El viejo siempre te extrañó, yo me daba cuenta y me moría de celos”. Bruno se emociona con esas palabras, pero cortando la emotividad, la joven le advierte que no debe provocarle ningún disgusto a don Luis (Patricio Contreras).

En medio de esa revuelta de sentimientos en la vida de Bruno, su novia le asegura que ya no puede vivir más en el barrio, porque ahí no se siente segura. Frente a esa situación, él decide despedirla y la acompaña a que se tome un micro para volver a su hogar. Una vez concluido ese paso, Bruno va a visitar a su padre y, con un emotivo abrazo, dejan atrás las diferencias del pasado.

Mientras tanto, Rita (Lali González) se acerca cada vez más a Matías (Balthazar Murillo) y, en consecuencia, a su padre Sebastián (Luciano Cáceres). El joven se escapa de su casa para ir al barrio a ver una batalla de free style, lo que provoca el enojo de su madre y deriva en que ambas mujeres protagonicen un momento de mucha tensión.

Sebastián procura que ese conflicto familiar no llegue a mayores y, muy contento con cómo Rita cuida del adolescente, decide proponerle que vaya a trabajar a su casa durante dos semanas para colaborar con las tareas domésticas. Ella se emociona profundamente: eso implica estar más cerca de ese hijo al que no pudo criar. Sin embargo, el que no está nada contento con esa situación es Lautaro (Nico García), que ve con muy malos ojos el vínculo que parece nacer entre su esposa y el médico.

Muy concentrado en sus tareas lejos del barrio, el padre Lorenzo (Esteban Lamothe) no cree que sea posible regresar a ese lugar que tanto quiere. Absorbido por esas nuevas responsabilidades, se sorprende cuando recibe la visita de Lola (Agustina Cherri), quien fue a buscarlo para insistir en su vuelta, pero -al ver que el sacerdote está haciendo una gran carrera que podría llevarlo al Vaticano- prefiere no decirle nada.

Pese a no contar con la ayuda del religioso, Lola decide llevar adelante las tareas de reconstrucción del galpón, aunque eso le signifique enfrentarse a algunos delincuentes, quienes tienen planes muy distintos para ese lugar.

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