Homecoming es una mezcla hipnótica de la vieja y la nueva escuela. Está protagonizada por Julia Roberts, una de las últimas estrellas de cine con e mayúscula, que proviene de una época en la que era impensable para alguien como ella hacer televisión. Está dirigida por Sam Esmail, el creador de Mr. Robot, a partir de la adaptación de un podcast. Algunas partes tienen lugar dentro de unos años, pero es un futuro sorprendentemente poco tecnológico. Es el futuro y el pasado a la vez, y es un placer ver cómo se mezclan.
Roberts interpreta a Heidi Bergman, una psicóloga que trabaja en Homecoming, un instituto que lleva adelante un tratamiento experimental diseñado para la reinserción social de veteranos de guerra con estrés postraumático. Unos cuatro años después, está trabajando de mesera, deprimida y no recuerda mucho sobre su antiguo trabajo. ¿Cómo llegó ella de un punto a otro? ¿Cuánto recuerda de su pasado realmente? ¿Acaso el astuto jefe corporativo de Heidi, Colin (Bobby Cannavale, brillante), le hizo algo? ¿Y qué pasó con su paciente favorito, el encantador Walter Cruz (el vulnerable Stephan James)? Estos misterios y más se desarrollan de forma cuidadosa y atractiva en episodios de alrededor de media hora.
Esmail consigue que Roberts controle su imponente presencia, aunque se sirve de esa icónica sonrisa de manera estratégica y potente. Esta es Julia Roberts, la actriz, en primer lugar, y da una performance precisa y modulada. O dos, mejor dicho, dado que Heidi, la camarera, parece ser bastante diferente a Heidi, la terapeuta. Roberts y James tienen química de sobra, lo cual es crucial para esas escenas de suspenso que consisten solo en ellos dos sentados hablando.
Esmail deja a un lado los encuadres inesperados de Mr. Robot por composiciones clásicas en las escenas que transcurren en las instalaciones de Homecoming. La línea de tiempo futura se presenta como un video vertical, con barras negras a la derecha e izquierda de la pantalla. Esto puede llegar a distraer ocasionalmente, pero la razón de esa elección hace que el recurso valga la pena.
Los límites entre la actuación para cine y para televisión se han borrado, pero todavía hay formas en las que una performance puede ser demasiado grande o pequeña para un medio u otro. Roberts se para justo donde Homecoming la necesita. Resulta que también es perfecta para la pantalla chica.
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