Judd Apatow y la querida Freaks and Geeks
La serie de culto sigue sumando fanáticos y su creador ahora repasa su vida previa al ciclo que le dio fama, prestigio y una cuenta bancaria en expansión
"He estado completamente obsesionado con la comedia por más tiempo del que puedo recordar", reza Judd Apatow al comienzo de su reciente libro Sick in the Head (que aún no tiene edición en español pero se puede conseguir en inglés, versión papel y para e-readers). Luego, página tras página, nombres inexorables de la comedia se sientan a conversar con el autor sobre el género: Adam Sandler, Jimmy Fallon, Lena Dunham, Chris Rock, Jim Carrey, Ben Stiller y tantos otros, más los que promete para un segundo volumen. No es difícil imaginárselo adolescente, hablando de manera apasionada sobre los clubes de comedia, la renovación del género y sus nuevas estrellas, ni pensar en un jovencísimo Apatow haciendo un programa de radio de escuela secundaria para lograr acercarse un poco más a todo ese mundo que admiraba.
El libro comienza con una entrevista a Jerry Seinfeld que data del año 1983 y, a partir de allí, es imposible dejar de sentir que iba a ser él y no otro quien accione los botones para ese big bang de la comedia contemporánea que fue la serie Freaks and Geeks.
Durante una temporada que quedó corta para todo lo que podía dar el show, la escuela fue la zona común para los dos grupos que promete el nombre de la serie: el del los geeks y el de los freaks. Curiosamente, otro ficticio McKinley High había sido antes el colegio de The Wonder Years y luego sería, ni más ni menos, el de Glee –que tal vez hoy no sea una serie de culto como la de Apatow y Paul Feig pero, ciertamente, hay que darle algo de crédito en lo que a renovación del género se refiere–. Losers de todo tipo y factor han caminado por aquellos pasillos aterradores nada fáciles de recorrer con gracia y donde sucede de: lockers pintados, empujones, bullys varios, miradas de amor efervescente que no siempre se topan con el destinatario y hasta algún protagonista desnudo a la carrera.
HAY EQUIPO
La historia comienza con dos hermanos: Lindsay y Sam Weir. Desesperanzada por la muerte de su abuela, la destacada mateatleta se empieza a juntar con los grandotes que habitan el patio, se escapan de clase y patean calabazas en Halloween. Así, a fuerza de dificultades varias, la ex integrante del equipo de matemáticas, se mete en el grupo de los freaks. Esta joven que no encaja del todo en ningún lugar y recorre la escuela con la campera militar de su padre fue interpretada por Linda Cardellini, quien trabajaría más tarde en películas como Los Vengadores: Era de Ultron o Scooby Doo (allí haría de Velma), y en series como Mad Men, donde se puso en la piel de Sylvia Rosen, vecina y amante de Don Draper. Sus compañeros de aventura, prácticamente debutantes en la serie que los juntó en 1999, conforman hoy un verdadero dream team: Seth Rogen, James Franco y Jason Segel, quien aquí interpreta lo que podría funcionar perfectamente como la versión escolar de los personajes que encarnó en How I Met Your Mother, Forgetting Sarah Marshall e incluso su Gary de Los Muppets.
El lado de los geeks explota a borbotones de referencias al cine y a la televisión. Son la ternura y la ingenuidad de los tres personajes más junior algunos de los rasgos más preciados del show. El menor de los Weir (John Francos Daley, Bones), junto a Neal y Bill (Samm Levine y Martin Starr), son el objetivo de despreciables bullys a los que ni vale la pena comprender. Ellos van siempre por el bien, admiran chicas (casi) imposibles y se escudan fuera del colegio en un universo con sábanas de Star Wars, juegos de química y un conocimiento que pocos comparten acerca de las ficciones de las pantallas grande y chica. Cada jornada escolar es un reto y tal es así que, por ejemplo, cuando el personaje de James Franco les presta una película prohibida para que entiendan un poco más sobre el cuerpo femenino, quedan absolutamente perturbados y cacheteados durante un tiempo. Para ellos, a pesar de que a veces reciban alguna ayuda, hay mucho de todo ese mundo nuevo que sencillamente es demasiado.
NI UNA SOLA VICTORIA
Ni porristas, ni deportistas, los personajes concebidos por Paul Feig y Judd Apatow nunca fueron de los que ganaban, sino más bien de los que se desplazaban sin demasiado glamour por un panorama de varias derrotas.
Y, claro, el final de la serie tampoco los encontró demasiado preparados. El programa no pudo lograr una segunda temporada y más de una historia quedó pidiendo pista para episodios que nunca llegaron. En 2014 fue Seth Rogen el que tuvo algo así como una revancha pública. Se cruzó en el set de Saturday Night Live -con Paul Rudd como testigo- con el ejecutivo que decidió cancelar Freaks and Geeks. Lo que se entiende del descargo que hicieron ambos sobre ese encuentro que no suena para nada placentero es que el productor de NBC le pedía a los responsables del programa que sus personajes tuvieran, al menos, alguna victoria. Esto que suena a simple pedido es, viendo el programa, algo complicado ya que claramente va en contra de la génesis de aquellos personajes y la gracia de ponerlos allí, por lo menos si se piensa en el concepto más clásico de victorias que pueda tener un programa sobre estudiantes de secundario en el prime time.
De alguna manera, el productor le dio a esos muchachos exactamente lo que él no quería para la ficción: una gran (e injusta) derrota final. Y si bien los capítulos fueron editados en DVD y se encuentran disponibles para ver (Netflix los tiene en su versión norteamericana pero no en la local), va a quedar para siempre la sensación de que alguien tomó una decisión bastante apresurada.
Es muy difícil imaginarse cómo serían hoy el cine y la TV sumergidos en un mundo de comedia donde no haya títulos como El reportero: La leyenda de Ron Burgundy, Virgen a los 40, Ligeramente embarazada, Superbad, Funny People, Pineapple Express, Bridesmaids, This is 40 o la serie Girls. Con mayor o menor suerte, todos contaron con Judd Apatow como realizador o productor. Delante y detrás de cámara, ese semillero de inadaptados con final trunco que fue Freaks and Geeks dejó abierto para siempre un recorrido alternativo para el género.