Esta noche debuta, en eltrece, al frente de una nueva temporada de los programas de su abuela Mirtha Legrand; los detalles del esperado regreso con nueva escenografía e invitados estelares
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El tiempo hace su trabajo. Inexorablemente. Mueve el tablero a su gusto. Distribuye el debe y el haber caprichosamente. A veces, con gambeta a favor. A ella le sucedió. Hoy tiene un nombre propio que ocupa un lugar destacado en el escalafón de las celebridades. No hay que bucear en el linaje para entender su ADN. Plantada. Adulta. El diminutivo ya no le cuadra. Acaso porque era una forma de subestimación.
“La conducción me gustó, ahora vamos por más, aunque no siento que ya lo sé, que sea un lugar que conozco. Al contrario, me parece que sigue siendo un desafío enorme. Una cosa es la novedad, pero luego hay que mantenerse, y ese es otro desafío grande”, reflexiona Juana Viale en el inicio de la distendida charla con LA NACION, donde repetirá la palabra “desafío” más de una vez. Sabe por qué lo dice.
Cuando esta noche, el reloj marque las 21.30, Viale volverá a atravesar el pórtico estelar iniciando una nueva temporada de La noche de Mirtha. Mañana, a las 13.30, hará lo propio con el estreno del año 53 de Almorzando con Mirtha Legrand. Ambos ciclos por la pantalla de eltrece y conducidos por ella en reemplazo de su abuela Mirtha Legrand, quien prefiere exponerse muy poco en medio de una pandemia extendida.
Espacio propio
La cara lavada y una colita sujetando su cabello. Outfit informal en una mañana de feriado ideal para charlar, le confieren un aspecto de alumna secundaria estudiando para un oral. Algo de eso hay. Así es en la televisión. Programa a programa. Día a día. Minuto a minuto. Cuando hoy anochezca, Juana Viale tendrá que dar un nuevo examen. “Tuve que aprender a ser la anfitriona de una mesa con personalidades importantes, a manejar los tiempos. En realidad, entré por quince días, porque ese era el tiempo que suponíamos que íbamos a pasar encerrados, pero la pandemia se instaló”, reconoce esta mujer de indisimulable belleza.
El domingo 15 de marzo de 2020, la Legrand condujo, por última vez, sus tradicionales almuerzos domingueros en los albores de la crisis del coronavirus. Se puso alcohol en gel, celebró que le tomasen la temperatura al ingresar al estudio y alentó a sus invitados a higienizar sus manos antes de comer. De todos modos, el protocolo mediático no parecía ser suficiente para proteger a una mujer de 93 años (ya cumplió uno más) en medio de una plaga brutal que sumaba contagios y víctimas. Para preservarla, Nacho Viale, su nieto y productor de los programas, y su hija Marcela Tinayre, le aconsejaron no salir de su piso de Palermo por algunos días. La diva de lozanía espléndida acató. El sábado siguiente, 21 de marzo, Juana Viale iniciaba el reemplazo de su abuela sin imaginar que, un año después, seguiría ejerciendo el mismo rol. “Estoy nerviosa”, dijo al comenzar. Luego leyó unas líneas escritas a mano por ella misma: “Estar acá no es fácil, como tampoco es fácil la cuarentena”. Campana de largada para la nueva era de uno de los formatos más añejos de la televisión internacional.
-Los programas que conducís son de dinámica muy compleja. Un formato periodístico que aglutina varios invitados de actividades diversas, donde validás tu título programa a programa y no te podés dormir en los laureles de una buena mesa anterior. ¿Eso implica una gran presión para vos o naturalizaste el modus operandi?
-Eso es así y más aún en este 2021, donde no nos tenemos que olvidar que se trata de un año electoral, con una pandemia que continúa, donde hay vacunación y tenemos que ver cómo sigue ese tema. Es hacer un programa en este país que nunca nos deja sin titulares.
-Siento que el programa pecó de poca pluralidad ideológica. Si bien hubo representantes del Gobierno como el Ministro de Educación Nicolás Trotta, entiendo que no fue lo que abundó. En cambio era habitual ver sentados en la mesa a representantes de la oposición al actual Gobierno. ¿Por qué?
-Es un programa absolutamente pluralista, donde no se censura a nadie, todos están invitados. El que no estuvo es porque no quiso o tenía la agenda completa. Seguramente muchos no pudieron venir porque había demasiadas situaciones a resolver en un año tan complejo. Y si vos me decís que hubo más voces macristas, entiendo que el Gobierno estuvo más ocupado en medio de una pandemia como la que vivimos.
-Es decir que se invitaba a las voces del oficialismo y no aceptaban el convite.
-Personalmente, de mi propia mano, he invitado al señor presidente Alberto Fernández.
-¿Cómo es eso?
-De manera personal, le escribí a Alberto Fernández para invitarlo al programa, pero no vino. Me encantaría que venga. No solo el presidente, me parece importante que estén desde Macri hasta Alberto. Dentro de esa polaridad, que vengan todos.
-En Argentina se ha perdido la riqueza del debate de las diversas voces. Se cae en relatos monopólicos de uno y otro lado de la aciaga grieta. No solo afecta a la clase dirigente y política, sino a la mayoría de la sociedad que no puede ejercer el consenso. Desde el programa, ¿se buscará profundizar en la riqueza de las disidencias?
-No es bueno que pensemos todos igual, me parece que es muy interesante poder debatir ideas. Lo que encuentro ruidoso es que alguien que tiene una idea distinta sea malo o un enemigo. Es necesario sacarse eso de la cabeza, no se es un enemigo por pensar distinto. Todo lo contrario, ideas distintas pueden enriquecer para ir para adelante.
-Decías que te comunicaste con el presidente Alberto Fernández. ¿Cómo fue? ¿WhatsApp, carta manuscrita?
-Le envié un mensaje por WhatsApp. No recuerdo exactamente el mes, pero debe haber sido alrededor de mayo.
-¿Qué te respondió?
-Me pidió que estemos en contacto y que volvamos a hablar para concretarlo más adelante.
-¿Te volviste a comunicar?
-Sí, dejé pasar un tiempo para que él vea la posibilidad y le volví a escribir, pero no me respondió. Volví a escribirle nuevamente y tampoco tuve su respuesta. Pero entiendo lo ocupado que estuvo en medio de la pandemia. Ojalá este año pueda tener un espacio en la agenda que le permita venir, pero entiendo sus obligaciones y prioridades.
-Desde ya, son muchos los temas a abordar con un mandatario, pero si te pido una pregunta puntual que te interese hacerle especialmente, ¿cuál sería?
-Le preguntaría… le preguntaría…
La actriz piensa buceando entre mil y una opciones ante una figurita difícil de insoslayable peso gravitante en el destino de los argentinos: “Le preguntaría cuál considera que fue, entre tantas decisiones tomadas durante la pandemia, un error, si es que cometió alguno”.
Conducir ambos programas para Viale fue calzarse un vestido prestado, que de probárselo tanto comenzó a tener su propia talla. Lo amoldó. Así fue. En medio de una peste globalizada que llegó para quedarse un buen tiempo, la nieta servicial decidió bancar la parada.
Alguna vez ya había reemplazado a su abuela, pero solo de manera esporádica. Se equivocó, preguntó con alguna inexactitud y trastabilló en algún tema algo alejado de sus intereses. El que esté libre que tire la primera piedra. Aprendió, se esforzó y al cabo de algunos meses, comenzó a nadar en aguas cada vez más cómodas. Se atrevió a lo que más de un conductor profesional no se atrevería o lo haría mal. Logró darle impronta personal a un formato con reglamento propio. Sin perder la esencia de la bacanal “all´Legrand”, hoy las mesas sin apóstoles, pero con devoción por Bacco, sin ser un óleo de Caravaggio, llevan la impronta de su inquilina con todos los papeles al día como para convertirse en propietaria. Hace un año pidió permiso. Hoy, esa también es su casa. “Lo del año pasado fue un desafío gigante. Lo hice con mucho gusto, con humildad, para mí fue un gran aprendizaje”, afirma la hija de Marcela Tinayre e Ignacio Viale.
-¿Tuviste temor de enfrentar la calle, de estar rodeada de gente? ¿Hubo miedo por vos y por tus hijos ante los posibles contagios?
-El miedo no fue un sentimiento que haya experimentado. Si tuve incertidumbre por el no saber dónde estábamos parados, a dónde nos dirigíamos, creo que nadie lo sabía. Incluso creo que los gobernantes también tuvieron que tomar decisiones sin saber mucho hacia dónde nos dirigíamos.
Así será la vuelta
Si bien la ficción es su gran pasión, hoy su cabeza solo está enfocada en llevar a buen puerto la factoría familiar, bajo la producción de StoryLab, la compañía de su hermano Nacho Viale y el realizador Diego Palacio. Este año, los programas se emitirán desde los estudios La Corte, ubicados en el barrio de Chacarita. La escenografía, a cargo de la artista plástica y directora teatral Valeria Ambrosio, se montará sobre un estudio de 500 metros cuadrados. Si bien se respetarán algunos valores de la reina madre de la televisión, el set lucirá más acorde a la estética de las nuevas generaciones. La cocina, a cargo de la chef Jimena Monteverde, por primera vez en la historia de los programas tendrá protagonismo en cámara dado que estará integrada a la escenografía principal.
En el debut se podrá ver una apertura grabada con anterioridad y protagonizada por Juana Viale y el imitador Martín Bossi, quien también formará parte de la mesa como invitado. “Es un gran esfuerzo de StoryLab, con Nacho Viale y Diego Palacio a la cabeza, en tiempos tan complejos debido a la pandemia y a la situación política y económica del país, pero ellos siguen apostando”, reconoce con orgullo hacia su hermano productor.
La dirección artística de la apertura es de Valeria Ambrosio, la música de Juan Blas Caballero, la coreografía es responsabilidad de Elizabeth de Chapeaurouge y la dirección de cámaras de Pablo del Pozo.
En la mesa de La noche de Mirtha, además de Bossi, se sentarán Matías Martin, Darío Barassi y Diego Leuco. Al mediodía siguiente, Nelson Castro, Soledad Silveyra, Jey Mammón y Ulises Bueno serán los invitados de Almorzando con Mirtha Legrand.
-En el primer programa habrá una producción musical especial junto a Martín Bossi. ¿Se viene la nueva Susana?
-¡Vamos con todo! Habrá pequeños guiños, buscaremos algo diferente a lo que fue la mesa habitual. Tendremos mayor dinámica, la puesta es maravillosa. Todo con vistas a enriquecer el programa, para que el público siga ahí, en complicidad conmigo y con los invitados. La idea es modernizarse, pero sabiendo que los programas se siguen llamando La noche de Mirtha y Almorzando con Mirtha Legrand. Aunque mi abuela me pidió que debajo se ponga la frase: “Con Juana Viale”.
-Nacho Viale y vos tienen nombre propio a pesar de la estirpe que los antecede. En muchos casos, los herederos, en cualquier actividad, no logran seguir manteniendo a flote el transatlántico familiar. Ustedes no solo lo lograron sino que le adicionaron nuevas rutas. ¿Son conscientes del mérito?
-Nacho es una persona adicta a su trabajo. Permanentemente está preparándose y adelantándose, siempre en busca de las nuevas tecnologías, de formatos novedosos, parado un pasito adelante. Eso requiere mucho tiempo, estudio e inversión, porque es todo un desafío que una productora pueda subsistir hoy en día. Más de una vez, Ignacio y yo tuvimos que batallar con esto que vos decís, muchas veces se prejuzga o se presupone que, por tener un linaje artístico, las cosas son más fáciles. Sin embargo, todo tiene siempre un grado de mayor complejidad. Todo lo contrario a lo que quizás se supone.
"Soy insegura en un montón de cosas, pero sé que mi hermano es la única persona que todo lo que me dice es con amor y con verdad"
-Con ustedes, el ojo crítico es doblemente crítico.
-Es doble o triplemente crítico, pero cuando uno se prepara, todo sale. Mi hermano estudió comunicación y empezó de cero con su productora, se asoció con Diego Palacio y juntos construyeron una dupla súper creativa. Diego, de hecho, es un gran director. Además de los programas, tienen muchos proyectos en desarrollo o en vías de concretarse.
-Trabajar en familia nunca es sencillo. Ese es otro desafío. ¿Discuten mucho?
-Es difícil, pero como en cualquier grupo de trabajo. De todos modos, no está solamente Nacho. Además de Diego Palacio, me acompaña un gran equipo de producción. Todos juntos trabajamos y tiramos para adelante. Trabajar con familiares es difícil porque hay un vínculo, una cercanía, pero, en nuestro caso, tratamos de no mezclar eso. Es más, no puedo salir al aire si mi hermano no viene a decirme una palabra antes de aparecer en cámara. Él siempre me está alentando, apoyándome. Soy insegura en un montón de cosas, pero sé que mi hermano es la única persona que todo lo que me dice es con amor y con verdad.
Tiempo y madurez
Charles Darwin sostuvo que “un hombre que se permite malgastar una hora de su tiempo no ha descubierto el valor de la vida”. Nada de eso experimentó Juana Viale, quien disfruta a pleno de su existencia y del vínculo que estableció con la esencialidad de la naturaleza. En doce meses cumplirá 40, la edad que alguien estipuló con cierta ligereza que es la de las grandes crisis y los balances de mitad de camino. Lo cierto es que sus casi cuatro décadas fueron vividas con intensidad, sin despilfarrar tiempo. Y fue ese devenir el que la condujo a este presente desafiante que engrosará esos arqueos reflexivos con signo positivo.
Madura, aplomada. Atrás quedaron algunas rebeldías adolescentes y otras de la adolescencia tardía que disonaban. También allá lejos quedaron los enojos y la incomodidad para enfrentar a la prensa. La incongruencia de elegir un trabajo público como lo es la actuación y renegar de la exposición que ello conlleva. Ahora transita su trabajo y acepta algunas de sus reglas con sereno equilibrio, reconciliada con el medio: “Seguramente la madurez sea una de las razones. También me parece que tantos años de profesión me han dado más cintura. No siempre las reglas del juego son justas, pero cada vez que se generó una nota para hablar de mi trabajo, no tuve ningún problema en hacerla, jamás. En cuanto a la vida personal, exponerla no aporta a nadie. Ni a mí ni a quienes me rodean. Por esa razón, quizás, fui medio arisca para eso. Pero sí te puedo decir que estoy más abierta al diálogo, desde otro lugar”, se sincera, consciente de su saludable evolución.
-No debe ser sencillo nacer en una familia tan expuesta y no tener privacidad, pero te las has ingeniado para hacer lo tuyo fuera de la exhibición pública.
-A veces, sí…
Durante el último verano, la vida rural fue la opción para alejarse de Buenos Aires y sus ruidos. A pesar del glamour que la rodea, es amante de la vida agreste y del contacto directo con la naturaleza. En Beccar, el barrio donde vive, el verde gana la partida. Convicción ideológica y experimentaciones en el cuerpo que busca ese vínculo estrecho con la tierra: “Me gusta mucho la naturaleza, es parte de mi esencia comulgar con ella. No siento que las personas podamos estar divididas, me gusta tener los pies sobre la tierra, estar en contacto con esa tierra me parece esencial. Es la tierra y todos los elementos de la naturaleza. Sin agua ni bosques no hay vida, por eso me parece fundamental preservarlos, conservarlos. Hay que hablar sobre lo que implica mantener un equilibrio ambiental, natural. Además, siento que ese equilibrio, también está conmigo. De a poco lo voy buscando”.
-A veces, el destino se encarga de alterar ese equilibrio. ¿Cuál ha sido el dolor más grande de tu vida?
-La muerte de un hijo…
-¿Cómo se atraviesa y cómo se trasciende semejante tragedia?
-Creo que el tiempo es un gran aliado para todo. Para lo bueno y para lo malo. En mi trabajo, el tiempo también hizo lo suyo a lo largo de todo el año pasado y me dio la solvencia para poder hoy volver a estar sentada, saber escuchar, aprender a preguntar y repreguntar. Todo eso me lo dio el tiempo, el año de pandemia. El tiempo es una gran sabiduría.
Rápidamente sale del tema. Mecanismo de defensa. Hablar de la muerte de un hijo es la experiencia más dolorosa que pueda atravesar un ser humano. Tan atroz que la lengua española no tiene un vocablo para definir lo no natural de esa muerte a destiempo. El 25 de mayo de 2011, estando embarazada de 36 semanas, debió someterse a una cesárea de urgencia, luego del diagnóstico médico que confirmaba la muerte del feto. De ese hijo, fruto de su relación con el actor chileno Gonzalo Valenzuela, con quien también tuvo a Silvestre y Alí. Años atrás, en pareja con Juan Debenedictis, hijo del cantante Piero, se había convertido en madre de Ámbar, su hija mayor, la adolescente de bajo perfil que la sorprendió el 19 de diciembre pasado cuando ingresó al set de La Noche de Mirtha, donde Viale compartía la mesa con su abuela y su madre. En la actualidad, la actriz está en pareja con Agustín Goldenhorn, arquitecto, músico, separado y con dos hijos, a quien conoció en una cita a ciegas a instancias de un amigo en común.
“El amor es todo, no se puede construir nada sin amor. Lo que está construido sin amor es como una torre de cartas, tarde o temprano se va a caer. Todo lo hecho con amor, tiene su valor”, afirma.
-¿Existe la posibilidad de una nueva maternidad o lo considerás una etapa superada?
-No lo sé, no soy tan fundamentalista. No tomo decisiones pensando tan definitoriamente. Puede ser, pero, honestamente, no está en mi cabeza en este momento. No, no… Estoy muy enfocada en el trabajo, en criar a los hijos que ya tengo, algo que no ha sido fácil durante la pandemia. En lo que respecta a su educación, el año pasado se han retrasado muchísimo, más allá de la posibilidad que tuvieron de continuar sus estudios de manera virtual. Han hecho un esfuerzo enorme los maestros, sus ayudantes, los docentes de materias auxiliares, los directores de cada escuela. No fue lo mismo. La educación presencial es necesaria.
Facetas
Juana Viale vive un presente muy particular. No es que antes no le haya sucedido a la chica que se la jugó en la tele mainstream, el cine de autor y el teatro indie. Ahora es distinto. El reto tiene ribetes estelares, sonoridad rimbombante. Alto perfil.
Ella habla de desafíos y de esos tuvo varios a lo largo de su carrera como actriz. En cine, trabajó en un tanque comercial como La viuda de los jueves, de Marcelo Piñeyro y en la más experimental Trópico de la talentosa realizadora Sabrina Farji, por solo citar dos ejemplos. En la televisión, prácticamente no dejó de aparecer desde que debutó en Costumbres argentinas, en 2003, bajo la tutela de Ideas del Sur. En Mujeres asesinas mostró una faceta muy diferente a la habitual y tuvo un gran paso en Malparida, producida por Polka, donde Renata, su personaje, se convirtió en una de las pocas villanas protagonista de telenovela.
Tampoco se privó de trabajar con su abuela en La dueña, la última ficción realizada por la diva. Fue reticente, pero no pudo esquivar bailar en el programa de Marcelo Tinelli, y lo hizo bien. Así como en cine se permite el trabajo de laboratorio, en teatro también apuesta por historias y poéticas menos transitadas y que le permiten expresarse desde las ideas de los dramaturgos elegidos. Le puso el cuerpo a La celebración, La sangre de los árboles y la audaz El ardor.
-Quizás, algún tiempo atrás, buena parte de una charla contigo tenía como protagonista a Mirtha Legrand. Tal es tu lugar e identidad propia ganada en el medio que aún no te he preguntado por ella, pero también es justo hacerlo.
-La abuela se ha convertido en una gran fan mía.
-Abuela, no Mirtha.
-Para mí, ante todo, es una abuela, mi abuela. Es una mujer que me ha acompañado en mi vida personal muchísimo, muchísimo. Siempre está como abuela y muy presente como bisabuela de sus bisnietos. Es muy bisabuela.
-¿Cómo es ese vínculo?
-Mis hijos la aman a la abuela Chiquita, como ellos le dicen.
-Rosa María Martínez Suárez de Tinayre, tu abuela, inició su carrera a sus 14 años en la película Los martes orquídeas y continúa en actividad habiendo cumplido los 94, sin descender un peldaño del cetro estelar que ocupa desde hace décadas. Más allá de tu sentimiento de nieta, ¿qué valoración hacés de la carrera de Mirtha Legrand?
-En ella lo único que veo es esfuerzo, toda su vida trabajó, nadie le regaló nada y lo sigue haciendo a su edad. Es un orgullo. Es una mujer que se ha bancado todo tipo de críticas, han hablado de ella de maneras despectivas, porque no solo recibió críticas en lo laboral.
-Sin embargo, nada la detuvo.
-Mi abuela ha trascendido y siempre se ha modernizado.
-Estás ocupando su lugar en los programas. ¿Qué devolución te hace? ¿Es crítica?
-Me dice que tengo que terminar las preguntas, concretarlas. Tiene razón, es verdad. También me insiste para que muestre más la ropa, que eso a las mujeres les gusta y que debo dedicarle más tiempo.
-Tiene razón, conoce a su audiencia.
-Ahora me voy a tomar más tiempo porque tengo una gran escenografía para recorrer, voy a caminar por el estudio mostrando los diseños de Gino Bogani por todos lados. La verdad es que mi abuela me dice que está muy orgullosa de mí, así que, imaginate…
-Cuando Mirtha se aplique la segunda dosis de la vacuna Sputnik V, ¿volverá al ruedo para conducir solo los almuerzos dominicales o hará un programa por mes como trascendió?
-La abuela ya no tiene muchas ganas de hacer dos programas semanales. Pero como es fan de trabajar, hará unos especiales, eso también enriquecerá a las entrevistas. No sabemos si será una o dos veces por mes, pero ella volverá a trabajar cuando esté la situación dada para que pueda hacerlo. Desde ya, esperando la segunda dosis y viendo como repercute la segunda ola que se viene y que no sabemos muy bien cómo será, ni cuál será la postura que tomará el Gobierno ante la misma.
-Algunos grupos minoritarios dudan no solo de la vacuna para atenuar los efectos del Covid, sino de cualquier tipo de vacuna existente. ¿Qué postura tomás?
-No me vacunaría, porque no me toca vacunarme y porque aún hay muchas personas que sí tienen que hacerlo.
-Mi pregunta apuntaba a cuando te corresponda hacerlo. ¿Optarás por vacunarte?
-No lo sé. Ahora leí que Pfizer está probando una medicación oral, todo avanzó mucho. Lo que hizo la ciencia, la medicina, en tiempo récord, para sacar las vacunas y combatir la pandemia, no tiene nombre. No puedo llegar a tomar dimensión del esfuerzo que ha hecho tanta gente por generar la solución a este drama. Esto excede a un país. No me interesa la discusión sobre qué país lo logró primero o generó una mejor vacuna, lo que me conmueve es que haya habido tanta gente trabajando para generarla. Si eso salva vidas, bienvenido.
-Juana, por último, ¿sabés, en realidad, cuál es la única gran diferencia entre Mirtha Legrand y Juana Viale?
-¿Cuál?
-Es más sencillo lograr que conceda una entrevista Mirtha Legrand que Juana Viale. Con vos se complica un poco más…
-Es que ella tiene muchos años de oficio, muchos más que yo.
Ríe con la ocurrencia sobre la despedida, antes de iniciar una nueva jornada de ensayos, prueba de vestuario y charlas con su equipo de producción. En el set de la calle Fraga, el mismo desde donde durante algunos años se emitiera ShowMatch, Nacho Viale y Diego Palacio supervisan la puesta a punto de la nueva y fastuosa escenografía. Cada tanto, Mirtha Legrand los llama y les pregunta cómo marcha todo. Lo hace con discreción. No quiere interferir en el trabajo ajeno, aunque, paradójicamente, se trate de su propio programa. Es que ahora la leyenda lo aclara: “Con Juana Viale”.
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