El conductor, actor y músico conversó con LA NACION sobre su llegada a Telefe a partir del próximo domingo y del lanzamiento de su disco y de un unipersonal en teatro; además, reveló todo lo que le sucedió a partir de la muerte de su padre
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El próximo domingo no será un domingo más. A las once de la mañana, la expectativa estará puesta en el comienzo de la nueva temporada de La peña de Morfi.
El clásico de los fines de semana de Telefe comenzará a ser conducido por Jey Mammon, quien tomará la posta del programa y, acompañado por Jésica Cirio, buscará darle una impronta propia al formato que fuera creado y conducido por Gerardo Rozín, quien falleció el 11 de marzo pasado.
“No creo en las casualidades, sino en las causalidades”, sostiene Jey Mammon en el inicio de una extensa charla con LA NACION. Predispuesto, querido y muy querible, Juan Martín Rago, tal su verdadero nombre, comienza a pensar en voz alta un presente en el que recoge los lauros del trabajo de muchos años de siembra, esfuerzos y perseverancia. Talentoso y carismático le trajo bocanadas de aires nuevos a la televisión algo anquilosada y le aportó un estilo propio.
“Todo comenzó con mi cambio de canal. En principio, había llegado a Telefe para hacer Show Mammon en el prime time. En el medio de ese proceso de armado del programa, y luego que sucediera la pérdida de Gerardo (Rozín), me ofrecieron participar de La peña de morfi”.
Se lo percibe feliz. Husmeando en cada rincón del canal al que regresa luego de una década de labor en otros lugares. Lo último que hizo en Telefe fue La pelu, el programa de Florencia de la V, cuando aún su trabajo tenía más que ver con la irreverencia del under teatral.
Hoy, Jey Mammon es otro. Tiene rango estelar y una masividad que le permitió ser conocido en ese multitarget que va de los niños a los ancianos. Jey lo hizo. “Es volver a casa desde otro lugar, con la madurez de haber atravesado un proceso de muchos años. Tengo 45 años y, desde La Pelu hasta acá me pasaron un montón de cosas”. Ese volver a casa al que se refiere el conductor tiene que ver con la posibilidad que le dio Telefe de debutar en la televisión abierta cuando aún era un personaje de culto de otros ámbitos como la radio o el escenario donde desparramaba su humor con personajes como Estelita, ese alter ego políticamente incorrecto.
-¿Cuáles fueron las razones por las que aceptaste conducir La peña de morfi?
-El programa es un espacio que tiene que ver con mi esencia y con la esencia de todo aquello que tiene que ver conmigo.
-¿Eras televidente del ciclo?
-Creo que todos somos televidentes, La peña de Morfi es parte de nuestras vidas. Es un programa que es compañía, por eso te diría que hasta tiene algo radial en su raíz.
Gerardo Rozín cerró la temporada 2021 del programa con lágrimas en los ojos. Venía de transitar un año difícil, licencia incluida, donde le tuvo que hacer frente a una enfermedad que resultó terminal. El 26 de diciembre último, el periodista rosarino hizo una síntesis de esa creación exquisita, quizás intuyendo que sería su última vez frente a las cámaras: “Sentimos que cada vez que alguien descubre una canción, un músico o una letra que lo ayuda a ser más feliz, esa persona no está más sola”. Las palabras de Rozín van en sintonía con la idea matriz que Jey Mammon le aplicará al ciclo, sin perder aquella esencia de su fundador y aportándole lo suyo. Y lo suyo es mucho. La continuidad de La peña de Morfi, una acertada decisión de Telefe, también oficiará de homenaje y mantendrá viva la figura de su creador, que tuvo la valentía y lucidez de dejar una canción para explicar su partida.
-Jey, ¿tenías algún vínculo con Jésica Cirio, tu coequiper?
-Nos conocimos ahora, en la previa del trabajo, pero tenemos varios amigos en común, así que, en cierta forma, siento que la conozco desde hace mucho. En este poco tiempo que llevamos de preproducción, pude confirmar lo que me decían sobre ella. Jésica es buena persona, es una mujer de buena madera. Es un amor, receptiva y sensible, y siempre está dispuesta a jugar en equipo. Esto es algo que también percibo en Santiago Giorgini y en Rodrigo Cascón.
En esta nueva etapa de La peña de morfi, junto a los chefs Giorgini y Cascón, históricos del programa, se sumarán las cocineras Mirta Carabajal y Silvia Barredo, quienes se hicieran conocidas en el programa culinario Las redonditas, que emitía Utilísima Satelital. El periodista deportivo Ariel Rodríguez, quien lleva varios años participando en este formato, los humoristas Luis Rubio y Pato Muzzio, el trío de música Dos más Uno, banda que fuera apadrinada por Rozín, y la locutora Eugenia Quibel, última pareja de Rozín, completan el staff de este ciclo que es un oasis exquisito en la grilla televisiva.
Como es tradición, los grandes intérpretes de la música desfilarán a lo largo de la temporada tocando en vivo, otra rareza que propone el ciclo y que recupera la esencia de próceres como Juan Alberto Badía. Este domingo, Abel Pintos, Los Palmeras, Los 4 de Córdoba, Sandra Mihanovich y Lito Vitale serán de la partida en una tarde donde también el conductor se sentará frente al piano.
-El hecho de que que también seas músico supongo que le dará una nueva identidad al ciclo...
-Vuelvo a las causalidades, la música es parte de mí y la música atraviesa al programa. Por otra parte, no me gusta cocinar, pero me gusta comer y acá están los más grosos de la cocina, así que hasta en eso siento una empatía muy grande con este espacio.
-Has construido un estilo muy propio. En tu autopercepción, ¿cómo te ves?
-Prefiero que lo definan los demás, me cuesta definirme a mí mismo.
En una televisión donde, en muchos casos, se hace de la violencia verbal un estilo y de los comentarios escándalos un hábito, la forma de entrevistar de Jey Mammon se aparta de todo eso para ir en busca de la amorosidad en el vinculo con sus invitados sin que ello sea un disvalor periodístico, sino todo lo contrario. “Vos también me estas permitiendo charlar con afecto y eso hace que tenga ganas de contarte cosas”, confiesa el conductor. “En mi casa soy un pésimo anfitrión, pero en el programa hago todo lo posible para que quien me visita se sienta cómodo”.
La charla con LA NACION se llevó a cabo en el estudio desde donde se emitirá el programa, con toda la escenografía ya montada donde se destaca una pantalla gigante y una mesada que todos querrían tener en su casa. El piano, en el centro de la escena, dice mucho del nuevo conductor que se despachará a gusto con su música.
Cuestión de fe
-Tu nombre cobró masividad y hoy sos una de las figuras más interesantes del medio. ¿Cómo procesás todo lo que te sucedió en el último tiempo? ¿Hay conciencia del lugar que ocupás? ¿Lo dimensionás?
-El último año fue muy vertiginoso, pero sucedió en pandemia. Así como todo el mundo vivió encerrado, yo también viví ese cimbronazo adentro de mi casa. Eso hace que no tenga demasiada conciencia de todo lo que pasó. Además, el año pasado viví otro cimbronazo, que fue la pérdida de mi viejo. Parece un casete, pero el contacto con la finitud y la experiencia de la pandemia, me hicieron ver la vida desde otro lugar.
-Nos enfrentamos a una conciencia de lo efímero.
-No podemos dejar de mirar lo que le sucedió a Gerardo (Rozín), tenía 51 años.
-A veces, se puede sentir cierta aversión por el lugar en el que se transitó. En tu caso, fuiste catequista y estuviste en contacto directo con la Iglesia. Hoy, ¿sos un hombre de fe?
-Uno pasa por diversos estados. Haciendo un paralelismo, cuando uno se separa de una pareja, también pasa por la negación y el duelo a la aceptación. Todo eso me pasó con la religión, incluso transité el enojo. Durante un tiempo, uno de esos estados se tradujo en el escepticismo. Pasé por todo.
-¿Cuál es tu vínculo actual con la fe?
-No hay negación en absoluto. Hay señales que para mí son muy claras acerca de la trascendencia, algo en lo que creo, pero no le puedo dar nombre.
-Es una energía.
-Sí, la religión quiso, con soberbia, que les pusiera nombre a las cosas, entonces hoy tengo un rechazo a determinadas definiciones.
-Las religiones no dejan de ser relatos históricos amparados en la fe y las creencias.
-Esos relatos, que se dicen con tanta soberbia, sin que nadie haya visto nada, hacen que no me guste ponerles nombre a determinadas cosas. No soy un negador, sería como el agnóstico que no dice ni sí ni no, en ese estado estoy.
-Roque, tu padre, ¿se manifiesta de alguna manera? ¿Podés percibirlo?
-Sí, claro, mi viejo murió, pero recibo sus señales, por eso no soy un negador y creo en la trascendencia, lo que pasa es que no sé cómo es y creo que nadie lo sabe, entonces cuando alguien me lo quiere explicar, me pregunto cómo lo sabe, dónde estuvo, de dónde viene.
-¿Cómo se manifiesta tu papá?
-Me sucede algo con los panaderos voladores o dientes de león.
-Nos enseñaron que había que pedirles tres deseos y dejarlos volar.
-Te voy a contar algo, con mi familia siempre veraneábamos en Mar del Plata y mi viejo venía los sábados y domingos, porque el resto de la semana trabajaba. Nuestro juego era que yo tiraba al aire un panadero en Mar del Plata y él lo recibía en Buenos Aires. Cuando el sábado venía a vernos, siempre sacaba un panadero del bolsillo y me decía que era el que yo había lanzado al aire en Mar del Plata.
-Luego de su fallecimiento, ¿cómo se resignifica eso?
-Veo un panadero y siento su presencia, y te puedo asegurar que he visto panaderos en situaciones muy extrañas.
-¿Cuando necesitás a tu padre cerca?
-Me han aparecido panaderos arriba del piano, dentro del estudio de televisión. Por eso te digo que no tengo la manera de racionalizar la trascendencia, porque nadie lo puede saber, pero te puedo decir que algo hay.
-Es extremadamente inusual que aparezca un panadero sobre un piano en un estudio de televisión.
-¿Qué explicación le damos a eso?
-También mantenés un hermoso vínculo con Ana María, tu mamá.
-Ella dice que es mi fan número uno y yo le creo.
-Se la ve muy orgullosa en tus redes.
-Está orgullosa y muy contenta con este presente. Supongo que el domingo estará prendida al televisor.
Cuestión de amor
El próximo domingo 15 de mayo, Aptra entregará el premio Martín Fierro. Los Mammones, el ciclo que condujo el año pasado por América, está ternado en el rubro Programa musical (donde competirá con La peña de morfi) y Jey Mammon como Revelación.
Fiel a su idiosincrasia, bromea con su presencia sin compañía personal en la ceremonia de entrega del premio: “El que ganó o perdió se besa con alguien, yo voy a dar vueltas y no voy a saber qué hacer. Le daré un beso al que se siente al lado. Si me toca (Germán) Paoloski, lo besaré a él y que (Sabrina) Garciarena me disculpe, o primero le pregunto, no sé qué tendré que hacer”.
-A veces, las energías se depositan en un solo aspecto de la vida y se relegan otros. Tu intenso presente laboral, ¿dejó en un segundo plano la vida de pareja?
-Creo que no se elije el momento, me ha pasado pensar que no era el momento y alguien apareció inesperadamente. Me parece que funciona al revés, decís que no y es sí.
-¿Ocupa un lugar importante en vos?
-Hoy el amor de pareja se manifiesta de muchas maneras e inesperadamente. Creo que el amor te asalta sin que tengas poder de decisión. Aparece cuando menos te lo esperás y por más trabajo que tengas, se produce.
Cuestión de libertad
Juan Martín Rago nació en diciembre de 1976, a poco de comenzada la dictadura militar que gobernó el país hasta diciembre de 1983. Aunque nacido en tiempos de falta de libertad, antes de comenzar su adolescencia el país ya gozaba del estado de derecho. Podría decirse que el arte de Jey Mammon es hijo de la democracia, un emergente de las libertades individuales: “Nunca me lo pregunté de esa manera. Visto de esa forma, siento que soy producto de una transición, por lo tanto, claramente hay una necesidad de reafirmar la libertad todo el tiempo, por eso siento que las nuevas generaciones tienen un camino ganado”.
-Sos referente para muchas personas que buscan ejercer o ejercen las libertades más esenciales.
-Me escriben muchos chicos y chicas y también los padres. Sin ir más lejos, hoy, en mis redes sociales, encontré el mensaje de un matrimonio de Córdoba que me contaba que se habían enterado que su hijo era gay, como si fuese un problema grave que acababa de suceder. En un punto, a mí me dolió que lo tomaran de esa forma, tratándose de algo tan lindo como es formar una pareja.
-Aún resta modificar muchos parámetros que están arraigados ancestralmente.
-Los pibes cambiaron la cabeza. El chico que le contó a sus padres que estaba en pareja, se los contó con alegría. Para él no era un tema, pero sí para los padres que lo tomaron como un conflicto. Por eso digo que mi generación es transición y bisagra. Y esa pesadez que todavía arrastramos, se la cargamos emocionalmente a los pibes.
-Además, existe una postura hipócrita en la sociedad: me encanta Jey Mammon, pero prefiero que mi hijo no sea gay.
-Absolutamente. Mucha gente grande me elogia en las redes, pero me confiesa que no pueden procesar tener un hijo o una hija gay. Al menos, reconocer es un primer paso para el cambio. No juzgo a nadie, todos somos fruto de una historia y una construcción.
-¿Existe el deseo y la vocación por la paternidad? ¿Hay alguna presión social al respecto?
-No siento ninguna presión al hecho de proyectar una paternidad, por el contrario. Celebro que exista una visibilidad de maternidades y paternidades dentro del mundo de la diversidad. Y también celebro que el arte y las ficciones se ocupen de estos temas. Cuando era chico, no había cuentos, canciones, películas o programas de televisión donde se contaran historias con maternidades o paternidades diversas. Como no existía una visibilidad sobre eso, se negaba esa realidad, era como que no existían las mamás y papás diversos. Somos y existimos, entonces es bueno que se hable de nosotros también.
-Se te percibe muy libre, alguna vez, ¿cumpliste algún mandato?
-La libertad es una búsqueda permanente. “La verdad os hará libres”, dice la frase bíblica, creo en eso. La búsqueda de la verdad y de la libertad son búsquedas constantes en la vida.
-¿Qué costo tiene ser libre?
-No lo sé… Me parece que nadie es libre ciento por ciento, así que nadie sabe cuál es ese costo.
Cuestión de trabajo
-¿Qué se puede adelantar del programa que harás en el prime time nocturno de Telefe? ¿tendrá la esencia de Los Mammones?
-Será un big show, pero no te puedo asegurar qué día irá. Al estar los domingos al mediodía al aire, hay que ver qué horario le cuadra mejor. Será nocturno e irá una vez por semana, pero más no sé. Tendrá invitados, música y varias secciones muy piolas. Estará muy bueno.
-Con Los Mammones se exorcizó cierto sino trágico de los late night shows en la televisión argentina. Con algunas excepciones, no fue un formato y género aceptado masivamente, pero tu programa logró instalarlo y potenciarlo cuando fue llevado al prime time.
-No me gusta hablar de lo que otros hicieron, pero sí puedo decir que Los Mammones fue un programa que me encantó hacer. Germán (Paoloski) lo hace muy bien en Telefe, me encanta, y lo venía haciendo en señales importantes del cable, pero es cierto que no es un formato que abunde. Además de su tarea televisiva, y reforzando su rol de músico, acaba de grabar un disco de duetos producido por Sony Music. “Los temas empezarán a salir de a uno por las plataformas de música”.
-¿Cuál será el primer corte?
-Lo primero que se conocerá es una versión hermosa de “Imágenes paganas” de Virus que hicimos con Benito Cerati.
En el flamante material, también participan Pimpinela, Palito Ortega, Miranda! y Soledad, entre otros artistas. “Vendrán todos a La peña”.
-Estelita, ¿estará en La peña de morfi?
-No lo sé, no lo hemos hablado.
-Es bravísima.
-Es brava, pero seguro que la invitamos.
-¿O será exclusiva de otro canal?
-No, Estelita va adonde voy yo, olvídate.
-Con Estelita y otros personajes, durante muchos años hiciste teatro, ¿cuándo volverás a ejercer tu faceta actoral?
-A fin de mayo comenzaremos con un unipersonal que será producido por Gustavo Yankelevich. Pronto tendrán novedades.
Max Otranto estará a cargo de la dirección de la propuesta escénica que contará con los libros del propio Jey Mammón, fiel a un largo historial sobre los escenarios. Jey ha recuperado cierta idiosincrasia de aquellas noches del Parakultural de los ochenta, en las que el arte se vestía de irreverencia de la mano de Batato Barea, Alejandro Urdapilleta y Humberto Tortonese. Aunque la sala estaría confirmada, Jey prefiere no develar aún ese dato. Frente al público en el convivio presencial, buscará seducir como también lo hizo cada vez que le tocó estar en radio.
En su periplo, el chico nacido en Buenos Aires fue educado en colegios católicos y, en su rol de catequista, llegó a tener contacto con Jorge Bergoglio, cuando el hoy Papa Francisco se desempeñaba como Arzobispo de Buenos Aires. “Hice mucho. Hoy estoy en Telefe, sacando un disco y por hacer una obra de teatro, pero hace doce años hacía teatro a la gorra”.
Hesíodo, el poeta de la Grecia Antigua, decía que “la fama es peligrosa, su peso es ligero al principio, pero se hace cada vez más pesado el soportarlo y difícil de descargar”. Acaso en esas simbologías se amparen las razones por las que Jey Mammon se maquilla la cara, pero también tiene puesto un pie fuera de la fanfarria mediática. “Es muy zarpado lo que me pasa”, reconoce, traduciendo en un blanco y negro coloquial, el presente luchado y merecido.
-Vamos a jugar con el tiempo. Imaginemos que, en este momento, el reloj marca las 10.59 del domingo 1 de mayo. ¿Cuál es el estado de Jey Mammon?
-Supongo que alguien me preguntará, como tantos me han preguntado en estos días, si estoy nervioso.
-¿Qué respondés?
-No.
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