Inconquistable corazón: la audacia de Natalia Oreiro, la consagración de Pablo Echarri como galán y dos grandes amores que trascendieron la pantalla
La actriz uruguaya no solo ganó protagonismo en la novela sino que inició una relación con el ascendente galán, al tiempo que Paola Krum se enamoró de su compañero de elenco, Pablo Rago
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Inconquistable corazón fue un semillero de actores que, en poco tiempo, se transformaron en primeras figuras del mundo del espectáculo. Paola Krum, que ya brillaba en la comedia musical, fue elegida por Alberto Migré y Alejandro Romay para protagonizar la novela, aunque ella se resistió en un principio. También fue el espaldarazo de Pablo Echarri, que rápidamente se convirtió en uno de los galanes más codiciados. Recién llegada de su Uruguay natal, fue el primer trabajo en la televisión argentina de Natalia Oreiro, que empezó como extra y terminó con un personaje que despertó la curiosidad del mismísimo Romay, quien vio su potencial.
Pero también, en Inconquistable corazón la ficción se mezcló con la realidad y el amor traspasó la pantalla y se hizo realidad por fuera del estudio: mientras sus personajes se seducían en set, los actores se enamoraban en la vida real. Así, Krum y Pablo Rago comenzaron a salir e iniciaron una relación que los unió durante algún tiempo; Oreiro y Echarri, en tanto, se flecharon entre escena y escena y se establecieron durante cinco años como una de las parejas más llamativas y requeridas del espectáculo local.
Fueron 171 capítulos que se emitieron en canal 9, con dirección de Martin Clutet, y los guiones de Víctor Agú y Liliana Benard, basados en una historia de Migré. La novela narraba la historia de Mónica Sandoval (Krum), que vuelve a trabajar como profesora luego de que su marido muriera trágicamente en un accidente. Atribulada, la joven mujer no imaginaba que en ese regreso a las aulas encontraría el amor en un alumno, Gonzalo Guiñazú (Rago).
El elenco se completaba con Oreiro, Echarri, Claudia Albertario, Verónica Vieyra, Melina Petriella, Matías Santoiani, Gustavo Ferrari, Karina Buzeki, Ximena Fassi, René Bertrand, Mariana Alonso, Ricardo Marín, Facundo Bebán, Mariu Bovcon y Rafael Carret como alumnos del colegio; también formaban parte del elenco Eleonora Wexler, Beatriz Día Quiroga, Héctor Calori, Juan Vitali, María Fiorentino, Marcela López Rey, Beatriz Taibo, Elizabeth Killian, Rubén Ballester, Silvestre y Carlos Girini.
Oreiro, la audaz
“Iba a ser una novela para el verano y duró nueve meses. Migré nos dio, a Liliana Benard y a mí, una idea de los personajes porque era como una continuidad de Pablo en nuestra piel (1977), en la que el profesor se enamora de la alumna rebelde y se casan. En Inconquistable corazón, la profesora se enamora del alumno”, explica a LA NACION el autor Víctor Agú. “Pablo Echarri entró con un personaje coprotagónico y Natalia Oreiro debutó como actriz, y fue ella quien me lo pidió personalmente. Natalia era extra, me habló para que le diera un pequeño personaje; lo consulté con el productor Darío Álvarez, hermano de Diana Álvarez, y me dijo que lo hiciera. Luego me llamó Romay y me preguntó quién era esa chica que había dicho tal bocadillo, creo que era ‘permiso, profesor’. Le expliqué que no sabía ni el nombre, pero me pareció tan simpática y audaz en pedir un personaje que se lo di. ‘¿No le gustó?’, le pregunté. Y me dijo: ‘Ponela más, esa chica es una genia’. Mirá el ojo que tenía don Alejandro”, rememora.
Según el autor, que Krum fuera la protagonista fue una idea de Migré. “Nunca supervisó un libro, pero nos dio la idea de la continuidad de Pablo en nuestra piel o de Inconquistable Viviana Ortiguera, con esas líneas temáticas. Cuando hablamos, en Canal 9 dijeron que no tenían protagonista, pero Migré dijo que había visto a una chica en Alta comedia, haciendo una escena con Víctor Laplace. Era Paola”, explica el autor. “La novela, con una trama muy tradicional y todos los plots del melodrama, atravesaba una línea muy interesante que era la temática de los jóvenes. Por primera vez, en televisión se habló y se profundizó sobre el HIV, a través del personaje de Gustavo Ferrari, y además hubo una clase magistral que dio Eduardo Lorenzo Borocoto sobre los cuidados para no contraer el virus”.
Otra temática interesante de la tira era, por ejemplo, la visibilización de la trata de niños de la calle. “Otra línea que gustó mucho fue la idea de una radio hecha por los alumnos con su música, sus poesías, sus problemas, sus cuestiones de adolescentes. Ahí estaba el Payaso Bonifacio, que en realidad era Gonzalo (Rago), la profesora se enamoraba de ese personaje y empezaba a entablar un vínculo a través del teléfono, mandando mensajes a la radio; en realidad era el alumno”, destaca Agú.
La novela se grabó en los entonces flamantes estudios de la calle Dorrego, y tuvo una particularidad: los protagonistas no se besaron hasta el último capítulo. “Generaban mucha ‘calentura’ porque estaban los dos siempre al borde del beso, apenas casi que rozaban los labios cuando terminaba la escena o el capitulo y eso provocó un deseo que sostuvimos a lo largo de 170 capítulos. Fue fantástico”, concluye el autor.
El salto a la popularidad
Paola Krum ya brillaba en comedias musicales y estaba dando sus primeros pasos en televisión. “Fue la primera novela que hice como protagonista. Había estado en Sólo para parejas y Alta comedia cuando Romay me llamó para protagonizar una novela con Pablo Rago. Recuerdo que yo no la quería hacer porque en ese momento sentía que no era mi camino, que quería algo diferente, dedicarme a los unitarios y al teatro. Tuve mi charla con Romay, salí llorando y aceptando porque entre él y Mario Bovcon, director artístico de Canal 9, me convencieron y casi no me quedó otra opción”, recuerda la actriz entre risas.
“Pero la verdad es que se los agradezco. Fue un programa que tuvo mucho éxito y lo descubrí recién hace unos años, porque se me acercó mucha gente a decirme que me asociaba con Inconquistable corazón, aunque ya había hecho otras novelas populares como Montecristo. Quizá fue porque era en un horario de la tarde, que tenía cierta ingenuidad, cuando los chicos salían del colegio y miraban la novela tomando la leche. A la distancia, la historia de la maestra que se enamora del alumno parecería bastante escabrosa, y no creo que hoy pudiera contarse. Pero era en un tono súper naif, y no había reacciones adversas en ese momento”, reflexiona Krum, en diálogo con LA NACION.
Y sigue: “La anécdota es que todos los alumnos se enamoraban de la maestra y cuando hice ese personaje tenia la misma edad que los actores que hacían de mis alumnos, pero estaba producida de una manera que me hacía parecer más grande. Y la otra anécdota es que en esa novela también me enamoré en la vida real, y me puse de novia con mi compañero de ficción, que era Pablo Rago. Nunca lo hubiera imaginado, pero nos sucedió”, se sincera. “Se contaba un amor prohibido que se concretaba recién en el último capítulo, como en las novelas de esa época; lo que se desplegaba a lo largo de los capítulos era la imposibilidad de ese amor. Ese fue mi puntapié para una popularidad que en ese entonces no percibí; la verdad, no me di cuenta”.
Matías, el ingenuo
Matías Santoiani interpretaba a uno de los alumnos y estaba dando sus primeros pasos en televisión: “Venía de hacer Amigos son los amigos y ésta fue mi primera novela. La dirigió Martin Clutet que para mí, junto con María Herminia Avellaneda, fueron los mejores directores de la televisión argentina. Había un elenco enorme. Me acuerdo que Eduardo Blanco hacía de un profesor que apenas decía cuatro palabras”.
“Fue una experiencia bárbara, la hemos pasado muy bien aunque grabábamos todos los días durante muchas horas. Una época divina en la que había mucha ficción. Creo recordar que se armó un gran quilombo por la separación de Pablo Rago, que ese enamoró de Krum”, recuerda Santoiani. Y está en lo cierto, porque Rago estaba casado hacía poco más de un año, pero se separó e inició una relación con su compañera de elenco.
Santoiani festeja una anécdota divertida que le viene a la memoria: “Hacía poco que arrancaba a trabajar y lo que no sabía, y aprendí con el tiempo, es que el micrófono, a veces, queda abierto entre escena y escena, y quizá contás cosas personales que escuchan en el control. Entonces Pablo Rago me hizo creer que el sonidista era un gran mentalista, un adivino y que sabía todo. Claro, el sonidista escuchaba lo que le contaba a Rago y después se acercaba y lo repetía, me hacían una sanata y yo caía como un tonto. Con el tiempo me di cuenta que no era adivino sino que dejaban el micrófono abierto y escuchaban todo lo que yo contaba. Me lo siguieron durante un mes, yo no entendía cómo ese tipo sabía todo lo que yo hacía, me daba detalles que le había contado a Rago y él me juraba que no se lo había dicho. Después me di cuenta que escuchaban a través del micrófono abierto”, ríe con ganas.
Las contrafiguras
Wexler se emociona al recordar esos tiempos de Inconquistable corazón: “Era un semillero, con mi querido y admirado Rago, Echarri, Krum, grandes talentos, grandes actores y grandes compañeros. Yo entré después, con un personaje de azafata, para tener una historia con Rago. Tengo un recuerdo hermoso porque los textos que decía mi personaje eran profundos. Hicimos varios viajes: nos fuimos a la isla Para Ti, en Brasil, a Ushuaia. La hemos pasado espectacular. Fue una época de gran disfrute, así que agradezco haber pasado por ese Canal 9 de Romay, en ese momento de tanta ficción”.
Karina Buzeki interpretó a una alumna mala, malísima, y lo hizo tan bien que luego la convocaron para ser la villana de Ricos y famosos. “Era un elenco enorme, porque Romay siempre convocaba a muchos actores. Fue el primer personaje de mala que me dio Romay, la contrafigura de Paola Krum. Se llamaba Paola Gutiérrez, era compañera de Rago y estaba muerta de amor por él, que no le daba bola y amaba a la profesora”, cuenta.
“Mi personaje era el de una chica de una clase muy humilde, hija de los porteros del colegio, pero sentía vergüenza y si los veía en público, se hacía la que no los conocía. Era una resentida que buscaba atraer a chicos con dinero. Hice las maldades más malas, justificándolas por amor. Era muy jodida, una creída, pero en el fondo era una pobre chica, con serios problemas”, recuerda Buzeki. “En ese entonces Canal 9 era como una gran familia, porque Romay trabajaba de esa forma. Pasábamos mucho tiempo juntos, porque arrancábamos el día a las 8 de la mañana grabando exteriores y terminábamos a las 20 en los estudios; convivíamos más que con nuestras propias familias y éramos muy chicos todos. Los actores grandes nos cuidaban, nos aconsejaban. Hermoso grupo”, se emociona.
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