Gran Hermano 2023: Santiago Del Moro rompió una regla esencial del juego e instó a los participantes a que contaran en vivo sus dolorosas historias de vida
El conductor del programa les pidió a los concursantes que volvieran a relatar historias que habían compartido dentro de la casa y todos terminaron llorando
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Luego de que se definiera quién es el líder de la semana, Santiago Del Moro se comunicó con la casa de Gran Hermano y entabló una conversación con los participantes en la que quedó en claro el clima tenso que se respira desde que se dividieron en grupos. Y entonces, se produjo un momento extraño, cuando el conductor les pidió sin tapujos que hablaran sobre sus dolores más profundos.
Evidentemente, en lugar de presentar tapes sobre las charlas que mantienen entre ellos, la nueva modalidad es preguntarles sobre anécdotas, hechos e historias que ya contaron para que vuelvan a repetirlas durante el vivo. Por supuesto que esta nueva modalidad hace que se pierda la frescura y también parte de la esencia del juego: la libertad de cada participante de elegir con quién desandar su historia y con quién no. “Les pregunto por cosas que ustedes ya contaron en la casa”, les advirtió, rompiendo otra regla central: la de anunciarles qué cosas se ven y cuáles no, además de dejarles en claro, tácitamente, que las historias dolorosas son las que están rindiendo.
El primero en hablar fue Federico “Manzana” Farías. “Estoy muy contento y muy feliz desde que entré. La verdad es que abrí mi corazón con muchos de mis compañeros. Me debo haber quebrado dos veces y llorado, pero no me molesta decirlo, ni me da miedo”, comenzó explicando el cantante de cumbia TKT.
“Les conté algunas historias mías, de mi proceso, de todo lo que yo hago y de algunos de mis amigos. Y también de algunas historias que me tocaron vivir, cosas fuertes que me han pasado a lo largo de estos últimos tres años. Algunos de los chicos se han sentido un poquito identificados. El año pasado yo he tenido una depresión profunda por haber vivido todo lo que me tocó vivir en muy poco tiempo. Por tener que sentirlo y vivirlo; por intentar manejar la fama de la mejor manera”, reveló.
“La verdad es que ha sido fuerte y me afectó. Me tocó pasar por un momento en el que me sentía vacío y nada me llenaba, ni el amor, ni la amistad, ni la fama, ni la plata; nada. Así me sentía. Un momento muy duro que me tocó pasar, pero gracias a Dios pude salir de ahí. Me costó mucho porque era algo muy fuerte. Y por eso abrirme y contárselo a personas que no conozco fue muy fuerte. Y también poder dar el mensaje de que se puede salir aunque el problema sea duro, aunque haya una oscuridad que parece interminable, la luz está ahí, a un paso. Depende de vos”.
Inmediatamente, Del Moro le pidió a Isabel que hablara sobre sus pesares, pero la más grande de la casa se negó, en medio de un ataque de llanto. El conductor insistió entonces con Juliana. “Uno habla en el momento en el que tiene que hablar como para que las personas se den cuenta con quién están conviviendo. Y, básicamente, tienen que aprender -lo digo en público y ahora que estamos en vivo- que más allá de tener dolores, no hace falta lastimar a los otros por estar dolidos. Es un gran mensaje: por más que te hayan pasado cosas malas en la vida, no tenés el derecho de lastimar a los demás por estar lastimado”, disparó “Furia”, en alusión, seguramente, a Isabel, una de sus grandes enemigas dentro de la casa. “Estar rota no te da derecho a romper. Y hay veces que veo gente que está dolida, como yo, pero no se da cuenta de lo que hace: maltratar, llevar y traer, o pequeñas cositas que se vuelven demasiado intensas, porque acá todo se potencia”, continuó.
“Entonces, dejamos de ver a esa persona como alguien que sufre y de tratar de entenderla analizando de dónde pueden venir sus actitudes. Así como hablás de mi dolor, yo hago reír a las personas, a pesar de todo lo que me pasó. Vos dirías: ‘Tendrías que estar tirada en una cama por haber perdido todo’. Y no. Yo recuperé mi casa, recuperé mi patrimonio, y hoy puedo ponerme una peluca para hacer reír a los demás”, continuó la participante, que se convirtió en el personaje clave de la casa y la que divide las aguas.
“A mí me cambió la vida al estar acá, porque fue algo que siempre quise y que es muy distinto a lo que hago habitualmente. Cuando supe que iba a venir acá comencé a darme una idea de que tenía un montón de cosas del campo que contarles a mis compañeros, porque me imaginé que no iba a haber muchos que tuvieran mi experiencia. Es bravo. No es fácil. Son muchas horas. Además, yo gracias a Dios siempre tuve la mano de mi viejo, que es un tipazo, y es muy derecho conmigo”, indicó luego Alan.
“Cuando se enteró de que había anotado, no me apoyó inmediatamente. Pensó primero en qué íbamos a hacer con las tareas del campo. No me gustó lo que me dijo, y le dije que hiciera de cuenta que no le había dicho nada. Pero después, a los días, fue aflojando y se convirtió en una de las personas que más me apoyó, que más me dio fuerzas para estar acá y que más me aconsejó. Se puso a mirar videos del GH anterior y me hablaba. Estoy muy agradecido con él”, continuó el participante.
Luego fue el turno de Rosina, a quien Del Moro específicamente le preguntó por su relación con su papá. “Hace muchos años que no hablo con él. No sé si se habrá enterado de que estoy acá; seguramente sí”, respondió la participante, algo angustiada y nerviosa. “¿Y qué te gustaría decirle o que le llegue?”, disparó en conductor. Después de un tenso silencio, la mujer más chica de la casa respondió, mirando al piso: “Me gustaría saber qué es lo que piensa, porque nunca entendí muchas de sus actitudes que tuvo a lo largo del tiempo, desde que soy chica. No sé qué le pasará por la cabeza. Soy una persona que si siente algo, lo hace; y en los últimos años no sentí escribirle. No sé qué es de su vida, no sé cómo está... No tengo idea”, agregó al borde del llanto.
Y Del Moro disparó: “Él te está viendo”. Asombrada, y con los ojos abiertos de par en par, Rosina replicó: “Pero está viviendo en los Estados Unidos”. Y él insistió: “No importa, pero te está viendo. Mirá la hija que se está perdiendo”. E inmediatamente, pasó a Florencia, generando un clima tenso.
“Estuve todos estos días pidiendo un psicólogo, porque sentía que hay una división muy grande y no me gusta esa cuestión. Intento no cargar a nadie con eso y que sea un tema mío a tratar con los psicólogos o con Gran Hermano. Aparte, estoy pendiente de no desenfocarme de la razón por la que vine, porque a veces nos terminamos yendo por peleas o cosas que nos sobrepasan. Yo vine a este reality porque era mi sueño. Y hoy, estar entrenándonos con el Chino y ver la gráfica, es muy fuerte. Hay que perseguir los sueños. A mí me costó mucho estar acá y también que no me importe el qué dirán”, indicó la concursante.
También en medio de un ataque de llanto, Lucía indicó: “Recién hablaban de sus papás y me hicieron acordar del mío. No sé cómo estará él ahora. Qué sentirá, porque a él le contó mucho que yo venga acá. Ojalá esté bien, porque la estoy pasando bien, estoy conociendo otras historias; salí de mi burbuja de Salta”, expresó la joven que reveló recientemente a sus compañeros que viene de una familia muy conservadora a la que le cuesta mucho aceptar que esté de novia con una chica.
A Emmanuel le preguntó cómo es estar casado desde hace 11 años con un militar. “Si supieras las que pasamos. Mucho prejuicio, muchas miradas, muchos comentarios por atrás. Pero siempre fuimos para adelante juntos, luchándola. Nunca nos separamos, empezamos de cero, sin nada. Con la familia de Nico es difícil, con la mía también... Ya les voy a contar a los chicos mi historia, porque por ahí me cuesta abrirme”, indicó el cordobés, dando en el blanco de la extraña situación a la que el conductor y la producción estaban exponiendo a los participantes.
Después de insistirle a Zoe para que cuente sus experiencias más negativas y que ella se negara, Del Moro siguió la ronda con Lisandro, Axel y luego con “El Paisa”. “Conocí a tu mamá, conocí a tu novia y uno cuando conoce a tu familia un poco entiende qué hay atrás tuyo”, le reveló el conductor al participante.
“Por ahí los escucho a los chicos hablar de sus familias y me llega al corazón. Mi viejo, como el de Alan, es derecho. No me daba un abrazo; tenía que ser en una ocasión especial. Mi mamá también fue así, siempre. Pero siempre estuvieron conmigo; quizá no como padres modernos, ellos son unos re papás, pero no eran cariñosos, eran a la antigua”, contó el participante, también emocionado.
“Mi papá no me iba a andar andando una abrazo, un beso a cada rato. Tampoco un consejo; por ahí lo precisaba y lo tenía que sacar de mí mismo. Pero me fue formando día a día, me hice un poco más fuerte, pero por ahí un consejo de un papá o de una mamá se precisa y yo no lo tuve”, continuó, llorando. “Escucho a los chicos, las vidas fuertes que todos tuvieron, y yo también pasé por cosas feas, desde hambre, frío, calor... Los escucho a los chicos y se me llena el corazón. No soy una persona de contar mucho, pero por ahí en algún momento les cuento mi verdadera historia, las cosas que feas que yo tuve que pasar, desde trabajar muy chico para tener mis cosas, un par de zapatillas... Mi viejo nunca me hizo faltar un plato de comida ni un techo, pero por ahí me faltaban zapatillas o una bombacha”, rememoró.
Y Del Moro continuó con su raíd: “Chula el otro día te vi contar una anécdota que me pareció como una película: que vos en la pandemia te quedaste sin plata para comer, y cuando salís a repartir unas tacitas te encontrás con tu ex con otra mina. Escuchen la historia de esta mujer: se queda sola con tres chicos, no le pasaban ni para comer y ella se inventó un trabajo vendiendo cosas por internet, porque no tenía para morfar”.
“Yo decidí separarme porque me sentía un cáctus, no recibía afecto y me desvalorizaba todo el tiempo”, empezó a contar Carla, ya conmovida desde la introducción del conductor. “Me sentía descuidada y decidí separarme porque no era feliz. Y él ejerció violencia económica sobre mí, porque me dejó sola con todos los gastos, con una cuota hipotecaria, con colegio privado, con tres hijos. Y justo, yo me fundí, y además me habían hecho la mastectomía. Me sentía como meada por un rinocerante”m exlicó.
“Y tuve que reinventarme a mí misma. Y lo hice acompañada, porque conocí a Hugo, que es el amor de mi vida y me ayudó mucho. Y desde el garage de mi casa le empecé a dar bola a las redes para poder vender y darle de comer a mis hijos. En la pandemia iba a entregar pedidos a Bella Vista, Quilmes, me recorrí todo Buenos Aires, y yo iba contenta porque sabía que lo que vendía ese día era para darle de comer a mis hijos”, siguió, en pleno ataque de llanto. “Es muy duro no tener para darles de comer. Pero trabajando duro pude salir adelante y ahora puedo comprar cosas para ellos y no necesito que me pase plata para alimentos, que todavía no me pasa, Cuando la prioridad es la comida, salís a laburar como sea”, finalizó.
“Hoy saqué una conclusión que me parece importante: al sexto día de estar acá, sé que voy a salir mucho mejor persona, porque revalorizo tanto cada minuto de vivir con mis afectos... Me doy cuenta del valor de prestarle atención al otro, de no tener el celular y estar distraído, de tener alguien al lado y hacerlo sentir solo. Revalorizo los abrazos, el afecto, la compañía, el amor. Todo lo que no se compra con dinero. Dame a elegir entre una carretilla de plata y mis afectos y no me importa el dinero. El afecto es vital”, indicó. Cuando el conductor se despidió de la casa, se escuchó a uno de los participantes exclamando: “¡Qué morbo!”. Un buen resumen del programa de este miércoles, que terminó perdiendo su escencia de reality para convertirse en un talkshow.
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