Filmoteca: regresa el programa de culto que le “escapa al algoritmo” e invita a descubrir el cine del pasado
Sus conductores, Fernando Martín Peña y Roger Koza, celebran “el clamor popular” de la comunidad de fanáticos del séptimo arte que los devolverá a las trasnoches del fin de semana, por la TV Pública
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Los fans se hicieron oír en las redes sociales. Esta vez, no se trataba de alguna polémica por la última película de una saga basada en un cómic ni la cancelación de una serie producida por una plataforma de streaming. El fervor era parecido, pero con un pedido muy diferente: el regreso de un programa de medianoche, en el que dos cinéfilos de ley presentan una película del siglo pasado.
“La gente no paró de hinchar hasta que nos tienen de vuelta. Me produce una enorme felicidad y mucha gratitud”, dice Fernando Martín Peña, historiador de cine, coleccionista, programador y conductor de Filmoteca. El ciclo de la TV Pública, que comenzó en 2000 con una temporada y volvió en 2006 para continuar hasta 2019, le acerca al público películas que no podría ver en otro lado y, probablemente, ni siquiera sabía que existían. En febrero de 2020, junto con su coconductor, el crítico, docente y programador de festivales de cine Roger Koza, recibieron la propuesta de continuar con Filmoteca; luego comenzó la pandemia y desde el canal fueron posponiendo el regreso. El espíritu del programa continuó con un ciclo radial producido por el ministerio de Cultura para ser emitido en la web y en distintas radios del país, con Peña y Koza acompañados por Fiorella Sargenti. Mientras tanto, en los rincones cinéfilos de Twitter empezó a circular la pregunta: ¿cuando vuelve Filmoteca?
Finalmente, regresará hoy a la pantalla estatal, con la presentación de dos films: Un muchacho y su perro y The Hellstrom Chronicle. Durante lo que resta del año, el programa tendrá dos emisiones semanales, en la trasnoche de los sábados y de los domingos, a la 1 de la madrugada, en lugar de su formato habitual de lunes a viernes. Con respecto a su contenido, seguirá en la línea que le ganó el afecto del público ávido de ver un cine distinto al que circula por otros medios masivos: una programación singular y ecléctica en cuanto a épocas, nacionalidades y estéticas, antecedida por una presentación informada y lúdica por parte de los conductores.
“La impresión que tuve siempre es que se celebraba la amistad a través del cine y desde ese espacio afectuoso, era una forma de compartir un amor por el cine -dice Koza, quien pasó de ser espectador del programa a sumarse como coconductor en 2016—. Y ese amor por el cine estaba desligado de cualquier tipo de dogma. Pienso que la condición de una amistad es que no existan dogmas entre los amigos. O sea, hay una forma de seguir el afecto que es incondicional. Creo que el amor por el cine de este programa es incondicional y esa incondicionalidad, implica que pueda haber un ciclo de Carl Theodor Dreyer o uno de vampiros alternativos. Eso es lo que no he cambiado en todos estos años. Luego, no solamente la personalidad de los partenaires que ha elegido Fernando es distinta, sino que la interacción para con él también lo es. No son los mismos amigos, y en esos cambios él también explora algo de él mismo, pero son diferencias mínimas, porque el fondo es común. He visto los programas, sobre todo los de Fabio Manes, que tenían otra impronta por la personalidad de este último. Pero eran dos personas que estaban muy cómodas hablando de lo que estaban hablando y que sentían un gran placer de hacerlo. Esa conversación la podían tener en un patio solos, pero además, en este caso, hay una cámara. Eso sigue siendo así”.
Peña opina que la imagen de los dos amigos charlando en un patio es exacta, que fue eso lo que quisieron hacer cuando comenzaron el programa en 2000, junto con Octavio Fabiano, fallecido en 2003. En 2006, el historiador de cine y coleccionista volvió con Filmoteca, acompañado por Fabio Manes, quien murió en 2014. Luego de un tiempo de conducción en solitario, Peña convocó a Koza, quien además de escribir en La Voz del Interior y otros medios, dirige su propio sitio web de crítica de cine, Con los ojos abiertos.
La química entre los conductores es una de las claves del programa en sus distintas combinaciones. Los copetes de Filmoteca (las presentaciones de cada película emitida), cobraron vida propia gracias a su canal de YouTube, creado por un fan en 2010, que los sube luego de cada emisión (allí se pueden encontrar copetes de todas las etapas del programa). En ellos, los conductores comparten su conocimiento e ideas con el público y, en ocasiones, también se divierten con el uso de utilería (un muñeco de ventrílocuo de un castor, operado por Peña, para la semana dedicada a las películas sobre el tema; un ataúd desde el que Koza habló sobre los films del ciclo de vampiros alternativos) y disfraces (sombreros y chalecos de cuero para hablar sobre westerns “raros”; gorrito de lana y gamulán en la semana del cine de montaña).
“Al ser nosotros personas comunes, parece que a la gente le resulta bastante fácil identificarse con nosotros, vernos como pares -dice Peña-. Manejamos más información en ese momento, así como otros manejan distintas informaciones sobre su propia experiencia. Nosotros sabemos un poco más de cine y lo hablamos. Como cuando los tuercas hablan sobre los coches, como cualquiera que tiene una pasión y ha tenido suerte, como la tuvimos nosotros, de transformarlo en su medio de vida. Me parece que hay mucha gente que se identifica con eso y con los juegos. Porque claro, como los amigos juegan, nosotros jugamos también, ¿no? Por eso los disfraces, que ya empezaron con Octavio y después los seguimos con Fabio. La única condición es que no entren forzadamente. No nos sentimos obligados a hacer una payasada en cada copete, pero si el tema lo propone, nosotros lo hacemos”.
Lo que no les causa tanta gracia a los conductores es que algunos vean el copete pero no la película que están presentando: “Después nos lo cuentan como si a nosotros tuviera que gustarnos -dice Peña, con cierta indignación divertida-. Eso lo consideramos un fracaso, porque, en realidad, la idea del copete es tratar de que la gente vea la película. El copete sería lo menos importante, ¡pero qué sé yo!”
La presentación es solo la puerta de entrada a un film elegido con el objetivo de ofrecer un descubrimiento y programado en conjunto con otros según relaciones que no son las más obvias.
“Una forma de programar muy convencional es la de tomar un director que a uno le interesa y explorar su filmografía, lo que es muy válido, pero disminuye ese factor sorpresa -explica Peña, quien acaba de publicar su nuevo libro, Cine maldito, de La Tercera Editora-. Nosotros trabajamos sobre directores que no conoce nadie o que nadie va a buscar a priori. Parto de una base, que supongo que es culpa del cineclubismo, de Samaritano y sobre todo de Alsina Thevenet, para quien los autores eran importantes, por supuesto, pero en su experiencia eran más importantes las películas. Porque uno se encuentra con anomalías que no responden a la teoría del autor, que son inexplicables: grandes películas de tipos que nunca hicieron nada bueno o grandes películas de directores intrascendentes, que circulaban en una medianía y de golpe tienen un momento brillante. En general, la formación cinéfila argentina no te lleva a esos lugares. Entonces, trato de programar para ese lado. Roger dice que no programa pero yo creo que sí, porque le propongo cosas y según la reacción de él, las mantengo o las cambio. Me parece que no se ha dado cuenta todavía”.
"Manejamos más información, así como otros manejan distintas informaciones sobre su propia experiencia. Nosotros sabemos un poco más de cine y lo hablamos. Como cuando los tuercas hablan sobre los coches, como cualquiera que tiene una pasión y ha tenido suerte, como la tuvimos nosotros, de transformarlo en su medio de vida."
Fernando Martín Peña
En particular, Koza propone relaciones del cine del pasado con el del presente, al que está muy vinculado, por su labor de programador en festivales como el de Hamburgo y como director artístico de Doc Buenos Aires y el Festival internacional de Cine Independiente de Cosquín. Peña en cambio, que fue director del Bafici y del festival de Mar del Plata, cuenta que en materia de estrenos solo se mantiene al día con el cine argentino independiente que programa en el Malba.
“Me cuesta cada vez más ver cine contemporáneo y cada año que pasa disfruto más de las películas del pasado porque, como en todo conocimiento, cuanto más sabés, más te das cuenta cuánto no sabés -dice el historiador, quien realiza proyecciones en fílmico de películas sorpresa, los miércoles en el teatro Hasta Trilce-. Qué frágil que es el conocimiento y qué tontería son las certezas. Cuando empezás a leer y a ver más, todas las certezas se desmoronan permanentemente. Hay algo atrás que siempre se escapa, como se escapa el horizonte. Hay muchísimo cine del pasado para ver y para descubrir”.
Ese descubrimiento es parte de la premisa de Filmoteca, que Peña describe como “escaparle al algoritmo”. Dentro de esa vocación de revelar films escondidos u olvidados, en Filmoteca tiene un lugar central el cine argentino: “Y no el cine argentino más conocido del pasado -dice Koza-. Cuando pasamos El último montonero (1963) para mí fue un hito reciente del programa, porque era una película que no la había visto nadie, incluso gente que se dedica a estudiar la historia del cine argentino. El encuentro con esa película fue para muchos destituir ciertos lugares comunes, como si el buen cine argentino hubiera comenzado a fines de los 90, cosa que es una sentencia completamente errónea. Descentrarse incluso en el pasado es no solo poder dar con un cine argentino desconocido del pasado sino también descentrado de Buenos Aires y de los grandes estudios. Ojalá pudiéramos hacerlo más, pero es muy difícil encontrar el material porque no tenemos Cinemateca Nacional”.
El crítico apunta a uno de los temas más preocupantes para el cine argentino: la falta de una institución estatal que se ocupe de preservar y exhibir las películas producidas en la Argentina. Se calcula que el 95 por ciento del cine mudo argentino está perdido y también un 50 por ciento del sonoro. La historia de la creación de la Cinemateca Nacional está repleta de avances y retrocesos, incluso llegando a anunciarse su establecimiento en 2017, que quedó en suspenso luego de la renuncia del presidente del Incaa Alejandro Cacetta, en medio de una polémica.
“Sería fácil decir que la responsabilidad es exclusivamente política por no hacer cumplir la ley -dice Peña, quien como activista de la preservación del cine fue uno de los fundadores de la institución privada Filmoteca Buenos Aires y fue uno de los impulsores de la ley para la creación de la cinemateca nacional, sancionada en 1999-. Fácil, en el sentido de que son responsables todos los ministros de Cultura y todos los directores del Incaa, salvo Liliana Mazure, que consiguió la reglamentación y en, alguna medida, Lucrecia Cardozo. Después todos los demás responsables políticos tuvieron que ver con no cumplir la ley; de todos los signos políticos. En ese sentido no hay grieta. A ninguno le importó el tema de la preservación tanto como para lograr que la Cinemateca exista. La responsabilidad política es una, pero también hay una enorme responsabilidad de la comunidad cinematográfica, de los directores, productores, guionistas. Si los agarrás individualmente, todos te reconocen la necesidad de la preservación pero de manera colectiva, cuando se organizan en asociaciones que los representan, no están dispuestos a permitir que plata del Estado vaya a otra cosa que no sea la producción. Alguno te puede reconocer la importancia de la difusión, pero de la preservación, ninguno. Piensan que las películas se tienen que preservar por generación espontánea, que los recursos del Estado se tienen que destinar exclusivamente para la producción y eso no es así. La ley fue sancionada dos veces, porque la derogaron y se volvió a tratar y se sancionó, las dos veces por unanimidad. A pesar de que es una ley nacional que debe ser cumplida todavía estoy esperando que me digan si esta ley es tan mala, por las criticas que muchas personas le han hecho, cuál es la alternativa para ocuparse del tema. Porque el tema sigue existiendo y se agrava con los años. Nadie ofreció una alternativa más práctica, más viable, más eficaz. En este momento, todas las cinematecas del mundo están lidiando con el problema de la preservación del material que originalmente se produce en digital, pero pueden trabajar ese problema porque antes tienen resuelto el de la preservación del fílmico. Nosotros no tenemos resuelta ninguna de las dos cosas. Estamos en la época de las cavernas con respecto a este tema”.
Koza relaciona el escaso interés político y del sector audiovisual en la creación de la Cinemateca con el concepto de que no tiene ningún beneficio económico. “Es un error extraordinario porque es prescindir de las imágenes del siglo XX, porque no hablamos solo de ficción, ni películas. En las películas están literalmente las imágenes del pasado de la Argentina y no tenemos más que eso. En el siglo que estamos transitando pasa al revés: hay una exuberancia cotidiana delirante de producción de imágenes, que habrá que entender cuáles de ellas son las que hay que resguardar o no, además de saber cómo y cuando”, dice el crítico, y luego agrega: “Si no hay una Cinemateca lo que se va a producir en el futuro en materia de cine va a ser empobrecido porque gente que filma sin conocer su historia, sin conocer la importancia de la estética, filma con falencias, con baches”. Su compañero de Filmoteca asiente: “O filma lo que ya hicieron otros sin darse cuenta. Peor”.
"Es un error extraordinario no preservar el patrimonio cinematográfico porque es prescindir de las imágenes del siglo XX. No hablamos solo de ficción ni películas. En las películas están literalmente las imágenes del pasado de la Argentina y no tenemos más que eso. En el siglo que estamos transitando pasa al revés: hay una exuberancia cotidiana delirante de producción de imágenes, que habrá que entender cuáles de ellas son las que hay que resguardar o no, además de saber cómo y cuando"
Roger Koza
Además del innegable valor histórico y artístico de preservar las películas del pasado, los conductores señalan que también hay posibilidades económicas que se están perdiendo, como la de utilizar esas imágenes en nuevas producciones, en particular documentales, y los reestrenos.
“¿Quién dijo que no se pueden estrenar películas del pasado en condiciones extraordinarias? -dice Koza-. Un festival como el de Bologna (que presenta películas recuperadas y restauradas) se llena de gente de todo el mundo y termina siendo efectivo desde el punto de vista económico. Es una cuestión de imaginación y de expandir el concepto que tenemos de sala. Para esto sirve un programa como Filmoteca. ¿Por qué tiene tantos fans? ¡Y muchos de ellos son jóvenes! ¿Quién dijo que el pasado está muerto?”.
En la actualidad, se da por sentada la idea de un acceso infinito a las películas de todos los tiempos. Aunque no es tan así, la proliferación de las plataformas de streaming y las opciones que ofrece internet para acceder a films de distintas épocas y lugares, puede abrumar a quien quiere ampliar sus horizontes cinematográficos. La curaduría y presentación de las películas en un contexto es más importante que nunca.
“Ante el exceso se hace difícil ordenar dónde está o cómo ordenar lo que está disponible -dice Koza-. Creo que ese es el diferencial de algunas de las plataformas; cuando saben articular en una lectura del cine lo que están ofreciendo, hacen la diferencia. Es el caso de Mubi respecto a las parecidas a Netflix. Ahí aparece la figura del programador, porque no es solamente la locura por las películas. La relación que tiene Fernando con la historia del cine, como divulgador, como cineclubista, conlleva en que haya una confianza y el trabajo de selección que viene haciendo hace años es una forma de actualizar la historia del cine, entender las tradiciones, los circuitos secretos de relación entre las películas”, dice Koza y plantea: “¿Cómo hace alguien que no ha estudiado para ubicarse en un cosmos en el que brillan cien mil estrellas al mismo tiempo? ¿Cómo configurar constelaciones entre las películas? Porque sino no hay figuras, no hay reconocimiento. Ese es el gran tema de hoy”.
Ante ese panorama, Filmoteca se propone como un espacio para el descubrimiento, guiado por Peña y Koza, quienes también siguieron los pasos de otros en su formación cinéfila, una aventura que continúan transitando. “Para mí fue clave en su momento estar cerca de gente como Octavio Fabiano y Fabio Manes, que tenían un gusto distinto del mío y distinto de Salvador Sammaritano, que son los tipos que más me formaron cinematográficamente -dice Peña-. Ibas al Cineclub Núcleo y veías un tipo de películas, pero ibas al Club de Cine de Octavio y eran films completamente diferentes. Te dabas cuenta de que las otras películas más populares, menos canónicas, producían en el público que iba el mismo efecto emocional. La gente salía de ver un western clase B como si fuera una película de Bergman. Esa heterogeneidad que siempre tuvo Filmoteca tiene que ver con esa falta de prejuicio para programar. Hay momentos para ver distintas cosas, momentos anímicos, en los que te hace bien una película de género o más convencional, lo cual no tiene porque ser así, ya que hay películas de género totalmente sofisticadas. Hay otros momentos para dejarte llevar por lo que te plantea Andréi Tarkovski y ver si podés trasladar esos interrogantes a tus experiencias de vida. Tipos como ésos, Bergman, Antonioni, no están en la historia por nada: hicieron películas que se van a seguir viendo mientras exista el cine. Entonces, cuanto más grande se hace uno y más experiencias tiene, mejor las puede relacionar. Recuerdo haberme aplicado esas películas, como quien se inocula, cuando estudiaba cine y podía quedar deslumbrado con las ideas cinematográficas, pero no podía relacionarlas con nada, porque no tenía vida. A los 20 me pasó eso, pero vuelvo a verlas a los 50 y me resuenan de una manera completamente distinta. Y la diferencia no tiene tanto que ver con la formación, con la cantidad de cine que vi, sino con la cantidad de cosas que he vivido”.
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