Fallido retrato del alma femenina
Las reflexiones morales de Rosa, Violeta y Celeste no tienen sustento dramático
Rosa, Violeta y Celeste , serie protagonizada por Leonor Benedetto, Agustina Cherri y Carmen Vallejo. Con Katja Alemann, Lito Cruz, Georgina Barbarossa, Rita Cortese, China Zorrilla, Ulises Dumont y la voz de Elena Tasisto. Guión: Benedetto y Viviana Holz. Escenografía: Teté Mendoza, Pablo Meriles. Iluminación: Gustavo Nakamura. Edición: Rubén Molina. Realización y Steadycam: Daniel Galimberti. Producción general: Mario Lazcano. Dirección: Hugo Medina. Idea y dirección artística: Leonor Benedetto. Por Canal 7, de lunes a miércoles, a las 23.
Nuestras opinión: regular
"Esta es una historia para hablar de la vida de las mujeres", dice la narradora Elena Tasisto no bien se pone en marcha la historia de Rosa, Violeta y Celeste . Exponentes de tres generaciones y, por lo tanto, dueñas de vivencias, sentimientos e ideales propios y complementarios, las tres viven en una "casa de ficción" y no existen en la vida real. "O quizá sí", según sugiere la misma voz en off, abriendo una puerta que nos sugiere cierta posible convivencia entre realidad e imaginación.
Algo así ocurrió ya tres veces, a razón de una por cada episodio emitido esta semana. Violeta Osorio (Benedetto) es la conductora de Fem News y desde ese noticiero ficticio sigue la problemática femenina con testimonios y denuncias de fuerte contenido. Por allí pasaron, insertadas en el relato, voces denunciando abusos contra la mujer en países africanos y la violencia de género en España, además de una ONG local que presta ayuda a las víctimas de violaciones.
Al mismo tiempo, como su madre Rosa (Vallejo), su hija Celeste (Cherri) y una fiel ama de llaves (Cortese), y ahora en el terreno estricto de la ficción, Violeta funciona como portavoz y exponente viva de toda clase de interrogantes prototípicos de la femineidad. Cada una de ellas, juntas o por separado, se hace preguntas sobre la soledad, la infidelidad, la amistad, la incomunicación entre generaciones, el paso del tiempo y la estabilidad afectiva. Todo expuesto con honestidad intelectual y las mejores intenciones, pero cargado al mismo tiempo de retórica, de frases sentenciosas y de planteos tan esquemáticos como artificiosos, en los que hay lugar hasta para el realismo mágico. Las charlas entre Violenta y su terapeuta (China Zorrilla) no superan el umbral del ejercicio de autoayuda.
Como en la ópera prima de Benedetto como directora cinematográfica ( El buen destino ), Rosa, Violeta y Celeste quiere ser una historia coral, en la que cada personaje (mujeres, en su gran mayoría) antes que representar un papel se convierte en un disparador a marcha forzada de ideas, pensamientos y convicciones.
Al reemplazar la progresión dramática por una serie de reflexiones morales casi siempre expuestas al riesgo de la declamación y el énfasis, el programa pierde la fortaleza elemental que se espera de una ficción. Ya no hay situaciones encadenadas a partir de un hilo narrativo: casi todo es alegórico, abstracto y por momentos hasta incomprensible, por más que los actores se empeñen en darle a cada viñeta aislada un aire cotidiano, natural y más o menos creíble.
Sólo en el tercer episodio algo parece cambiar, cuando la atención deja de dispersarse y se concentra en el episodio de abuso sexual sufrido por Celeste. Pero también aquí, aun en la instancia más realista entre todas las imaginables según el esquema sugerido por Benedetto, las cosas se imponen desde afuera y se tornan lamentablemente obvias y demasiado distantes.
En el terreno formal y el interpretativo (donde se destacan el compromiso de Katja Alemann y el recordado Ulises Dumont) los resultados son igualmente desparejos. Los indiscutibles méritos en materia escenográfica y de iluminación quedan descompensados por las deficiencias de sonido y hay alguna muestra de virtuosismo con la cámara sin la más mínima utilidad dentro del relato.
1,6
puntos
- Conservó la misma cifra de rating esta semana, en sus tres primeras emisiones
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