Eugenia, la ganadora de Survivor: el objetivo por el que fue a la isla y el sufrimiento de la autoexigencia en el juego, pero también en su vida personal
Luego de quedarse con el primer puesto, la jugadora analiza cuál fue la gran enseñanza que le dejó su paso por el reality
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Finalmente, Survivor llegó a su conclusión, con Eugenia Propedo como la gran ganadora de la competencia. Luego de 59 días en la isla, todos ellos atravesados por complejos desafíos físicos y emocionales, la jugadora de 32 años y oriunda de Luján, se consagró durante la noche final del ciclo televisivo. Y en un mano a mano con LA NACIÓN, Eugenia habló sobre qué le significó estar en dicho reality, pero principalmente, de qué modo esa experiencia la ayudó a resolver uno de los aspectos más difíciles de su personalidad.
-¿Qué significa para vos haber sido la ganadora de Survivor?
-La verdad es que no me lo esperaba en absoluto, pero estoy feliz. Yo supe que iba a competir y a participar de un juego, y fui a dejarlo todo, como soy en cada cosa que hago. Y esto significa un paso más en lo que quiero alcanzar en mi vida, pero también fue un gran crecimiento a nivel personal, y eso es lo que más me llevo de esta experiencia. Aprendí un montón de cosas; aprendí que tengo que dejar de ser tan competitiva y eso es algo que corregí después de esta experiencia. Sigo compitiendo y jugando al básquet, pero a los errores ahora me los tomo de una manera más relajada. En el video de presentación, yo dije que quería ir de manera relajada, porque soy una persona muy estructurada, y por eso quería un cambio para mi persona.
-Sos muy exigente con vos. ¿Eso viene de tu crianza, o es algo que siempre estuvo en tu naturaleza?
-No sé de dónde viene. Mi familia me crio de una manera súper libre, nunca me impusieron nada ni me exigieron nada. Es algo de mi naturaleza, y sinceramente no entiendo. Lo que recuerdo es que a los cinco años empecé a competir jugando al básquet, era muy chica, entonces eso de la competencia fue creciendo conmigo, y tal vez me alimenté de eso. Pero no sé por qué soy tan autoexigente.
-¿Y en qué otros rasgos sentís esa autoexigencia en tu vida cotidiana?
-No lo tomo desde un lugar de competencia, pero en el trabajo me pasa igual. Todo lo que hago tiene que ser perfecto, no me permito ni un poco de error. Juro que después de toda la experiencia del reality, que fue algo que nos golpeó muy fuerte, y de la terapia que hice antes, ahora lo corregí. Después de tanto elaborarlo, hoy soy mucho más relajada. Noto que trabajo mejor de esta manera, más tranquila y permitiéndome errores.
-¿Pensás que salir segunda en vez de primera, te hubiera dejado una mejor enseñanza, teniendo en cuenta esto que hablamos sobre su severidad para con vos misma?
-No, porque el trabajo lo pude hacer igual, y haber ganado fue un detalle más. Como el reality ya había sido filmado, a lo largo de todo el proceso tuvimos la oportunidad de vernos, y esa fue una experiencia súper enriquecedora. Yo aprendí mirándome durante todo el programa.
-¿Cómo era tu día a día antes de Survivor?
-Trabajaba como ingeniera de procesos, era un trabajo normal, de lunes a viernes de ocho a cinco. Era muy demandante porque estar en el área productiva es mucha responsabilidad, y tenés que tomar decisiones constantemente, no solo con lo que se está produciendo, sino también con quieres están haciendo el trabajo. Era un trabajo de supervisora y era un cargo muy relevante, y como después me iba a entrenar, tenía todos los días un horario que cumplir en el trabajo o en el entrenamiento. Pero por ejemplo, si estaba cansada yo no me permitía no ir a entrenar, y así me autoconsumía; en mi cabeza sentía que tenía que cumplir con todo. Pero en un momento me sentí muy atrapada en eso, en esa rutina. Y ver la oportunidad del programa, gracias a Dios fue un llamado de atención, porque pensé que quería ir ahí, y sumergirme en algo que me dejara ver las cosas de otra manera.
-Esa forma de ser, ¿te costó la relación con alguna pareja, familia o amigos?
-Sí. Cuando estudiaba ingeniería, yo me aislé un montón porque le dedicaba muchas horas al estudio. Yo trabajaba, estudiaba, y los fines de semana seguía estudiando. Como vivía en Capital, todos mis afectos estaban en Luján, y los fines de semana los que estudiamos en afuera solemos aprovechar sábado y domingo para volver a nuestro lugar, pero yo me quedaba estudiando de seis de la mañana a once de la noche. Y me distancié muchísimo de mi familia, de mis amigos. Me acuerdo que mis papás me decían: “Venite, despejate un poco”, y yo les respondía que no. Y así me fui alejando. No digo que a mi familia la perdí, porque tengo alrededor personas que pueden entender todo, pero sí fue una lejanía que tuve con ellos por ponerme demasiada exigencia.
-¿Sentís que necesitaste de Survivor para lograr cambiar tu mirada?
-Sí, después de esta experiencia abrí los ojos. Si bien yo venía trabajando esto en terapia, el de Survivor fue una aprendizaje muy rápido, fue una cachetada en la que sentí que me decían: “Despertate, no podés seguir así”.
-¿Y qué esperás a futuro, la tele te sedujo o querés volver a tu trabajo?
-Una de las cosas por las que ingresé al programa, fue para participar de los juegos físicos. Quería darle un giro a todo, pero también que el deporte fuera una parte mayor de mi vida. Si surgen oportunidades vinculadas al deportes o a los viajes, me encantaría. Pero en este momento yo estoy muy bien en mi trabajo, y vuelvo a mi rutina más contenta y más tranquila. Pero si surgen oportunidades, no las voy a desaprovechar.
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