Laten Argentinos, una caldera en ebullición que la pantalla no muestra
El nuevo programa de Mariano Iúdica, en Telefé, requiere una movida importante para su realización
El domingo último, al atardecer, el paisaje de la calle Laprida cuando muere en el río, en Vicente López, era esencialmente el que puede verse cualquier fin de semana de carnaval. Familias instaladas en reposeras, con sus heladeritas portátiles llenas de bebidas y sándwiches, termos, mates, la infaltable bolsita con los bizcochitos de grasa. Alguna que otra abuela esquivaba el calor con una pantalla de papel adquirida durante una excursión al cercano barrio chino. Los nietos se divertían lanzando y lanzando a las alturas una suerte de pequeños helicópteros plásticos con luces multicolores que vendía un señor unos metros más allá. Otros pasaban el rato empapando con nieve artificial a quienes transitaban cerca suyo. El cielo, que iba canjeando la claridad de la luz solar por un azul casi negro, aparecía adornado por una brillante luna llena, la perla que faltaba en la génesis de una noche que prometía mostrarse agradable y bella.
Sin embargo, en esa oportunidad había algo más en la zona que lo que habitualmente ofrece el desfile de murgas y grupos tocando batucada. Desde allí se emitiría por primera vez Laten argentinos, el programa que emite los domingos Telefé, desde distintos lugares, conducido por Mariano Iúdica. Las actuaciones de Lali Espósito y del Chaqueño Palavecino eran una atracción irresistible para concurrir al lugar, más allá de lo fascinante de ver en acción a la dinámica televisiva en vivo y en directo. Dos horas antes de la anunciada para el inicio del programa, más de 50 mil personas llenaban las gradas y el campo frente al enorme escenario de 20 metros de boca sobre el que tendría lugar el espectáculo. Más allá de las vallas que delimitaban este predio, las familias, en un número similar a los que estaban adentro, disfrutaban también del show.
Desde el viernes, el movimiento en el lugar había sido distinto al de un fin de semana común. Técnicos y obreros armaron el enorme escenario, con decenas de reflectores e inmensas pantallas de led en el fondo y a los costados. Frente al mismo, a unos cien metros de distancia, otros obreros alistaron unas seis graderías y cercaron con vallas la zona. Entre las gradas y a los costados del campo levantaron unos mangrullos para cámaras de televisión. Más tarde, detrás del escenario, armaron varias carpas. Cuatro grandes, blancas y otras seis verdes, más pequeñas. El sábado llegó un móvil de televisión, con los controles de las luces, el sonido y la transmisión de imágenes, Una nueva legión de técnicos distribuyó los cables e hizo las conexiones necesarias. Un par de micros trajeron perchas con el vestuario que utilizarian los bailarines y artistas que aparecerían en el programa. En algunas de las carpas más chicas se armaron las salas de maquillaje y vestuarios. En otra se acomodaron los elementos de utilería que se usaría en el programa y en una similar se instalaron un par de cocinas, hornos y heladeras. El domingo llegaron cuatro motorhomes en los que tendrían sus camarines las estrellas más importantes del programa: Lali , el Chaqueño, Iúdica, además de Sandra Mihanovich y Patricia Sosa, que harían de jurado en el concurso de talentos que se realiza en el programa.
En un par de las carpas blancas se ambientó lo que sería una sala VIP, en la que estarían algunos invitados especiales al debut. En otra, se armó una nueva sala de estar, donde los famosos que habían sido convocados para participar del juego con los avioncitos en el que estaría en competencia un auto podrían esperar el momento de su salida al aire. Allí también podrían entrenar para mejorar su puntería arrojando las naves voladoras de papel. La última carpa blanca era el lugar donde Pablo Granados y su hijo Miguel tendrían su cuartel general y prepararían los personajes con los que harían su aparición en cámaras.
El domingo, desde el mediodía, se hicieron las pruebas de luces y sonidos. El retumbar de los bafles se escuchaba desde Libertador, a unas cuatro cuadras de distancia. Más tarde fue llegando la gente y tuvo lugar el corso. Un poco después de las ocho y media de la noche, Iúdica hizo su aparición en el escenario, sin que su imagen saliera al aire. El conductor agradeció la presencia del público y cuando anunció la futura presencia de Lali Espósito, la aclamación sobrepasó por primera vez el nivel del sonido de los parlantes y una lluvia de nieve artificial lanzada por el público cubrió el campo y las graderías. Unos minutos después las imágenes de lo que pasaba en ese escenario estaba en los televisores de todo el país. Las cámaras desde los mangrullos tomaban vertiginosamente las imágenes del grupo de baile que actuaba. Lo mismo hacia otra desde una grúa que se trasladaba sobre la cabeza del público. Dos drones sobrevolaban el lugar y captaban lo que ocurría desde ángulos increíbles. La presencia de la ex protagonista de Esperanza mía en el escenario con Iúdica desató una griterío enorme. Los aviones de pasajeros que surcaban en esos momentos el cielo en su ruta habitual hacia el Aeroparque parecían planeadores aterrizando en silencio.
Detrás del escenario, en las carpas, en los motorhomes, en el campo, en el móvil de exteriores y sobre el escenario la actividad sería vertiginosa durante las tres horas siguientes. Artistas cambiándose, bailarines ensayando sus coreografías, Pablo y Miguel Granados ajustando sus rutinas humorísticas, asistentes llevando catering y bebidas a la sala vip, famosos tratando de embocar avioncitos de papel en una ventana, maquilladoras y vestuaristas dando los últimos toques a quienes eran llamados a escena, Lali Espósito cruzando rápido el lugar rodeada de guardaespaldas para evitar que nadie se le acerque. Toda una escena típica de un pasillo de camarines en un espectáculo de variedades. Sobre el escenario, un número tras otro para hacer las delicias del público en el lugar y de los televidentes en sus casas. Un poco más lejos de allí, a la vera del río, varias baterías de fuegos artificiales esperaban ser encendidas más allá de la medianoche para coronar con su brillo en el cielo una noche que prometió ser agradable y bella, y lo fue.
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