En foco: La mesa está lista, una fiesta que progresa en el aire y se repite a diario
Cómo se hace el programa de los mediodías de El Trece que conducen Germán Paoloski y Denise Dumas; el clima de diversión en el que se trabaja es poco habitual
Son las once y media en punto de la mañana. En los televisores, en la pantalla de El Trece, se percibe nítidamente el cambio de un programa a otro. En el estudio de Endemol, desde donde se emite Nosotros a la mañana, el pasaje a La mesa está lista es solo un apagón de luces en un rincón y el encendido de otros reflectores en el de enfrente. Los protagonistas del programa anterior se van por los pasillos y los nuevos dueños del aire van ocupando sus lugares.
Germán Paoloski y Denise Dumas presentan, frente a la cámara que está encendida, el magazine que todas las mañanas, entre las 11.30 y las 13, emite la señal del solcito multicolor. Luego, una conexión con Mar del Plata o Carlos Paz. Son apenas unos minutos, pero alcanzan para que en otra zona del estudio alguna sección del programa, como la cocina, haya completado su armado y pueda ser mostrada en cámaras. Mientras tanto, un eficiente work in progress va cambiando toda la escenografía, prácticamente en silencio y sin que se perciba al aire. Paneles de cartón pintado que van simulando paredes son unidos por un trabajo artesanal de los escenógrafos y reemplazan a los que formaban parte de la decoración del programa anterior.
Una mesa ratona de vidrio llega al centro de una tarima circular. Sillones individuales son colocados a su alrededor y arman inmediatamente lo que será el living donde se desarrollará gran parte del envío minutos más tarde. Jay Mammon hace un chiste. Le contesta de Dumas en plena tarea culinaria. Paoloski aporta lo suyo. Fuera de cámaras, una treintena de personas, entre técnicos, productores e invitados lanzan carcajadas una tras otra, festejando el humor que generan los conductores. El clima divertido crece casi al mismo ritmo del decorado. Pasaron apenas unos veinte minutos de programa. La estética que lo define y decora ya está completa. En el piso, el espíritu festivo empieza a difundirse por todo el ambiente. Probablemente del otro lado de la pantalla la diversión derrame del mismo modo.
Planificación e incertidumbre
Las jornadas de trabajo en la producción de La mesa está lista empiezan algunas horas antes de que el programa salga al aire. A las seis de la mañana, las islas de edición ya están trabajando a full para procesar todo el material que aparecerá como informes durante el programa. Por estos días este trabajo es mayor por la enorme cantidad de material que llega desde los lugares de veraneo. A las nueve de la mañana se incorpora el resto del equipo de producción, que se divide en grupos. Uno de ellos se dedica a rastrillar las noticias de actualidad para generar temas que alimenten la emisión del día. Otro, a confirmar que los invitados vendrán a la cita en el piso o a buscar nuevos en el caso de que alguno falle. Un tercer grupo, a armar las notas y preparar las indicaciones para los que muestran su cara en cámara. Los conductores llegan cerca de las diez y media de la mañana. Van a vestuario y luego a peinarse y maquillarse. Mientras tiene lugar este proceso se dedican a repasar la pauta del día, cuyos temas ya conocen porque recibieron esa información la tarde anterior. También reciben la información de los cambios y discuten sus puntos de vista sobre el contenido de la emisión. Luego, cuando su accionar aparezca en pantalla, las indicaciones a través de las "cucarachas" –auriculares en sus oídos desde donde reciben las instrucciones de los productores– completarán este trabajo.
Mientras están al aire, en el control, los productores permanecen atentos al minuto a minuto. Esa planilla que les llega a los celulares en el que aparece la cantidad de gente que está viendo el programa en cada momento. Un instrumento que puede reducir a cinco minutos la participación de un invitado al que estaba previsto tener en pantalla unos veinte. O al contrario, llevar a cuarenta minutos la participación de alguien que se pensaba entrevistar durante la mitad de ese tiempo. Una incertidumbre solo comparable a la de los miembros del equipo responsable de conseguir a los invitados del día, que respiran solamente cuando ven bajar del remis a los personajes convocados.
El humor todo lo puede
Otro cantar es la labor de Campi y Jay Mammon. Ambos pautan la manera en que participarán en la emisión. El primero elige con la producción cuál será el personaje al que imitará en la jornada (por ahora el predilecto de todos es Ricardo Canaletti) y el segundo, si aparecerá Estelita y a quien le tocará entrevistar. El personaje al que imitará Campi aparece en el estudio ya caracterizado como tal y con un guión ya aprendido. Estelita se materializa, con peluca blanca, vestido ajustado y lentes de carey, en un rincón del estudio a la vista de todos. No así las preguntas que hará en la entrevista, que Jay Mammon prepara con anterioridad.
Mientras el cómico hace su trabajo en el reportaje, en un costado, fuera del alcance de la lente de las cámaras, Dumas espera rodeada de sus dos hijitas y una amiga de éstas, además de Paula Varela y Cinthia Fernández. Hay cotillón y disfraces con los que las nenas se divierten tratando de no hacer tanto ruido. El trío de mujeres adultas permanece atento para intervenir en algún momento en el que Estelita les "de el pie" con algo y generar algún festejo. Cuando ocurre, se suman algunas productoras y las maquilladoras. A esa altura, nadie se acuerda que lo que están haciendo es un trabajo. El clima es realmente divertido y así será hasta que la hora en que el noticiero rompa el hechizo y posponga la fiesta hasta una nueva jornada.
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