La televisión -y la entrega de los Martín Fierro- volvió a dejar esta semana destacadas perlitas que bien vale la pena destacar
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Entre el censo y los premios de APTRA, a la televisión de esta semana le faltó variedad y le sobraron varias horas. Una vez más los Martín Fierro se convirtieron en la fiesta de nunca acabar. No por la duración de la ceremonia -que de todos modos fue eterna- sino también por el efecto residual que dejaron a lo largo de toda la semana.
Así y todo quedaron un par de temas para hablar. Como la confusión de Leticia Brédice, quien generosamente quiso compartir su alegría con una compañera, pero se equivocó en el nombre. También hubo un equívoco verbal en el piso de Intrusos, y llamó la atención que nadie dijo nada. ¿Será que en la tele cada vez se escuchan menos?
Bendita, por su parte, perdió su premio como programa, y se hizo escuchar como mejor sabe, con la altura de un discurso breve y un informe lapidario.
Doña Brédice y sus dos Lalis
Se extrañaba a Leticia Brédice en entregas de premios, porque la actriz siempre se las ha rebuscado (algunas veces consciente, otras no tanto) para aportar al show con simpatía, irreverencia, o actos fallidos. Este fue el último caso, donde tanto entusiasmo reprimido por la pandemia, le terminó jugando una mala pasada.
Se terminaba la entrega de los Martín Fierro, y la 1-5/18 tenía varios motivos de festejo: ya tenía en casa las estatuillas a autoría (Lily Ann Martin, Jessica Valls y Marcelo Nacci), mejor actor protagónico (Luciano Cáceres) y mejor actriz protagónica (Agustina Cherri). En eso llegó el momento de levantar el de mejor ficción, y el escenario de la ceremonia fue copado por el elenco en pleno. A su turno y en un acto de generosidad, Leticia Bredice quiso reconocer el trabajo de una compañera, así que manoteó el micrófono y dijo: “Agradecerle, con todos los tules que se puso, a Lali Espósito de Paraguay. Ah, cómo ¿ni un aplauso para un país limítrofe?”. Y no, porque nadie entendió nada. Lali Espósito estaba sí, pero en la otra punta de la sala.
La mencionada por la actriz era Lali González, que compartió ficción y la terna en la que ganó Cherri. Para colmo, cuando sus compañeras le dieron la palabra en Telefe le cortaron el micrófono y pasaron a la siguiente terna. Pobre Lali, con homenajes así…
Una lógica irrefutable
Otro tema que durante la semana copó los programas de la mañana, de la tarde y de la noche fue la tragedia en el departamento de Felipe Pettinato, donde perdió la vida el neurólogo Melchor Rodrigo. Horas y más horas televisivas se dedicaron a diseccionar cada detalle de la historia, y con tanto análisis en vivo y en directo era casi inevitable que sucediera algún traspié. Y pasó nomás.
Con un programa prácticamente dedicado al tema, el miércoles conductora y panel de Intrusos dejaron que el periodista Javier Díaz fuera la voz autorizada para hablar del caso. El especialista dio detalles, datos, suposiciones, y planteó las preguntas todavía sin respuesta con solvencia. El problema fue que en el fragor trastabilló y dijo: “La pericia forense se iba a hacer a las siete de la tarde, pero al final se adelantó. Lo que dijo la autopsia, palabras más o palabras menos, es que estaba vivo al momento de morir”. Y sí, por lo general para morir es importante estar vivo.
En realidad lo que quiso decir Díaz fue que tal vez Rodrigo estuviera inconsciente al momento de comenzar el incendio, por la posición en la que había sido encontrado el cuerpo. Fue un furcio lógico al armar la oración, lo raro es que nadie del panel, incluida Florencia de la V, lo aclaró o lo hizo notar, siguieron como si nada. Todavía que le pone la mejor onda, no lo cuidan. Así no.
A buen perdedor, pocas palabras
Se habla mucho de ser “buen perdedor”, pero nadie explica qué actitud hay que tomar para serlo. ¿Es buen perdedor el que celebra el triunfo ajeno como propio? ¿O es mejor sincerarse, sufrir por la derrota y despotricar a los cuatro vientos contra el adversario? En Bendita optaron por una solución mixta, que les permitió enojarse, pero sin molestar a nadie.
Sucede que el Martín Fierro a programa humorístico o de actualidad, con el que cabalgaron bajo el brazo durante todo el fin de semana, quedó para las huestes de Polémica en el bar. Y aunque Beto Casella se llevó el de conducción masculina, en su discurso lamentó no tener el otro, con su habitual estilo de lanzar interlineados venenosos mientras parece que queda bien con todo el mundo.
La cosa siguió esa misma noche con el equipo pataleando delante y detrás de cámara, y con un informe al día siguiente en el que destilaron toda su bronca por no haber alzado un premio que, a decir verdad, se merecían. Eso sí, manteniendo las formas y con una dosis recargada de ironía. A lo mejor, en ese camino que cada vez les sale mejor, hayan encontrado la respuesta a la duda del principio. Porque aunque merecían el triunfo, si se pierde, que se pierda a lo Bendita: con la frente en alto y bien afiladas la espada, la pluma y la palabra.
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