El marginal 2: guerra y descontrol en San Onofre
Puertas adentro y puertas afuera, una división que cada vez tiene más grises, el penal de San Onofre finalmente se convierte en el escenario de todas esas batallas que estaban a punto de estallar. En el cuarto episodio, El Marginal 2 ya no se trata de cómo algunos grupos traman en secreto tal o cual cosa. Durante casi una hora, se profundizan dos enfrentamientos de los que nadie puede salir ileso.
Con el amparo de Antín (Gerardo Romano), los hermanos Borges (Claudio Rissi y Nicolás Furtado) destrozaron uno de los negocios del Sapo (Roly Serrano), un call center desde el cual fingían secuestros y extorsionaban gente.
Anclado en los métodos más salvajes, el Sapo se entera de que fueron los Borges y no necesita ningún dato más para declararle la guerra abierta a todo el patio. Después de secuestrar, torturar y dejar al borde de la muerte al Ninja (del clan Borges), el círculo de confianza del -hasta ahora- líder indiscutido del penal interpretado por Serrano se arma para arremeter contra todo aquel que viva en la villa. "Vayan al patio y arrasen. Aprendan y maten por mí. No quiero ni a uno vivo abajo, quiero aprovechar que están los del juzgado, que Antín se coma este garrón" indica el Sapo. Y mientras tanto, para Patricio (Esteban Lamothe) tiene un pedido especial. Mientras el médico hace todo lo posible por mantenerse al margen, el Sapo le pide una muestra de lealtad. Tiene que rematar al ninja, pero apunta, lo piensa un par de segundos y le dispara al hombre del Sapo que lo llevó hasta la terraza para pedirle que le gatille a un hombre herido. Patricio está cada vez más complicado, eso de mantenerse al margen no está funcionando para nadie. Camila, su pareja que está embarazada, está desesperada, Lamothe le pide que no cometa ninguna locura y no sabemos bien si están hablando de la relación entre ellos, de lo que ella pueda hacer para ayudarlo o del hijo que están esperando.
Justo antes del ataque al patio, hay un giro fundamental. Oaky (Rodrigo Noya) hace su primera aparición en la ficción. Vuelve a San Onofre luego de haber sido brutalmente golpeado, prácticamente nadie entiende cómo sobrevivió. Tiene algo diferente, le cuentan a Emma (Martina Gusman). Aprende oficios, lee y a pesar de poder ser trasladado a otro penal, eligió volver ahí, con el grupo que lidera César (Abel Ayala). "Acá hay que organizarse", le dice a su compañero. Y algo de eso se hace fuerte. Cuando llegan los hombres del Sapo ya no hay divisiones dentro del patio, son todos del mismo equipo: "tocan a uno, tocan a todos". La estrategia de quienes fueron a desatar una batalla campal cambia de forma obligada, y solo se llevan a Marito Borges, quien se prepara para su primer gran enfrentamiento cara a cara con el hombre al que quiere destronar.
Emma, cada vez más sola
Al personaje de Martina Gusman le siguen arrancando cualquier posibilidad de ver una mínima esperanza de algo entre sus compañeros de trabajo. Morcilla (Carlos Portaluppi) le deja claro que el negocio de la prostitución es de ellos y que está apañado por toda la cúpula, que necesita avanzar sin restricciones. En una demostración de poder, le quiere dejar plata por las llantas que le destrozaron. Y también una demostración de impunidad: ella no tiene demasiado para hacer.
Cuando Emma sale de trabajar encuentra a Ana, la chica que su abuela lleva al penal para prostituirse, llorando, golpeada y asustada e intenta ayudarla. También en eso está sola.
Mientras tanto, Rita (Verónica Llinás) finalmente deja en claro su lugar entre los líderes del lugar. Ella trabaja para el Sapo. Él le paga deudas, ella le hace favores laborales y se somete sexualmente. Ella le habla de su mamá y se confiesa con él como con nadie. Es una más del séquito del Sapo, sometida como el resto a la perversión de un personaje sin límites.
Antín, acorralado
La noticia de la muerte de Ontiveros está en los diarios. No saben que fueron los hermanos Borges asociados con James, pero está en los diarios. A ésto se le suma el escándalo del call center. Así, todas las miradas se posan sobre el penal que dirige el personaje de Gerardo Romano, más observado que nunca.
Capece, el oficial que funciona casi como una mano derecha de Antín, le informa que no solo están por allanar el penal sino que además está Garófalo (Daniel Fanego). Él se mueve entre los presos con amabilidad, mucho más suelto que Antín. Saluda a todos por su nombre y no parece confiar demasiado en nadie ni en nada de lo que pasa allí adentro.
Durante el allanamiento al call center, Garófalo ve una tarjeta prepaga de teléfono y algo no le cierra. En el momento en el que Antín la tapa con el pie se escucha una explosión fuerte. Es el auto del director del penal. Literalmente explotó todo por el aire. "Esto es una mierda, está todo fuera de control, tenemos mucho de que hablar", le dice firme a Antín. Su panorama se pone cada vez más oscuro, y se puede suponer que junto con el de él, el de sus nuevos protegidos, los Borges, tampoco parece demasiado sencillo y esperanzador. La guerra se desata en cada rincón de San Onofre.
El marginal 2. Estreno los martes, a las 22, por la TV Pública (repite el domingo, a las 23). Desde las 23 por Cont.Ar
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