El Marginal 2: aires de cambio en el penal
Si hasta el episodio pasado muchos de los conflictos y giros inesperados tenían que ver con mentiras o verdades ocultas, la séptima entrega de la segunda temporada de El marginaltuerce las normas y deja al descubierto todas las batallas que se están peleando en San Onofre. El Sapo ( Roly Serrano ) no solo sobrevivió al ataque (había sido envenenado) sino que entiende que la única forma que tiene de conservar su lugar y todos sus negocios es dejando bien en claro que no hay otra autoridad en el penal además de él. Y así se predispone a ir por todo, ya no alcanza con amenazas o ataques aislados, ahora se propone tomar el penal.
El regreso del Sapo Quiroga
El Sapo quiere dejar en claro que su reinado no va a terminar nunca. De ninguna manera va a darle su lugar a su enemigo Mario Borges (Claudio Rissi) pero tampoco va a dejar que su secuaz Morcilla (Carlos Portaluppi) coquetee con la idea de un prolijo pase de antorcha. Por eso, cuando vuelve a su pabellón, paso a paso, se encarga de cada uno de los asuntos que quedaron sueltos.
A Morcilla le deja bien en claro que no le interesa ni que pruebe su sillón. Su aliado más valioso es el Pantera (Ignacio Sureda), al único que le demuestra algún tipo de afecto y el único que parece dispuesto a obedecerle, defenderlo y enfrentarse con cualquiera por él. Por si quedaba alguna duda, y dando por sentado que la dinastía del Sapo puede incluso sobrevivirlo a él mismo, anuncia que el único sucesor de su trono es el Pantera. Morcilla, por supuesto, sigue manejando muchos de sus negocios (uno de los más importantes en este momento de la ficción es la trata de mujeres y la prostitución), pero se ganó una mirada desconfiada por parte de su jefe.
El dilema de Patricio
Patricio Salgado ( Esteban Lamothe ) es otro punto fundamental en la lista de cuestiones a resolver que trae el Sapo. Por supuesto que cuando lo cita, ya sabe que el médico está atravesando un momento muy complejo. Su mujer se declaró culpable del crimen que llevó a Patricio a la cárcel, quien en lugar de quedar en libertad se ganó una pena por asesinar al primo del Sapo adentro de San Onofre.
Pero si bien ese crimen es imperdonable para el personaje de Serrano, el hecho de que le haya salvado la vida practicándole una traqueotomía con escasos elementos es lo que abre el verdadero dilema. El Sapo quiere cobrarse la vida de su primo con la de la persona que lo mató, pero esa persona le salvó su vida. Decide darle "dos regalos": no lo va a matar y lo va a ayudar a escapar, o al menos eso es lo que dice.
La jefa y el jefe
Emma ( Martina Gusmán ) siguió tenazmente su investigación. Habló con los hermanos Oaky ( Rodrigo Noya ) y Carla (Antonella Ferrari), que la ayudaron a seguir las pistas para descubrir quién y cómo maneja el negocio de la prostitución en San Onofre. Ella ya sabía que traían familiares de presos y las obligaban a prostituirse. Hablando con diferentes presos y descubre algo que en el fondo siempre había sospechado: esa mujer a la que le dicen la jefa no es otra que su colega, Rita ( Verónica Llinás ).
Por su denuncia y el material que le acerca a Garófalo (Daniel Fanego) no solo despiden a Rita, sino que el enfrentamiento entre Antín ( Gerardo Romano ) y su superior es ahora más descarnado que nunca. Igual que Borges y el Sapo, ya no intentan con frases edulcoradas hacerle entender al otro que no se caen bien. Garófalo le pide el retiro; es eso o lo va a despedir. Para ahorrarse el sumario, Antín parece aceptar esa salida menos vergonzante. Aunque, claro, algo de todo eso suena raro teniendo en cuenta lo que ya vimos en la primera temporada (que temporalmente es posterior a ésta).
Rita está dispuesta a irse no sin antes dejarle bien en claro a Emma que sabe lo que hizo. Ella continúa con su denuncia e intenta rescatar a Carla, a quien encuentra con Diosito ( Nicolás Furtado ), que le había pagado al Morcilla por tener sexo con ella. El rescate dura poco, cuando ellas están por salir de ahí se apagan todas las luces del penal.
El motín
Los Borges están sumando "amigos". La ya declarada "Sub 21" -Oaky, César, Pedro- lo sigue, el pabellón trans y varios grupos del patio festejan sus primeras victorias con un asado que les regala Mario Borges.
La escena que imita la de la última cena que pintó Leonardo da Vinci es el marco para un discurso "encantador" del mayor de los Borges. El menor no está en su mejor momento, si bien no le dijeron que su novia está muerta (según las órdenes de Mario y la ejecución de Gladys) le entregaron una carta en la que ella le dice que lo deja. Despechado, discute con Mario y le arroja todos sus reclamos sin siquiera saber que hay algo mucho más oscuro que le están ocultando.
En el patio todo es festejo, vino y carne a la parrilla. Pero mientras ellos brindan y Patricio parece que está a punto de salir de allí, se desata el motín. Garófalo queda encerrado con el Sapo (que además mata al Cuis porque sabe que él intentó envenenarlo), Emma y Carla quedan a merced del Morcilla, los pasillos están tomados y el patio está más encerrado que nunca. San Onofre está a punto de convertirse en un campo abierto de batalla.
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