El futuro de Marcelo Tinelli fuera de eltrece: razones de un cambio que espera definiciones
El conductor confirmó su desvinculación del canal, un anuncio que en otro tiempo hubiese acaparado por largos días la atención mediática. ¿Se acabó la estrella del animador más exitoso de nuestra televisión en los últimos 30 años?
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El alejamiento de Marcelo Tinelli de la pantalla que cobijó sus exitosos programas desde 2006 hubiese acaparado, en un tiempo no muy lejano, durante un largo rato la atención excluyente de todo el mundo mediático. No es cosa de todos los días, al fin y al cabo, la noticia de que el conductor más exitoso de la televisión argentina en los últimos 30 años cierra una larguísima asociación con uno de los dos canales abiertos líderes en materia de audiencia. En cualquier otro momento de ese extenso ciclo hubiese alcanzado con dejar planteada la pregunta sobre el futuro de Tinelli para dejar al resto del planeta televisivo en un completo segundo plano, pendiente de algún cambio de fondo en el tablero completo del medio.
¿Por qué esto no está pasando ahora? En un momento pareció que volvía a concentrar todos los focos alrededor suyo. Fue cuando confirmó por las redes sociales su desvinculación de eltrece y dejó en claro, más que cualquier otra cosa, que no tiene pensado retirarse “bajo ningún aspecto del contenido de la tele, de la plataforma, del streaming”. Pero después de la revelación de inmediato volvió la “normalidad”: la atención prioritaria del mundo televisivo volvió a dirigirse a sus actuales protagonistas, los participantes más activos de Gran Hermano. Hoy, la palabra de “Alfa” o de Martina parecen tener más peso y repercusión que la de Tinelli.
No deja de ser llamativo este contraste. Canta conmigo ahora, el formato al que Tinelli le dedicó este año todos sus esfuerzos, es sin lugar a dudas una de las dos o tres producciones más importantes encaradas en 2022 por la TV abierta en nuestro país. Pero el impacto de su presencia cotidiana en el aire (algo más de una hora de emisión, de lunes a viernes) queda empequeñecido frente al efecto multiplicador que ejerce, hasta por encima de los cálculos previos más optimistas, el reality show de Telefé. Hasta se da el caso de que Tinelli tampoco es el dueño de la mejor performance de rating en su propio canal.
El resultado más curioso de esta nueva ecuación nos lleva de vuelta al ya lejano momento en el que Tinelli apareció tímidamente con programa propio en el cierre de la programación de Telefe para iniciar desde allí su camino de éxito sostenido. Lo que ocurre hoy con Canta conmigo ahora parece un regreso simbólico a aquél tiempo.
Como nunca desde aquellos modestos comienzos de VideoMatch, pero con una producción de mayor envergadura y 30 años de éxitos sobre sus espaldas, Tinelli vuelve a quedar hoy confinado a un horario marginal, sin peso para traccionar al resto de la programación de eltrece lo que ocurre en la competencia de cantantes que lo tiene como productor general y conductor. Antes no le costaba nada hacer que la programación entera del canal funcionara como caja de resonancia de su programa estrella; hoy, en cambio, mira desde lejos cómo Gran Hermano logra ese mismo efecto en Telefe a lo largo de todo el día.
¿Qué cambió en estos últimos tiempos? ¿Acaso empieza a apagarse la hasta aquí infalible estrella de Tinelli, que ya no ejerce la influencia determinante de sus mejores momentos? Tal vez su primer error haya sido haber confiado más de lo aconsejable en la repercusión que durante tanto tiempo tuvo para él la fórmula del “Bailando…”, un modelo televisivo que al regreso de la pandemia lucía claramente desgastado frente a la fortaleza competitiva de Telefe. Tampoco encontró la respuesta que buscaba en el último y fugaz rescate de sus viejas rutinas humorísticas, abandonado casi de inmediato.
Con todas las puertas bloqueadas cada vez que miraba para atrás, la llegada del Canta conmigo ahora funcionó a la vista de todos como un golpe de timón oportuno y adecuado para poner en marcha una nueva etapa. Pero en los hechos resultó algo parecido a esos cambios que se ejecutan para que en el fondo nada cambie. Tinelli nunca iba a dejar que un formato ajeno, adquirido llave en mano, saliese por primera vez a la cancha sin la marca registrada que le es característica.
Canta conmigo ahora no es una idea original surgida de la creatividad argentina. Nació en la televisión británica con el título de All Together Now y desde allí, como tantos otros reality shows de competencia artística, se exportó a todo el mundo. Hay buenas razones para entender el porqué de su éxito internacional, entre ellas un magnífico diseño de producción y la idea de instalar en un lugar estratégico del estudio un vistoso y colorido panel con 100 caras reconocidas ocupando el papel de los jurados.
Al optar por ese modelo como apuesta fuerte para competir en el horario central, Tinelli y eltrece dejaron a la vista que estaban dispuestos a no resignar aspiraciones en la batalla por el rating, pero a la vez no hicieron más que reconocer con esa movida que la iniciativa estaba perdida. Aceptaron virtualmente que quedaban relegados frente a Telefé, dueño completo del movimiento inicial con La Voz Argentina.
A partir de ese momento, planteadas así las cosas, era cuestión de ver quién lograba imponerse en una competencia mano a mano entre las historias de vida de los competidores. Ese factor, por encima inclusive del talento artístico, es la materia prima de la que están hechos los reality shows “a la argentina” con participantes que buscan fama y reconocimiento a través del canto.
Más que una adaptación local del All Together Now, Canta conmigo ahora se convirtió en una versión “tinellizada” al 100% de un show en el que siempre los protagonistas son los participantes. Lo saben muy bien los responsables de La Voz Argentina, que pusieron al servicio de los competidores en todo momento la personalidad y el alto perfil de su conductor y el equipo de expertos preparadores. Tinelli, en cambio, nunca resignó el poder para manejar los tiempos a su antojo (está en su naturaleza, podría decirse) y repartir por momentos el juego entre las caras famosas, más bien histriónicas en su mayoría, del multitudinario jurado.
Una de las características de estas competencias de destreza artística pasa por su capacidad para funcionar siempre del mismo modo más allá de quien circunstancialmente se haga cargo de la conducción en cada experiencia local. Tinelli jamás se resignaría a ese papel, lo que explica entre otras cosas que el “Bailando...” hecho en la Argentina no se pareciese en nada a sus equivalentes internacionales. La experiencia acaba de repetirse en el caso de Canta conmigo ahora, aunque en menor medida porque el formato de All Together Now tiene elementos mucho más rígidos y difíciles de descartar.
En un movimiento atípico, aunque familiar para las estrategias de eltrece (ya se aplicó en El gran premio de la cocina), Canta conmigo ahora acaba de ponerle fin a su primera temporada para poner en marcha inmediatamente después la segunda. ¿Alguien recuerda a esta altura el nombre de quien hace apenas unos días resultó el primer ganador del certamen? A partir de un éxito tan efímero parece difícil, por ejemplo, crear las condiciones para darle a un eventual ganador una identidad. Lo mismo pasa si llegara a existir la inención de fortalecer ese reconocimiento desde el canal y la producción del programa. ¿Cómo hacerlo si a la semana siguiente empieza una nueva carrera por el mismo trofeo y se trasladan todos los recursos disponibles en pos del nuevo objetivo? ¿Quién será capaz en estas circunstancias de mantener vigente el nombre del primer ganador?
Canta conmigo ahora sigue en movimiento, pero se expone de este modo al mismo desgaste que cerró demasiado rápido las expectativas que Telefe puso en ¿Quién es la máscara?, otro formato de éxito internacional que terminó fracasando en la Argentina cuando tenía todo para convertirse en un gran triunfo. Además del cuestionable modo que tiene la televisión argentina para entender el concepto de “temporada”, la insistencia en poner en el aire este tipo de competencia con frecuencia diaria (y no semanal, como ocurre en casi todas partes) también conspira contra sus posibilidades. Gran Hermano no escapa a ese riesgo, pero desde un lugar en teoría más favorable, porque por definición la competencia en su caso transcurre a lo largo de las 24 horas.
A la vez, el encendido general de los canales de aire experimenta desde hace bastante tiempo un retroceso sostenido. El reconocimiento generalizado de esta situación llevó a que el universo televisivo fijara, casi por consenso natural, un nuevo techo para las mediciones de rating. Las aspiraciones son mucho más modestas aún para los programas más importantes y se celebran hoy números que en otros tiempos hubiesen resultado decepcionantes de inmediato. En ese sentido, las modestas cifras alcanzadas por la última aventura de Tinelli podían resultar hasta comprensibles y hasta aceptables en una primera evaluación. En agosto pasado, con la idea del Canta conmigo ahora ya en marcha, Adrián Suar (responsable de la programación de eltrece) le dijo a LA NACION que veía muy bien a Tinelli y que el programa día a día se iba “haciendo más sólido”.
La tendencia general apunta a una dirección mucho más conformista y menos ambiciosa que en el pasado. Pero el regreso de Gran Hermano alteró todos los cálculos, sobre todo entre los canales líderes, porque la vara del rating volvió a elevarse a partir de la reaparición de registros que parecían casi olvidados. Pocos esperaban una repercusión tan grande (y sostenida) en las mediciones, y la simple comparación entre las planillas de Telefe y eltrece deja por estas horas a Tinelli en una posición mucho más incómoda.
¿Acaso esta nueva e inesperada dinámica terminó precipitando en el caso de Tinelli una decisión que de otro modo se hubiese dilatado o quizás hasta postergado algún tiempo más? No parece fácil imaginar un escenario de este tipo, sobre todo porque para la televisión en general, y para una figura tan cercana al fútbol como Tinelli en particular, el Mundial funciona cada cuatro años como disparador de cambios y nuevas estrategias en amplia escala.
Infaltable en su asistencia a la fiesta máxima del fútbol, Tinelli seguramente necesitará ordenar su frente interno y dejar las cosas claras con vistas al futuro antes de viajar a Qatar, compromiso que seguramente no le dejará tiempo para otra cosa de aquí a fin de año. Con la llegada de 2023 le tocará a él y a su equipo de LaFlia barajar y dar de nuevo.
¿Qué futuro televisivo espera a Tinelli? Si tiene la intención de no tomar distancia de la fórmula por la que siente preferencia desde hace muchos años, lo más probable es que trate de mantenerse unido al destino inmediato de la televisión abierta. ¿Podría volver a Canal 9, que lo recibió en 2005 con los brazos abiertos cuando decidió romper sus históricos lazos con Telefe? ¿O acaso el próximo hogar será América, que ya probó con el fallido show de Florencia Peña su intención de darle un perfil más frívolo y cercano al entretenimiento a sus noches?
Cualquiera de estas dos opciones podría satisfacer un requisito que Tinelli aplicó en sus momentos triunfales y que hoy necesita para recuperar el primer plano: rodearse de un dispositivo de programación que le sea propicio para replicar a toda hora los contenidos generados desde su programa. Es la única manera de darle sostén y continuidad al concepto de big show televisivo que viene defendiendo desde hace mucho tiempo.
La alternativa que se le presenta es fortalecer el lugar de LaFlia como generadora de producciones pensadas para ser vistas por canales abiertos (¿reality shows? ¿programas de chimentos?) o plataformas de streaming (¿ciclos de entretenimientos o competencias? ¿ficciones? ¿programas de viajes?) En cualquier caso, habrá que seguir acostumbrándose a que Tinelli quiera imponer su sello intransferible a cualquier futura experiencia. Ya avisó que va a seguir conduciendo y que, como lo sugiere la frase del comienzo, su interés aparece repartido en varios mundos simultáneos. Los tradicionales y los nuevos.
La incógnita, en su caso, se relaciona con los márgenes que tendrán de aquí en adelante los conceptos de continuidad y de cambio. Porque empieza un nuevo tiempo para el Marcelo Tinelli de siempre.
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