Los Mammones, No es tan tarde y Moria es Moria comparten una misma fórmula, pero la identidad de sus conductores hace la diferencia. Estilos y cifras de cada uno.
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En el balance de lo acontecido en el año televisivo, el regreso de los late night shows es uno de los puntos salientes a destacar en lo que fue la segunda temporada atravesada por la pandemia del Covid. Históricamente, este tipo de programas ha pasado con más pena que gloria, sin calar hondo en las preferencias del público local, a pesar de los numerosos intentos y de los profesionales de trayectoria escogidos para conducirlos.
Sin embargo, durante el 2021 que está por concluir, y a modo de revancha, el género del late night show no solo volvió a estar en pantalla, sino que contó con tres programas en el aire, liderados por figuras bien diferentes. Los Mammones (América), No es tan tarde (Telefe) y Moria es Moria (elnueve) revalidaron los títulos de un formato arraigado en el mercado norteamericano, donde cuenta con muy buena audiencia y sus conductores son posicionados en rango estelar.
Durante el 2021, Jey Mammon se consagró con niveles de popularidad altísimos gracias a Los Mammones, un programa de tono ameno y estética artesanal, basado en lo querible de su conductor y al que concurrieron figuritas difíciles que no suelen visitar los livings de la televisión. Germán Paoloski, que también conduce El noticiero de la gente, se puso al frente de No es tan tarde, un formato de estética glam, recuperando la esencia de algunos programas que el periodista ya había hecho en señales de cable. En cuanto a Moria Casán, su ciclo se estrenó hace menos de un mes y aún está buscando rasgos propios que le confieran personalidad, más allá de cumplir con la fórmula: monólogo + invitados, que no siempre es suficiente para seducir al público.
La múltiple oferta del formato provoca de por sí ciertos riesgos como el de los invitados que se pasean por uno y otro programa, convirtiéndose en figuras (y haciendo declaraciones) repetidas y sin el atractivo factor sorpresa.
Jey Mammon: El empático
Los Mammones fue la revelación de la temporada. Si bien Jey Mammon venía cosechando notoriedad, sobre todo a través de su personaje Estelita, lo cierto es que este ciclo lo instaló como una figura masiva. Lo que comenzó como un late night show de medianoche, luego se instaló como uno de los títulos fuertes del canal América en el horario central de las 21.
Una de las claves del éxito fue la autenticidad de su conductor y lo genuino del formato. No se trató de un proyecto pretencioso ni snob. Acaso en ese clima de cotidianeidad casera y de humor fresco, Los Mammones generó empatía con su audiencia. Una fórmula importada, pero con “esencia argenta”.
Correctamente secundado por Silvina Escudero, algo excedida en sus risas, y por Gabriel Schultz, a quien podía habérselo aprovechado más, Mammon se lució con las entrevistas a reconocidas figuras del medio.
La agenda de invitados pivoteó entre las celebridades en plena actividad con algunos nombres de recordados artistas que hace tiempo no se enfrentan a las cámaras. La visita de nombres más esquivos para ser entrevistados fue todo un logro de producción y del imán que generaba la charla con Jey Mammón, quien convertía la conversación en un momento simpático, no exento de humor y con un clima de homenaje. El notable trabajo de investigación periodística desarrollado previamente, permitía que el conductor manejase datos infrecuentes de sus invitados, algo que siempre potencia el tenor de una entrevista. “La pregunta al hueso” o “Las 21 de las 21″ fueron algunas de las secciones del programa.
El ciclo abrió a lo grande con la presencia de Natalia Oreiro y cerró con un musical variopinto y de gran nivel artístico protagonizado por Nacha Guevara, Rodrigo Tapari, Manuel Wirtz e Hilda Lizarazu. A lo largo del año, nombres variopintos como los de Guillermina Valdés, Leonardo Sbaraglia, Luis Landriscina, Flor de la V o Valeria Mazza engalanaron las charlas con el conductor y cerraron el programa cantando junto al dueño de casa al frente del piano, bien resguardados por las voces privilegiadas de Lula Rosenthal, polifacética para tener muy en cuenta, y Sonia Savinell.
Los músicos invitados tocaron en vivo con impecable factura técnica, un loable esfuerzo de América que recuerda a las galas de Badía y Compañía.
Paoloski y una atmósfera cool
A diferencia de los otros formatos, No es tan tarde no va en vivo, seguramente porque su conductor debe amanecer temprano para ponerse al frente del noticiero del mediodía. Acá, la atmósfera es bien diferente a la de Los Mammones. En cada inicio, Germán Paoloski ingresa a un cuidado set de estética más tecno y ambientación cool.
Si bien el protagonismo excluyente es del conductor y su invitado, no es menor la participación de la impecable banda de atmósfera rocker liderada por el notable Fabián “Zorrito” Von Quintiero. La banda, que toca en vivo, ocupa un lugar privilegiado, no es una parte más de la escenografía, sino un engranaje de la fórmula. Prócer del rock nacional, integrante de bandas como Soda Stereo o Suéter y de varios momentos de la agrupación que acompañó a Charly García, Fabián Von Quintiero se permite aportar algunos bocadillos, simpáticos y acertados, que le dan oxígeno a la charla entre el anfitrión y su invitado.
En plan de abrir el juego, Paoloski también le da lugar a la influencer y locutora Lelu Mendiguren, apostada en una barra atractiva acompañando más allá del estricto rol de locución comercial.
No es tan tarde cumple con todos los requisitos del formato: se emite a la medianoche, el conductor monologa sobre la actualidad más frívola del día y charla con una figura relevante. La entrevista se dispone con preguntas de rigor y algunas consignas que permiten que el invitado juegue a través de sus respuestas.
Germán Paoloski es simpático y prolijo, acaso más formal que la impronta que se le da a la puesta en escena del programa, pero el contrapunto no desentona. El conductor apela a su oficio de periodista, sabe cómo generar climas y repreguntar. Su habilidad en el tema le permite sacar partido de la situación, aunque no abusa de la virtud y prefiere llevar la charla por aguas calmas y amorosas.
Al igual que en Los Mammones, los invitados son figuras reconocidas, quizás acá con algún exceso de promoción de quienes transitan las huestes de Telefe. Abrir más el juego, beneficiaría al show. Con todo, el listado de celebridades es muy atractivo, contando nombres como los de Cristina Pérez, Damián Betular, Diego Torres y Mauro Szeta, entre tantos otros. El ciclo se inició el 19 de octubre con la presencia de Luciano Castro y seguirá en el aire durante todo el verano. Desarrollado con cuidadosa prolijidad y estudiada informalidad, es el late night show que más se asemeja a los que se hacen en la televisión norteamericana. Allí se nota la marca Viacom, propietaria de Telefe, detrás.
A la manera de Moria
Moria es Moria, nunca mejor puesto el nombre para un programa. La diva se pone el programa al hombro y le da impronta propia a la manera en la que dialoga con sus invitados. Este late night show recién estrenado aún está buscando su marca en el orillo. El prólogo del monólogo, llamado “resumoria” y la entrevista a una personalidad conocida son los pilares del show.
El formato se emite en vivo, algo que, quizás, deje de suceder cuando la estrella retome las funciones de la pieza teatral Brujas, que la cuenta como protagonista. Acá no hay banda tocando y la escenografía, de paleta de colores estridentes, se sostiene en una pantalla que le da profundidad al set, un recurso recurrente de elnueve que también se aprecia en ciclos como Implacables.
Que Moria es una estrella y que ha hecho de su repentismo un estilo, no hay dudas. La ex vedette es inteligente y sabe cómo dominar la cámara. Sin embargo, en este nuevo proyecto se la nota algo desprovista. Pero, así como en Los Mammones el trabajo de investigación periodística ha sido sobresaliente, acá esa pata es más endeble y la conductora apela a su conocimiento del medio y de sus colegas invitados para establecer charlas amenas, pero que, en algunos casos, dejan afuera al televidente. La reunión de amigos es válida cuando incluye y no expulsa, tal como sucedió cuando recibió al cómico Dady Brieva, circunstancia en la que el código y los guiños primaron sin ser comprendidos. Sin duda, los años de Moria en el medio son un plus invalorable que no tienen Jey Mammon y Germán Paoloski, pero está algo desaprovechado.
En el monólogo, la conductora lee textos con aspiración de gracia, pero no se la nota cómoda siguiendo a pie juntillas eso que le marcan, lo suyo nunca fue decir con libreto ajeno. La Casán ha hecho de su capacidad de comunicación improvisada, una verdadera virtud. Como ella siempre sostiene, la desnudez del teatro de revistas le armó una identidad que le permite sortear cualquier situación.
En cuanto a la entrevista, apelar permanentemente a las preguntas marcadas por su equipo la limitan. Si Jey Mammon llevó con naturalidad las consignas escritas en unas tarjetas que resultaban orgánicas, a Moria eso no le sienta bien, seguramente porque la conductora no se toma el tiempo de estudiarlas previamente. Al menos eso se percibe. Alejandro Lerner, Betiana Blum o el abogado Fernando Burlando fueron algunos de los invitados del programa.
Moria saca lo mejor de sí cuando improvisa, se coloca en un lugar autorreferencial y cuenta aspectos personales. Utiliza un lenguaje propio con latiguillos como “parfavor” o “soy tutankamoria”, ironizando con su edad. Moria ingresa al set bailando música electrónica, agradece la asesoría de su hija Sofía Gala, menciona a sus nietos y arremete con el doble sentido. No reniega del abuelazgo, se ríe de su edad y se da el lujo de sentirse atraída por los DJ´s del momento. En plan refresh, la conductora luce originales zapatillas y exhibe una sensualidad recatada, donde no tiene cabida ni los zapatos stilettos ni los escotes, en un estudiado trabajo de outfit e imagen que la aparta de la vedette.
Esperable en ella, también aparecen las referencias sexuales y el juego con doble sentido con su equipo, algo que hace con gracia y que no resulta chocante. Cuando hace ingresar a cuadro a algunos de sus colaboradores y les consulta sobre su privacidad, la situación es divertida. La estrella no tiene el conservadurismo de Mirtha Legrand ni el tono naif de Susana Giménez, no sería Moria si no aparecieran las connotaciones al sexo.
Apoyada por un locutor que cumple acertadamente con su labor y le hace el contrapunto, la diva tiene un potencial que puede ser mejor aprovechado. Y si Los Mammones y No es tan tarde cuentan con grupo sanguíneo propio, en Moria es Moria aún eso es indefinido, a pesar que la conductora tiene un rango estelar y un nivel de popularidad que la convierten en una de las figuras icónicas del país.
Mediciones
Durante la semana del 13 al 17 de diciembre, en la que se produjo el debut de Moria Casán en elnueve, Nunca es tarde promedió 5,9 puntos de rating, Los Mammones cerró en 2,7 y Moria es Moria se plantó en 1,5.
Está claro que el ciclo de Germán Paoloski logra los mejores números. Además de sus propios valores, lo beneficia estar en una pantalla caliente e ir pegado a Por el mundo, el programa de Marley que cosecha muy buenas marcas. No es tan tarde suele ganar su franja, aunque, en algunas ocasiones, seguido de cerca por En síntesis (eltrece).
Los Mammones fue un éxito de América, emisora que lamenta que el conductor haya decidido escuchar otras ofertas y discontinuar el proyecto en el 2022. El ciclo finalizó su temporada el jueves 23 de diciembre y hoy solo pueden verse programas ya emitidos. Teniendo en cuenta los parámetros de este canal, Jey Mammon logró números inusuales para la emisora. Si para muestra alcanza con un botón, el jueves 16 de diciembre el formato marcó 3 puntos de promedio con la visita del cantante Diego Torres. A lo largo del año, alternó con Intrusos el liderazgo en América.
Moria Casán lucha con una pantalla de números tibios, oscilando su promedio en 1,5. Hasta la fecha, su mejor medición la alcanzó en el debut del 13 de diciembre cando llegó a los 2 puntos.
Made in…
El late night show, tal como su nombre original en inglés lo define, es un programa pensado para salir al aire a última hora, rondando la medianoche. En nuestro país, algunos títulos se tomaron la licencia de no respetar esta consigna iniciática, ampliando el margen horario.
Pero no es solo la franja temporal en la que se emiten lo que los define. Este tipo de ciclos está basado en una fórmula precisa y rendidora: un anfitrión con características de showman y la presencia de invitados relevantes que se someten a una entrevista jugosa en la que, seguramente, contarán algo que jamás hayan dicho públicamente. En el medio, la receta se sazona con una banda musical que toca en vivo e interactúa con la dinámica del show como un personaje más y jugosos monólogos que desafían irónicamente y de forma crítica a la actualidad. Acá no juega la pacatería ni las correcciones. El formato es irreverente por naturaleza.
La industria televisiva de Estados Unidos es la que ha impulsado el género. En 1954, la cadena NBC estrenó Tonight, luego Tonight Show, un late night – talk show, conducido por el animador y compositor Steve Allen. A lo largo de los años, los dueños de casa fueron cambiando, conformando una galería de nombres relevantes entre los que se encuentran el comediante Jack Parr, el popular presentador Johnny Carson (que lo hizo durante tres décadas), el sarcástico humorista Jay Leno, el escritor y músico Conan O’Brien y, finalmente, el humorista Jimmy Fallon, quien conduce el actual The Tonight Show Starring Jimmy Fallon.
David Letterman es otro de los nombres selectos que fortalecieron este tipo de envíos. Durante 33 años fue anfitrión de las más importantes celebridades y nombres de poder, como Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos. El 1 de febrero de 1982, por la NBC, el periodista debutó en Late Night con David Letterman, que luego mutó en Late Show con David Letterman, que salió hasta el 2015 por la CBS, sumando 6080 episodios y atesorando algunas de las más jugosas entrevistas que hayan salido al aire en la televisión del país.
Con algunas licencias, Saturday Night Live se convirtió en uno de los espacios más famosos de la televisión internación. Desde el 11 de octubre de 1975, fecha en la que se estrenó, el ciclo fusionó jugosas entrevistas con buenos pasos de comedia. Para un artista que buscaba consagrarse, ser invitado al programa se convertía en el pasaporte a la masividad, tal como le sucedió a figuras de la talla de Chevy Chase, Adam Sandler y Eddie Murphy, entre tantos otros.
También producido en Estados Unidos, pero orientado a la colonia latina, el popular presentador Don Francisco animó su programa de medianoche, emitido por la cadena Univisión.
En Europa, el formato es menos frecuente. Los espacios dedicados al género se emiten mucho antes de la medianoche, en sintonía con el estilo de vida de la gente, que suele cenar al atardecer.
En Argentina, Roberto Pettinato fue uno de los impulsores del late night show en la década del ´90. Su programa Duro de acostar cumplía con todos los requisitos del género. También, Duro de domar, primero conducido por Lucho Avilés, quien le dejó paso a Mauro Viale y, finalmente, liderado por Pettinato, alternó una mirada ácida sobre el medio televisivo y desopilantes momentos de humor.
Germán Paoloski transitó el formato inmiscuido en la programación de una señal deportiva. Su ciclo Nunca es tarde se emitió por Fox Sport durante cinco temporadas, saliendo del aire en diciembre del 2019. Aquella impronta fue en la que se apoyó para crear el actual No es tan tarde.
En el medio local, la temporada 2021 reflotó un género pareciera ser que logró insertarse en las preferencias del público. Acaso porque el problema no era la fórmula, sino la elección de sus conductores. El horario de la trasnoche nunca fue un problema para el insomne público argentino. Allá lejos y hace tiempo, VideoMatch con Marcelo Tinelli, Imagen de radio bajo la tutela del excelso Juan Alberto Badía o Notidormi con Raúl Portal han demostrado que cuando comienza el nuevo día, se puede cosechar buen rating.
Ahora, el desafío es calentar las pantallas con un género que fusiona actualidad con humor, charlas distendidas con música, pero que, fundamentalmente, se sostiene en la impronta de sus estrellas anfitrionas.
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