Echale la culpa al rating: Reality Reality, el “Gran Hermano de actores” que sufrió el fracaso pero se inmortalizó como símbolo de lo bizarro
En los años dorados del género, sorprendió por una propuesta que no logró atraer a grandes audiencias pero que permanece viva en el recuerdo y en muchos videos de Internet
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La televisión es cíclica, distintos formatos se ponen de moda y todos los canales van detrás de esa fórmula. A comienzos de los noventa explotaron los talk shows que provocaron la queja de quienes hacían ficción, traducida luego en la famosa frase “somos actores, queremos actuar”. Hoy en día, en cambio, mandan los programas con paneles y panelistas debatiendo todos los temas posibles.
Pero hubo un rubro que marcó una época -los primeros años 2000- y que al día de hoy le sigue dando buenos resultados a las diferentes emisoras, el reality show. Desde Expedición Robinson, El Bar TV y, sobre todo, Gran Hermano, el formato despertó amores y odios entre los televidentes.
En ese contexto de fiebre de los realities, en 2001, el otrora Canal 9, Azul Televisión, se lanzó a la caza de audiencia con una apuesta craneada por el productor Quique Estevanez que nació con destino de polémica.
Actores que conviven ¿y actúan?
Reality Reality, surgió así como el primer reality show protagonizado por actores y actrices que a diferencia de las novelas, aquí serían ellos mismos. Gonzalo Heredia, Sabrina Garciarena, Edda Bustamente, Ramiro Blas, Gisella Baretto, Martín Karpan, Alejandra Majluf, Maximiliano Guione, Fabián Mazzei, Octavio Borro, Emilia Mazer, Emilio Bardi y Juan José Camero, buscaban encontrar un lugar en una tele que le daba demasiado espacio a los ignotos.
Ambientado en una enorme mansión de la zona norte del Gran Buenos Aires, con jacuzzi, pileta climatizada, sala de pool y maquillaje, entre otros espacios, el programa debutó en 2001, de lunes a viernes a las 22hs, en la pantalla del ex Canal 9, en ese momento en manos de la empresa australiana Prime Televisión.
El formato no escapaba a la lógica de los realities, aunque desde el comienzo trataron de diferenciar la propuesta producida por Estevanez. La idea era mostrar cómo se componía un personaje y el trabajo cotidiano de un actor a la hora de encarar una ficción, entre otras cosas. “En la casa no nos vamos a ocupar de tonterías”, adelantaba Emilia Mazer para dejar en claro que Reality Reality no iba a ser Gran Hermano, el éxito de ese tiempo en Telefe.
El programa, que luego pasaría a la historia como uno de los más bizarros para el género, llegó para hacerle frente a la ola de personas desconocidas que estaban copando la pantalla chica. Era, a su modo, un intento de volver a posicionar a los actores que habían caído en desgracia por la ausencia de ficciones en la tv.
En las primeras emisiones se podía ver a algunos de ellos leyendo los diarios y realizando una dramatización fallida de actualidad. Otros preparando un monólogo o un personaje, simplemente disfrutando del jacuzzi u organizando las comidas diarias. Pero lo que en los ciclos de la competencia era el atractivo fundamental, la espontaneidad, en Reality Reality se volvió la gran piedra en el camino, ya que el público nunca llegó a entender si lo que pasaba dentro de la casa era algo “real” o seguía siendo un grupo de intérpretes ficcionalizando situaciones de la vida cotidiana. Hasta el propio conductor, Ari Paluch, agregó más confusión al cuadro general cuando el primer día le aconsejó a la teleplatea: “No les crean, son actores”.
Pero un episodio iba a marcar el destino del programa y también el de uno de sus integrantes: Juan José Camero. El actor no salió bien parado ya que ante el público quedó como “el alcohólico” dentro de la casa. Los segmentos editados lo mostraban constantemente pidiendo vino, en medio de distintos bloopers como su histórica caída de la cama o sos gritos ampulosos de “¡Poder, poder!”.
Años después, Emilia Mazer fue la encargada de reivindicar la figura de Camero, quien luego de participar de ese ciclo se alejó de los medios. “Todo el mundo habló de lo que le pasó a Juan José Camero, la realidad es que todo eso fue una edición de tres momentos distintos. Lo mandaron al frente porque pensaron que eso daría rating. Las camas eran muy chicas, cualquiera de ustedes se caería, eran finitas y dormía con su perro. Él había arreglado con la producción que nos tiraba consignas, una de ellas era protestar por el vino y lo editaron como si fuera de verdad. Nos daban muchas cosas guionadas pero después lo editaban. Es alguien que le dio mucho al cine nacional, que la gente recuerde eso es patético”, declaró la actriz en el programa Pampita Online, por Net TV.
Un género que se adueñaría de la crisis
2001 fue un año de crisis histórica para la Argentina y la TV local no iba a escapar de esa realidad, la recaudación publicitaria cayó un 50% con respecto al 2000. Llegó Gran Hermano con dos ediciones, de la mano de Soledad Silveyra, para marcar números altísimos de rating en la pantalla de Telefe. La final que consagró a Marcelo Corazza como primer ganador promedió 41 puntos.
El primero de enero de ese año también debutó Jorge Rial, junto a Luis Ventura, y un panel de expertos con Intrusos en el Espectáculo en la pantalla de América. El sodero de mi vida, con Andrea del Boca y Dady Brieva arrancó con 30,6 puntos de promedio en la pantalla de El Trece, cuya programación desde septiembre quedó en manos de Adrián Suar.
Por su parte, Azul Televisión se subió a la fiebre de los realities con Popstars, de donde saldrían los grupos Mambrú y Bandana. También nació Gran cuñado, dentro de Videomatch, y provocó la reacción del gobierno de Fernando de la Rúa, ya que el vocero presidencial, Juan Pablo Baylac, acusó al programa de “tinellizar” la política y Videomatch superó así los 40 puntos de rating.
Desde el comienzo, Reality Reality arrancó con el pie izquierdo, ya que a la confusión que generaba en el público ver a profesionales de la actuación “haciendo de ellos mismo” y un formato que no llegaba a convencer, se sumó la renuncia de su conductor Ari Paluch a los pocos días del estreno.
Karin Cohen fue la nueva conductora junto con un cambio de horario por los bajos números: el ciclo pasó a emitirse de lunes a jueves, de 22.30 a 23.30, y los viernes, de 22 a 23.30. Por decisión del público, los primeros en dejar la casa fueron Juan José Camero y Sabrina Garciarena.
El único conflicto interesante llegó de la mano de Gisella Barreto, que violando todas las reglas del formato, le metió al primer eliminado una carta en el bolso, en la que le pedía a sus conocidos que la votaran para salir de la casa. Como las cámaras lo veían todo, la actriz quedó expuesta y en ese momento decidió irse. El programa se levantó poco tiempo después pero su historia dentro de la televisión quedará para siempre.
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