Échale la culpa al rating: El club de los giles, el proyecto que se quedó a medio camino entre La noticia rebelde y Semanario insólito
La creación de Raúl Becerra se burlaba de los políticos y famosos y su distancia con las preocupaciones y el tren de vida de la gente común, los “giles” del título; al estilo de sus predecesores tenía una mesa de especialistas, pero no llegó a cumplir dos semanas en el aire de Telefe
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La historia de la televisión demuestra que La noticia rebelde fue el semillero no sólo de cinco buenos conductores, Raúl Becerra, Adolfo Castello, Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg y Nicolás Repetto, sino de varios programas que tomaron el estilo, la impronta y hasta el espíritu del ciclo que se emitió en ATC en los años ochenta.
Por eso no sorprendió que Becerra pusiera mucho de aquel programa a la hora de crear El club de los giles, proyecto que nació en el verano de 2003 para la pantalla de Telefe. Todas las noches, alrededor de las 23.30, el periodista repasaba los hechos trascendentes del día junto a Mariano Peluffo, Axel Kuschevatsky, Gillespi y Gerardo Tato Young.
Con una estructura similar a una mesa de noticiero, pero más relajada, Becerra llevaba adelante un panel en el que Peluffo destacaba las noticias más importantes de la jornada con una vuelta de tuerca, Kuschevatsky se ocupa de la parte cinematográfica; Gillespi, del humor y Tato Young de los contenidos periodísticos políticos.
Con segmentos que no tendrían ninguna cabida en la TV de hoy, el ciclo realizaba escraches a algunos políticos con secciones como “Destapando sábanas” en la que se presentaba a diputados desconocidos con proyectos insólitos, o “Y mañana serán próceres”, en el que se ironizaba sobre los ejemplos a seguir de candidatos a presidente con muchas de casas y departamentos. Una de las elegidas para el debut en este formato fue nada más y nada menos que la ingeniera María Julia Alsogaray. También tenían informes en tono de humor sobre la farándula local y la comparación de parecidos de los famosos, bajo el título de “Separados al nacer”.
El programa nació con la idea de poner en evidencia la “chantada” argentina y, sobre todo, hacer hincapié en la diferencia entre los dirigentes políticos y el el resto de los argentinos, identificados como un colectivo bajo el nombre del programa, “El club de los giles”. Pero el ciclo se quedó a medio camino entre Semanario insólito y La noticia rebelde, sin poder llegar ni a la disrupción del primero ni la originalidad del segundo.
El programa debutó con 9,4 puntos de promedio de rating y si bien le ganó a un clásico de Canal 13 como el noticiero En síntesis, en ese momento conducido por Juan Miceli, el número fue bajando rápidamente con el correr de los días para ubicarse en los 5 puntos.
El día del estreno, como solía pasar hace años, Telefe lanzó toda su programación del prime time al mismo tiempo. El debut de Costumbres argentinas, la producción de Marcelo Tinelli que evocaba los años ochenta, promedió 22,2 puntos, y se impuso frente a Soy gitano, que obtuvo 20,6. Luego llegó Resistiré, la tira protagonizada por Celeste Cid y Pablo Echarri, que sería uno de los grandes éxitos de 2003. Estrenó con un promedio de 22 puntos, que le alcanzaron para ganarle a Misterios y milagros, ciclo conducido por Víctor Sueyro, que se ubicó segundo, en la franja con 15 puntos.
Por los magros resultados de audiencia, el gerente de programación de Telefe Claudio Villarruel decidió levantar rápidamente el ciclo. Antes de cumplir los quince días en pantalla fue reemplazado al aire por Futurama, la serie animada de Matt Groening que rápidamente duplicó los números del humorístico.
Ya en 2003 se empezaba a notar la impaciencia de quienes estaban al frente de los canales con los productos que no superaban los dos dígitos de audiencia. En la pelea por el rating, Telefe y Canal 13, en esa época, se sacaban chispas y un paso en falso podía dejar el rating del mes en manos del contrincante. Ese año, las tiras se destacaron como las grandes elegidas por la audiencia.
Fue el año en el que los talk shows le dijeron adiós a la televisión argentina para dejarle el lugar a un nuevo formato: el periodístico “testimonial”. Como suele pasar, se instala una nueva moda y todos corren detrás de ella. Es así que de golpe, la pantalla chica se plagó de fuertes historias de vida con los periodistas en el lugar de los hechos: E-24, el programa de emergencias médicas, los fuertes informes de Kaos en la ciudad, con Juan Castro; Por qué, con Jorge Lanata; No matarás, conducido por María Laura Santillán, y Ser urbano, con Gastón Pauls, entre otros.
Mirtha Legrand almorzaba ese año en la pantalla de América, mientras que Susana Giménez volvía a Telefe después de un año sabático, descartando una oferta de Canal 9. Marcelo Tinelli, por su parte, retornó al formato diario de El show de Videomatch, con sketches de humor y cámaras ocultas, fórmula que le rindió en materia de rating.
La cobertura de la guerra de Irak posicionó a Telenoche como el noticiero más visto de ese año, con promedios superiores a los 22 puntos, guarismos que le complicaron la vida a la diva de los teléfonos. Por su parte, Daniel Hadad, flamante dueño de Canal 9, incorporó a su pantalla a varias de las figuras de la radio: Chiche Gelblung, Oscar González Oro, Marcelo Longobardi, Eduardo Feimann y Mauro Viale, fueron las caras visibles de una señal que se instaló en el tercer lugar en materia de rating.
Este fue el año en el que “explotó” Los simuladores, la serie creada por Damián Szifron, equipo que pronto volverá a reunirse para una película. La ficción, luego de un tibio debut en 2002, se consagró como el unitario más visto de la TV con la friolera de 35,6 puntos. El club de los giles, por su parte, marcó el triste récord de ser uno de los programas que menos duró en 2003.
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