Doctor milagro: se despidió con un emotivo final y dejó las razones de su éxito a la vista
La novela turca pisó fuerte en la pantalla chica y conquistó a los televidentes argentinos; cerró su historia con picos de rating de 19 puntos
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Con el casamiento de Ali (Taner Ölmez) y Nazli (Sinem Unsal), junto a un tan emotivo como predecible recorrido por los pasillos del hospital del protagonista -con voz en off y mirada al futuro incluida-, Doctor Milagro cerró su brillante paso por la televisión argentina el martes último. El rating, que en su capítulo final tocó picos de 19 puntos, más el entusiasmo de los fans que siguieron las alternativas en redes desde bien temprano, confirmó un éxito poco común en esta época y en esta televisión.
El 12 de abril, cuando se estrenó Doctor Milagro, nadie apostaba más fichas por la telenovela turca que las que habían recogido predecesoras como Moisés y los diez mandamientos o la compatriota ¿Y tú quién eres? Es decir, se sabía que Telefe era terreno fértil para este tipo de propuestas, pero en un terreno afectado por la pandemia, con la producción nacional paralizada y viejos jugadores buscando nuevos trucos, la ecuación fue perfecta. Basta decir que en su debut, la novela turca tuvo como principal competidor al polimórfico Bienvenidos a bordo, para entender lo desigual y heterogénea que era la grilla de entonces.
Cómodo en un segmento que no tenía rivales, la historia de una eminencia médica con autismo enseguida llamó la atención, especialmente para los que seguían por plataformas The Good Doctor, versión norteamericana de la misma historia, que a su vez es una adaptación de una ficción surcoreana. Mientras los amantes de la televisión abierta se sorprendían con la propuesta, el resto le buscaba un pelo al huevo que nunca encontraron. No había pasado ni una semana y tanto los unos como los otros habían caído rendidos frente a la historia. Y así, el rating comenzó a consolidar el suceso.
Mucho más importante aún es que Doctor Milagro llegó cuando la incertidumbre social, harta de falsas recetas, vio necesario soñar con un médico que tuviera todas las respuestas y que a la vez cargara una cruz personal a la cual sobreponerse. La empatía fue instantánea porque el programa mostraba que otra realidad era posible, aunque fuera por un rato y a la hora de la cena.
Siendo menos metafóricos y más allá de sus méritos formales, otra clave del éxito de Doctor Milagro puede encontrarse en la carencia de propuestas de ficción en la pantalla chica. Quienes peinan canas o ni siquiera tienen qué peinar, pueden confirmar que no hay nada en la novela turca que no se haya hecho acá décadas atrás. Sin desmerecer el guion ni la honestidad de sus orígenes, los personajes, los golpes de efecto y el dramatismo de la trama son viejos conocidos de propuestas locales de los 70, 80, o incluso 90. El villano, el amor no tan imposible, el amigo, una historia familiar compleja, estar en inferioridad de condiciones frente al resto, todos elementos que se han visto un millón de veces en series de TV y que, a pesar de eso, cautivaron una vez más a la platea.
Doctor Milagro no inventó nada, simplemente potenció con más presupuesto y recursos técnicos una serie de elementos archiconocidos para el espectador, situación que inevitablemente conlleva una carga de nostalgia y emoción a flor de piel muy acorde a los tiempos que corren. La virtuosa suma de todos estos ingredientes convirtió a la telenovela turca en una suerte de acorazado, que resistió estoicamente los cañonazos que llegaron de la vereda de enfrente. Ni Guido Kaczka potenciado y multiplicado le hizo mella, mucho menos “La Academia”, que llevó todas las de perder. Así pasaron los meses, hasta que eltrece entendió que ficción con ficción se paga.
Cuando el canal de Constitución estrenó La 1-5/18, producto noble en sus factura e intenciones, que buscó darle una vuelta de tuerca al género sin apartarse demasiado de sus bases, ya era demasiado tarde. Promediaba septiembre y no era momento para que el público le soltara la mano a Ali y se mudara al barrio popular de Agustina Cherri y Esteban Lamothe. Así y todo la competencia fue un poco más pareja, tanto en audiencia como en proyecto, aunque las redes sociales se encargaron de dar al doctor como ganador.
Y es aquí donde surge un detalle que a esta altura ya es “propicio para un examen de conciencia”: ¿por qué una ficción extranjera genera en los fans, virtuales y de los otros, mucho más entusiasmo que una producción nacional? Si la respuesta es méritos técnicos, este no sería el mejor ejemplo: ambas propuestas tienen una factura impecable. Si se trata de actuaciones, como se dijo antes, el doblaje de la telenovela fue tan difícil de digerir como de valorar el trabajo de los intérpretes. Y si es cuestión de nacionalidades televisivas, el problema es todavía mayor y excede las virtudes de ambos programas, sumergiéndose en un mal endémico que habrá que corregir más temprano que tarde. Siempre y cuando haya ganas de hacerlo.
“No me olvides”, suplicó Ali Vefa en su último contacto con el público y es evidente que no va a suceder. Doctor Milagro fue el programa más importante de 2021 en su rubro, por mérito propio y a la vez por haber sido el síntoma principal de una televisión que se debe una autocrítica. Y en la corrección de ese camino mirar al futuro con ojos de pasado, entendiendo que el público sigue estando y si algo nos enseñó el protagonista es que solamente se trata de hacer un buen diagnóstico, con honestidad y a tiempo.
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