Denuncias de abuso y ambiente laboral tóxico: el peor escenario de la TV infantil expuesto en un documental
En la serie testimonial El lado oscuro de la fama infantil, lo más visto en la actualidad en la plataforma Max, la ex estrella infantil Drake Bell cuenta cómo un adulto abusó de él siendo menor. El programa consigue su impactante objetivo más allá de una despareja factura
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Desde que se estrenó hace pocos días, la docuserie El lado oscuro de la fama infantil encabeza la lista de las producciones más vistas por el público argentino en la plataforma Max. Esta inmediata repercusión local reproduce el interés que a escala mucho más elevada, como era de esperar, se extendió a lo largo de todo el ecosistema de Hollywood después de las revelaciones del programa. Una de ellas sobre todo.
Hace mucho que la industria del entretenimiento más poderosa del mundo no se enfrenta al impacto de una contundente denuncia de abuso contra un menor en su propio seno. La conmoción resultó todavía mayor porque ese hecho aberrante tuvo lugar dentro de una señal que dedica toda su producción y su programación al público infantil y adolescente. Fue Drake Bell, estrella de la señal infantil Nickelodeon, quien contó por primera vez ante las cámaras, dos décadas después de haberlo vivido, el abuso en múltiples formas al que lo sometió, siendo menor, un entrenador adulto de diálogo, preparador actoral y ocasional intérprete llamado Brian Peck.
Drake, como todo el mundo lo conoce, es una figura que no pasó inadvertida tampoco para el público local. Fue protagonista durante varias temporadas de Drake y Josh, una de las más celebradas sitcoms producidas por Nickelodeon, la señal de la cual surgieron estrellas como Miranda Cosgrove, Ariana Grande, Victoria Justice, Jennette McCurdy y muchas más. También figuras infantiles y juveniles caídas en desgracia como Amanda Bynes.
Su aparición en la serie de comedia Drake y Josh junto al actor Josh Peck (que no tiene ningún lazo de parentesco con el pedófilo Brian Peck) llevó inclusive a que se anunciara en 2011 su presencia en Buenos Aires para una actuación como cantante y músico en Groove, hasta que el show se canceló por “razones de fuerza mayor” nunca especificadas. Otras estrellas del canal, en tanto, llegaron hasta nuestra ciudad en las sucesivas celebraciones anuales del Kids Choice Awards, la entrega de premios de Nickelodeon que tuvo su muy convocante versión argentina entre 2011 y 2018.
Todo el mundo sabe ahora a través de esta docuserie que Drake Bell fue el anónimo denunciante que llevó a juicio en 2004 a Brian Peck por haber abusado de un menor. Peck fue sentenciado a 16 meses de cárcel y su nombre aparece desde ese momento inscripto en el registro de delincuentes sexuales.
A todo lo que cuenta Drake, que en aquel momento tenía entre 15 y 16 años, está dedicado, completo, el tercero de los cuatro episodios de la docuserie. El resto, con el estilo visual y narrativo desordenado y confeccionado a las apuradas que caracteriza a las producciones de este tipo que llevan el sello de la señal ID (Investigación Discovery), va y viene alrededor del entorno aparentemente tóxico para los actores infantiles que caracterizó a Nickelodeon desde fines de los años 90 hasta mediados de la década siguiente.
En ese período, durante el cual la señal alcanzó su mayor apogeo en el mundo audiovisual dedicado a los chicos y adolescentes, el amo y señor de su programación fue Dan Schneider, el creador de iCarly, Sam y Cat, The Amanda Show y Victorious, entre otras sitcoms de éxito probado y extenso.
El lado oscuro de la fama infantil es la equívoca y confusa traducción local del mucho más pertinente Quiet on Set: The Dark Side of Kids TV. Sobre todo porque junto a denuncias y revelaciones de exactores que cuentan lo que vivieron cuando eran chicos y participaban de los programas creados y producidos por Schneider, aparecen testimonios en la misma línea entregados por adultos (directores, guionistas, editores).
La mezcla entre ambos planos, que en cuestiones tan delicadas como estas, deben evitarse o al menos manejarse con más equilibrio y rigor, abre más de un interrogante que el estilo del programa, en su afán de dar a todos los testimonios el mismo valor, no consigue responder del todo.
De hecho, el programa en un momento parece muy interesado en que el público se detenga en el poco relevante detalle del distanciamiento y posterior reconciliación (muchos años después) entre el exactor infantil Bryan Hearne y su madre, a quien aquel responsabilizó de su despido cuando era estrella infantil de Nickelodeon. Madre e hijo se unen en la actualidad para señalar a Schneider como artífice máximo de situaciones incómodas que condicionaron y afectaron su trabajo durante el tiempo en que fue figura de la señal infantil.
Pero al mismo tiempo la docuserie cita y acompaña como al pasar, sin darle la atención que merecía, al hecho de que Drake Bell afirma expresamente que fue el propio Schneider el único integrante de Nickelodeon en prestarle respaldo y apoyo expreso en el momento en que, siendo menor, tuvo que denunciar los abusos de Peck, mientras el resto de la producción parecía envuelto en el silencio.
Detrás de esa actitud aparece otro de los elementos clave de la serie, la revelación de que la industria de Hollywood parece envolver en un halo de protección al pedófilo Peck, que logró luego de cumplir su condena nuevos trabajos en distintos estudios y productoras, incluyendo nada menos que a Disney. Allí se encontró una veta con algunos nombres relevantes que escribieron cartas de apoyo a Peck en su momento (como el actor James Marsden) que la serie no profundizó como se hubiese esperado.
En los cuatro episodios de El lado oscuro de la fama infantil abundan denuncias sobre situaciones de acoso verbal y físico cometidas por Schneider contra jóvenes y adultos durante la producción de sus series. Se habla mucho de hechos de discriminación (racial y de género), de situaciones en las que varios miembros de los equipos de producción son forzados a trabajar virtualmente gratis y, sobre todo, de la persistencia por parte de Schneider de llenar sus shows con situaciones de comedia cargadas de insinuaciones sexuales y chistes que son propios de adultos.
En el documental, Schneider queda muy mal parado y todo lo que se muestra no hace más que convalidar en retrospectiva la decisión de Nickelodeon de forzar en 2018 el alejamiento de su productor estrella durante casi un cuarto de siglo. Del programa se desprenden, al parecer, algunos de los argumentos que los ejecutivos de la señal no quisieron dar cuando decidieron desprenderse de Schneider.
La atención que despertó la docuserie llevó a Discovery a armar en pocos días un quinto y complementario episodio que no se integra en términos narrativos y conceptuales a los anteriores, sino que incorpora materiales que fueron descartados en un principio, agrega algunos testimonios más por parte de Bell y pone en escena con el sentimentalismo imaginable el catártico reencuentro entre Hearne y su madre.
También aparece allí por primera vez el descargo actual de Schneider con extractos de una entrevista que al parecer no formó parte de esa producción. En la serie nunca se explica quién la hizo y en qué circunstancias se realizó. Lo que queda también en claro en la docuserie es que el productor nunca recibió acusación alguna por situaciones de abuso, pero es señalado como responsable, por acción u omisión, de que al menos tres personas (mencionadas con nombre y apellido) hayan cometido hechos propios de los abusadores infantiles mientras trabajaban para Nickelodeon.
La docuserie, en el fondo, nos ilustra como pocas veces en el pasado sobre el cambio de época que experimentó la industria de Hollywood a partir del movimiento #MeToo en el segundo tramo de la década pasada. Antes de eso se aceptaban cierto tipo de comportamientos, conductas y situaciones frente a las cámaras que hoy serían completamente inaceptables. Sobran ejemplos en los cuatro episodios disponibles, junto a situaciones en las que Schneider parece dispuesto a trasladar unas cuantas situaciones y fórmulas de humor adulto (como su aparente obsesión de hacer chistes sobre pies) a sus sitcoms dirigidas a chicos y adolescentes mientras deja a la vista todo el tiempo su poder para manejar a voluntad a quienes trabajan para él.
La descripción en clave retrospectiva de todo ese cuadro y el durísimo testimonio de Drake Bell son los puntos altos de una serie documental que a pesar de sus desniveles consigue con creces el impacto buscado.
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