Del Telenoche de Mónica Cahen D’Anvers y Andrés Percivale a la salida de Diego Leuco y Luciana Geuna
El noticiero que supo hacer historia en la pantalla chica, atraviesa una de sus etapas más difíciles y busca relanzarse, hacemos un repaso por las duplas que lo timonearon desde que debutó en 1966
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Devotos del optimismo insensato y de los mitos bíblicos han mantenido vigente aquello de “entre más grande es, más fuerte cae”, refrán que consuela al débil e intenta abrirle los ojos al poderoso. Sin embargo cuesta ver cuando un gigante tambalea, siendo necesario buscar en su historia las claves de su ascenso, así como también el momento en el que aparecieron y se ramificaron las primeras grietas en su estructura.
Telenoche fue, sin duda, un proyecto que marcó el rumbo de los noticieros televisivos tal cual los conocemos. Con la impronta de apostar por la información, cueste lo que cueste, ofrecer nuevos lenguajes y estilo, y estar presente en cada lugar donde hubiera una historia que contar. Por momentos lo logró, por momentos vio cómo su brillo se opacaba frente a otras propuestas que habían nacido a su imagen y semejanza. Volantazos, cambios de rumbo, otras voces, una estética renovada, fueron algunas de las decisiones que todavía hoy se toman, intentando sortear el viento en contra y un horizonte de negros nubarrones.
Las excusas no se televisan
Telenoche nació de la visión, decisión y ambición de dos personas fundamentales en la historia de la televisión: Goar Mestre, “El Rey de la TV” (como perpetua en su título la excelente biografía de Pablo Sirven), y el periodista Carlos Montero. A mediados de la década del 60, Mestre hacía fuerte a Canal 13 a través de su empresa (Proartel), pero todavía le faltaba un noticiero para rivalizar con el entonces todopoderoso El reporter Esso de Canal 11 (en aquel tiempo Teleonce, hoy Telefe). Hasta que llegó Carlos Montero (padre) de una viaje a Nueva York, entusiasmado con los formatos de noticias de allá. La idea era romper con el estilo acartonado del resto y ofrecer algo así como un “magazine de noticias”.
De acuerdo al libro de Sirven, Goar Mestre lo tenía bien claro: “Las noticias -ordena- deben estar confirmadas cuando se emiten, hasta donde sea posible hacerlo. Y siempre teniendo mucho cuidado en distinguir la información de la opinión. Cuando el público, luego de un tiempo generalmente largo, constata que las noticias que le ofrece un determinado medio son verídicas y comprobables, desarrolla cierto grado de credibilidad, un valioso don con el que no todos los medios pueden contar. La credibilidad es como el amor, no se impone sino que surge en virtud de una serie de factores muy sutiles y complejos que hay que saber cultivar. Y creo que debemos aspirar a eso”.
Con la conducción de la panelista y actriz Mónica Cahen D’Anvers, el periodista Tomás Eloy Martínez (que se fue a los pocos meses) y un joven y casi desconocido Andrés Percivale el ciclo debutó el 3 de enero de 1966.
Impactó el estilo rupturista del ciclo, así como también sus coberturas. La pareja de conductores se tuteaba buscando la identificación con la audiencia, mientras cubrían la llegada del hombre a la luna desde Cabo Cañaveral, el Mayo Francés, el Cordobazo, o transmitían desde Vietnam los horrores de la guerra. Telenoche se expandía al ritmo de la complicidad de sus conductores, y de un público exigente que les había dado el visto bueno y los acompañaba incondicionalmente.
La “malcriada” y el “antipático”
La dupla de Mónica y Andrés continuó al frente de Telenoche hasta 1970 cuando Percivale decidió irse. La decisión fue sorpresiva, y así la explicaba en una entrevista a la revista Gente: “Yo tengo ciclos, creo que todo el mundo los tiene. Empecé en Canal 13 como asistente de dirección, pero en realidad yo quería ser director de cine. Una serie de casualidades me llevaron a que actuara en un programa que se llamó Universidad del aire. Allí me vio Carlos Montero y me propuso participar en un programa nuevo que se llamaría Telenoche, y que duraría solo los tres meses de verano. Esos tres meses se convirtieron en cuatro años y fueron importantísimos para mi vida como experiencia. Pero a pesar de que parecía que todos los días estaba haciendo algo diferente, al cabo de esos cuatro años me di cuenta de que todo eso se estaba convirtiendo en rutina. Entonces decidí irme de Telenoche”.
A pesar de la baja de una de sus caras más importantes, la solidez de Telenoche se demostró con mediciones que reafirmaron su liderazgo. Roberto Maidana, Leo Gleizer, Sergio Villarruel (que había sido un cronista de lujo en el momento del Cordobazo), fueron parte del equipo que cimentó el éxito del noticiero. Pero no solo era cuestión de audiencia, porque en el seno de canal 13, inundados de noticia, comenzó a gestarse también la que sería la dupla conductora más recordada y querida del programa.
En 1971, César Mascetti se sumó como cronista a Noticiero 13, otro de los programas insignia de la emisora. Una noche estaba en la sala de edición trabajando en la entrevista a un nene de 12 años que pertenecía al ejército de Nicaragua, cuando Cahen D’Anvers pasó y se quedó emocionada escuchándola. Se miraron, charlaron... pero no se gustaron: “A mí César me parecía muy antipático, pedante, lleno de minas, mujeriego insoportable. Y según me confesó después, yo para él era una chica bien de Barrio Norte, cancherita y malcriada”, recordaba ella años después en una entrevista con la periodista Gilda Muñoz.
Recién el 7 de junio de 1978, un día del periodista, se animaron a transitar la vida juntos. Primero a escondidas, con cartas firmadas con seudónimos y encuentros apasionados en Nueva York o en Ilhabela en Brasil, lejos de cualquier mirada indiscreta. Por entonces compartían el aire de Mónica presenta, y sabían el precio de exponer públicamente su historia de amor: perder el perfil bajo y la preservación de la intimidad que los caracterizó durante toda su vida.
Sin embargo, la exposición tuvo una contracara impensada: en 1991 fueron convocados como conductores. Por primera vez en igualdad de condiciones frente a una cámara, conformaron una pareja emblema en la historia de la televisión argentina y la “marca registrada” de Telenoche.
Fue el apogeo del ciclo, con mediciones que alcanzaron los 20 puntos de rating, un número impensado para un programa de noticias; y nueve Martín Fierro consecutivos, más el de Oro en 2001, que sus conductores aceptaron recibir en medio de una polémica entre canal 13 y APTRA que dividió las aguas, generando un malestar que nunca terminó de cicatrizar del todo.
Con el logro más alto en sus manos, y más de cuatro décadas de sus vidas dedicadas cien por ciento al periodismo, Mónica y César decidieron parar la pelota y anunciar su retiro de Telenoche en 2003 para pasar a un formato semanal denominado Telenoche especial, dando pie al siguiente capítulo en la historia del ciclo.
Cambio de imagen
“Hace 38 años me senté por primera vez en este lugar. Arrancaba Telenoche. Estaba nerviosa, asustada, temblaba. Ahora me toca decir chau, y les aseguro que estoy casi igual que aquel día: nerviosa y temblando”, abrió Cahen D’Anvers su despedida el 19 de diciembre de 2003. Encontrar otra pareja que estuviera a la altura de las circunstancias no era fácil, pero la emisora se decantó por María Laura Santillán y Santo Biasatti, dos periodistas de gran experiencia y relación con el 13. Ella se encontraba al frente de Telenoche investiga y había conducido los exitosos No matarás y Causa Común, mientras que el gesto adusto de él reaparecía cada día en pantalla por partida doble gracias a El noticiero de Santo y a En síntesis, y cosechaba una gran cantidad de premios, incluyendo un Martín Fierro de Oro. También habían compartido el aire de Telenoche en los veranos de 1992 y 1993, durante las vacaciones de los titulares.
Aunque al principio chocó la diferencia de estilos frente a la simbiosis de Mónica y César, en poco tiempo María Laura y Santo lograron consolidarse. Y gracias a una renovación que también atravesó la estética, el contenido y la edición, conformaron una virtuosa dupla de cara a un nuevo siglo y a una televisión cada vez más exigente y competitiva.
Santillán y Biasatti continuaron al frente de Telenoche hasta 2017, cuando el periodista dio un sorpresivo paso al costado. Se sabía que Santo no estaba conforme con el rumbo que había dado el noticiero así que, fiel a su estilo y sin trabajo por delante, se reunió con las autoridades y rescindió su continuidad. Así se lo contaba a LA NACION: “Fue una charla rápida. Me quisieron ofrecer otra cosa dentro de Telenoche y yo no acepté. Pero no llegamos a hablar de nada. Fue mi decisión. Si algo no te gusta, ¿qué hacés? Decís ‘Chau’. No hay tanta rosca, tanta vuelta. Fue una charla. No hubo ninguna discusión con nadie. ¿Qué iba a discutir? No tengo otra cosa. Como cualquiera de nosotros, como vos, cuando no tenemos laburo, buscamos. Nadie me llamó. ¿Sabés qué ocurre? ¿Viste que todo el mundo dice que tengo cara de culo? Bueno, yo soy muy sincero. Si hubiese tenido otra cosa, hubiese ido de frente diciéndoles ‘tengo un ofrecimiento’. No lo tuve. Ni lo tengo. Es simple”. No hubo despedida, tampoco lágrimas (al menos en pantalla). Con la sobriedad que lo caracterizó, Santo hizo su trabajo y se fue. Y Telenoche perdió una impronta que nunca pudo recuperar.
Un final ingrato y después...
Luego de un reemplazo de verano a cargo de Dominique Metzger y Federico Niemeyer, en 2018 comienza una nueva etapa de Telenoche, con María Laura Santillán al frente. Y si bien, el noticiero se mantuvo en pie, su brillo comenzó a menguar. Con Telefe Noticias consolidándose como un aguerrido competidor (con Rodolfo Barili y Cristina Pérez, abrevando en la fórmula Telenoche), y disputas internas que se convirtieron en tema de programas de espectáculos y afines, Telenoche recibió un nuevo golpe con la dolorosa salida de Santillán en 2020. Cuando le avisaron que su contrato no continuaría al año siguiente, decidió dejar el programa: “Estuve muy triste y me permití estarlo, no me escapé del sentimiento. Estuve 30 años trabajando ahí, así que no podía correrme de la tristeza. Fue mucho tiempo y jamás imaginé que así sería mi desvinculación, después de una serie de idas y vueltas muy ingratas que prefiero no recordar. Nunca más volví a ver Telenoche”, le contaba la periodista a LA NACION en febrero del año pasado.
Desde entonces fueron Luciana Geuna y Diego Leuco los encargados de ocupar el lugar vacante hasta que a comienzos de enero de este año se dio a conocer que el periodista no volvería al espacio luego de sus vacaciones. Y semanas después, fue el turno de Geuna de decir adiós. Así lo explicó oficialmente el canal: “En diciembre último, Diego había comunicado a las autoridades del canal su intención de dedicarse de lleno en 2023 a sus proyectos de producción en sitios de streaming lo que dificultaría su continuidad como conductor del noticiero. A partir de entonces se decidió, en acuerdo con Luciana Geuna, abrir un nuevo ciclo. Así como Diego concentrará su trabajo en las plataformas de streaming y radio, Luciana encabezará el armado editorial de un nuevo proyecto multiplataforma de la dirección de noticias de Artear y seguirá en Verdad/Consecuencia, el programa político que lidera junto a Maru Duffard los jueves, a las 22″.
Luego la periodista se sinceró en el programa Por si las moscas: “Lo de Diego ya lo sabía antes de irme de vacaciones. Fue muy un minuto a minuto, lo íbamos hablando, aunque el día que Diego lo decide, obviamente se abría un mundo nuevo, fue un cimbronazo porque éramos un proyecto, fuimos una dupla. Yo siento que los ‘notis’ guardan eso de la dupla, como una casa con un papá y una mamá, y eso es parte del alma de un noticiero y por eso tuve esa búsqueda y ese respeto de que el proyecto es la dupla”.
Con un rating que no supera los 5 puntos (la mitad que hace el ciclo de noticias de Telefe), el emblemático noticiero navega en un mar de incertidumbres. Queda saber si Nelson Castro y Dominique Metzger, hoy al frente, podrán revertir la situación. De no ser así, será necesario un nuevo volantazo en contenido, formas o equipo, para que Telenoche recupere el brillo que lo colocó en lo más alto de la historia de la televisión argentina.