De Santiago del Moro a Jey Mammon, los conductores que renuevan la pantalla chica
Llevados por las necesidades del momento o el espacio vacante que dejan libres figuras históricas aparecen en primer plano conductores como Darío Barassi, Guido Kaczka, Juana Viale y Ángel de Brito, entre otros
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¿Hay renovación en la TV abierta? ¿Existe una nueva camada de animadores y presentadores que toma la posta y ocupa el lugar que empiezan a dejar algunos nombres históricos? El recambio está a la vista, sobre todo porque los tradicionales dueños de la pantalla, las figuras que dominaron la pantalla a lo largo de las últimas décadas, por acción u omisión ya no tienen la misma presencia. Forzadas por las circunstancias del momento o a partir de decisiones propias empiezan a dejar libres espacios importantes para ser ocupados.
Pero nada es automático en un universo que por definición se reconoce conservador. En la TV abierta esta clase de movimientos necesitan un tiempo de decantación. Sobre todo para que los nuevos protagonistas terminen de cumplir con las pruebas que les exige el nuevo lugar que tienen asignado. Relevar a indiscutibles (e insustituibles, al menos hasta ahora) como Mirtha Legrand, Susana Giménez y Marcelo Tinelli impone requisitos que no pueden cumplirse de inmediato.
Y aunque las exigencias resulten hoy un poco más laxas que en el pasado (la TV abierta tiene cada vez menos rating y una competencia que no deja de multiplicarse en otras pantallas) no deja de ser el medio masivo por excelencia. Por ahora, los canales de aire conservan de manera casi excluyente la potestad de llegar a los hogares con propuestas generalistas.
Lo que caracteriza hoy a los conductores y animadores que en los últimos tiempos salieron airosos de las pruebas para ocupar algunos de los lugares más expectantes es la destreza para enfrentar situaciones muy variadas y la capacidad de superar cualquier encasillamiento. La TV los valora porque sabe que pueden moverse en territorios muy diversos y animarse con el mismo aplomo a jugar con diferentes reglas.
Santiago del Moro es el ejemplo más apreciable de los últimos años en esta dimensión. La conducción de la mejor etapa de un programa de actualidad candente como Intratables todavía le pertenece. Comprometido desde allí a cambiar de ámbito varias veces como conductor, Del Moro mostró que sabe ocupar su lugar. La dinámica de Intratables lo entrenó de manera inmejorable para moverse y tomar decisiones rápidas en el centro de un escenario lleno de gente. También aprendió allí a manejar ansiedades y a evitar ponerse a prueba sin necesidad. Encontró un remanso en ¿Quién quiere ser millonario? y su participación en Masterchef Celebrity lo exige hoy demasiado poco.
El reality más exitoso de los últimos años le brinda una gran exposición, pero en un lugar de escasa relevancia para los propósitos del programa. Hoy debe estar preguntándose qué le conviene más: mantenerse en la zona de confort o enfrentar desafíos para los que seguramente se siente capacitado, pero que volverán a ponerlo a prueba, sobre todo en el terreno de la actualidad. Sus próximos pasos serán decisivos para un camino que todos le reconocen como muy consolidado.
Guido Kaczka es uno de los animadores todoterreno más apreciados de la TV abierta en los últimos tiempos. Lo que hoy parece natural (llegar a la conducción televisiva desde el mundo de la actuación) le llevó en su momento mucho más esfuerzo, porque en su tiempo resultaba menos frecuente. Lo que caracteriza a Kaczka es un talento hasta ahora insuperable en la TV abierta para hacerse cargo hasta de un día para el otro de cualquier tipo de concurso o competencia con premios.
Kaczka se pone al frente de cada uno de esos certámenes, pero a la vez se mueve en el aire con la cabeza de un productor y de un programador. Aunque no lo diga, queda cada vez más claro que tiene mucho que ver en la puesta en el aire de sus programas, en la elección de quienes lo acompañan y en qué horario saldrá al aire. Tal vez no tenga la facilidad de palabra o la elegancia natural del modelo clásico de animador televisivo. Frente a cualquier de ellos siempre mostrará una estampa más rígida y apelará quizá en exceso a un número limitado de muletillas, pero no hay otra figura en el medio capaz como él de ponerse al hombro en tan poco tiempo propuestas bien diferentes, que van de El último pasajero a la reciente reposición de Los ocho escalones.
Lizy Tagliani tiene una de las condiciones que más se valora en el mundo de la animación televisiva: la capacidad innata de construir un personaje a partir de algunos de los rasgos más genuinos de su personalidad. No debe haber otra figura que sepa usar mejor ese atributo en la televisión actual, y mucho más al frente de un programa de entretenimientos. De Lizy, lo mejor que puede decirse es que es todo el tiempo fiel a sí misma y que sabe hacerse querer de inmediato por todos. El público valora cada vez más esos rasgos de autenticidad, sobre todo cuando un conductor debe interactuar todo el tiempo con personas comunes y corrientes que llegan a un estudio de TV para competir por alguna recompensa.
Tagliani, además, es la gran reina actual de la improvisación. La TV del entretenimiento aprendió a sacarle el jugo a su disposición permanente para salir de los libretos y romper la cuarta pared. A la vez, este tiempo encontró en Lizy a una figura resuelta a encarnar todo lo que representan las actuales corrientes de diversidad, pero sin la necesidad de recordarlo o subrayarlo a cada momento. Otro rasgo virtuoso de su personalidad.
Otra gran aparición de los últimos tiempos en el terreno de la conducción es Darío Barassi. Es notable lo que ocurre con esta talentosa figura, que en silencio le brinda a El Trece una de las pocas satisfacciones de su programación gracias al éxito de su presencia al frente de 100 argentinos dicen. Cada vez son más quienes lo identifican como un conductor a tiempo completo y colocan en segundo plano su condición natural de actor.
En poco tiempo, Barassi superó una prueba importante. Mostró, como los grandes conductores, que sabe estar atento al más mínimo detalle aportado por los participantes. De una acotación al paso puede extraer la situación más jugosa y concentrar por un buen tiempo la atención de todos alrededor de ella. Tiene además una gestualidad insuperable. No recordábamos a un animador televisivo capaz de hacer todo eso desde los mejores momentos de Julián Weich. Estos detalles están llamados a crecer y multiplicarse para hacer de Barassi, si es llamado en los próximos tiempos a enfrentar nuevos desafíos, uno de los próximos grandes animadores de la televisión argentina.
El presente de Jey Mammon como conductor del único late night show de la televisión argentina es tan destacado que pocos recuerdan su paso reciente como último propietario del clásico personaje protagónico de La peluquería de Don Mateo. Con mucha TV sobre sus espaldas tal vez resulte impropio caracterizar a Mammon como una revelación, pero sí lo es su presencia al frente de Los Mammones, un show que tiene poco que ver con todo lo que hizo antes. Es la mejor aparición de los últimos tiempos, junto a la de Barassi.
Mammon encontró en un lugar inesperado espacio para mostrar la diversificación de su talento. Sabe cantar, bailar, tocar el piano, imitar voces. Entiende como pocos el timing que requiere un paso de comedia en un programa de TV que se ocupa de la actualidad desde su costado más frívolo. Y demostró en muy poco tiempo que es posible hacer aquí shows nocturnos al estilo estadounidense, que no son otra cosa que encuentros graciosos con figuras que siempre tienen algo interesante para contar más allá de la excusa de promocionar algo nuevo. Los Mammones, el mejor programa pasatista de la TV abierta, necesita con urgencia volver a las medianoches para que su conductor pueda soltarse. Lo bueno de Jey es que en el futuro nos puede sorprender de nuevo en otra faceta.
De Juana Viale lo mejor que puede decirse hoy es que dejó atrás definitivamente su apariencia de “conductora interina”. Es cierto que la dueña absoluta e insustituible del espacio que hoy conduce es su abuela, Mirtha Legrand, pero la seguridad, la convicción, el buen juicio y la simpatía a toda prueba que Viale viene exhibiendo por partida doble al frente de la mesa de los fines de semana en El Trece ya identifican a una conductora hecha y derecha, que tranquilamente podría enfrentar de aquí en adelante desafíos equivalentes o superadores al que hoy lleva adelante. Viale tiene a favor una belleza natural que sabe convertir casi sin esfuerzo en una presencia escénica admirable.
Por esa razón no le cuesta nada atrapar todas las miradas apenas se instala en el centro del estudio. Demostró con este presente haber asimilado la incómoda prueba de su primer (y fallido) paso como conductora, el casi olvidado reality Me gusta tu canción (2018). Aprendió desde allí a sumar simpatía y expresividad genuina a su fina estampa natural. Le toca de aquí en adelante salir en búsqueda de otros espacios si quiere afirmarse todavía más en su nueva faceta.
Prestancia y naturalidad son también los atributos innatos de Leandro Leunis. De todos los animadores de TV surgidos en los últimos años es el que más responde a la clásica identidad del oficio y a las cualidades tradicionales de quienes mejor lo representaron en el pasado. Ese tributo a la vieja y noble escuela de la animación televisiva se aprecia en el caso de Leunis de varias maneras: porte, simpatía, buen trato, excelente voz y una gran disciplina.
Las necesidades de Telefe, el canal con el que se identifica desde hace muchos años, lo llevaron con frecuencia a convertirse en un animador institucional, encargado de promover algunas de las ficciones más exitosas de la emisora, algo que ahora vuelve a ocurrir en el caso de la telenovela turca Doctor Milagro. Es un lugar que puede llegar a llevarlo al encasillamiento y dejar en segundo plano su mejor potencial, el que vimos en competencias como Boom! y En qué mano está. Esta vertiente le abre al Chino Leunis auspiciosas perspectivas.
En el proceloso mundo de los informantes de lo que ocurre en la farándula, Angel de Brito asoma como la única figura con proyección genuina más allá de ese espacio. Ya lo demostró como animador sustituto de Tinelli en la “edición pandemia” del concurso de cantantes creado bajo el paraguas de ShowMatch.
De Brito tiene una astucia especial para sacarle como ninguno el mejor provecho a las declaraciones de los famosos de turno, pero también se le reconocen fundadas opiniones sobre temas políticos y de actualidad en las redes sociales, inquietudes que van mucho más allá del interés por el cotilleo de los protagonistas del espectáculo local. Tiene condiciones para explorar desde allí, si se lo propone, otros espacios periodísticos más exigentes.
El mapa también ofrece algunas incógnitas. Qué pasará con Florencia Peña es una de ellas. Con el apoyo pleno de Telefe (institucional y de producción) desplazó de su horario a Mariana Fabbiani, otra figura que alterna todo el tiempo buenas y malas en su larga búsqueda de consolidación como figura de recambio en la animación. Sobre Peña el tiempo dirá si se afirma en este nuevo rol o enfrenta el destino de colegas como Georgina Barbarossa o Carmen Barbieri, cuya presencia en la conducción televisiva antes parecía imparable y hoy no es más que un recuerdo lejano. También es un gran signo de interrogación lo que pasará de aquí en adelante con otros nombres femeninos que esperan más oportunidades: la desenvuelta Laurita Fernández, Paula Chaves, Carina Zampini.
Estos casos son ejemplos palpables de lo complicada que suele ser esta transición en el universo local de la TV de aire, donde también desde hace años pisan fuerte sin mella nombres como el de Marley. La nueva configuración del medio impuesta por la pandemia forzó varios cambios rápidos, pero no hay motivos para creer que la fotografía de este momento será la misma en cuanto a nombres dentro de un tiempo. A la vez, siempre queda la incógnita de lo que pasará con las figuras históricas, porque sin espacios vacantes no habrá recambio completo.
Marcelo Tinelli paladea por primera vez los sinsabores de un rating esquivo, pero no es de los que se resignan a aceptar que su tiempo mejor pasó sin dar pelea. Tendrá el inédito desafío de demostrar que su eterna capacidad para auscultar el imaginario colectivo del televidente promedio incluye cambios de fondo en su manera de hacer televisión. De Mirtha Legrand lo único que podría decirse es que de no haber aparecido el Covid-19 como barrera insuperable estaría en este momento como siempre al frente de su doble mesa semanal.
Y el mayor interrogante gira alrededor de Susana Giménez. Antes de la pandemia ya se insinuaba cierto deseo de no volver a exponerse tanto frente a la pantalla, con una expectativa más cercana a la producción de programas especiales que a hacer de nuevo un ciclo de continuidad semanal. No es algo nuevo para ella, porque hace tiempo que juega a deshojar la margarita sobre su futuro. Es siempre alrededor de las cavilaciones de los nombres históricos cuando reaparece una pregunta que nunca termina de responderse del todo: ¿hay renovación en la TV abierta?
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