La actriz pasó por Los Mammones y reveló uno de los momentos más extraños de su vida; en tanto, “La Academia” y en MasterChef Celebrity lloran por cualquier cosa
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Sandro tenía “un mundo de sensaciones”, y la tele de esta semana también. Tanto en eltrece como en Telefe, las lágrimas fueron las protagonistas del prime time. Lloró Mica Viciconte, lloró Jimena Barón, lloró Agustín Barajas, lloró la bailarina de Agustín Barajas y así, en un loop interminable de lágrima fácil. En tanto, Romina Ricci pasó por Los Mammones y recordó una anécdota de su juventud: cuando le tocó ser la amante traicionada de un hombre a punto de casarse. La actriz contó la historia con lujo de detalles todo lo contrario a Iván Noble en P.H (Podemos hablar), en donde para sacarle una declaración, Andy Kusnetzoff tuvo que remar en cascotes. Pura facha y talento sí, pero corto de palabra y nada televisivo.
Hijos de la lágrima
Capaz sea el fin de año el que tiene a los famosos más sensibles, o a lo mejor cada lágrima derramada sume algunas décimas de rating al alicaído promedio general del prime time. Sea cual fuere la razón, últimamente cada vez son más las estrellas locales que se quiebran en vivo, en directo o grabados: si se prende la luz roja de la cámara más vale tener a mano los pañuelitos descartables.
¿Puede la partida de Lizardo Ponce de “La Academia” provocar un mar de lágrimas? La verdad es que no. Y sin embargo ahí estuvo su amiga Jimena Barón a moco tendido cuando al muchacho no le dio la cuenta para seguir en carrera. En ese mismo programa Agustín Barajas (participante y pareja de Hernán Piquín) se enteró de que el público le había dado la chance de un ritmo más, y también: llanto desconsolado tirado en el piso y abrazado por su compañera. Es un poco mucho, ¿no?
En el canal vecino no se quedaron atrás: todo MasterChef Celebrity consoló a Mica Viciconte cuando corroboró el embarazo que ya se sabía, mientras la otrora inconmovible se confesaba cada día más sensible. Lo peor es que ni así logró quedar primera en el ranking de ojos vidriosos del certamen, que lidera cómoda María del Cerro. Si hasta a Paulo Kablan lo hicieron bajar la guardia corriéndolo de su estilo duro, a lo Clint Eastwood. Si es por un tema de puntos de rating que lo hagan llorar en cámara a Germán Martitegui y ganan el promedio anual.
Romina, una amante despechada
La vida de los actores y actrices es muy dura, especialmente al comienzo, cuando tienen que despuntar el vicio y la profesión donde puedan y como puedan. Ahí está como testigo Romina Ricci, que en el living de Los Mammones contó una experiencia de cuando estaba empezando y todavía tenía apellido artístico italiano.
La actuación no fue sobre un escenario sino durante la despedida de soltero de una pareja, y el papel fue el de novia despechada: “En un momento las cosas se pusieron muy tensas. Yo estaba como una invitada más, pero me senté al lado de él y empecé a decirle: ‘¿Te olvidaste, no? Te olvidaste todo lo que me prometiste cuando me dijiste en el boliche The End que te querías casar conmigo, que era la mujer de tu vida’. Tenía data precisa. Terminó en una escena muy fuerte, me fui como ofendida y enseguida volví corriendo, abrí la puerta con todo y le grité sacada: ‘Sos un hijo de p...’. Y ahí fue el terror de todos, pensaban que iba a sacar un arma”. La simpatía y el histrionismo de la actriz hicieron el resto para redondear una anécdota increíble. Pero quedó una pregunta en el aire: ¿esa pareja habrá formalizado, o la novia todavía estará buscando a la “desequilibrada” que le arruinó el casamiento?
Para qué me invitan si saben cómo me pongo
A modo de presentación, Andy Kusnetzoff prometió en P.H. (Podemos hablar) un programa de “charlas, emociones y risas”, claro que en ese momento no se dio cuenta de que entre el grupo invitado estaba Iván Noble, quien pareció no tener un buen día para ninguna de las tres cosas. Rockero de los pies a la cabeza, el músico se dedicó a contemplar, manos en los bolsillos, cómo sus compañeros remaron cada centro que les tiró el conductor. Su participación se limitó a algún comentario apenas audible, por el barullo general y su costumbre de hablar bajito. Y aunque todo el grupo insistió e insistió no logró sacarlo de su austeridad conceptual. Hasta Flor Vigna se le burló en la cara cuando lo escuchó decir la palabra “próstata”: “A Iván no le sacábamos una palabra y de repente dijo ‘próstata’, está entrando en confianza”.
Y hasta por ahí nomás porque recién se terminó de soltar sobre el final, guitarra en mano, cuando interpretó una canción, muy bella, pero reñida en duración con los títulos de cierre. De pasada, Iván le pidió a Andy seguir el ritmo, y el conductor le contestó irónico: “Dale. Yo te la remo, no soy como vos”. Contundente.
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