Damián de Gran Hermano: del duro golpe que recibió su familia a por qué su cabeza “hizo un clic”
El último eliminado del reality habló con LA NACIÓN sobre los difíciles momentos que atravesaron con su madre, lo importante que es su hermana en su vida y reflexionó sobre qué lo llevó a descuidarse y ser expulsado del juego
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Damián Moya formó parte de la segunda camada de participantes que ingresaron a Gran Hermano en marzo pasado, cuando el juego ya llevaba varios meses en pantalla. Y aunque logró establecer alianzas, tuvo varios enfrentamientos y así, el domingo pasado, este jugador quedó afuera del reality. En diálogo con LA NACIÓN, Moya habló sobre su familia, la importancia que tiene la relación con su hermana y por qué cree que fue eliminado.
-¿Cuál es el balance que hacés de tu paso por la casa?
-Es positivo, me llevo lindas cosas. Durante el poco tiempo que estuve aprendí cosas, como por ejemplo encontrarme conmigo mismo, que es algo que me costaba muchísimo. Esta fue la primera vez que me mudé a una casa y fue una con 16 personas que no conocía, pero todo fue muy mágico, me llevo de recuerdo cosas muy lindas.
-Durante tus primeros días en la casa tuviste algunos choque con algunos participantes, pero con el paso del tiempo comenzaste a moderarte un poco más, ¿coincidís con esa mirada?
-Yo soy una persona realmente muy tranquila, tengo mucha paciencia y trato de esquivar los conflictos. En mi vida tuve demasiados problemas y la única manera de salir de todo fue mirando para un costado. Pero cuando entré, yo sabía que era una casa dura en la que podía encontrarme con peleas, y por eso tenía el sentido de alerta activado en caso de que me confrontaran. No me gustan los problemas, pero si me atacan me defiendo, aunque eso no quiere decir que esté todo el tiempo chocando para ser el centro de atención.
-En el confesionario dijiste que después del nacimiento de tu hermana, Gran Hermano era lo mejor que te había pasado, ¿cómo es el vínculo con ella?
-Mi hermana es una de las personas que más amo en mi vida. Yo voy a cumplir 29 años, mi hermano tiene 27, y siempre le pedimos a nuestros padres una hermanita. Y después de veinte años se nos dio. Pero eso sucedió en un momento muy crítico de nuestras vidas, cuando mi mamá estaba enferma y la familia estaba más sensible. Por este motivo es que nos aferramos mucho a mi hermana, la vimos como alguien que vino a traernos alegría y a darnos un poco de calma en todo el caos que estábamos pasando.
-¿Cómo está compuesta tu familia?
-Está conformada por mamá, papá, mi hermano, mi hermana y yo. Vivimos los cinco en casa. Mi papá es el más grande, le lleva once años a mi mamá, que tiene 46. Después estoy yo con casi 29, mi hermano con 27 años, y mi hermanita de nueve.
-Cuando hablás de esos momentos difíciles de tu vida, ¿a qué situación te referís?
-El peor día de mi vida fue cuando vi los resultados de los estudios de mi mamá, eso marcó un antes y un después, nunca sentí algo tan fuerte como eso. Mi mamá es muy joven, es muy fuerte y es una persona que me motiva a salir adelante constantemente. Yo había caído en una depresión durante un año, estaba tirado y me hice mucho daño a mí mismo. Hasta que mi mamá, que tenía el verdadero problema, me alentó, y ahí mi cabeza hizo un clic, me levanté y tomé todo como una motivación.
-¿Cuándo empezó lo de tu mamá y cómo se encuentra de salud actualmente?
-Esto arrancó a principios de 2021. Hace un año y medio que mi mamá no está en tratamiento porque pasó por muchas cosas. Lo bueno de estar ahora afuera de la casa es que me emociona saber que voy a ayudarla mucho más, voy a estar más presente. De hecho, antes de entrar en Gran Hermano, estábamos trabajando juntos. Yo le conseguí laburo y ahora habíamos arreglado que ella se enfocara en su salud y los estudios que se tiene que hacer. No veo la hora de estar con ella, abrazar a mi familia y agradecerles por el aguante que me hicieron, ellos hicieron un gran sacrificio. Estas últimas dos semanas en la casa me caí demasiado, extrañaba mucho a mi familia, se me pasaban un millón de cosas por la cabeza, y en el reality no podés estar mal porque donde te dormís, te vas, y eso fue lo que me pasó.
-¿Qué creés que te pasó?
-Creo que arranqué bien, pero me fui desinflando con el pasar de los días porque soy una persona muy sentimental y pensaba constantemente en mi familia, que son quienes me ayudaron a llegar hasta donde estoy.
-¿Cuál fue la reacción de tus papás cuando les contaste que entrabas en Gran Hermano?
-La única persona que lo sabía desde el principio era mi mamá porque es fanática del programa, miraba todas las ediciones, y yo me hice fan por ella. Mi papá no sabía nada, él es una persona más estructurada, más chapado a la antigua y medio que me subestimaba porque pensaba que no iba a quedar. Pero cuando yo avanzaba en los castings, él empezó a abrir los ojos y creyó en mí. Mi hermano me ama, pero es muy chusma y tenía miedo que de la alegría le contara todo a alguno de sus amigos, así que se lo dije tres días antes de entrar en la casa.
-¿Cómo es la relación con tu papá?
-Mi viejo siempre trabajó en la calle como remisero. Me crio a mí con el remís, siempre fue chofer y sus últimos diez años tuvo un socio con el que se puso una agencia en Ramos Mejía. De ese local vivimos diez años, e incluso trabajé ahí coordinando los viajes. Poco a poco me compré un autito a medidas con mi hermano y ahí arranqué a trabajar de remís yo también. Y así nos fuimos haciendo y después pude adquirir mi primero auto. Con la pandemia se empezaron a complicar las cosas, la demanda era menor, aparecieron aplicaciones que nos fulminaron, mi viejo empezó a perdida y lo mantuvo todo hasta el año pasado que fundió. Tuve que vender mi auto para saldar deudas de él y ahí arrancamos de nuevo todo desde cero.
-Y después de eso trabajaste en varios lados, ¿es así?
-Claro, yo estaba tratando de progresar y por eso busqué otros laburos. Fui repositor de supermercado, estuve en una fiambrería, en una fábrica, y el último trabajo, que fue en el que más me adapté, fue en un restaurante en Villa del Parque. Con los dueños de ese lugar yo estoy muy agradecido porque entré ahí sin saber nada y ellos me pagaron cursos de capacitación de todo tipo.
-¿Y qué tenés ganas de proyectar para tu futuro?
-Hace muy poquito, empecé a hacer teatro porque siempre fui muy introvertido, muy tímido, y me costaba mucho desenvolverme en público, así que en teatro encontré el poder liberarme. Me gustaría seguir con ese rubro y meterle a fondo.
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