Dallas: nada se pierde, todo se transforma
La moda de actualizar viejos éxitos de la TV suma desde hoy a la serie símbolo de los 80
El regreso de Dallas, auténtica serie símbolo de los años 80, lleva a las últimas instancias esa moda del "todo pasa y todo queda" con la que el cine y la TV justifican el recurrente regreso a los éxitos del pasado imaginando que siempre es posible repetir la historia.
Aquí no estamos hablando con propiedad de esa sucesión de remakes hechas y derechas pensadas para llenar con líquidos nuevos esos mismos y antiguos odres que tiempo atrás rebosaban de novedad y atractivo. Como el procedimiento demostró que podía fallar –y falló con ejemplos clamorosos– cambiamos de fórmula y Dallas adopta el modelo reboot. En este caso, la historia empieza de nuevo, pero con algunos de los viejos protagonistas.
A propósito de historia, el canon de la televisión mundial registra el paso triunfal de Dallas, de menor a mayor a lo largo de 14 temporadas y 365 capítulos, emitidos en 96 países y doblados a 55 idiomas entre 1978 y 1991. Tan potente resultó el efecto Dallas en el organismo televisivo que desde ese momento el término villano (encerrado en los márgenes de la pantalla chica) se convirtió en sinónimo de un solo y exclusivo personaje. La memoria del medio no guarda hasta ahora un malo más malo que J.R. Ewing, símbolo a la vez de un apellido que acerca y arrastra otros significados (ambición, codicia, poder, intriga, engaño, traición, cálculo). Dallas, en ese sentido, no hizo más que retomar la tradición de La caldera del diablo para recuperar la esencia más genuina del teleteatro en el horario central de la TV estadounidense y extenderla en esa dorada década para el género a través de otros productos igualmente rendidores, con Dinastía a la cabeza.
Del regreso de Dallas venía hablándose mucho. Algunos largometrajes especialmente realizados para la TV fueron insinuando esa posibilidad a lo largo de los últimos 15 años. "Desde que terminó el programa, la idea de volver siempre estuvo sobrevolando alrededor nuestro, pero la mayoría de los guiones que nos propusieron eran directamente atroces. Y otros directamente no nos tenían en cuenta", apuntó Patrick Duffy, uno de los grandes rostros de la familia Ewing, presente en este nuevo comienzo, en charla con el diario inglés The Telegraph.
Desafiando la máxima que sugiere evitar por todos los medios la presencia de viejas caras cuando se trata de recuperar algún antiguo éxito y retomarlo en un contexto nuevo, este Dallas modelo 2012 les devuelve el lugar central a algunos de los protagonistas de la serie original (ver recuadro).
Exorcismo
Y, de esta manera, trata de exorcizar los fantasmas de un pasado televisivo que en la mayoría de sus esfuerzos por reverdecer victorias de otros tiempos encontró obstáculos insalvables. La idea era prolongar la permanencia de esos nombres gloriosos para el televidente en la memoria de las nuevas generaciones. Lo único que consiguió, en cambio, fue el fracaso y el olvido prematuro: allí están los ejemplos muy cercanos de Los ángeles de Charlie y La mujer biónica para certificarlo. Todos conservan en la memoria los nombres de las figuras de la serie original y nadie recuerda, en cambio, quién protagonizó las fallidas remakes de ambas series.
Más fortuna tuvieron otras actualizaciones, seguramente a partir de la personalidad propia que sus artífices quisieron imprimirle. La nueva Nikita ya se encamina hacia su tercera temporada y la flamante Hawaii 5-0 (heredera de un clásico entre los clásicos del policial televisivo de los 60) llegó a la segunda.
Ninguna de ellas, con todo, alcanzó las cumbres de Battlestar Galactica, que cerró en 2009 su excepcional ciclo abierto cinco años atrás y superó con creces la ingenua mirada del ochentoso original. Pocas series como la remake de Galactica alcanzaron tanta unanimidad en el elogio y pocas también llegaron a reflejar, aun instaladas en un futuro improbable, los grandes dilemas del tiempo en que fue realizada, alcanzando con sus preguntas hasta los efectos deletéreos del atentado que destruyó las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
Por lo visto, hay razones de sobra para creer o desconfiar del resultado de este experimento que ya inmunizó al organismo televisivo si es que podemos calificarlo de enfermedad crónica. Sigue en marcha, por ejemplo, la idea de hacer una nueva Hechizada, pensando seguramente más en la extraordinaria vigencia del producto original (todo un clásico de los 60) que en el fiasco absoluto de su versión cinematográfica de 2005, con una pálida Nicole Kidman en el lugar de la deliciosa Elizabeth Montgomery.
Parece más fundada y cercana, mientras tanto, la remake de The Munsters (exhibida en la TV argentina con el título de Los monstruos), contemporánea de Hechizada e igual de exitosa en su tiempo y también en las múltiples reposiciones que disfrutó a lo largo de las últimas tres décadas. El proyecto alimenta los mismos sueños que trajeron de vuelta a Dallas. En cuestiones televisivas, todo pasa y todo queda.
FLAMANTES PERSONAJES Y ANTIGUAS OBSESIONES
El comienzo de la segunda etapa de Dallas, que a partir de esta noche podrá verse por Warner Channel todos los lunes, a las 22 (con repeticiones los domingos, a la misma hora), nos trae nuevos personajes y antiguas obsesiones. Hay otra generación con poder en la saga de la familia Ewing, pero aun con nombres cambiados las mañas perduran. La lucha interminable por el dinero y el poder, cuyo símbolo es el rancho Southfork y su riqueza petrolera, pasa de padres a hijos, de los antiguos dueños a sus herederos, sin que las viejas figuras estén dispuestas del todo a resignar su lugar en esta renovada lucha de intereses.
De hecho, la antigua rivalidad entre los hermanos J.R. Ewing (Larry Hagman) y Bobby Ewing (Patrick Duffy) se prolonga y extiende a los primos John Ross (Josh Henderson) y Christopher (Jesse Metcalfe). El primero es el hijo de J.R.; el segundo, hijo adoptivo de Bobby. Fuera de la ficción, llegan hasta aquí con un pasado compartido en Desperate Housewives. Entre ambos, como se precia en este tipo de ficciones, se instala una mujer, Elena (Jordana Brewster), a cuyos flancos se mueven otros dos personajes femeninos de significativa presencia en la trama. Son Rebecca (la argentina Julie Gonzalo), novia de Christopher, y Ann Ewing (Brenda Strong), esposa de Bobby.
Detrás de ellos, la presencia de parte de la vieja guardia de Dallas resulta insoslayable y constituye uno de los potenciales atractivos de este regreso, que en principio cuenta con diez episodios. A los eternos rivales les toca en la ficción afrontar problemas de salud y, al mismo tiempo, retomar antiguas querellas por el control y el dominio de los recursos del rancho, aunque el petróleo, en esta nueva etapa, convive en términos de emprendimientos con otro tipo de energías alternativas.
Hagman tiene hoy 81 años y un largo historial de complicaciones físicas (trasplante de hígado incluido), que disimula con creces a partir del entusiasmo por regresar a su papel más celebrado. Duffy (62) y Linda Gray (71) comparten ese optimismo. "Los tres nunca pudimos trabajar juntos desde que terminó la serie. Ahora creo que el público está listo para recibir de la mejor manera esta vuelta de tuerca de una historia que todos recuerdan", dice la actriz, feliz de volver a ser Sue Ellen. Junto con ellos, también regresan otros nombres propios de la serie original: Ken Kercheval (Cliff Barnes), Steve Kanaly (Ray Krebbs) y Charlene Tilton (Lucy).
Otras series que se animaron a regresar
- Los ángeles de Charlie
- La mujer biónica
- Battlestar Galactica
- Hawaii 5-0
- Nikita
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