
Cuatro amigas hablando de sexo
"Cuatro amigas", miniserie escrita por Gustavo Belatti y Mario Segade. Con Inés Estévez, Paola Krum, Valeria Bertuccelli y Mirtha Busnelli. Dirección: Fernando Bassi. Dirección artística: Damián Kirzner. Producción y dirección general: Marcelo Tinelli. Por Telefé, los lunes, a las 23.
Nuestra opinión: Bueno
Elena, Sofía, Rita y Verónica renuevan cada semana un pacto de confianza mutua que las lleva a compartir secretos e intimidades. No se guardan palabra al reconocer una pena o algún dolor, no se privan de hacerse reproches recíprocos cuando creen que esa malla de seguridad fue vulnerada y no ahorran consejos ante cada proyecto o cada sueño imaginado.
Pero cuando más se ponen en juego estas conductas -cuando más se manifiestan en la forma de obsesiones, manías, deseos o mínima curiosidad- es cada vez que estas cuatro amigas deciden hablar de hombres, por cierto el tema favorito de todas.
Y cada vez que este cuarteto femenino hable de hombres, invariablemente hablará de sexo. No sólo en palabras. Sexo vivido, soñado, experimentado, añorado, evitado, hablado con crudeza y buscado con dudas o con fervor por cada una de ellas.
El sexo es materia prima, común denominador y punto de encuentro de este nuevo intento (en este caso a cargo de la productora Ideas del Sur) por atrapar desde la ficción el esquivo mundo del imaginario femenino, iniciativa que registra no pocas frustraciones en la historia reciente de nuestra TV.
Para mostrar que se trata de un producto ambicioso, ahí está la firma en el final de los títulos de crédito de Marcelo Tinelli, máxima autoridad de Ideas del Sur, como responsable final de la producción y la dirección del proyecto. Juego fuerte que continúa en la resonante incorporación para los guiones del dúo Belatti-Segade ("Verdad/Consecuencia", "Vulnerables") llegado desde Pol-ka, y en la convocatoria a un cuarteto protagónico con nombres de peso propio, que combina experiencia con potencialidad innovadora.
Pero como en estos tiempos televisivos lo aconsejable es no dar ningún paso en falso, Tinelli y los suyos eligieron apoyarse en antecedentes probados, muy probablemente conocidos por el público al cual se dirige este programa.
El más visible de todos es "Sex and the City", serie a la que este programa rinde tributo con la elección de cuatro mujeres de treintaypico o algo más con cierta independencia (son solteras o separadas) que viven y se mueven en un ámbito urbano.
De las historias imaginadas por Candace Bushnell extrae el ciclo de Telefé algunos rasgos básicos y más de un eje argumental (la historia del primer capítulo sobre un hombre sexualmente poco dotado no es ajena a quienes están familiarizados con la serie norteamericana), pero no utiliza a la ciudad que cobija a las historias como quinto personaje.
Y, como en "Sex and the City", son ciertamente agridulces las historias de estas cuatro mujeres que van de los treinta a los cuarentaypico y que buscan llenar sus vacíos afectivos con el sexo como leitmotiv. Pero a sabiendas de que demasiadas identificaciones pueden ser riesgosas, Belatti y Segade despojaron a "Cuatro amigas" del despliegue glamoroso que sabe lucir su referente extranjero.
En nuestro caso esa manifestación se reduce a la sofisticada e impulsiva Sofía (Paola Krum), diseñadora de una exclusiva casa de modas que pretende jugar de mujer fatal, y algo menos a Elena (Inés Estévez), eficientísima y elegante abogada corporativa que recuerda claramente las andanzas de Ally McBeal, y a la vez llena de dudas afectivas y ambiguamente ligada a su (¿ex?) pareja, que encarna Gustavo Garzón.
Junto a ellas, con un perfil más barrial y austero, surgen Rita (Valeria Bertuccelli), empleada en la empresa donde trabaja Elena, cuyo aire desafiante esconde fuertes debilidades afectivas, sobre todo en la relación con su madre, y Verónica (Mirtha Busnelli), la mayor de todas, profesora de secundario y consciente de lo que cuesta romper su tendencia a la soledad y al dolor por el tiempo pasado.
Lejos de conformar un cuadro heterogéneo y rico en matices por las posibilidades que ofrecen personajes muy diversos, los distintos ámbitos en los que se mueven las historias individuales (que le dan protagonismo alternado a cada una de las cuatro actrices) conforman un cuadro algo confuso en el que algunas escenas se estiran innecesariamente y en otras se hace uso y abuso de la estética publicitaria, como si se tratara de insustanciosos videoclips.
Algo de indefinición
Lo que subyace es una suerte de indefinición entre adoptar una mirada light, desprejuiciada y hasta humorística y mordaz sobre algunas cuestiones de pareja y otra más profunda, compleja y hasta existencial (cercana a los antecedentes del dúo de autores) que tiene como protagonistas a Busnelli y Bertuccelli.
Aun enfrentando estos claroscuros, Belatti y Segade han procurado en todo momento acercarse desde distintas perspectivas a un punto de vista femenino, lo que no es un mérito menor en un ámbito como el televisivo, poco dispuesto por lo general a aceptar este tipo de rumbo. Y lo logra sobre todo por el lado de Estévez (muy cómoda en un personaje lleno de contradicciones, el más redondo hasta ahora de la historia) y de Busnelli, que hace suyas a la perfección las tribulaciones de una mujer que quiere permitirse una nueva oportunidad.
Ni Krum (cuya languidez conspira contra el aire seductor y decidido que reclama su personaje) ni Bertuccelli (todavía demasiado atada al perfil de algunos trabajos previos con los que ganó justificados aplausos) consiguen acomodarse del todo a un relato que, al mismo tiempo, todavía descuida a sus personajes secundarios.
En favor de "Cuatro amigas" hay que anotar la cuidada factura técnica y estética (en la que se destaca particularmente Jean Pierre Noher en su nuevo papel de musicalizador) y un esfuerzo en procura de darles a estas cuestiones un tratamiento siempre adulto, pero paulatinamente menos gratuito y más sutil, sobre todo en situaciones o conductas sexuales que pueden llegar a afectar alguna sensibilidad.
Con sus idas y venidas, "Cuatro amigas" puede torcer una larga tendencia negativa una vez que encuentre su identidad y que la TV pueda desembarazarse del escándalo y del mal gusto cada vez que le toca hablar de sexo.
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