Crecer con papá: el boom de Lorena Paola y un "canje" que resultó un gran éxito
Fue el programa más visto de la televisión en 1982 y ese éxito lo llevó también al teatro, donde llegaron a hacer cuatro funciones diarias durante las vacaciones de invierno de ese año. Crecer con papá fue el debut actoral de Lorena Paola que, con apenas 8 años, conquistó a grandes y chicos con su histrionismo y su carisma. Alberto Martín fue el gran mentor de esta comedia y quien llevó adelante la idea de la historia: un viudo, padre de tres chicas que tenía que lidiar a diario con problemas cotidianos, como en cualquier familia.
Con libros de Elio Eramy, esta comedia salía al aire todos los martes a las 21, por Canal 13. El elenco se completaba con Claudia Rucci, Teresita Lladó, Gabriela Gili, Marta Albertini, María Fiorentino, Silvia Merlino, Germán Kraus, Carlos Moreno, Hilda Blanco, Luis Hernández, Mónica Vehil y Juan Peña, entre otros. Diez años después, Gustavo Yankelevich reflotó el espíritu de Crecer con papá y lo convirtió en Grande, Pá!, uno de los mayores hitos de nuestra televisión, con picos de rating que superaron los 60 puntos.
Lorena Paola, el secreto del éxito
Su simpatía y su ternura convirtieron a Lorena Paola en una estrella que también brilló en el teatro y el cine. Hoy, a 40 años de esa súbita poopularidad, ella prefiere que la llamen "Lolo" justamente para despegarse de aquella niña regordeta que enternecía la pantalla. "No es que no me guste Lorena Paola, para nada. Soy yo. Pero ese nombre remite a la imagen de esa nena de 8 años", cuenta a LA NACION. "Todavía hoy en la calle me recuerdan mis comienzos. Tengo hermosos recuerdos de mi infancia y de todos mis trabajos. Insistí mucho en casa para que me llevaran a hacer castings", asegura.
"Después de ganar Festilindo, en 1981, llegó Crecer con papá en televisión y teatro, y Diablito de barrio en cine", enumera la actriz. De ese momento tiene pocos recuerdos porque "era muy chica". "Mi mamá me acompañaba a todas partes y me ayudaba a tener los pies sobre la tierra. Mi papá no estaba muy de acuerdo y fue el último en enterarse, sobre todo porque al principio pensaba que era un capricho".
También, Lorena Paola hace referencia a las críticas que recibía por ser gordita: "No lo padecía. Es más, jugaba con mi prima a ver quién comía más milanesas. Obviamente los chicos son crueles y en ese momento tenía algún grupete que me gritaba cosas, pero yo soy de un carácter especial. Tengo hermosos recuerdos de Crecer con papá. Volví a trabajar con Germán y con María Fiorentino en otras oportunidades. Siempre tuve compañeros divinos y grandes maestros en estos 40 años. Tuve mucha suerte".
Alberto Martín recuerda con cariño a esa niña que interpretaba a su hija menor. "Ya estaba todo el elenco pero faltaba una criatura de 8 o 9 años. Se hizo un casting y salió Lorena Paola. Era distinta a todos. Me genera mucha alegría pensar en ella porque era una maravilla de criatura. No sé por qué se dice que trabajar con niños y animales es complicado. Uno debe aceptar la impronta, la espontaneidad, la naturalidad, la vivencia y la simpatía que un chico puede ponerle a un personaje. Si sos generoso, no hay nada más lindo que escuchar y ver a un niño en televisión", indica. Y sigue: "Con Lorena tenía una relación muy especial porque además de ser era la mimada, tenía una chispa increíble y aptitudes importantísimas para la actuación. Era muy espontánea. Las historias de Lorena eran maravillosas porque era una chica que pasaba de la euforia total a la emoción de una manera admirable".
"Siempre fue una chica muy graciosa, muy activa, respetuosa. Tengo el mejor de los recuerdos de ella", suma Germán Kraus. Marta Albertini también recuerda especialmente a Lorena: "Era una niña prodigio, cantaba increíble, era pícara, jugaba por todos lados. Nos divertíamos muchísimo. Participar en Crecer con papá fue una caricia al alma. Eran compañeros excelentes. Silvia Merlino, que era la cuñada, era un amor de persona. Y Gabriela Gilli era un ser que adoré, única, gran amiga, muy dulce persona".
"Lorena era como una pequeña diva. La seguí tratando y hace unos años trabajamos juntas en un radioteatro", relata María Fiorentino. "Recuerdo que en un capítulo, Alberto le había regalado un anillo y en la escena jugábamos a tasarlo, o algo así. Y ella agarró un vaso para usarlo como la lupa de un joyero. No podíamos más de la risa. Era tramposa, robaba cámara. Cuando parábamos para comer, ella pegaba un gritito y decía: ‘La madre de Lorena, por favor, la comida’. Hablaba de ella en tercera persona como si fuera Maradona", detalla divertida.
Alberto Martín: El gran mentor
Alberto Martín se emociona al evocar esos tiempos. "Logré hacer el piloto de Crecer con papá a cambio de mi participación en La sombra, una tira que hicieron Silvia Montanari y Víctor Hugo Vieyra en el 81. Estuve dos meses y fue casi un canje por la técnica y edición del piloto", le dice a LA NACION. "El piloto fue aceptado y empezamos a grabar. El primer capítulo estaba centrado en Teresita Lladó y lo voy a contar con las palabras de ese momento: ella, que era mi hija mayor, se hacía señorita. Fijate la pureza de las historias. Y cada capítulo terminaba de una manera linda, alegre. El éxito de ese programa, independientemente de Lorena Paola, era la simpleza de las historias. Todo era fácil de entender, era para todos. Todavía hay gente que alguna vez me habla del programa y me dice que hoy se perdió la inocencia. Era un placer hacer cada semana una historia. Fue un momento hermoso".
"Originalmente fue una idea de dos directores, Carlitos Berterreix y Jorge Palaz", recuerda Kraus. "Se le dio forma, y por supuesto estuvo muy recreado por la experiencia de Alberto Martín. Para mí fue importante porque, si bien somos amigos desde hace 50 años, fue la primera vez que trabajamos juntos en televisión. Y a partir de ahí hicimos muchísimas cosas los dos, hasta el día de hoy que tenemos un proyecto para este año".
"Me emociona mucho recordar algo tan dulce y que fue hecho con tanto amor. Me moviliza porque fue una etapa divina en mi vida, hermosa", se conmueve Albertini. "Fue un exitazo. Y maravilloso trabajar con Alberto Martín, un actor al que adoro. Una cabeza en un elenco es fundamental y él era ese papá divertido y tierno. Lo recuerdo y me río. Mi personaje era Ninón, una vecina que lo quería seducir, y las hijas no me querían obviamente. Yo iba con cualquier pretexto a su casa para verlo y pedía leche, azúcar. Siempre me vestía súper sexy, con pantalones ajustados de cuero, brillos, escotes. A las chicas les daba mucha gracia mis preparativos para el personaje. Como estaba muy flaca, me rellenaba por todos lados y ellas se morían de risa en el camarín", rememora la actriz.
"Estaba haciendo Convivencia en Mar del Plata con Federico Luppi y Luis Brandoni, y Alberto Martín, que también estaba haciendo temporada, fue al teatro y me dijo que quería verme en el escenario porque tenía una propuesta para hacerme", explica Fiorentino. "Era un personaje que se llamaba Frasca, en Crecer con papá. Estaba conmovida porque Alberto Martín es uno de los actores que más sabe de la televisión. Solía hacerme bromas porque yo venía del teatro, con mucho sótano, y mucho Stanislavski pero poca tele. Alberto me enseñó mucho de la televisión. Un hombre muy inteligente, con un gran sentido del humor".
Un éxito, ¿no se toca?
A pesar de ser el programa más visto de la tele en 1982 y de tener dos exitosas temporadas teatrales, Crecer con papá terminó abruptamente y no tuvo segunda temporada. "Lamentablemente se frustró la continuidad por algunas desinteligencias. Con el mayor de los respetos, cuento que tuvimos una diferencia con el papá de Lorena con respecto a la productora, y terminamos ahí, en pleno éxito", revela Alberto Martín, que no quiso dar más detalles.
"Cuando terminamos el programa no volví a ver a Lorena por mucho tiempo hasta que, hace unos doce años, me la crucé en un restaurante en Mar del Plata y en ese momento mi esposa, que todavía vivía, me dijo: ‘Está Lorena, ¿no la vas a saludar?’. Y me agarró una piel de pollo. Volví al año ‘82 de golpe y mezclé lo que había pasado con su papá y no me animé a pegarle un abrazo. Hubiera sido hermoso. Tengo pendiente un abrazo con Lorena y ojalá la vida me vuelva a cruzar con ella", se sincera.
"Me acuerdo mucho de Silvia Merlino y también de Gabriela Gili, dos mujeres maravillosas. Era un elenco muy amoroso", rememora Fiorentino. "Recuerdo los almuerzos con Morenito (Carlos Moreno) en la esquina de Canal 13. Y tengo una anécdota muy linda. Muchos años después, un día estaba en un bar tomando un café y pasó Emiliano Kaczka con un amigo. Me saludó por la ventana y al rato volvió y me dijo: ‘Mirá, mi amigo te quiere conocer’. Ese amigo me dio un beso y me dijo: ‘Frasca, no sabes cómo te quiero, yo te veía siempre’. Con los años, un día en Canal 9 haciendo Inconquistable corazón, se me acercó Pablo Echarri y me dijo: ‘Yo era el amigo de Emiliano que te veía siempre’. Pablo sigue siendo un amigo entrañable, como un hermano menor. Aún hoy, a veces, me dice Frasca".
Grande Pá, heredera de Crecer con papá
"Grande, Pá! tiene la esencia total de Crecer con papá. Retomaron el espíritu del programa. Creo que fue una desinteligencia, quizá de quienes manejaron el tema. Lo ignoro. Fue como dejar de hacer un programa y volver a hacerlo unos años después. Estaba cargado de ternura y era difícil no seguir apostando a algo que, en ese momento, el argentino había comprado", cuenta Alberto Martin.
Fiorentino coincide con las similitudes: "El personaje que yo hacía fue el que hizo María Leal en Grande, Pá!. Yo siempre digo que no me casaba con el patrón porque no era rubia y ni conocida. Es una broma que acostumbro a hacer, y no sé hasta qué punto lo es".
"Recuerdo que hicimos las vacaciones de invierno y fue un impacto. En el Teatro Premier pactamos una cantidad de funciones, dos diarias. De lunes a domingos, sin descanso. Y el éxito fue tan brutal que cuando yo llegaba al teatro ya había largas colas", rememora la actriz. "Llegamos a hacer cuatro funciones diarias: empezábamos a las 13 y la última era a las 21. Una tarde tuvimos sentado a Diego Maradona en el palco, aplaudiendo a rabiar. Recuerdo un estreno de esas épocas gloriosas que ya no existen, con glamour, cámaras de televisión, luces. Tiempos hermosos, idos pero gracias a Dios vividos. Después continuamos de gira por Capital y gran Buenos Aires. Fue tocar el cielo con las manos porque además nos fue muy bien económicamente".
Malvinas: el capítulo más emotivo
"Recuerdo muy especialmente un capítulo sobre Malvinas, en el que el personaje de Claudia Rucci escribía una carta misteriosa y Alberto y yo suponíamos que tenía un novio oculto", explica Fiorentino. "Yo trataba de ser cómplice de la nena, para averiguar qué pasaba, y Alberto espiaba. Y sobre el final del capítulo él encontraba una carta y la leía en voz alta. Me acuerdo de eso y me emociono, porque la carta decía algo así como ‘querido soldadito que estás en las Malvinas’. Y Alberto leyó dos o tres frases y no pudo seguir. Ese hombre que tanto sabía de la televisión también era un argentino hermoso que estaba tan dolido como todos por lo que sucedía en el país, miró a la cámara y con los ojos llenos de lágrimas dijo: ‘basta’. Y ese fue el final de ese capítulo que no olvidaré nunca", rememora.
"No pude terminar de leer. Corté porque me ahogaba de tal manera que no me permitió continuar. Se dio así. En ese momento los argentinos vivíamos engañados por el gobierno, y cualquier cosa nos motivaba. Más que el dolor, era la impotencia de algo que no sabíamos, y fuimos cómplices de una masacre por la ignorancia", apunta Martín.
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