Contar la historia de Carlos Monzón, un desafío tan difícil como apasionante
En pleno auge de las biopics, la vida del boxeador argentino Carlos Monzón tiene todos los condimentos necesarios para atraer: un hombre que nació literalmente en el barro, que logró la gloria máxima cautivando al mundo entero, pero que terminó preso por el asesinato de la madre de su hijo y que murió en circunstancias trágicas. Sin embargo, esta riqueza también es su mayor obstáculo, ya que constituye un gran desafío retratar a un personaje con tantas facetas, tanto desde el guion como en la elección de un elenco que esté a la altura de las circunstancias. Mientras transitan sus últimos días de rodaje, los actores y el equipo detrás de cámara de la serie Monzón, que se estrenará en 2019 por Canal Space, compartieron con LA NACION cómo fue esta aventura con pocos antecedentes en el país y que podría ser la gran ficción latinoamericana del próximo año.
Los planes de contar la vida de uno de los máximos deportistas argentinos tienen larga data tanto en el cine como en la televisión, pero la envergadura de un proyecto de estas características hizo que la mayoría de los intentos quedaran en el camino. Fue la tenacidad del productor Fernando Barbosa, un fanático confeso del deporte y de Monzón, lo que logró reunir a las partes necesarias para este gran esfuerzo: el gigante de medios Turner, propietario de la señal Space; Disney Media Distribution Latin America y la productora Pampa Films.
"Es la historia de alguien que se abrió camino en la vida a las trompadas, literalmente, y que logra lo máximo que un deportista puede lograr. Él nació en una casa con suelo de barro y llegó a ganar el oro, creo que esa trayectoria ya de por sí es increíble pero la forma en la que su vida continúa con una caída estrepitosa y trágica completa esta increíble vida", aseguró Leonardo Aranguibel, encargado de la distribución de la miniserie.
Pero como además de un gran boxeador Monzón fue un femicida-además de haber protagonizado momentos violentos con otras parejas, como Susana Giménez - uno de los objetivos de la serie es no dejar nada afuera. Para su director, Jesús Braseras, es importante ser fiel a la verdad pero también mantener cierta distancia: "No queremos emitir juicio, sino que la audiencia saque las conclusiones que quiera. Habrá quienes se aferren al gran campeón y quiénes se queden con el femicida, pero nosotros queremos mostrar la historia lo más objetivamente posible".
Luego de meses de investigación histórica y periodística, entrevistas con la familia de Monzón y con quienes vivieron algunos de los momentos más importantes de su vida, se logró dar con un guion que recorre en trece episodios de una hora gran parte de lo sucedido, tomando como columna vertebral el juicio por el homicidio de Alicia Muñíz, una bailarina y actriz que fue la última pareja del deportista y madre de su hijo menor. "La idea es mostrar muchos elementos de su vida que, cuando están unidos, terminan llevando luz sobre cómo fue esta persona de carne y hueso. Monzón, por ejemplo, fue un gran padre y eso aparecerá. Debemos resistir la tentación de ser amarillistas y cargar de elementos negativos a su retrato", puntualizó el realizador.
Una vez que encontraron el ángulo con el que contar esta vida, el equipo de producción se enfrentó al reto de poder encontrar al actor indicado para el rol central. Y como la historia iba a recorrer más de cinco décadas, casi de inmediato quedó claro que se necesitaba a más de un intérprete. "No te miento si te digo que dimos vuelta medio país y medio continente para hallarlo, porque necesitábamos a dos actores que lo tuvieran todo: el aspecto físico, la habilidad y condiciones en el ring, el sex appeal y carisma de Mozón, pero también la capacidad de contar esta historia increíble y compleja. Hicimos un casting que duró muchísimo meses hasta que hallamos a Mauricio, que fue como encontrar una piedra en el río y pulirla para lograr el diamante que necesitábamos", aseguró Braseras.
El diamante en bruto es Mauricio Paniagua, un actor misionero que llegó hace cinco años a Buenos Aires, pero que siempre se manejó en el ambiente del teatro y que no tiene experiencia delante de cámara. "Cuando se conoció la convocatoria para el casting, me escribió no sólo mi representante sino casi todos mis amigos porque desde chico me dicen que me parezco a Monzón. Así que me presenté pero me pidieron que vaya lo más lookeado posible y yo en esa época tenía pelo largo, que me encantaba, pero supe que si me lo cortaba ganaba chances, así que tuve que tomar una decisión", recordó al hablar con LA NACION.
"Fui a lo de un amigo estilista con fotos de Monzón y no lo pensé dos veces aunque ni bien me vi reconozco que un poco me arrepentí, pero ya estaba jugado. Un ratito antes de la prueba pasé a buscar unos guantes por la casa de un amigo, me estudié todos los videos que encontré en YouTube y terminé haciendo una escena muy tranquilo, sin ansiedad. Pero como yo vengo del teatro y no de la tele, hice todo con muchas muecas, bien amplificado, a los gritos y dejé a todos aterrorizados, porque yo parecía una marioneta. Por suerte, vieron algo en mí más allá de eso y juntos me ayudaron a ‘modular’ mi intensidad, a actuar más como se hace en cine o en tele y finalmente logré lo que buscaban".
En el caso del otro actor, el que interpreta al último Monzón, las complicaciones para hallarlo fueron bien distintas. "A diferencia de Mauricio yo tuve muchas reservas antes de aceptar y varios obstáculos. Cuando me hicieron la primera entrevista sentí que era un buen proyecto pero a los pocos días me fui a Paraguay a filmar una película y pensé que con eso había perdido cualquier chance. Pero mientras estaba rodando allá, me volvieron a llamar y la verdad es que ahí no me sentí preparado, estaba muy cansado, con la cabeza en otro lado porque había tenido dos rodajes muy pegados con personajes muy fuertes, así que rechacé la oferta con algo de dolor pero convencido", explicó Jorge Román.
Pero Román, con vasta trayectoria en el cine y conocido por su protagónico en el film El Bonaerense, tenía una preocupación mayor: "El cansancio que sentía era real: al finalizar la película terminé internado y operado de la vesícula. Pero, increíblemente, durante mi post-operatorio de un mes en cama me llamaron para decirme que me estaban esperando". Así que a pesar de los retrasos, en los primeros meses de este año ya estaban "los dos Monzones" elegidos.
Como todos los capítulos cuentan con flashbacks y escenas en diferentes momentos, la producción trabajó mucho para que ambos intérpretes lograran un personaje similar con ensayos y ejercicios bajo la supervisión de la coach Desiré Salgueiro. Uno de los desafíos era lograr que se mantuviera un mismo acento, ya que Román es formoseño y Paniagua es misionero. Éste último, además, recibió tres meses de entrenamiento de boxeo diario con el profesor Fernando Muñoz y Diego ‘La Joya" Chaves, un reconocido boxeador profesional.
Para ambos intérpretes la lectura de los libros de los capítulos les confirmó que esta serie sería tan demandante como compleja, pero no querían dejar de ser parte de ella. Mientras Paniagua asegura que leyó los trece guiones "de un tirón", Román aseguró que se encontró con cosas que no sabía del ídolo popular: "La historia tiene todo: marginalidad, pobreza, gloria, sexo, drogas y rock and roll".
El elenco se completa con Celeste Cid como Susana Giménez; Paloma Ker como Pelusa, Carla Quevedo como Alicia Muñiz y Soledad Silveyra como Elba, la madre de Muñiz. También participan Florencia Raggi , Gustavo Garzón, Rodrigo Pedreira, Diego Cremonesi, Fabián Arenillas, Yayo Guridi y Mariano Chiesa, entre otros.
Algo en lo que todo el equipo coincide es que no se trata de una grabación sencilla."Grabar esta serie es muy intenso, estamos haciendo una historia muy densa que nos deja a los actores y al equipo muy cargados, muy doloridos. Y no es algo figurativo, todos hemos vivido alguna clase de accidente desde que arrancamos, es algo increíble. Nunca fui de esos actores a los que les cuesta "salir" de los personajes pero te aseguro que acá nos enfrentamos a cosas muy complicadas, que me están pasando factura por el cuerpo", ilustró Román.
Las complicaciones, sin embargo, no impidieron que la demandante rutina, que llevó varios meses de grabación, no se cumpla tal como estaba pautado. "Nos tranquiliza saber que el resultado final está quedando muy bien. Estamos transitando una línea entre la televisión y el cine y Jesús es un director que ama los detalles, con un equipo detrás que busca la perfección. Es un clima muy humano, muy cálido, lo que ayuda a sobrellevar tanta exigencia pero no hay dudas de que es la experiencia laboral más dura de mi vida", aseguró Román.
La actriz Carla Quevedo tiene una hipótesis diferente. Para todas las escenas del crimen de su personaje, Muñiz, que ocurrió en Mar del Plata durante febrero de 1988, la producción analizó cerca de 300 locaciones hasta hallar una vivienda con las características necesarias en la localidad bonaerense de Ranelagh. Allí se desarrollaron la mayoría de las jornadas de filmación y es donde ella percibió algo diferente. Una información le confirmó sus sospechas.
"No sé si notaste que esta casa es inusualmente fría y oscura -le dijo a LA NACION en un parate del rodaje, en esa misma locación- y yo lo sufro mucho porque tengo poca ropa porque las escenas que estamos haciendo se suponen que son en verano. Yo, además, noté de inmediato una energía rara, como espesa. Hace poco me enteré que el dueño original de esta casa intentó matar a su esposa aquí mismo hace unos años. Le disparó tres veces en una discusión y luego se pegó un tiro él. Ella milagrosamente sobrevivió y él falleció en el acto. Me parece muy significativo porque es una historia que se repite, estamos contando algo que pasó hace más de veinte años pero que se sigue actualizando con cada mujer víctima de violencia de género", concluyó.
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