¿Con qué TV abierta se encontrará Marcelo Tinelli tras más de un año de ausencia?
El regreso de Marcelo Tinelli es la última carta que juega eltrece para equilibrar las claras ventajas que Telefé le saca todos los días en las mediciones de audiencia
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¿Con qué televisión abierta se encontrará Marcelo Tinelli cuando el lunes 17 regrese a la pantalla después de más de un año de ausencia? En principio, con una que necesita lo más rápido posible algunas certezas y señales claras que le permitan confiar en una paulatina vuelta a la normalidad.
Este escenario es el que facilita el regreso de Tinelli, uno de los nombres más poderosos del universo televisivo local. Algunos dirán que el silencio mediático que eligió en 2020 se explica por la prioridad que le dio al flanco deportivo de su actividad como presidente de San Lorenzo. Son los mismos que se venían preguntando en los últimos días cómo iba a hacer el conductor de mayor éxito del último cuarto de siglo para compatibilizar la atención casi excluyente que requerirá ponerse de nuevo al frente de un ciclo diario en El Trece con la necesidad de sacar con urgencia del naufragio futbolístico al club de sus amores.
Esta mañana se supo que Tinelli pidió una licencia en San Lorenzo. Decidió tomar distancia de sus responsabilidades como dirigente deportivo. Se cumple lo que dijimos más de una vez desde estas líneas: es imposible para él repartir esfuerzos entre dos actividades tan absorbentes como el fútbol y la televisión. Siempre tuvo que optar entre una y otra.
Ahora queda mucho más claro por qué Tinelli venía concentrando hasta ahora su atención en los temas deportivos. El año pasado, su retirada estratégica de la televisión se debió a la imposibilidad de acomodarse en ese ámbito a una realidad totalmente incierta que se abrió con el Covid-19. En el recuento de daños de la pandemia, la industria del entretenimiento quedó golpeada quizás más que ninguna otra. Y la versión casi de entrecasa del “Cantando 2020” resultó la muestra más cabal de esa escasez.
Acostumbrado al despliegue y a la acumulación de figuras bajo el mismo techo en un programa de variedades que entiende como “big show”, Tinelli no podía dar la cara y ponerse al frente de una versión que le exigía, por imperio del coronavirus, austeridad y distanciamiento. Algo parecido debe haber sentido Susana Giménez, dueña de un programa de características casi imposibles de adaptar a la realidad pandémica. Se entiende la prolongación de su ausencia.
Sin vacunas y con un gobierno expuesto a la improvisación permanente, el grave cuadro sanitario está todavía lejos de superarse en la Argentina. Pero Tinelli debe haber asimilado todas las enseñanzas que le dejó 2020 para lanzarse de nuevo al ruedo mediático con un programa que promete, por los nombres de sus protagonistas y lo que se dijo hasta ahora sobre sus características, no alejarse demasiado de lo que pasaba en tiempos de la “vieja normalidad”. O al menos ese es su propósito.
Tinelli necesita lo más rápido posible abrevar en el pasado y recurrir de inmediato a la memoria cercana del televidente para convocarlo a respaldar la última posibilidad de tiene El Trece de recuperar el amplio terreno que le sacó Telefé el año pasado. Desde esta perspectiva, “La Academia” es la bala de plata del canal de Constitución para equilibrar un escenario muy adverso frente a su histórico adversario en la pelea por el rating.
Lo que hizo Telefé es aprovechar al máximo, con una mezcla de perspicacia, sentido común, buenas decisiones y fortuna, la situación que le impuso la pandemia a los canales abiertos de la Argentina. El cuadro predominante ya estaba insinuado antes de la llegada del Covid-19 y los responsables de la programación de Telefé lo leyeron mejor que nadie.
Si Telefé supo sacar ventajas fue por haber entendido que la TV abierta de este tiempo tan especial es un cóctel con varios ingredientes, al menos tres, que deben estar equilibrados. Primero, una dosis no demasiado abundante de actualidad, suficiente como para no buscar una competencia a esta altura inútil con los canales de actualidad de la TV paga. En este caso con noticieros bastante extendidos y algún magazine de actualidad en el que las quejas vecinales, las noticias policiales y detalles de color lleven la delantera.
Segundo, el entretenimiento pasatista en clave competitiva, y si es con caras famosas entre los participantes mucho mejor. En este terreno, Telefé acertó en casi todas sus decisiones. Y sobre todo en el aprovechamiento integral de formatos ya consagrados en otros países. MasterChef Celebrity es el mejor ejemplo. Con astutas decisiones de casting en el armado del elenco, la laxitud de sus reglas básicas (un invento local que les debemos a Tinelli y ShowMatch, por cierto) y un despliegue de producción propio de tiempos normales, el reality de cocina superó las expectativas. A este éxito hay que sumarle la oportuna llegada de Pasapalabra, una propuesta muy confiable.
De paso, también logró disimular mejor que sus competidores los condicionamientos del Covid-19, con su seguidilla de figuras contagiadas, una constante de la pantalla argentina de 2020 que obligó entre otras cosas a limitar cierto modelo de show cotidiano basado en el chiste, el desorden y la espontaneidad. Es posible que El precio justo haya tenido el año pasado tantas personas en el aire al mismo tiempo que la versión 2021 de Trato hecho, pero es igual de claro que Lizy Tagliani, que en 2020 debió afrontar en su programa por el Covid-19 la pérdida de una persona muy cercana, ahora tiene detrás un control mucho más férreo de lo que pasa en el estudio.
Y tercero, la certera elección de las “latas” extranjeras que alimentaron en pandemia la necesidad de ficción que es una de las características históricas de la TV de aire. En vez de rescatar producciones locales ya vistas (algo que solo hace la TV Pública) Telefé recurrió a producciones llegadas sobre todo desde Turquía para apuntalar algunos de sus horarios más fuertes. En el caso del prime time, viene acertando desde el comienzo con la apuesta de Dr. Milagro. El funcionamiento de la franja vespertina completa un cuadro que solo puede compensar de manera parcial El Trece con el aporte nocturno de Empoderada.
Queda claro frente a este panorama que El Trece perdió mucho más que Telefé a raíz de la parálisis que impuso la pandemia en la realización de ficciones locales. La llegada del Covid dejó todavía más a la vista la encrucijada del llamado “modelo Pol-Ka”, expuesto a una necesidad urgente de adaptación que quedó al desnudo. Ahora, Eltrece trabaja contrarreloj en las grabaciones de 1-5/18, su primera ficción en tiempos de pandemia, con una historia de amor dentro de una villa y temas como el narcotráfico y la diversidad sexual en primer plano. Telefe contraatacó con el anuncio de la próxima llegada de El primero de nosotros y la novedad de que esta ficción tendrá un estreno simultáneo en la plataforma de streaming Paramount+. Signos de los tiempos.
Antes de que todo esto ocurra, queda claro que Eltrece se muestra en distintos y simultáneos flancos como una expresión devaluada de cada una de las cosas que propone Telefé. Prueba con Mariana Fabbiani al frente de una revista de actualidad en los mediodías, pero pierde con una propuesta parecida de su rival con Florencia Peña. Prueba con las competencias en clave de reality de la tarde y logra ganar una modesta expectativa a través de Corte y confección y El gran premio de la cocina, pero al final del día termina hablándose más de las ficciones turcas de Telefé. Prueba con el perseverante Guido Kaczka y su Bienvenidos a bordo, pero la idea queda expuesta en su orfandad de recursos frente al despliegue de producción de MasterChef Celebrity. La única verdadera y saludable novedad de El Trece es la confirmación de Darío Barassi (100 Argentinos dicen) como el mejor de los conductores llegados en los últimos tiempos a la TV desde el mundo de la actuación.
La imagen compacta de una programación que funciona todo el tiempo en tándem es por un lado lo que parece darle el liderazgo a Telefe. Y por el otro la sensación de que en tiempos de estrecheces obligadas por la pandemia es el lugar en el que más cerca de la normalidad el televidente puede sentirse. Hay despliegue de recursos en MasterChef Celebrity, en las vistosas telenovelas turcas (la mayoría realizadas hace ya algunos años) y ahora en Trato hecho. A todo esto hay que sumar la expectativa de lo que promete, seguramente a partir de junio, la llegada de la temporada 2021 de La Voz Argentina, un ciclo insuperable en su tipo.
Con los ojos en esa realidad Tinelli ajusta los últimos detalles de su vuelta. Sabe que contará con algo que siempre le rindió mucho, el rebote de cada una de sus emisiones al día siguiente a través de programas satélite. Tiene asegurada esa repercusión en Los ángeles de la mañana y no es descabellado pensar que pueda aprovechar algún espacio vespertino con ese propósito como ocurrió en otras temporadas. Los ciclos actuales de El Trece en esa franja, con emisiones diarias de 90 minutos, ofrecen esa posibilidad, incluyendo al reality Corte y confección, producción del propio Tinelli.
Más allá de la eterna competencia por el liderazgo de la audiencia entre Telefe y El Trece, los otros canales buscan con suerte dispar un lugar bajo el sol televisivo. Canal 9 busca desde hace tiempo la consolidación de una identidad con programación propia en la que se mezclan la actualidad, la nostalgia, el entretenimiento, el chimento y el único programa autorreferencial que todavía le queda a la TV abierta. Bendita sostiene con buenos números aquella extraña y extendida manía que llevaba a la tele a hablar todo el tiempo de sí misma, tarea que hoy cumplen a tiempo completo las redes sociales y los medios digitales.
La TV Pública sigue sin despertar demasiada atención pese a intentar algunas innovaciones en su oferta de programas. El rescate de algunas miniseries, la programación de cine (aunque sigue siendo notoria e inexplicable la ausencia de Filmoteca) y la retransmisión de algún evento cultural son sus marcas, tanto como la continuidad de Cocineros argentinos y los intentos de ocupar algún espacio complementario en las tareas virtuales de enseñanza.
Queda América, que parece haber perdido en los últimos tiempos buena parte de la chispa y la identidad que ofrecía desde su programación en vivo, mezclando como siempre lo serio y lo frívolo de la actualidad. Perdió un puntal de ese perfil con la muerte repentina de Mauro Viale y quedó expuesta a una serie de cambios y transiciones con final incierto en Intratables, además de padecer los constantes anacronismos de Polémica en el bar. Con todo, el canal tiene un llamativo e inesperado punto a favor con la aparición de Los Mammones, un genuino late night show a la Argentina con buenas entrevistas, grandes momentos musicales y un conductor, Jey Mammon, convertido hoy en una grata e inesperada novedad.
Casi en silencio, Los Mammones es la única revelación genuina de estos tiempos en una TV de aire que se prepara para el reencuentro con uno de sus grandes protagonistas, mientras sueña con recuperar un poco de su perdida normalidad.
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