Mañana se le correrá el velo al misterio. Por la pantalla de Telefe, la primera temporada de MasterChef Celebrity llegará a su fin con la consumación del certamen que coronará ganadora a Claudia Villafañe o a Analía Franchín, las dos finalistas que llegaron hasta las últimas instancias de la exitosa competencia de cocina que le devolvió a la televisión una producción de magnitudes importante en tiempos de presupuestos acotados.
"Estoy súpernerviosa y, a la vez, muy ansiosa", confiesa Claudia Villafañe a LA NACIÓN. Analía Franchín, su compañera de final, es aún más precisa: "Estoy con una gastritis tremenda, me acabo de hacer una endoscopía", se sincera. Ambas se muestran eufóricas con el halago de haber sido reconocidas por el jurado, pero no ocultan la tremenda tensión que significa una final. Villafañe tiene 58 años, diez más que su contrincante. La viuda de Diego Armando Maradona pasó parte de su juventud en Villa del Parque y Franchín en un barrio vecino: Floresta. Claudia conoció mucho a Guillermo Coppola, cuando le manejaba la carrera a su ex marido; Analía fue pareja del manager durante casi cinco años. La vida intentó cruzarlas una y otra vez, hasta que lo logró. "Al principio, pensé que llegaba con el Turco (García), pero Analía tiene merecido su lugar en la final", reconoce la madre de Dalma y Gianina Maradona. Para Franchín "Claudia es una sorpresa para todos. Es la primera vez que vemos a Claudia Villafañe y no a Claudia Maradona".
La bacanal, conducida por Santiago del Moro, fue servida por 16 concursantes (más dos reemplazos temporarios) que fueron evaluados por el jurado integrado por Donato de Santis, Damián Betular, Germán Martitegui y Dolli Irigoyen, quien suplantó a Martitegui durante algunas emisiones. "Que el certamen se tratara solo de cocina y no se involucrara en la vida privada de nadie fue un motivo para aceptar la propuesta de participar", se sincera Villafañe. Analía Franchín coincide: "Fue la posibilidad de estar en un programa exitoso y, a la vez, muy limpio, transparente. Lo que más me gustó de MasterChef Celebrity es que la familia se volvió a unir frente al televisor. Los chicos miraban solo Netflix o YouTube y con este programa se enteraron que existía la TV abierta y que, incluso, podía ser muy buena".
Se dice que la cocina fue refugio para evadir angustias, pasar el tiempo y hacerle una gambeta a la pandemia. Fenómeno social sostenido en las emocionalidades alteradas de la era del Covid. Seguramente, esa necesidad amparada en la búsqueda para agasajar el paladar e indagar en nuevos aromas contribuyó al éxito de MasterChef Celebrity, la franquicia creada por Franc Roddam que debutó en el Reino Unido en julio de 1990.
En nuestro país, Telefe y la productora Boxfish, cuya presidencia se encuentra a cargo de Diego Guebel, dotaron al programa de la envergadura exigida por la franquicia a nivel internacional. Con fórmula precisa, se encontró al conductor perfecto de aires campechanos y familiares, se posicionó a un jurado de prestigio insoslayable y se convocó a un seleccionado de figuras variopintas para concursar por el premio mayor de un millón de pesos y una beca anual para estudiar gastronomía en un importante instituto.
Proa a la final
"Estuve siempre abierta a las sugerencias y críticas constructivas. Cada vez que el jurado me sugería algo, cambiaba mis planes y aplicaba eso que me indicaban. La humildad gastronómica me ayudó a ir creciendo", reflexiona Franchín, quien se caracterizó por demostrar creatividad a la hora de conjugar los ingredientes. Su caldo de mar fue considerada una de las propuestas más interesantes de la temporada. En sintonía similar, Villafañe también encuentra en el oído una buena razón de su éxito: "Me ayudó haber arrancado de menor a mayor e ir creciendo día a día, aprendiendo de los que saben y escuchándolos mucho".
A lo largo de la temporada, ningún participante pudo evitar las metidas de pata, ni siquiera las famosas que lograron la mayor performance: "Mi peor plato fue el primero, la bruschetta. Después de la devolución de Germán (Martitegui) me di cuenta que tenía mucho que aprender", dice Claudia Villafañe. Su compañera Analía Franchín, fiel a su personalidad, apeló a la sinceridad cuando dio un paso en falso: "Enfrenté al jurado diciéndoles que lo que les presentaba era un horror y que me había equivocado en todo, en lugar de poner excusas y decir que la sal estaba en mal estado. Si lo hice mal, lo hice mal. Es el único modo de avanzar".
No todas fueron rosas. Llantos, algún grito, un insulto al aire. La competencia también expuso algunas zonas más oscuras que, inevitablemente, salieron a la luz. Y luego de la desazón, el llanto. Participantes como Sofía Pachano reconocieron que, más de una vez, abandonaron el canal llorando desconsoladamente. "Nunca me fui así, pero si lloré en el momento de realizar alguna receta. Con la preparación de los cupcakes, no pude no llorar. Confundí el azúcar impalpable con harina y cuando abrí el horno, no había nada", recuerda Villafañe. Curiosamente, la finalista, sin imaginar la trascendencia de sus performances, dudó en continuar en el programa: "Después de la primera devolución me plantee qué hacía en el certamen. Igual, solo me duró un ratito, inmediatamente supe que fue la mejor decisión".
A diferencia de Villafañe, Analía Franchín conoce el trabajo frente a cámaras como actriz y periodista, aunque jamás tuvo que cocinar ante millones de televidentes. El proyecto era diferente a lo conocido y por eso la corrió de su zona de confort: "Hubo muchos nervios, presión. Obviamente, no es lo mismo que puede sentir alguien que trabaja en la Bolsa o está operando a corazón abierto. Pero, dentro de nuestro desafío, atravesamos situaciones impensadas, tuvimos que trabajar con ingredientes desconocidos que nunca habíamos probado y eso genera mucha tensión. Las emociones y los nervios juegan mucho. He llorado, me reí, estuve inquieta. Tuve demasiados problemas para dormir, pasé varias noches sin pegar un ojo. Fue un sube y baja de emociones". En uno de los momentos culminantes del concurso, la mujer del poderoso empresario Sebastián Eskenazi protagonizó una situación inédita: Leticia Siciliani abandonó el juego y le cedió el lugar: "Resultó muy traumático, sabíamos que los dos platos estaban mal. La conozco y tenemos muy buena onda, así que fue incómodo. Me daba miedo que, al otro día, se levantara y se arrepintiera de lo que había hecho. Le sugerí que lo pensara bien, pero Leticia es muy terminante. Debo reconocer que ya me había dicho que estaba agotada de ideas y que no se veía a la altura de las instancias finales del certamen".
"La" Claudia
Aquel artículo antes del nombre impuesto por Diego Armando Maradona quedó como una marca, para todos es "La Claudia", la participante que pudo trascender su historia familiar y mostrarse con habilidades propias y debilidades terrenales. Acaso, MasterChef Celebrity le permitirá ser, de ahora en más, una figura pública escindida de su apellido matrimonial. A pesar de la trascendencia de su nombre, Claudia Villafañe siempre se manejó con un estricto perfil bajo, por eso generó un gran atractivo su paso por el certamen. El programa se convirtió en una ventana para que la gente pueda conocerla más. Pudo surfear la exposición, atravesar en pleno certamen la muerte de Diego Armando Maradona, y mantenerse cauta y sobria.
–¿Te pesa ser famosa? ¿Qué es lo más incómodo de esa condición?
–Nunca me considere una persona famosa, que la gente me conozca no me hace pensar que soy famosa.
En la emisión del 23 de diciembre, Villafañe ganó dos estrellas que le permitieron continuar en el certamen. Hasta el momento, nunca se había referido a su exmarido, pero el reconocimiento del jurado le permitió su catarsis pública, la palabra que todo un país esperaba: "Yo no hablé, no hice ningún homenaje, pero bueno, va para el papá de mis hijas". Todo dicho.
–Si llegás a ganar la final, ¿a quién será dedicado el triunfo?
–Si gano, el triunfo será para mis nietos, mis hijas, mis amigas y todos los que, de alguna manera, me ayudaron durante estos meses.
–Que Santiago del Moro sea el conductor del programa, ¿fue un motivo para aceptar concursar?
–Por supuesto que ayudó a tomar la decisión. Lo conozco desde hace muchos años por Dalma, que es su amiga. No somos de juntarnos, pero los dos sabemos que estamos para lo que el otro necesite. Me encantó compartir esta experiencia con él.
–¿Qué considerás que te aportó el programa en cuanto al vínculo con el público? ¿Te hizo una persona más cercana a la gente? ¿Lo notás en la calle?
–Siempre me sentí cercana. Siento que la gente me conoció tal cual soy, con mis virtudes y defectos. Ahora me paran más para saludarme y sacarse fotos conmigo y hasta me dicen Tata.
La chica de los tocados
Fue periodista de aquella Radio 10 de Daniel Hadad, pero Analía Franchín hace años que transita los sets con la comodidad de un terreno conocido. Con audacia, pivoteó en diversos formatos y hasta se atrevió con la actuación en el programa humorístico No hay 2 sin 3. Su desparpajo siempre la resaltó en cada uno de los proyectos que le tocó encarar. "Soy muy frontal y sin filtros, desde el día uno supe que venía a competir y eso no me convertía en una mala compañera, todos queremos ganar y tener el premio en nuestras manos. En ese sentido, nunca jugué con una carta y después con otra".
–¿Es bien aceptada esa sinceridad?
–Mucha gente no se banca la frontalidad, pero prefiero ir por la vida sin caretas, es el modo más genuino de vivir, sino te creas la fantasía de algo que no es. Además, no soy careta conmigo, soy la primera que se critica.
–A pesar de los diversos perfiles, estratos sociales y actividades de los participantes, no se notó, al menos en pantalla, demasiadas rispideces entre ustedes. ¿Fue así?
–Lograr un éxito tan grande y sin líos, que es lo que más vende en la tele, es doble mérito. Muchos pensaron que iba a entrar al certamen para armar conflictos y nada de eso sucedió. Excepto una vez que me peleé por un huevo con Sofía Pachano.
–¿Cómo nació la idea de colocarte vistosos tocados en la cabeza?
–Como venía con malas devoluciones, en una oportunidad, mientras me maquillaba y peinaba, vi dos cucharas que parecían antenas y me las puse para ver si conectaba con el jurado. Un juego. A partir de ahí, me pareció divertido ir con algo distinto cada día.
–Las sucesivas creaciones se fueron sofisticando.
–El recurso se profesionalizó. Era un tema ponerlos en la cabeza y hacerlos combinar, pero muerta antes que sencilla.
Milagro de rating
Cuando mañana, cerca de la medianoche, se conozca el nombre de la ganadora, Telefe habrá ofrecido, desde el debut ocurrido el 5 de octubre pasado, 59 emisiones de lunes a jueves y 14 episodios de la dominical Gala de Eliminación. Los 73 episodios lograron el milagro de cosechar cifras de rating que se despegaron del resto de la grilla televisiva y confirmaron el gusto de las audiencias por un formato que se conoció en la Argentina durante la temporada 2014, sin la presencia de famosos concursando y con la conducción de Mariano Peluffo. Un año después, también se vio en nuestro país una versión junior con niños participantes.
Liderando en su franja, las emisiones dominicales tuvieron un promedio de 17,89 puntos de rating y un share de 65,17 %. Las entregas de lunes a jueves lograron un promedio de 16,67 puntos y un share de 57,18 %. El pico de rating se dio el 8 de noviembre a las 23.23 con 24,88 puntos. Un mes antes, el 8 de octubre, se emitió el único episodio que no tuvo la mayor audiencia. Ese día, el liderazgo quedó en manos de la TVP con la emisión del partido de eliminatorias entre Argentina y Ecuador con vistas a Qatar 2022. Las mediciones corresponden a Kantar Ibope Media - Instar Analytics y toman la referencia de CABA y Gran Buenos Aires.
En las redes sociales, MasterChef Celebrity también fue un fenómeno popular: superó las 400 millones de video views en Facebook, YouTube, Instagram y Twitter. En el sitio telefe.com 4.8 millones de espectadores generaron más de 10 millones de video views sobre lo referido al programa, convirtiéndose en lo más visto de la web. Flor Vigna fue la conductora de MasterChef a la carta, la propuesta que ampliaba contenidos y generaba entrevistas exclusivas desde las plataformas digitales. Además, Masterchef Celebrity y sus participantes fueron Trending Topic en Twitter Argentina durante la competencia, con más de 1 millón de tweets y la generación de más de 302 millones de impresiones.
El día después
En los inicios de la televisión, la excelsa ecónoma Petrona C. de Gandulfo fue la responsable de enseñar el paso a paso de manjares costosos con ingredientes imposibles en el icónico Buenas tardes, mucho gusto. Más tarde, aquel saludo de la animadora Annamaría se transformó en Utilísima, donde la refinada Patricia Miccio presentaba a cocineras famosas como Choly Berreteaga. Más acá en el tiempo, señales de cocina como El Gourmet, que lleva dos décadas en el aire, se ganaron un lugar en la grilla televisiva y ampliaron la paleta de colores, o, mejor dicho, de sabores. Siempre, la cocina generó atractivo en las audiencias. MasterChef y el actual MasterChef Celebrity confirman el fenómeno que tiene ribetes de tradición, cultura y entretenimiento. Si a la receta se le suma el ingrediente de la competencia en manos de famosos, la cosa no podía salir mal. Capitalizando el buen destino de la primera temporada, ya se encuentra en etapa de producción un segundo ciclo que comenzará a grabarse en febrero. Carmen Barbieri, Andrea Rincón, Dani La Chepi y Flavia Palmiero fueron las primeras en firmar sus respectivos contratos.
Como es de público conocimiento, cada entrega del programa fue grabada con bastante anticipación. Un sistema estratégico férreo implementado por Telefe busca que no se filtre el resultado de la competencia. Se dijo que se grabaron dos finales, la real y otra sin valor, para que ningún indiscreto pueda atravesar la barrera de la confidencialidad. Para Analía Franchín, la experiencia quedará grabada por siempre: "Con Claudia estábamos muy nerviosas, era la primera vez que íbamos a estar solas en el camarín. Nos comentamos los platos que íbamos preparar, no hubo lugar para la competencia, las dos no nos escondimos nada. Cuando terminamos de cocinar nos dimos un abrazo muy largo y nos dijimos cosas maravillosas al oído. Fue un esfuerzo enorme haber llegado a la final, así que descargamos con ese abrazo".
Para evitar todo tipo de suspicacias, los participantes no tuvieron contacto directo con el jurado, más allá de lo estrictamente vinculado a la competencia. Los integrantes del tribunal eran los primeros en ingresar al estudio, luego lo hacían los concursantes. Los camarines de Betular, de Santis y Martitegui estaban ubicados en un piso diferente al de los jugadores y, si coincidían en un pasillo o esperando el remise en la puerta del canal, los responsables de la producción se encargaban de separarlos. Todo en busca de la mayor transparencia y objetividad.
Claudia Villafañe ya piensa en su futuro: "Si es en televisión, tiene que ser algo como lo que hice. Si fuese un proyecto gastronómico, me gustaría ir a algún lugar a cocinar una vez por semana. Se puede soñar, ¿no?". La participante capitaliza la experiencia de su paso por el certamen: "Si querés lograr algo, con sacrificio se puede, nunca bajar los brazos". Tanto Villafañe como Franchín, reconocen que la armonía del grupo construyó varios vínculos: "Nos llevamos muchos amigos", concluyen. Acaso el mejor legado que cada una pueda recordar más allá del premio material y la satisfacción profesional.
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