Celeste: la transformación de Andrea del Boca, el VIH y los temas sociales
Heroína de las telenovelas por excelencia, Andrea del Boca siente que Celeste "fue su paso de la actriz-niña a la actriz-mujer". Fue la primera novela de siete que le siguieron con el mismo equipo de trabajo: ella como protagonista, su papá Nicolás del Boca de director, su cuñado Enrique Torres como autor y más tarde la incorporación de su hermana Anabela del Boca, quien se encargó de la ambientación y el vestuario. Raúl Lecouna fue el productor de todas esas tiras que, sin embargo, se vieron en distintos canales de televisión. Con Celeste, Gustavo Bermúdez se posicionó como un auténtico galán por quien aún suspiran sus fans. Fue, además, la primera novela en incorporar temas sociales y la primera que habló de homosexualidad y de VIH, tabúes hasta ese entonces. "Sentí que Celeste dejaba atrás un estilo de heroína que ya estaba caduca: no era una mujer sometida, sumisa, sufrida", reflexiona Andrea del Boca. "Empecé a trabajar de muy chica y fui pasando por varias etapas. En ese momento sentía la necesidad de fortalecerme como actriz-mujer y decidí dedicarme más a la novela porque se vendía internacionalmente y me permitía estar en contacto con el público de todo el mundo", se sincera.
La tira se grabó en los estudios de Sonotex, en Martínez, durante casi un año. Fueron 172 capítulos y el primero salió al aire el 11 de marzo de 1991, de lunes a viernes a las 19. El elenco que acompañó a Del Boca y Bermúdez era de lujo: Dora Baret, Germán Palacios, Arturo Maly, Rodolfo Machado, Erika Wallner, Patricia Castell, Roberto Antier, Viviana Saccone, Gustavo Rey, Hilda Bernard, Adela Gleijer, Graciela Pal, Roberto Fiore, OsvaldoGuidi, Claudio Gallardou , Regina Lamm, Liliana Simone. El tema central de la tira estaba interpretado por la misma Andrea.
"Un día Andrea me pidió que le hiciera una historia porque lo que le llegaba era todo muy parecido. Nunca había visto una telenovela, siquiera- relata Enrique Torres-. Pero escribí una historia en una noche y a la madrugada desperté a Anabela y le pedí que me dijera un nombre en italiano: Antonella. Y así le puse. Nicolás la presentó en Italia, contrataron a otra persona para hacer los capítulos y no gustó. Tiempo después, Nicolás y Andrea firmaron contrato con Lecouna para hacer una novela y, como no tenían historia, Nicolás desempolvó la que yo había escrito y al productor le encantó pero no quería que se llamara Antonella porque a Andrea la conocían en el mudo como Celeste, por Andrea Celeste. El rating fue creciendo y nos jugaba mucho a favor Mónica Cahen D’Anvers que, cuando tenía que hacer el flash del noticiero, siempre aparecía distraída: ‘ay, disculpen, estaba enganchada con la novela’. Le dio mucha manija. Celeste le ganó el rating al noticiero de Telefe. Y al año siguiente, Antonella se emitió por Telefe a las 20, y ahí le ganó a Telenoche".
Amor siempre es amor
En la ficción, Celeste viaja a Buenos Aires tras la muerte de su madre y empieza a trabajar en la mansión de los Ferrero sin sospechar que el dueño de casa es su padre. Desde el primer día sufre el maltrato de Teresa Visconti (Baret) y su hijo Enzo (Palacios), que no es otro que el hermano mellizo del hombre que Celeste ama. La historia de amor crece, a escondidas, y Celeste queda embarazada de Franco (Bermúdez). Cuando la pareja decide blanquear su amor, Celeste descubre que Leandro es su padre, por lo tanto Franco es su hermano. Razón por la cual, ella huye de ese amor que imagina prohibido. Pero se equivoca. Falsos testamentos, un bebé que no es hijo de quien se cree, una pérdida que no es tal, enfermedades, intentos de suicido, muertes y muchos secretos le ponen condimento a esta historia de amor pergeñada por Enrique Torres.
"Como artista de la Warner, había hecho una campaña sobre el Sida y estaba empapada con esa movida. Lo hablamos con Enrique (Torres) y con mi papá y decidimos sumar ese tema a Celeste. Pensaba que la telenovela ya no tenía que ser solamente un entretenimiento sino que tenía que sumar además un servicio social. Me acuerdo que el leit motiv de la campaña era ‘El amor no te protege, los condones si’. El productor no lo aprobó porque dijo que era un tema 'pianta votos', que me olvidara. Lo convencimos de probar una semana y si bajaba el rating, lo dejábamos, pero fue bien y seguimos. Íbamos en un horario en el que la familia estaba reunida y me gustaba la idea de instalar la duda, lograr la charla, hacer tomar conciencia", relata Del Boca a LA NACION.
Torres explica cómo logró que se hablara de temas que eran estigmatizantes en ese momento: "Me acuerdo que en Tiempo nuevo, el programa de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, debatían sobre que el Estado no tenía programas de educación sexual, por el tema del Sida. Y Grondona dijo: ‘afortunadamente está Celeste’. Y le dedicaron varios minutos a la novela. La verdad es que pude hablar de Sida porque tenía dos actores impresionantes como Arturo Maly y Osvaldo Guidi, que además no falseaban los personajes. En la ficción, Maly era un médico prestigioso y si él era homosexual y tenía Sida, entonces podía pasarle a cualquiera. Quería transmitir también que no se contagia por contacto físico, ni por besos, ni por tocarse o compartir un mate. Desde entonces no se la llamó más ‘peste rosa’. Yo me había asesorado con Carlos Jáuregui, que era presidente de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina)".
"Celeste era una feminista sufrida, de las que combatía, pero sin levantar demasiado la voz y sufría en silencio. Sentía que la mujer ya no camina tres pasos detrás del hombre sino que ocupa un rol en la vida, al lado del hombre. No podía interpretar a una mujer que no me representara a mí ni a mi generación. Estábamos abriendo el camino del empoderamiento", asegura la actriz y enseguida suma otro dato curioso: "La segunda parte de Celeste, que fue Celeste siempre Celeste, se hizo en otro canal. Empezó tibia en cuanto a rating porque competía con las noticias, pero los números se triplicaron en pocas semanas. Mónica Cahen D’Anvers, que conducía el noticiero de Canal 13, era fan de la novela y cuando terminó, me preguntó si estaba triste y le contesté que no porque era el final de una etapa, pero que todos mis personajes viven dentro de mí. Y Mónica lo tomó como que podía haber una segunda parte. Lecouna vio eso y me llamó enseguida para proponerme hacer la continuación. Yo ya había firmado con el 13 para hacer Antonella. Finalmente hicimos Celeste siempre Celeste dos años después, en 1993, y en Telefe".
Sobre Gustavo Bermúdez, Andrea tiene gratos recuerdos. "Fueron tres años de trabajar con Gustavo. La pasamos muy bien, nos reíamos mucho, era un gran compañero, respetuoso, nos cuidábamos los dos. Si tomaba mucha cama solar, le decía que parara porque soy muy blanca y era difícil poner la luz si había tanto contraste. Él estaba recién casado y su mujer, Andrea, nos decía que los besos tenían que ser más apasionados. Yo le contestaba que Celeste era muy tímida y no podía comérselo [ríe]. Ella podía estar celosa, pero nada que ver. Nos gustaba reunirnos con todo el equipo, festejábamos los cumpleaños y los viernes hacíamos un asado".
Papá Nicolás, el mejor director
Cuando Del Boca habla de su papá, se le quiebra la voz. "Era un gran, gran director. Se enojaba a veces porque le decía que era como esos dinosaurios que ya no existen. Era un director integral de actores y de cámaras, de los inicios de la televisión. Trabajar con él era como tomar una clase. Yo tenía doble responsabilidad y no me dejaba pasar una: tenía que llegar primera, estar de punta en blanco, saber a la perfección el libreto. Me decía que no podía pedirle a los demás que cumplieran si no lo hacía conmigo. Por supuesto aprendí y entendí eso y se lo agradecí porque me hizo ser una profesional responsable. Todavía tengo sus guiones guardados y eran como los de un arquitecto, con todo marcado. Con Celeste quiso romper la estética tradicional de las telenovelas, las escenas eran de muchos personajes. Germán Palacios lo disfrutaba y se divertía mucho con él y decía: ‘a Nicolás hay que entenderlo, sino lo padeces’. Me enseñó mucho", relata la actriz sin poder contener su emoción. "Celebro haber podido disfrutarlo. Es un grande que dejó un legado tan fuerte y tan importante que dos de sus nietos quieren seguir sus pasos: Lucas, hijo de Anabela y Enrique, es director, y fue el hijo de Celeste en la ficción porque necesitábamos un bebé y Anabela aprobó que participara en algunas escenas. Y mi hija Anna también está estudiando dirección de cine y televisión. Evidentemente, su legado ha sido muy fuerte. Yo no le decía papá sino Nico o Nicolás y cuando no estábamos de acuerdo en algo, lo llamaba Señor Del Boca, y él a mi, Señora Del Boca. En casa era papá o papi. Ha sido un gran padre y un gran profesional. Siento mucho orgullo, primero por ser su hija y después porque fue un gran profesional".
Graciela Pal también siente gran admiración por Nicolás Del Boca. "Era bravo, muy exigente, daba cátedra y sabía mucho. No permitía que nadie entrara al estudio con el libreto en la mano, sin ruidos de papeles ni actores inseguros; había que estudiar antes. Fue una de los primeros directores maravillosos de la televisión, que crearon un estilo, muy riguroso, pero lo rascabas y era un sensible. Tenía un carácter duro que imponía respeto. Y era muy parejo en el trato: no hacia diferencia con su hija ni con nadie. Después, en el break, nos reíamos todos".
Otro que aprendió mucho del director es Germán Palacios. "Nicolás era un director de los que inventaron la televisión, de la mano de María Herminia Avellaneda, Martha Reguera. Pioneros. Era un hombre que sabía mucho y dominaba su oficio. Era severo y me acostumbré a trabajar de esa manera. Cuando nos reunimos, le propuse hacer un malo de historieta, algo más ligado al cómic que al realismo. Ahí surgió que Renzo usara gafas oscuras todo el tiempo, como si siempre estuviera en la calle y bajo el sol. Acordamos jugar sin juzgarlo, un personaje temible y divertido y él me daba manija para que yo hiciera cosas nuevas. Nos potenciábamos la creatividad y a partir de ahí surgió una relación con Dora Baret, algo incestuoso, porque eran madre e hijo y se daban picos".
De cachetadas, chivitos y otras yerbas
"Graciela Pal era Cachita, un personaje delicioso, y el novio era Tito Mendoza, un carnicero. Recuerdo una escena en la que, como prueba de ese amor, le regaló un chivito. Se armó todo para grabar un viernes y después quedarse a comer ese chivito. Como no alcanzaba para todos, un actor se llevó el chivito y a cambio tenía que poner parte de la plata, junto con la producción, para comprar empanadas. Resulta que ese actor que se llevó el chivito, nunca pagó y además no lo querían porque era muy tacaño. Siempre me decían: ‘matalo y matalo’. Cuando faltaba poco para el final de la novela, lo maté. Hice la escena del entierro y cuando Nicolás dijo ‘corten’, todos empezaron a pisar la tierra. A todos les debía guita, a todos los había mangueado", ríe con ganas Enrique Torres.
"Había mucha pasión en el elenco. Erika Wallner y Dora Baret no se podían ni ver. Compartían camarín y Dora odiaba que Erika fumara y se agredían de palabra. Hubo una escena entre ellas muy fuerte, muy linda, en la que las dos se enfrentan porque sabía que la otra era la amante del marido. Dora le dio una cachetada que le hizo saltar un aro, y Erika se la devolvió de tal manera que le sacó la peluca a Teresa Visconti. Después de terminar la escena se hizo un silencio largo. Pensamos que se iba a hacer otra vez, pero a Nicolás le gustó tanto que está en los títulos de la novela", detalla el autor.
Otra curiosidad de Celeste es que no tuvo antagonista. ¿Por qué? "Al principio era Andrea Bonelli, pero las cosas no salieron bien y al mes Lecouna no le renovó el contrato. Tuve que inventar a otra antagonista: Liliana Simone. Iba muy bien y, de pronto, el productor dijo que teníamos que bajarla porque estaba embarazada; no había dicho nada, pero ya se notaba la panza. La tercera es la vencida, pensamos, y armé una historia en la que fuera creíble la llegada de un personaje nuevo a la mansión. El primer día de grabación de esta chica me llamó Nicolás y me pidió que la hiciera monosilábica porque era muy mala actriz. Así que nunca tuvimos una contrafigura femenina que pudiera hacerle fuerza a Andrea", explica Torres.
Pal interpretó a uno de los personajes más queribles de la historia, Cachita, amiga de Celeste. "En cada cumpleaños de cada compañero, Andrea llevaba una torta para compartir que ella misma hacia después de horas interminables de grabación y celebrábamos en un camarín grande. Fue un tiempo que viví con alegría, se cobraba bien, se trabajaba con respeto. Fue una maravilla hermanarse con los compañeros. Pasábamos tantas horas en el estudio que no sabíamos si nos habíamos visto esa mañana o habíamos dormido juntos. Era una convivencia fuerte. En ese año pasaron muchas cosas: perdí a mi mamá haciendo Celeste. Momentos buenos y malos, graciosos y tristes", rememora Pal. "Cachita le ponía el toque de humor a la novela. Era torpe, bruta y muy entrañable. Amo ese personaje y treinta años después, una cuñada mía todavía me llama Cachita. Era muy rica de hacer, me daba muchas posibilidades de jugar. Con Andrea hacíamos una dupla muy buena. Ahí forjamos una amistad que todavía perdura junto con el cariño y la confianza. Y recuerdo también que con Arturo Maly jugábamos a decir que él fue muchas más veces mi marido en la ficción que mi propio marido real. Compartía camarín con Patricia Castel que era un ser humano tan maravilloso y dulce, pero que hacia esa Célica tan mala. Al lado estaba el camarín de Dora Baret y Erika Wallner. Me acuerdo que muchas veces llevaba a mi hija Manuela que tenía cuatro años y se la pasaba jugando y dibujando. Adela Gleijer se llevaba esos dibujos y hacia con ellos carpetitas bordadas que luego nos regalaba a todos. Todavía tengo algunas".
"Fue la última novela que hice y, sin duda, la mejor- asegura Germán Palacios-. Trabajar en una tira es muy sacrificado porque grabás muchas horas todos los días, a un ritmo que no entendería ningún lugar del planeta. La novela andaba muy bien y el esfuerzo se hacía más llevadero. Pasaron 30 años y tengo recuerdos muy lindos, muy vividos. Era un momento en que las novelas argentinas se veían en todo el mundo y había una revalorización del género. Con Gustavo éramos mellizos y la relación de hermanos era como la de Caín y Abel. Nos conocíamos desde hacía años porque habíamos compartido los inicios en Canal 9. Nos queremos mucho, compartíamos el camarín, nuestros mates y los puros, porque él fuma tabaco negro muy fuerte. Nos divertíamos mucho. Hoy Celeste es un hito en Italia y siempre me llaman para hacer reportajes. Tengo recuerdos de almuerzos en el río porque el estudio estaba cerca y era agradable estar al sol. Pasábamos muchos ratos con Rodolfo Machado y Arturo Maly, de quienes tengo un gran recuerdo. Arturo era vecino mío y entonces íbamos y veníamos juntos en el auto. Compartir con Andrea era compartir con toda la familia porque estaba rodeada de su papá, su mamá, su cuñado, su tía, su hermana, y siempre fue muy respetuosa la relación. Andrea es una tremenda profesional y Gustavo un auténtico galán de telenovela, muy cálido. Trabajábamos muy bien todos".
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